El niño crecía y se fortalecía; progresaba en sabiduría, y la gracia de Dios lo acompañaba.
Jesús siguió creciendo en sabiduría y estatura, y cada vez más gozaba del favor de Dios y de toda la gente.
Lucas 2:40, 52
Contribuir con un buen consejo es la reacción natural a cualquier problema que tengan nuestros nietos. Pero resistir el deseo de regarlos con el beneficio de nuestra gran sabiduría, es señal de un buen oyente. Tenemos que ofrecer un lugar seguro adonde puedan venir y compartir sus alegrías y tristezas, sus temores, fracasos y éxitos, sabiendo que estás ahí para escuchar cada una de sus palabras.
Jan Stoop & Betty Southard The Grandmother Book [El libro de abuela]
Los amigos y compañeros de escuela, son dos aspectos en las cuales los nietos necesitan nuestras oraciones mucho más de lo que creemos. Estos dos elementos, sus compañeros y su educación, probablemente impacten a los niños más que cualquiera otra cosa, excepto por la influencia del hogar y la familia. Además de brindar nuestro apoyo con las oraciones durante estos años de formación, podemos ser oyentes compasivos cuando nos cuentan sus problemas, esperanzas y sueños.
Todo niño anhela tener un buen amigo. Pero es importante orar porque los amigos que ya tienen tus nietos sean una influencia positiva para ellos y viceversa. También ora para que entre los conocidos de tus nietos se estrechen los vínculos con los que fortalecerán, en lugar de debilitar, sus relaciones con Dios. A veces la abuela tiene una oportunidad única para involucrarse en ayudar a un nieto a sentirse aceptado por sus compañeros. La historia siguiente es un ejemplo.
Nuestra amiga Sharon notó que mientras asistían a una fiesta de cumpleaños donde irían a patinar, uno de sus seis nietos, Blake, de once años, no se estaba divirtiendo. Parecía que todos los niños en la fiesta estaban patinando, menos él. Ayudó a algunos de los otros a buscar un par de patines que les sirvieran, luego empezó a repartir los refrescos.
«Querido, sería mejor que fueras allá a disfrutar la diversión antes de que se acabe la fiesta», le dijo la abuela. «¿Dónde están tus patines?»
«Ay, abuela, no tengo deseos de patinar», contestó él. «Me duelen las piernas».
Al poco rato llegó el padre de Blake. «¿Qué tiene Blake en la pierna que le impide patinar?» preguntó la abuela a su hijo, pensando que tal vez el niño se había dañado la pierna accidentalmente.
«Nada le pasa en la pierna, mamá», dijo el padre sonriendo. «Es que no sabe patinar».
De pronto Sharon decidió intervenir y hacer ella misma el trabajo, aunque no había patinado durante más de treinta años. Se sentó al lado de Blake, lo rodeó con sus brazos y le dijo: «Querido, abuela sabe patinar y te puede enseñar. ¿Quieres probar?»
«Está bien», dijo él.
Sharon compró un par de medias allí mismo y buscó unos patines que fueran de su tamaño. Ambos se tambalearon un poco al deslizarse por la pista, pero pronto Sharon se estabilizó y le enseñó a Blake algunos trucos para mantener el equilibrio mientras se movían lentamente por la orilla de la pista.
«¡Oye, abuela, esto me gusta!», gritó Blake para dejarse oír a pesar de la música y mientras daban la tercera vuelta. Pero se distrajo y perdió el equilibrio. Cuando trataban de salir de la pista, Blake se cayó y también hizo caer a Sharon. Con la fuerza de la caída esta se fracturó el hueso encima de la muñeca del brazo izquierdo, así que la fiesta terminó en la sala de emergencia.
Después de salir del edificio, Blake se volvió a la nuera de Sharon y le dijo: «Mamá, siento que abuela se lastimara, pero yo quiero dar otra vuelta». Se fue y desde entonces no ha perdido ni una sola oportunidad para patinar.
«Mi esposo no podía creer lo que había sucedido» dice Sharon. «Nunca antes me había visto patinando y pensó que hacer esto fue necio de mi parte. Pero me preocupó que mi nieto perdiera aquella diversión con los otros muchachos, y valió la pena verlo participar en el medio de aquella actividad. Jamás se me ocurrió pensar que corriera un riesgo.
»Oré pidiendo que Blake no sintiera culpabilidad creyendo que mi fractura se debió a él, pero eso no fue un problema. Aprender a patinar ha sido una forma saludable de descargar su energía y ahora él siente que sus amigos y compañeros lo aceptan mejor. La experiencia creó un afecto especial entre nosotros, y ese es un bono que aprecio. Blake es el mayor de mis nietos y es especial para mí. Estoy segura que Dios tiene sus manos sobre este niño».
Hace poco me dijo Tammy que aunque la mayoría de sus amigas tienen a sus hijos en colegios cristianos, ella considera que Dios la guía a dejar los suyos en la escuela pública. Sin embargo, eso significa que enfrentarán grandes desafíos y tendrán la oportunidad de desviarse de lo que Tammy les ha enseñado.
«Mis muchachos, gemelos de catorce años, aún vienen a contarme los asuntos que encaran», dice ella. «Espero que siempre lo hagan. Las dos menores están en la escuela elemental y no tienen tantas presiones con sus compañeros. Pero ya que los abuelos no viven cerca, he nombrado algunas mujeres mayores de nuestra iglesia como abuelas sustitutas para que oren por mis cuatro hijos. Todos los días pido que sean testigos fieles de Cristo y buenos modelos a sus compañeros de clase. Les he pedido a sus abuelas sustitutas que oren, además, porque el Señor les muestre a ellas las necesidades o debilidades de mis hijas».
Dice Tammy que las mejores amistades de sus hijos son las que conocieron en actividades de la iglesia. Ella apoya estas relaciones permitiéndoles que les inviten a dormir en su casa, ir a patinar y salir a picnic en el parque.
Hasta los niños buenos se pueden desviar, especialmente en nuestra cultura donde tantos padres tienen que trabajar haciéndoseles difícil emplear tanto tiempo con sus hijos como quisieran. En tales casos, la influencia de los amigos puede ser muy fuerte y la oración se convierte en una mayor prioridad. «Señor, protege a nuestros nietos de compañeros malignos», es la oración continua de una abuela.
Quizá de vez en cuando te des cuenta que los amigos de tus nietos están ejerciendo una mala influencia en ellos. Desde luego, debes dedicarte a orar por esta situación. Pero también, debes orar pidiendo una oportunidad para decirles algo así: «Nieto, ten cuidado al escoger tus amistades para que no te aparten de Dios, en lugar de acercarte a él. A veces los que parecen ser tus amigos, son los que mayor problema traen a tu vida».
Cuando enfrentamos el desánimo, debemos recordar cómo Dios contestó las oraciones de nuestros hijos, y nos desafía a orar más específicamente por los nietos. Yo (Quin) me animé al recordar el día en que mi hija mayor, Quinett, se fue para asistir a la universidad a cientos de millas de la casa. Comencé a orar por la escuela, la facultad, los estudiantes, hasta los amigos que tendría. Más que nada, oré pidiendo que muchos estudiantes conocieran a Cristo en la universidad. Durante los próximos tres años no oí ningún informe de que mis oraciones fueran contestadas.
Pero en el último año, su hermano Keith se trasladó a esa universidad. Ese año comenzaron a surgir estudios bíblicos en varios dormitorios y Keith asistía a uno de ellos. Más adelante, durante un fin de semana, trajo a dos líderes de estudios bíblicos de visita a mi casa que estaba entre los bosques de pinos de la Florida. Me emocioné cuando me dijeron que se habían trasladado a esa universidad solo con el propósito de alcanzar a otros para el Señor Jesús. Hasta los atletas estaban asistiendo a las clases de Biblia que estos dos habían acomodado a sus necesidades.
«Ustedes dos son una respuesta a mis oraciones», les dije mientras servía la cena.
Tal vez ustedes quieran recordar algún momento en que vieron a Dios obrar a favor de sus hijos en la escuela o al seleccionar a sus amigos, y al hacerlo, hayan aprendido mejor cómo orar por los nietos.
Este año, mi nieto mayor, Lyden, comenzó el kindergarten en la escuela pública después de dos años en el preescolar cristiano. Me preocupaba pensar qué clase de influencias adversas podría encontrar. Comencé a orar porque tuviera una maestra que lo comprendiera, y que tuviera nuevas amistades que lo apoyaran.
Una de las razones por las cuales yo (Quin) considero que las abuelas deben ir a la escuela a conocer a los maestros y amigos de los nietos es tener una idea mejor de cómo orar por ellos. Verlos en la clase, dónde se sientan, cómo reaccionan con los otros estudiantes y los maestros, nos da una idea más verídica de cómo es su vida diaria.
Me alegra saber que la maestra de Lyden es cristiana, y ella está encantada de saber que todas las mañanas uno de sus alumnos, su mamá y abuela oran por ella y por la clase. Ella le da abrazos extras cuando se entera de que alguno se ha reído de él por sus dibujos, porque no puede sostener un lápiz en la mano como los demás. Él es el más joven de la clase, pero se esfuerza mucho, y a ella la satisface eso. En cuanto a conocer amigos de sus mismas actitudes, él ha conocido a algunos a través de la clase de la Escuela Dominical.
Me he hecho el propósito de conocer a cada una de las maestras de mis nietos y dejarles saber que estoy orando por ellas. Les envío tarjetas y regalos en las navidades, y si estoy en el pueblo, nunca dejo de ir a las presentaciones de mis nietos. También dedico tiempo para darle las gracias a la maestra por el interés en mi nieto. Al apoyarlas creo que motivo a mis nietos para que las respeten y honren. Y también oro pidiendo que ellas motiven a los niños a desarrollar sus talentos.
Algunos abuelos procuran conocer a las maestras de sus nietos aunque vivan lejos o cerca. La abuela Belle vive a cientos de kilómetros de los nietos, pero cada vez que va a visitarlos, se pasa un día en la escuela con cada niño.
La abuela Mitzi, que vive en el mismo pueblo de los nietos, almuerza con el de segundo grado todos los viernes en la cafetería de la escuela. Los muchachos de la clase la llaman «abuela Mitzi», y les encantan las historias que ella les cuenta cada vez que la maestra la invita.
Comenzar en la escuela o cambiar a una nueva puede dar por resultado una adaptación traumática para algunos niños. Jody, de ocho años, se enfermaba todos los días en la escuela, durante el otoño, al comenzar las clases, así que los padres comentaron su preocupación con la abuela y el abuelo. Juntos oraron por ella, pidiéndole a Dios que le quitara la ansiedad y la ayudara a comer normalmente. Antes de una semana, disminuyeron sus temores. Por fin se adaptó a su nueva clase y no se volvió a enfermar.
El aumento de la violencia mortal en las escuelas ha propagado el temor en los corazones de los padres y abuelos, tanto como en el de los niños. Ellos están desarrollándose en un mundo muy diferente y mucho más peligroso que el que nosotros conocimos cuando estábamos criando a nuestros hijos. Pero la respuesta no es estancarnos en la desesperanza o en la negación del problema. Podemos convertirnos en preventivos a través de la oración regular por los estudiantes, sus maestros y administradores, y por la comunidad.
En la actualidad, un creciente número de padres está dándole clases a sus hijos en la casa, creyendo protegerlos de la violencia potencial y los maestros impíos y poner a un lado el problema de la educación costosa de las escuelas privadas. Mientras que los padres jóvenes encaran estos desafíos, las oraciones de los abuelos son necesarias para motivarlos y apoyarlos.
Melody, mi hijastra menor (ahora escribe Ruthanne), está dando clases a sus tres hijos que se llevan dos años de edad entre cada uno. Los desafíos parecen cada vez más amedrentadores a medida que avanzan los grados escolares, y ya está preocupada pensando cómo va a manejar los estudios de la escuela superior. «A veces me pregunto si esto es correcto», dice ella. «Pero cuando veo la televisión o leo el periódico creo que esto no es totalmente malo, considerando las alternativas».
Mientras progresaba en la escritura de este libro, sucedió un fatídico incidente en una escuela superior en California. En pocos días se reportaron incidentes semejantes por todo el país. En la ciudad donde vive Melody, un niño de seis años llevó un revólver a la escuela, y acusaron a los padres de arriesgar a los niños por dejar el arma al alcance de su hijo. No es por gusto que los padres estén preocupados por la seguridad de sus hijos cuando los mandan a la escuela.
John y yo tratamos de animar y apoyar en oración a nuestra hija, tanto como es posible, aunque estamos a dos mil kilómetros de distancia. La petición actual de oración es para Rachel, Lydia y Joel para que hagan amistades a través de la iglesia u otras actividades externas. Ellas han pertenecido al «club» para estudiantes del hogar, para obtener clases extras como arte, música, baile y laboratorio de ciencia, pero el ocupado horario les deja muy poco tiempo para conocer nuevas amistades. Ahora Melody y tres otras mamás han formado un grupo de escuelas en el hogar con el fin de reunirse estrictamente para salidas sociales y actividades divertidas, y estamos orando para que este grupo se expanda y brinde buenas oportunidades para que los niños formen amistades.
Noel, la nieta de Sarah, que tiene diecisiete años, se deprimió mucho en cuanto su mamá decidiera darles clases en el hogar a ella y a su hermana más joven. La familia vivía en un lugar encantador, pero lejos de la ciudad. Las cuatro horas que empleaban diariamente para llevar y traer a las niñas de la escuela cristiana estaban perjudicando los nervios y el horario de la familia, así que la solución de los padres era enseñarlas en la casa. Pero Noel extrañaba a sus amistades, se sentía muy sola y comenzó a dormir por la noche en un ropero grande, en lugar de usar la cama.
La abuela Sarah, que vive a cientos de kilómetros de distancia, se preocupó en extremo cuando supo que Noel no salía de su depresión. Oró pidiéndole a Dios que le mostrara qué podía hacer para ayudarla. Noel y su hermana son las únicas nietas que tiene, así que han sido el proyecto de oración especial de Sarah desde que nacieron. Creyó que Dios le había dado la idea de que un cambio de escenario ayudaría a Noel.
Luego de estudiar el plan con los padres de la niña, Sarah la llamó por teléfono. «Oye, cariño, ¿te gustaría ir de aventura conmigo?» le preguntó eufóricamente. «Podríamos visitar a nuestros familiares en Louisiana y Mississipi, ver algunos museos y salir a comer a restaurantes divertidos».
A Noel le agradó la idea, así que seleccionaron la fecha. Pasaron la primera semana en Nueva Orleans, donde un primo les dio un viaje por el barrio francés y algunos restaurantes fuera de lo normal. Él fue particularmente bondadoso con Noel, haciéndola sentir muy especial. Un tío favorito, y su esposa, volaron desde St. Louis para visitarlas. Noel, una artista en formación, disfrutó el tiempo que pasaron en los museos de arte. Al estar juntas en un motel durante esa semana, Sarah y su nieta tuvieron mucho tiempo para hablar sobre sus sueños futuros, lo cual dio a la abuela una nueva revelación sobre cómo orar más específicamente por ella.
La segunda semana fueron a Mississipi a visitar a otros familiares. Al final de los quince días de aventura, ya Noel había superado la depresión. De hecho, se alegraba de regresar a su clase en el hogar con su hermana, y por las noches volvió a dormir en su cama. Se interesó en clases privadas de arte y pronto, en un cercano museo, aceptaron presentar su obra en una exhibición para estudiantes.
Sarah ora por ambas nietas usando muchos pasajes de oración. Por ejemplo, a ella le impresionó un versículo de la historia de Daniel y los tres jóvenes hebreos que estaban exilados en Babilonia preparándose para servir al rey. Sarah tomó nota de este versículo: «Pero Daniel se propuso no contaminarse …» (Daniel 1:8a). Ahora está orando porque su nieta no se contamine con la oscuridad de cualquier tipo, conducta inmoral, actividades de ocultismo o cualquier cosa contraria a la Palabra de Dios.
Yo (Ruthanne), recuerdo cuando mi hijastra, Linda, encaró el desafío de buscar una escuela apropiada para su hija. Amanda, nuestra nieta mayor, había asistido a la escuela pública hasta el décimo grado, pero las drogas y las pandillas eran un creciente problema en la escuela secundaria donde asistía, por lo cual también aumentaba nuestra preocupación por su seguridad física. Además, ella quería asistir a otra escuela para mejorar sus oportunidades de llegar a una buena universidad. Pero la escuela privada en la que Amanda tenía puesto su corazón estaba a más de una hora de distancia desde el pueblo de California donde vivían.
A medida que oramos por este asunto, nos pareció que la mejor solución era que Linda vendiera la casa y buscara otra para alquilar en un lugar relativamente cerca a su trabajo, y lo suficientemente cerca para que Amanda manejara a la escuela privada. Dos años antes el esposo de Linda había muerto de repente, y de todas formas, por representar una carga financiera para ella, tenía que vender esa casa tan grande. Aunque el mercado de bienes raíces había decaído, ella puso la casa a la venta y comenzó a buscar otra para alquilar. Amanda solicitó el ingreso y una beca en la escuela privada, y oramos pidiendo un milagro.
A fines del verano volé a California para ayudar a Linda a empaquetar y estar lista para la mudanza. Aceptaron a Amanda en la escuela y le aprobaron una beca parcial. Había un posible comprador para la casa, aunque la estabilidad financiera de la pareja parecía un poco dudosa, y Linda todavía no había encontrado un buen lugar para alquilar. Pero de todas formas fui, ya que esta era la única oportunidad que tendría por un tiempo.
Cuando llegué encontré a ambas muy desanimadas. Al siguiente día, las tres fuimos a ver unas casas para alquilar, pero ninguna de ellas satisfacía las necesidades. Entonces fuimos a una última, antes de regresar a la nuestra.
«¡Es perfecta!» Exclamé al ver el lugar, y ambas asintieron. Estaba en un buen vecindario, tenía el tamaño preciso, con árboles grandes, un patio cercado para el perro y un garaje cerrado. El problema era que otras treinta familias querían alquilar esta misma casa y ya habían entregado sus solicitudes. Sucedió que el dueño, Sr. Smith, estaba allí cuando llegamos. Nos enseñó la casa y le dio a Linda una solicitud para llenar, y le pidió que ese mismo día la dejara en el buzón a las ocho de la noche. Entonces él y algunos miembros de su familia se reunirían, revisarían todas las solicitudes y tomarían una decisión.
Tan pronto como llegamos a la casa, Linda llenó la solicitud y buscó todos los documentos de respaldo. Le sugerí: «¿Por qué no escribes una carta explicando lo importante que es para ti vivir allí, para que Amanda esté cerca a la nueva escuela y pueda ir manejando?» Así que Linda escribió una carta detallando su dilema y ofreció pagar un depósito de seguridad más alto por causa del perro. Hasta incluyó una fotografía del Schnauzer de Amanda.
Tan pronto salieron a devolver la solicitud antes de lo convenido, puse la vajilla en la mesa del comedor y comencé a envolver y a empacar vasos y vajilla, mientras oraba afanosamente para que Dios las favoreciera con el Sr. Smith. Un par de horas más tarde cuando regresaron, Linda se asombró a al ver toda su vajilla en cajas contra la pared. «¿Qué estás haciendo?», exclamó.
«Estoy preparando cajas ¡porque ustedes se van a mudar!» le dije confiadamente. «Creo que Dios va a obrar para que puedan alquilar esa casa y vender esta». Durante el resto del fin de semana clasificamos cosas, envolvimos platos, empacamos, cerramos y rotulamos cajas. Se podrán imaginar el grito de alegría que dimos cuando el Sr. Smith llamó un par de días después para decir que la casa era para ellas. Se negó a aceptar la oferta de Linda para pagar un depósito más alto de seguridad y luego ella supo que ni siquiera revisaron sus referencias. Él, sencillamente, sintió que eran las personas ideales para la casa.
Se mudaron a tiempo para que Amanda comenzara en la escuela privada y por fin vendieron la casa grande. Amanda se superó en sus estudios y fue el orgullo de todos sus maestros. Ganó una beca para tres universidades diferentes que le ofrecieron estudiar en el área de su preferencia y le fue posible escoger la que quería. Seis años después del torbellino de la mudada, Linda y yo nos sentamos juntas para ver la graduación de Amanda con altos honores y recibir su diploma en Inglés e Historia del Arte. Al verla caminar atravesando el escenario, Linda y yo nos echamos a llorar.
«Nosotras, juntas con Dios, lo logramos», le dije riéndome y llorando al mismo tiempo, mientras nos abrazábamos. Me alegra tanto que las oraciones de mi abuela, y la fe en Dios que me dio mientras oraba, fuesen parte de la victoria.
Hace dos años al visitar (yo, Quin) a una de mis compañeras de oración en Texas, Becky me confesó su preocupación por su nieta que durante dos años se había mantenido fuera de la universidad. Jewel estaba sobrepasada de peso, solitaria y no parecía tener amistades. Esa tarde, en una cabaña a la orilla del lago, las dos oramos pidiéndole a Dios que le diera a Jewel algunas amistades especiales.
Un par de años después, mientras Becky y yo nos hacíamos la visita por teléfono, le pregunté: «A propósito, ¿consiguió Jewel algunas amistades?»
«¡Que si consiguió!» exclamó Becky. «Tiene tantos amigos que no sabe qué hacer con todos ellos». Rebajó de peso, durante un año fue a Uzbekistán de misionera y allí conoció a un joven cristiano con el cual planea casarse. Ya que he tenido una buena participación en la crianza de esta nieta, mi preocupación más grande es que Dios le conceda lo mejor, incluso la elección que hizo de un esposo. Es difícil verla casar con alguien de otro país, pero estoy orando para que se haga la voluntad de Dios».
Como muchas otras abuelas de oración, ella ora, confía, y espera. ¡Eso es lo que hacen las abuelas!
Cuando Karen, en primer grado, tenía problemas para encontrar amistades cristianas en la escuela pública, sus padres le avisaron a la abuela Beverly y le pidieron que se uniera a ellos para orar por este asunto. Unas pocas compañeras de estudio querían acercarse a Karen, pero los principios de sus familias eran cuestionables. Hace poco, una muchachita que quería ser su amiga contó que su papá se había puesto varios aretes en el cuerpo y siguió contando cómo la familia disfrutaba jugar con computadoras. Todos los juegos que mencionó tenían contenido oculto.
Al recibir este informe, abuela Beverly y toda la familia oraron con más diligencia por la intervención de Dios. Poco después, una muchacha de otra clase del primer grado, que Karen conoció durante el receso, la invitó a asistir a un programa especial para niños en su iglesia el miércoles por la noche. Cuando Karen fue, aunque no era la iglesia a la que su familia asistía, le gustó el programa y disfrutó con su nueva amiga. Ahora esto se convirtió en una actividad semanal y los padres de las dos familias se turnan para acompañar a las niñas los miércoles por la noche. Durante los recesos de la escuela, las niñas juegan y ya se han visitado en sus respectivas casas.
¿Cuántas veces hemos leído noticias de jóvenes que por causa de un pobre desempeño en la escuela y una baja autoestima se han visto en problemas con la ley? A menudo son presas fáciles para las pandillas, grupos ocultos o vendedores de drogas, sencillamente porque allí es donde encontraron la aceptación que buscaban. Nuestras oraciones pueden lograr mucho para protegerlos de estos elementos negativos. Y podemos reforzar las oraciones sirviendo de mentores y tutores de los nietos, tanto como de otros jóvenes que no tienen la figura de una abuela en sus vidas.
Una abuela escribió: «Muchos niños tienen dificultad para comprender a sus maestras, y se atrasan en la escuela. Algunos jóvenes apenas la pasan, mientras que otros se dan por vencidos. Estos son los que abandonarán los estudios, cuando en su lugar, con un poco de ayuda extra y oración, terminarían con éxito. Con un toque de Dios ellos se pueden esmerar y vivir vidas plenas. La Biblia nos dice que busquemos el conocimiento y con el conocimiento viene la comprensión. ¡Pero ellos necesitan de nuestras oraciones!
»Dios me ha puesto en el corazón orar por mis nietos y por otros niños que luchan con dificultad para vencer su trabajo escolar. Oro por muchos, y enseguida veo respuestas maravillosas. Marcy es mi nieta querida porque me quiere mucho. Cada vez que tenía dificultades en la escuela me llamaba por teléfono: “Abuela, por favor, ora. Tengo un examen a tal hora y necesito que Dios me ayude”. Ella estudiaba y yo oraba. Dios siempre la ayudó.
»Marcy pasó la escuela elemental y la secundaria con todas sus calificaciones sobresalientes, excepto un notable. Ganó muchas becas, se graduó en la Universidad de California y siguió sus estudios para obtener la maestría. Su especialidad es la música y siempre quiso ir a Europa donde nacieron muchos de los grandes compositores.
»Hace poco, una de sus amigas, cuyo padre es un agente de viaje, logró conseguirle un pasaje gratis para pasar tres semanas en Europa. Estaba tan emocionada que casi no se podía contener. Ella es una cristiana dedicada que solo quiere hacer la voluntad de Dios para su vida. Dios ha prometido que si nuestros caminos le agradan, él concederá los deseos del corazón» (Salmos 37:4-5).
Carrie, una mujer con más de treinta años, nos contó cómo las oraciones de su bisabuela la animaban cuando era niña. Ella recuerda cómo Nana siempre creyó en ella y le decía que podría desempeñarse bien en la escuela y lograr éxito. Carrie, recordando estas oraciones, perseveró mucho después de la muerte de Nana. En el camino, unos cuantos maestros y abuelas sustitutas la animaron, aunque se sentía ignorante. Ella escribe:
«Crecí pensando que no era inteligente, porque no aprendí como los demás niños. Me dolía ir a la escuela. Pasé cinco años y medio para lograr un diploma universitario de cuatro años. Pero recordaba las oraciones de Nana cuando estaba viva: “Lo lograrás, mi amor”, me decía. “Puedes conquistar estos estudios, estoy orando por ti”.
»Luego, cuando tenía más de veinte años hice una serie de pruebas de aprendizaje y los resultados me mostraron cómo podía aprender más eficientemente. Estoy muy agradecida de las personas positivas que llegaron a mi vida, personas que decían cosas como estas:
• Tú no eres bruta, tal vez medio tonta, pero no bruta.
• Si renuncias ahora, te fijarás un patrón para el resto de tu vida.
• No seas tan exigente contigo misma.
• ¡Tú sí te graduarás!
»Dios y otros son los responsables por los logros de mi vida. Mi Nana siempre me dijo que lograría hacer cosas que otros no podían. Me imagino que gracias a esto disfruto mi estilo particular de arte divertido, porque me ayuda en mi trabajo de ilustradora para libros de niños».
Sin duda hay miles de niños como Carrie, que se consideran brutas o inadecuadas en muchas áreas. Nosotras, que somos mayores y más sabias, tenemos una oportunidad única de ser sensibles y estar dispuestas a hablar cuando un nieto está listo para ser sincero, ya sea para contar sus fracasos o una victoria, un momento feliz o una desilusión. Ellos necesitan oír de nosotras: ¡Adelante, tú lo puedes lograr! Estoy orando por ti. Creo en ti».
Como hemos visto mediante las historias en este capítulo, con la oración y apoyo de una abuela, o abuela sustituta, nuestros nietos pueden recuperar el ánimo y lograr sus metas. ¡Qué privilegio y oportunidad tan maravillosa tenemos nosotras las abuelas!
Señor, te ruego que protejas a mis nietos en los salones de clases, en el patio de la escuela, en el autobús escolar o en el automóvil. Vela su ida y venida y el tiempo que pasan en la escuela. Dales discernimiento y sabiduría y ayúdalos a estar alertas al peligro. Ruego que a sus vidas lleguen amigos debidos, en el momento propicio. Dales amigos fieles a Dios y que sean una buena influencia el uno para el otro. Ayuda a mis nietos a aplicarse bien en los estudios y utilizar al máximo los talentos que les has dado. Señor, ruego que sus vidas siempre te glorifiquen. En el nombre de Jesús. Amén.
Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no olvides mis palabras ni te apartes de ellas.
No abandones nunca a la sabiduría, y ella te protegerá; ámala, y ella te cuidará.
Proverbios 4:5-6
Y éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando.
Juan 15:12-14
Que nadie te menosprecie por ser joven. Al contrario, que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, y en amor, fe y pureza.
1 Timoteo 4:12
Padre, reclamo estas promesas para mis nietos [nombres] mientras están en la escuela: Que tú los instruyas y les muestres el camino que deben seguir; que les des consejos y veles por ellos [Salmos 32:8].
En cada empresa que ellos se involucren, todos mis nietos son más que vencedores por medio de aquel que los ama [Romanos 8:37].
Proverbios 1; 13:20; Romanos 12:9-13; 1 Corintios 5:9-11.
Estas son algunas guías de ayuda para orar por los amigos de los nietos y por su educación:
Busca los nombres de los mejores amigos de tus nietos para que puedas orar por ellos mencionándolos. Ora pidiendo que tus nietos se hagan amigos de los que son corteses, confiables, honestos y útiles y que ellos y sus amigos tengan una influencia piadosa el uno para el otro.
Invita a tus nietos a decirte las peticiones de oración respecto a sus amigos o las familias de sus amigos. Pídeles que oren contigo por estas necesidades.
Si vives cerca a tus nietos, invítalos a visitarte en tu casa con sus amigos para tener un día de campo, a ver un vídeo especial o para celebrar otras actividades divertidas.
Interésate en las asignaciones escolares de tus nietos, asegurándoles que estás orando por las áreas problemáticas para ellos. Ofréceles ayudarlos con sus tareas, si esto es factible, u ofréceles ayudarlos a investigar sobre un tema del cual estén escribiendo un informe.
Asiste a las actividades especiales de la escuela, y trata de conocer a tantas de sus maestras como te sea posible.
Para hacerles regalos, busca libros y asuntos relacionados con sus actividades o áreas de estudio en las que estén especialmente interesados. Cada vez que veas un artículo en una revista o periódico que consideres que ellos disfrutarán, envíaselos. Estos detalles le dicen al niño: «Abuela sabe las cosas que a mí me gustan, de veras se preocupa por mí».
Reconócelos generosamente por cada uno de sus logros en los deportes, música, clubes de idiomas, actividades de la escuela, estudios académicos, trabajo voluntario, memorización de la Biblia y demás. Y tanto como sea posible, asiste a sus juegos o actuaciones. Déjales saber que estás orando por ellos en estos esfuerzos, no para que ellos ganen todas las competencias, sino para que siempre hagan lo mejor.