Le pido que, por medio del Espíritu y con el poder que procede de sus gloriosas riquezas, los fortalezca a ustedes en lo íntimo de su ser, para que por fe Cristo habite en sus corazones. Y pido que, arraigados y cimentados en amor … que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento, para que sean llenos de la plenitud de Dios.
Efesios 3:16-19
Con los adelantos tecnológicos disminuyendo nuestra capacidad emocional para enfrentar la vida, los niños pueden ser una verdadera molestia. Quieren nuestra atención en los momentos más inoportunos. Hacen ruido cuando queremos quietud. Hacen preguntas seguidas sin parar. Los niños no son convenientes. Sin embargo, son regalos exquisitos, sin abrir, que solo esperan una palabra para abrirse como las flores antes del sol.
Fawn Parrish, Honor: What Love Looks Like
[Honor: Se parece al amor].
Como abuelos, tenemos una maravillosa oportunidad de ayudar a guiar a nuestros nietos en los caminos del Señor y motivarlos en su crecimiento espiritual. ¡Cómo anhelamos que Cristo more en sus corazones, incluso durante sus primeros años!
Si la relación de un niño con Dios se arraiga profundamente mientras es muy jovencito, es menos probable que los años tormentosos de la adolescencia debiliten los fundamentos. Podemos fortalecer los cimientos al fomentar una autoimagen saludable y mostrar aprecio cuando nuestros nietos dan evidencia de los rasgos de su fe y toman decisiones sabias. Cuando alcancen más años, podemos dejarles ver que estamos orando para que se cumpla el propósito que Dios tiene planeado para ellos.
En este capítulo aprenderás de la experiencia de otras abuelas respecto a cómo influir en tus nietos, dándoles el ejemplo y también cómo orar eficazmente por su desarrollo espiritual.
Carol se sintió honrada cuando la invitaron a estar presente en el salón de alumbramientos, al nacer cuatro de sus nietos. Dos fueron por cesárea y en el salón había cierto grado de tensión mientras que ella, de pie, oraba por la paz y el sano nacimiento de su próximo nieto.
«En el caso de las cesáreas, me paré detrás de la madre para orar en silencio a medida que el equipo quirúrgico se reunía», dijo Carol. «Seguí orando durante la administración de la anestesia y el parto. Cuando el bebé llegó, pronuncié una oración en voz alta dando gracias y bendiciendo, por su nombre, al recién nacido y confirmando su bienvenida a la tierra y a nuestra familia».
Arlene nos contó que pidió específicamente que Dios le permitiera estar presente durante el nacimiento de cada uno de los nietos e incluso sus nueras le pidieron que las acompañaran personalmente en el salón de alumbramientos.
«Pedí que el Señor me diera sabiduría para saber cuándo comprar los boletos de la aerolínea, cosa necesaria en algunos casos», dijo. «Dios me permitió llegar a tiempo a los nacimientos de mis ocho nietos. Cada vez que entraba al salón para los partos, daba gracias a él por ser el Señor de nuestras familias, de las vidas de los nietos y de todo lo que sucediera en aquel salón. En cada alumbramiento declaré el pacto de la sangre del Cordero de Dios y oré a favor de cada nieto en contra de cualquiera obra del enemigo. Pedí que Dios impartiera su amor y paz a todos los que estaban en el salón quirúrgico y que ayudara a los médicos a ser “diestros artesanos” mientras hacían sus tareas».
Arlene se refiere a un nieto, que nació prematuro, como su bebé milagroso. «Reclamamos que todos sus días fueran diseñados de acuerdo al Salmo 139:16. Estaba segura que viviría porque el Señor me había destacado el versículo: “Y Dios el Señor formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz hálito de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente” (Génesis 2:7). Estamos muy agradecidos porque este niño ahora tiene nueve años y es muy saludable».
Muchas de nuestras amigas abuelas se esfuerzan por estar presentes durante el parto de un nieto, especialmente ahora que los hospitales, por lo general, permiten la presencia de los miembros de la familia en estos salones. Sienten que esta es una forma de legar una bendición espiritual.
A medida que los nietos crecen, se les puede hablar acerca de Dios en un nivel comprensible para ellos. Tal vez cuando los acomodas en la cama, o cuando juegas baloncesto con un adolescente en un parque. Se les puede dejar saber que la Biblia es el libro más importante que hay en el universo, y que tiene las respuestas a todas sus preguntas. También se puede conversar acerca del valor de la oración, citando ejemplos de cómo Dios ha respondido a oraciones específicas de la familia.
Los abuelos pueden contribuir al desarrollo espiritual dándoles libros, vídeos, juegos y rompecabezas que se basen en principios bíblicos; hay centenares disponibles para cada edad. Varias veces al año, yo (Quin) llevo mis nietos a una librería cristiana y los dejo elegir libros o vídeos de cierto precio como un galardón por algo que hayan hecho. Otras veces les compro lo que sé que les gusta y se los escondo hasta que vienen de visita.
Tenemos mejores oportunidades para las charlas espirituales cuando se quedan en mi casa a pasar la noche y me ruegan que les narre un cuento antes de dormir. Normalmente elijo con anterioridad temas como los ángeles, alimentar a los pobres, ser un buen samaritano u obedecer a sus padres. Luego de leer la historia, les hago preguntas y conversamos acerca del relato.
Como abuelos, podemos obtener ideas, consuelo y apoyo en la oración de otros creyentes y cosechar grandes galardones cuando vemos resultados tangibles en el crecimiento espiritual de nuestros nietos.
Orar por nuestros nietos significa interceder por ellos. Es decir, interponernos entre ellos y Dios, pidiendo su intervención en todas las situaciones de sus vidas. Muchas de las abuelas que oramos denominamos esto «ponernos en la brecha de la oración» por los nietos.
Si tus nietos aún no conocen al Señor, ora con toda seguridad que la voluntad de Dios es que ellos lo acepten. El propósito esencial de Jesús al venir a la tierra fue «buscar y salvar lo que se había perdido». Él no quiere que nadie se pierda, sino que todos lleguen al arrepentimiento.1
Para guiar a tus nietos a recibir a Jesús en oración, puedes hacerlo con una oración similar a esta:
Jesús, creo que eres el Hijo de Dios que vino al mundo a morir en la cruz por mis pecados y se levantó de entre los muertos. Te ruego que me perdones todas las cosas malas que he hecho, como yo perdono a todos los que me han herido. Te acepto como Señor y Salvador y pido que seas mi mejor amigo. Ayúdame a vivir a tu agrado. Gracias porque un día estaré contigo en los cielos. Amén.
Un día Lyden, de cinco años, me visitó (a mí, Quin); su primo de cuatro años le hizo algo que a él le molestó mucho. «Perdóname, mamá Quin», dijo, «tengo que apartarme y darle a Jesús este enojo». Al poco rato volvió sonriendo. «Esto es lo que mamá dice que tengo que hacer cuando me pongo tan bravo que no aguanto más. Tengo que entregar mi enojo para que Jesús me lo cambie por su paz», me explicó.
Pocos días después estaba de visita en mi casa cuando de nuevo se enojó. Le pregunté: «Lyden, ¿no necesitas entregar esa ira a Jesús y pedirle perdón?» Siempre quiero apoyar las reglas de su mamá y animarlo a honrar a sus padres.
Mientras oramos, podemos parafrasear Efesios 4:2-3 de esta forma: «Señor, ruego que mis nietos sean siempre humildes y amables, pacientes y tolerantes unos con otros en amor. Que se esfuercen por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz como tu Palabra nos enseña».
Nuestra amiga JoAnne recuerda que a los cinco años se sentaba en una pequeña banca junto a las rodillas de su abuela para aprender el Padrenuestro y una y otra vez oír la lectura de la Biblia. Su abuela le enseñó a memorizar los Salmos y los viejos himnos de la iglesia.
«Por la noche, cuando me acomodaba en la cama, abuela Ida oraba largamente dándole gracias a Dios por el día pasado», decía JoAnne. «Me despertaba por la mañana y me pedía que me uniera a ella en el “amén” luego de orar alabando a Dios por el nuevo día. Ella decía: “¡Buenos días, Dios! Este es tu día y durante todo él encontraré razones para alabarte”. Se detenía para hablar con Dios sobre cualquier cosa que se presentara durante el día, conversaba con él como si estuviera allí mismo en el cuarto. Me persuadió a creer que efectivamente estaba ahí. Hizo que Dios fuera tan real como el vecino. Siempre que me era posible iba a su casa a pasar la noche porque me quería sin reservas de ninguna clase».
Abuela Ida enseñó a JoAnne a hablar con Jesús como con el mejor amigo y le aseguró que cuando creciera, Jesús podía ayudarla a ser una mujer de Dios. Hasta el día de hoy, JoAnne ora como lo hacía su abuela, hablando con Dios en tono conversacional y ofreciendo muchas acciones de gracias y alabanzas.
«Ya soy una abuela con canas, y todos los días oro por mis nietos», dice JoAnne. Solamente los veo una vez cada dos años, pero sé que mis oraciones los impactan y que puedo entregarles un legado espiritual mediante conversaciones por teléfono. Sirvo de mentora a un par de madres jóvenes y las enseño cómo orar por sus hijos. A veces siento que he adoptado a sus hijos como nietos míos.
Algunas abuelas, al contrario de JoAnne, tienen la bendición de ver a sus nietos más a menudo. En la si-guíente historia, Sandy nos cuenta una oportunidad inesperada para servir de mentora en la vida práctica de su nieta. Como estas oportunidades a menudo vienen sin avisarnos, necesitamos estar alertas y listas para sacarles el mayor de los provechos.
Durante varios años, los nietos de Sandy vivían tan lejos que pocas veces los podía ver. Fue un día muy feliz cuando su yerno consiguió un traslado en el trabajo y la familia se mudó bastante cerca pudiéndolos visitar con más frecuencia. Sandy prestó sus servicios de niñera para así estar con ellos.
Un día Julie, su nieta de diez años, le pidió ayuda para hacer una tarea escolar. Le dijo: «En las clases hemos estado estudiando acerca de las diferentes emociones. El maestro ha pedido que cada alumno elija una y presente un informe a la clase sobre la misma. Pero con la que escoja, quiero usar versículos de la Biblia. Abuela, ¿me puedes ayudar?»
Sandy, muy contenta, registró la Biblia con su nieta de quinto grado explorando las muchas posibilidades de elección. Al final Julie tomó una decisión.
«Muchos niños en mi clase no tienen paz ni alegría», dijo. «Si presento algunos de estos pasajes, sabrán que Dios se las dará». Eligió dos o tres versículos de los muchos que abuela Sandy la ayudó a buscar.
Pasados unos días, Sandy llamó a su nieta para saber cómo la clase había recibido el informe. «Algunos de los niños se rieron cuando hablé acerca de Dios», le contó Sandy. «Pero no importa, porque tengo paz y gozo y los que se reían no los tienen. Pero ahora ya saben en dónde lo pueden conseguir».
A Sandy le agrada que Julie tenga tanto interés en que sus amigos conozcan al Señor. Desde temprano decidió que además de orar por sus nietos, quería estar activamente involucrada en sus vidas para ejercer una influencia espiritual positiva en ellos.
«Una razón por la cual tengo tanto empeño en esto es que mi experiencia con mi abuela fue muy negativa», dijo. «Cuando era niña, abuela vivió con nosotros durante algún tiempo, pero siempre estaba de mal humor y era intolerante. Si a ella le desagradaba algo que yo hacía, me daba con su bastón. Una vez se puso brava porque mi amiga y yo estábamos corriendo en la casa y nos tiró agua fría. Decidí ser «una buena abuela» y tener una relación cariñosa con mis nietos. Disfrutamos jugar juntos y ellos siempre sienten la confianza de venir a decirme cualquier cosa que les molesta. Y esto me ayuda a saber cómo debo orar por ellos.
Una abuela dice que ella usa el Salmo 112 para orar por los nietos y Proverbios 31 para orar por las nietas. También pide estas cuatro cosas por todos ellos:
1. Que no prevalezca ninguna arma que se forje contra ellos.
2. Que tengan un encuentro divino con sus futuros cónyuges.
3. Que siempre ella los pueda animar.
4. Que algún día puedan pararse ante Jesús y decir: «Te he glorificado en la tierra; he terminado la obra que me diste para cumplir».
Abuela Joyce tiene tres nietos que viven en unas islas en el Pacífico del sur donde su papá es un dentista misionero. Los ve una vez al año o cada dos. Cuando nació su primer nieto, Joyce oró pidiendo que creciera a semejanza de Cristo basándose en Lucas 2:52: «Jesús siguió creciendo en sabiduría y estatura, y cada vez más gozaba del favor de Dios y de toda la gente».
«Sentí que este versículo reveló un caudal de rasgos deseables para mi nuevo y bello nieto», dijo. «Así que escribí su nombre en esta página de mi Biblia y comencé a repetir ese versículo al orar diariamente por él».
Hoy, David tiene casi once años y ahora hay otros nietos: Olivia, Hanna y Katie. Durante años, esta ha sido la oración más constante de la abuela Joyce por todos ellos, con la ayuda de Dios mostrándole cómo aplicarla a las circunstancias y necesidades específicas de sus vidas.
Ella ora así: «Señor, te agradezco que a David le vaya bien en la escuela. Pero te pido que a medida que aumenten sus años, aprenda más y más a atesorar “las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios” (Romanos 11:33)».
He aquí otros ejemplos de cómo orar usando Lucas 2:52:
«Padre, al mudarse tan lejos, dales la habilidad de hacer amigos nuevos y buenos, y que gocen del favor de los niños en la nueva aldea.
»Padre, sé que quieres que aumenten en estatura. Te ruego que también les toques sus cuerpos y los sanes de los ataques de asma.
»Señor, ayuda a mis nietos para que sigan reconociéndote como su fuente y que elijan caminos que los conduzcan a tu gracia».
A medida que oraba a través de los años, algunas de las peticiones más obvias generadas por estos pasajes eran que los nietos pudieran:
• No confiar en su propia inteligencia
• Leer la Palabra de Dios y memorizar versículos
• Obtener el don del discernimiento
• Aborrecer lo malo y aferrarse a lo bueno
• Tomar decisiones sabias a diario
• Buscar primeramente el reino de Dios
• Buscar la protección y provisión de Dios
• Aprender a comer bien y hacer ejercicios
• Decidir nunca abusar de sus cuerpos con drogas o alcohol
• Reconocer que Dios es el sanador
• Desarrollar con él una relación personal desde una temprana edad
• Buscarlo de todo corazón
• Obedecer sus mandamientos
• Amar a los que están perdidos sin el Salvador
• Exhibir los frutos del Espíritu
• Obedecer a sus padres
• Respetar las autoridades
• Desarrollar una personalidad positiva y anímica
• Demostrar compasión por los dolidos
• Tratar a los demás como ellos mismos quieren ser tratados
A veces el crecimiento espiritual de un nieto se desarrolla de maneras inesperadas durante días ordinarios, como lo ilustra la próxima historia.
Cuando abuela Judy por fin volvió a casa, luego de una cirugía para extraerle un tumor del cerebro, tenía que permanecer muy quieta. Los nietos venían a su habitación para hacerle visitas breves, pero ella ni siquiera podía virar la cabeza para mirarlos.
Marshall, de seis años, quería que su abuela hiciera algo con él. Así que ella le sugirió jugar al barrendero [Nota de la traductora: juego durante el cual se busca una lista de «tesoros»], como solían hacer juntos.
—Busca una cesta, trae todo lo que encuentres en el bosque y cuéntame qué hallaste —le dijo. Y luego le preguntó qué quería él encontrar.
—Una punta perfecta de flecha —le contestó inmediatamente.
—Entonces oraré para que obtengas el deseo de tu corazón —le dijo cerrando los ojos.
Un par de horas más tarde volvió Marshall con sus tesoros: «¡Abuela, no vas a creer lo que hizo Dios!» dijo muy emocionado. «¡Mira! ¡No una sino dos puntas perfectas de flechas!»
Estaba ayudando a su abuelo a limpiar el patio cuando encontró la primera. La inspeccionó con cuidado, y efectivamente, estaba perfecta. El abuelo no podía recordar ninguna otra ocasión en que alguien hubiera encontrado una flecha en ese lugar. Marshall volvió y comenzó a recoger hojas y basuras en el mismo sitio. Allí encontró la segunda punta de flecha, sin defectos a pesar de los años o los elementos. Luego le enseñó a la abuela las demás cosas que encontró: plumas, piñitas y piedras raras.
«La fe de Marshall aumentó considerablemente esa tarde cuando vio cómo Dios contestó una petición por la que él y su abuela habían orado», dijo ella. «Incluso algo tan difícil como encontrar exactamente lo que él quería en una tarde y jugando. Ahora ya tiene doce años y todavía mantiene sus dos puntas de flechas en una cajita de “tesoros” como prueba de una oración contestada».
Ya la abuela Judy está bien, y a menudo acompaña a Marshall en algunas aventuras más allá de los árboles queridos. Juntos hacen viajes de oración a diferentes países durante los cuales ella le enseña cómo orar por las naciones del mundo.
Charlene dice que ya sus nietos andan por los veinte años de edad y por lo tanto las oraciones para cada uno de ellos son diferentes. «Algunos elementos de mis oraciones permanecen iguales. Oro por los más jóvenes acerca del desarrollo de su personalidad. Por los adolescentes oro acerca de su cónyuge futuro y sus carreras. Por los adultos oro acerca de su andar y ministerio».
Cuando abuela Charlene pasa la noche con los nietos, ora con ellos antes de acostarlos.
«Siempre le agradezco a Dios haberme dado una nieta y gozar de la relación que ella y yo disfrutamos. Pido que Dios la cuide dándole salud, seguridad y prosperidad, que ciegue sus ojos a la tentación y que siempre alguien la sorprenda en cualquier falta que cometa. Pido que el Padre llene a esta niña con su Espíritu Santo y la evidencia de uno o más frutos del Espíritu como rasgo de su carácter. Por ejemplo: “Padre, te ruego que llenes a Molly con tu Espíritu Santo y que la ayudes a ser bondadosa y amable con todos”.
»Me levanto temprano en la mañana para orar y leer la Biblia. Esto quiere decir que cuando los nietos se levantan y salen de su habitación, yo estoy en mi butacón orando. Con frecuencia vienen y se me acurrucan mientras termino. Les leo unos versículos y oro en voz alta para que aprendan que esta es la manera normal de comenzar un día.»
Una encuesta reciente demostró que muchos adolescentes tienen conceptos espantosamente erróneos acerca del cristianismo y la verdad de la Biblia. Una razón más para que los abuelos oren por ellos durante estos años turbulentos.
«Los adolescentes piensan que han aprendido y absorbido todo lo que la fe cristiana les ofrece y no se cuestionan acerca de sus creencias espirituales», dice el investigador George Barna. «Entre los adolescentes seguiremos encontrando perspectivas de fe bien intencionadas, pero mal informadas, que conducen a decisiones erróneas y confusión espiritual. Como estos serán los líderes futuros de la iglesia, nos debe preocupar la sustancia de la fe que a lo largo comunicarán y practicarán». Barna también dice que «los adolescentes son más propensos que los adultos a creer en la salvación por las buenas obras y sostener que Jesús fue un pecador».2
La necesidad de orar por el desarrollo espiritual de la generación más joven es evidente. Queremos ayudarlos a entender que la salvación solo viene por la fe en Cristo. Y esto es posible porque Jesús vivió sin pecar y murió voluntariamente para pagar así por los pecados de todos los que lo confiesen como Salvador.3
Nuestra próxima historia es el ejemplo de un adolescente que se alejó del Señor. Más tarde, sin embargo, se dio cuenta que su vida carecía de la fe de su abuela, la fe que una vez conoció.
Antes de comenzar a ir a la escuela, Kevin y sus padres vivieron en la casa de la abuela Eva durante dos años. Eva y su madre lo llevaron a la iglesia y le enseñaron los caminos del Señor durante aquella temprana edad. Luego, cuando alcanzó los años adolescentes, Kevin dejó de asistir a la iglesia, excepto por algunas visitas ocasionales. Pero la abuela Eva siguió orando por él.
Cuando Kevin tenía dieciocho años, fue testigo del poder de la oración. La madre de su mejor amigo se quedó inconsciente mientras visitaba a unos conocidos. La llevaron en avión a un hospital de su ciudad, pero durante más de una semana los médicos no pudieron diagnosticar el problema. Cuando Kevin la visitó, se impresionó mucho al verla inerte e insensible. Entonces pasó por la casa de la abuela Eva.
«Abuela, necesito que me hagas un favor», dijo mientras le contaba su preocupación. «¿Orarás? Si fuera mi mamá no quisiera que le pasara algo así, ni mucho menos que muriera.»
«Por supuesto», le dijo Eva. «Pero no oraré yo sola por este problema, sino que oraré contigo pidiéndole a Dios que restaure la conciencia de la madre de tu amigo y que su familia y los que la cuidan sepan que esto fue obra de Dios.»
Los dos oraron juntos en la casa y luego Kevin volvió al hospital. No había pasado una hora de su llegada cuando la mujer abrió los ojos y preguntó dónde estaba.
«Esto ocasionó un impacto permanente en mi nieto», contó Eva. «Ahora reconoce que Dios es la respuesta a nuestros problemas y que responde a nuestras oraciones. Creo que cuando se instruye al niño en los caminos del Señor, este llegará a la vejez sin abandonarlo».
¿Cómo relacionarse y orar por los nietos que se han criado en un camino religioso diferente? Abuela Flo está luchando con este problema, ya que su nuera lleva a los hijos a los cultos de su familia, que de acuerdo a Flo, no parecen basarse en la Biblia.
«Decimos a los nietos adolescentes que nuestra preocupación principal es que ellos tengan una relación personal con el mismo Jesús, la que tuvieron cuando de jóvenes asistían a la iglesia con nosotros», decía Flo. «Oro todos los días para que Dios siempre los tenga cerca a él y los proteja del engaño. Animamos a los jóvenes para que mantengan una vida de oración. También buscamos oportunidades para hacerles sentir el amor de Dios y dejarles saber que estamos orando por ellos».
Los nietos que crecen y se educan en este siglo veintiuno están sujetos a tentaciones y presiones que nosotros los abuelos nunca tuvimos durante la juventud. Es importante orar por la protección del engaño. Podemos usar esta oración del Antiguo Testamento como un modelo adaptándolo para cada nieto:
«Jabés le rogó al Dios de Israel: “Bendíceme y ensancha mi territorio; ayúdame y líbrame del mal, para que no padezca aflicción.” Y Dios le concedió su petición».
1 Crónicas 4:10
En su excelente libro, La oración de Jabés, Bruce Wilkinson habla acerca de lo débil que es nuestra sabiduría humana cuando confronta al enemigo: «La naturaleza del mal es engañarnos con una parte muy pequeña de la verdad; no toda, recordemos, pero lo suficiente para engañarnos. Adán y Eva no estaban más dispuestos a sucumbir ante la tentación que nosotros. En efecto, contrario a nuestro caso, eran perfectos en todo, y ninguna de sus necesidades verdaderas quedó sin ser satisfecha. El diablo se aproximó a la especie humana en lo más alto de sus promesas y de su funcionamiento; y nos aplastó con una simple conversación aparentemente amistosa. Por este motivo, como Jabés, deberíamos orar para que recibamos de Dios toda defensa contra el engaño».4
El autor Jay Kesler nos recuerda un principio espiritual importante: «No podemos entregar a los nietos algo que no poseemos. Una vida consagrada a Cristo que ha pasado años y pruebas, y que está sazonada con experiencias y humildad es más potente de lo que la mayoría de la gente se imagina. Nos afectan nuestros antecedentes; llevamos el producto de la sangre en nuestras venas. Los que tienen una herencia de abuelos fieles en la fe llevan esta influencia en sus vidas a veces sin siquiera saber que son portadores de esa fuente».5
La historia de Norren ilustra cómo los abuelos edifican la autoestima en un niño y mantienen la estabilidad de su vida. Norren se preocupó al oír que su biznieto, Troy, decía las malas palabras que había aprendido de niños mayores. Era el menor del grupo, así que para defenderse usaba un lenguaje crudo. Cuando los mayores lo apodaron con nombres despectivos y decían lo malo que era, Troy trató de estar a la altura de su fama.
«Tú no eres malo», le decía abuela Noreen. «Eres un buen muchacho y yo te quiero». Mientras otros lo despreciaban, ella le expresó amor y oró pidiéndole a Dios que lo cambiara. A medida que en cada oportunidad posible ella lo apoyaba y animaba, Troy creyó lo que su bisabuela le decía y comenzó a reformarse.
«Ahora hay un vínculo especial entre nosotros», dice Noreen. «Se porta bien con otros, tiene una dulce naturaleza y es un buen jugador de pelota. Tengo un “buen” biznieto que ama a Jesús».
Sin las oraciones y la participación positiva de Noreen, la vida de Troy fácilmente pudo desarrollarse como un adolescente rebelde y enojado. Pero ella lo ayudó a ver que una relación debida con Jesús lo capacitaría para formar amistades saludables que no se basaban en la inseguridad.
Por más que queramos a nuestros nietos, es importante recordar que Dios no tiene nietos, solo hijos. No importa lo fieles en la fe que puedan ser los padres o los abuelos de los niños, cada uno debe aceptar individualmente la fe cristiana. Podemos impactar a los nietos con solo modelar una vida cristiana, o enseñándolos mediante nuestros ejemplos. Insistir en la fiel oración para que cada nieto reciba a Cristo como Salvador y Señor, y se convierta en una influencia positiva entre sus compañeros.
Señor, te pido que mis nietos acepten a Jesús como su Señor mientras que sean jóvenes y que permanezcan entre los límites de su cuidado. A medida que crezcan, ayúdalos a desarrollar un carácter fiel. Haz que mis nietos sean como Jesús, que crezcan en sabiduría y estatura, y que cada vez más gocen del favor de Dios y de toda la gente. Dales las cualidades que necesitarán para edificar su fe y confianza en ti en cada una de las áreas de su vida. Te lo pido en el nombre de Jesús, Amén.
«Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada».
Juan 15:5
En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan.
Hebreos 11:6
Y todo el que invoque el nombre del Señor será salvo.
Hechos 2:21
Así que recomiendo … que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos … Esto es bueno y agradable a Dios nuestro Salvador, pues él quiere que todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad.
1 Timoteo 2:1, 3-4
Llevaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y orara por ellos, pero los discípulos reprendían a quienes los llevaban. Jesús dijo: «Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos».
Mateo 19:13-14
Gracias, Señor, por querer a los niños. Hoy te presento a mi nieto(a) [nombre]. Revélales las verdades de tu reino, y haz que permanezcan en tus cuidados amorosos [Mateo 19:13-14].
Romanos 10:9-11; 2 Pedro 1:5-8; 3:8-9; 1 Juan 1:9; 2:3-6, 28-29.
Una vez que nuestro nieto(a) tenga una relación personal con Jesús, podemos:
Orar para que desarrollen el fruto del Espíritu Santo en sus vidas: «Amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio» (Gálatas 5:22-23).
Orar para que verdaderamente ellos comprendan cuánto Dios los ama en lugar de pensar que la fe cristiana es una lista de haz y no hagas.
Orar para que escuchen al Espíritu Santo, obedeciendo la voz de Dios.
Orar porque sus padres tengan sabiduría y paciencia a medida que enseñan y guían el desarrollo del carácter de sus hijos.
1 Lucas 19:10; 2 Pedro 3:9.
2 Teens Don’t Embrace Truth [Adolescentes, no busquen la verdad], The Church Around the World Newsletter [El boletín de la iglesia alrededor del mundo], enero 2001, p. 1.
3 Romanos 10:9-10 y 1 Juan 1:9; 2:2.
4 Dr. Bruce H. Wilkinson, La oración de Jabés, UNILIT, Miami, FL, pp. 69-70.
5 Jay Kesler, Grandparenting: The Agony and the Ecstasy [Ser abuelo: La agonía y el éxtasis], Servant, Ann Arbor, MI, 1993, p. 99.