Alguno de ustedes se extravía de la verdad, y otro lo hace volver a ella, recuerden que quien hace volver a un pecador de su extravío, lo salvará de la muerte y cubrirá muchísimos pecados.
Santiago 5:19-20
Aunque nuestros hijos hagan malas decisiones, no todo está perdido. Será doloroso verlos ingerir comida para cerdos, pero existe la esperanza de que cuando eso suceda, ellos aprenderán de la experiencia lo que nunca aprenderían del precepto.
John White Parents in Pain [Padres dolidos]
¿Tienes el corazón hecho pedazos porque uno o más de tus nietos es un pródigo, porque él o ella escogió dejar la casa del Padre por el «país lejano»?
Al hablar con abuelas alrededor del país, descubrimos que muchas parecen estar poco dispuestas a decir que tienen hijos apartados. En algunos casos, se sienten tan distantes de la vida diaria de sus nietos que no están verdaderamente seguras acerca de su condición espiritual. Tal vez los padres de los niños son los que mantienen a los abuelos lejos de saber lo que está sucediendo con la vida de los jóvenes debido a su propio sentido de fracaso.
En realidad, necesitamos preguntarnos: «¿Me avergüenza admitir que los hijos de mis hijos resultan ser inferiores a los niños perfectos que había imaginado?» Si tanto los padres como los abuelos pudieran poner a un lado su orgullo y hablaran de estos temas abiertamente, pudieran formar un equipo poderoso para orar en acuerdo para que los errantes regresen.
Aunque nuestros nietos no reciban una crianza cristiana a medida que maduran y se hacen adultos, o aunque sean nietos adoptados, aun así podemos clamar por ellos como parte de la descendencia del justo que será librada (Proverbios 11:21 RV).
Mientras buscamos su dirección, Dios nos mostrará cómo orar eficazmente, si nuestros nietos están atrapados por presiones negativas de los compañeros, adicciones, pecado sexual, involucrados en el ocultismo, materialismo o un sinnúmero de otros intereses. Él también nos muestra cómo alcanzarlos con un amor incondicional. Esto quiere decir amar sin esperanzas de recibir ningún amor a cambio, amar a pesar de la mala conducta. El amor incondicional no deshereda a la persona aunque esta no retribuya.
Kim, la nieta de Marlene, tiene veinticuatro años de edad y ya hace mucho tiempo que es pródiga, pero su abuela sigue siendo la intercesora más fervorosa. Aunque viven a muchos kilometros de distancia, Marlene encuentra formas de mantenerse en comunicación con Kim y le expresa su amor.
«Después que Kim se graduó de la universidad, su vida se convirtió en un desastre», dijo Marlene. «Sobregiraba las tarjetas de créditos y comenzó a consumir heroína con su novio. Sus padres se habían mudado lejos, dejándola sola. Ella se mudó de un lugar a otro, dormía en cualquier lugar donde alguien le brindara una cama, y perdió peso porque no estaba comiendo correctamente.
»Los padres de Kim se habían comunicado con ella solo por teléfono, así que no sabían lo desesperante que de veras era la situación. Entonces, un día fueron a la ciudad donde Kim vivía, la sorprendieron y la confrontaron. Se quedaron pasmados al verla cómo vivía en aquella suciedad. Gracias a la insistencia de ellos, Kim fue a un programa para drogadictos».
La abuela Marlene se comunicó con algunas amistades cristianas para unirse en oración y pedir que Kim se liberara de las drogas y regresara al Señor. Cuando era niña, amaba las cosas de Dios y una vez hasta oró con su abuela pidiéndole que Jesús fuera su Salvador.
«En su misericordia, Dios la libró de las drogas», escribió Marlene. «Todavía no le está sirviendo, pero Dios es muy fiel y nunca la dejará irse. Dice que soy la persona más favorita de ella en todo el mundo. Sé que ella ve a Jesús en nuestro hogar, y él está tocando a la puerta de su corazón».
Kim trabaja como vendedora de puerta en puerta, y a menudo la invitan a un hogar donde los ocupantes le hablan de Jesús. Cada vez que va a la casa de un cristiano que la anima, ella llama a su abuela para contárselo.
Marlene ora estos versículos basados en Salmo 119:33-39 por su nieta, sustituyendo el nombre de ella para hacerlos más personales: «Enseña a Kim, Señor, a seguir tus decretos. Dale a Kim entendimiento para seguir tu ley, para que encuentre solaz. Inclina su corazón hacia tus estatutos y no a las ganancias desmedidas. Aparta su vista de cosas vanas, dale a Kim la vida conforme a tu palabra. Confirma tu promesa a Kim, como lo has hecho con los que te temen. Líbrala de la desgracia, porque tus juicios son buenos».
Otro es: «En su angustia Kim clamó al Señor, y él la salvó de su aflicción. Sacó a Kim de las sombras tenebrosas y rompió en pedazos sus cadenas» (Salmo 107:13-14).
A medida que los nietos crecen y encaran las frustraciones de los conflictos con los padres, la presión de los compañeros, o problemas en la escuela, una abuela puede brindar solaz y un oído atento. Tener un adulto de confianza que oiga su corazón y lo reciba con amor, no con críticas, podría ayudar a prevenir que un joven siga el camino de un pródigo. Barbara Johnson lo ilustra con este esbozo:
Hace poco oí las reminiscencias de alguien que decía que de adolescente, muchas veces iba corriendo a la cocina de su abuela después de una discusión con sus padres. Allí encontraba aceptación incondicional.
«Ella nunca me hacía muchas preguntas», decía el joven. «No favorecía a ninguno de los lados. Tampoco hablaba mucho. Solo abría su puerta y su corazón, y me daba cabida. Quizás parte del alivio que sentía al estar con ella era que mis padres siempre esperaban demasiado de mí, y abuela no esperaba nada, excepto que yo la dejara amarme».
Es probable que esta abuela nunca leyó ninguno de los libros de autoayuda que en estos días andan por ahí, ofreciendo consejos sabios sobre cómo alcanzar a los adolescentes cuando están pasando crisis familiares. Pero demostró una gran sabiduría al abrir su corazón y especialmente «oír sin juzgarme».1
Tom Bisset, autor y locutor de radio cristiano explora el «rechazo de la fe» en su excelente libro Why Christian Kids Leave the Faith [Por qué los muchachos cristianos dejan la fe]. Él piensa que mucha más gente de lo que nadie se imagina, se ha ido y regresado a la fe; de hecho, dice que la mayoría de los que se apartan de la fe, sí regresan.
Luego de entrevistar varias veintenas de pródigos para saber qué los hizo alejarse, él saca cuatro razones. Los sujetos de su encuesta le dijeron que ellos dejaron la fe porque:
1. Tenían preguntas problemáticas y sin respuestas acerca de su fe.
2. Su fe no era útil para ellos.
3. Otras cosas de la vida se hicieron más importantes que su fe.
4. Ellos nunca se apropiaron personalmente de su fe; solo trataron de conformarse a las expectativas de otros.2
¡Pero las buenas nuevas son que los pródigos responden a la oración y al amor incondicional! Debemos ser fieles al orar por ellos y confiarlos a nuestro Buen Pastor, que se preocupa más profundamente por estas ovejas pródigas que lo que nosotros pudiéramos preocuparnos.
En su capítulo para concluir, el Sr. Bisset nos deja esta verdad para animarnos:
Dios está en todas partes y … siempre está buscando a los suyos. Abandonar tu fe no es simplemente un asunto de desentenderse de Dios y todo lo que se aprendió acerca de Jesucristo y la vida cristiana. Usted no puede sencillamente decidir que quiere una manera diferente de vida que involucra poco o ninguna preocupación por Dios y su verdad eterna. No es tan fácil.
No hay escape del Dios que está en todas partes. Él está ahí y está llamando sin cesar a los suyos para que vuelvan a la casa del Padre.
No importa que esos errantes se nieguen a escuchar o que no asistan a la iglesia o que se conviertan en silentes cuando la conversación trata de los asuntos espirituales. Ni siquiera importa si ellos se niegan a leer la Biblia u orar. Lo que importa es que no pueden escapar de Dios que está en todas partes y que siempre está hablando.3
Esto lo podemos atestiguar personalmente y a través de entrevistas con muchos padres y abuelos que han visto volver al hogar a sus pródigos. Estos errantes no pudieron escapar de un Dios amante que los estaba vigilando y cortejando para que regresaran a él.
Te instamos a no dejarte desanimar por las circunstancias negativas en la vida de tus seres queridos. Recuerda que el Espíritu Santo obra en el corazón y en el dominio espiritual para efectuar los propósitos de Dios. El corazón de un pródigo debe cambiar primero, y entonces cambiará la conducta. Debemos seguir el ejemplo del padre en Lucas 15:11-32, nunca perder las esperanzas de que el errante volverá. ¡Siempre es demasiado pronto para dejar de orar por un pródigo!
Yo (Quin) recuerdo lo descorazonados que estábamos mi esposo y yo hace años cuando estábamos batallando con una oración por los pródigos de nuestra familia y no veíamos cambios positivos. Dios nos envió a Paul Billheimer y su esposa, Jenny, a tener una comida en nuestra mesa para animarnos. Este ministro y autor nos contó acerca de sus propias andanzas de pródigo y acerca del «poder de las oraciones» de su mamá, como le llamaba él, las cuales lo hicieron regresar. Nos amonestó a agarrarnos de las promesas que Dios nos da respecto a nuestros seres amados.
Leí y releí este pasaje muchas veces en su libro Destined for the Throne [Destinado para el trono]: «Mi mamá usó estas armas [mencionadas en 2 Corintios 10:3-5] conmigo. Yo era tan hostil hacia Dios como cualquier pecador y luchaba con todas mis fuerzas. Pero llegó el momento en que era más fácil bajar mis armas que continuar mi resistencia. La presión que el Espíritu Santo ejerció en mí se hizo tan poderosa que voluntariamente busqué alivio cediendo mi voluntad rebelde. La conquista del amor divino era tan fuerte que por mi propia voluntad caí en los brazos de la gracia redentora. Me convertí en un cautivo voluntario».4
Después de la visita de Billheimers, que tanto nos animó, mi esposo y yo renovamos nuestra resolución para continuar orando en acuerdo y confiar a Dios nuestros familiares incrédulos. Uno por uno comenzaron a venir, hasta una tía en sus noventa recibió a Cristo exactamente antes de morir. El tiempo de Dios para traer al hogar a nuestros pródigos tal vez no esté de acuerdo a nuestros deseos, pero sus caminos siempre son los mejores.
Ellie nos escribió para decirnos lo agradecida que estaba porque la abuela de su esposo la quería y oraba por ella, hasta que conoció a Jesús como su Señor y Salvador.
«Cuando contraje nupcias con mi esposo, que no servía a Dios en ese entonces, me casé con una familia de creyentes leales», dijo ella. «Estoy segura que desde que sus nietos nacieron, esta maravillosa abuela había orado por sus futuras compañeras. Cuando me vio por primera vez, era una fumadora continua, teñida de rubia que creía en la astrología. Tan pronto como ella pudo estar a solas con el Señor, estoy segura que probablemente dijo: “Padre, esta no es la que yo tenía en mente para que fuera la compañera de mi nieto, pero hágase tu voluntad. Tendremos que trabajar con lo que se nos ha dado”.
»Y sí que trabajó. Me bombardeó con amor y aceptación como nunca recibí de nadie. Mucho después descubrí que nadie de la familia podía decir nada en mi contra sin recibir un regaño de ella. Alrededor de seis años después de conocer a Abuela Bea, un día sentada en mi carro durante la hora de almuerzo, le pedí a Jesús que viniera a mi vida y corazón y me hiciera agradable a él. Me habían enseñado que Jesús es el Hijo de Dios, y al leer un libro acerca de los últimos tiempos, reconocí que era pecadora necesitada de un salvador. Nunca antes me habían explicado el plan de salvación, pero por instinto sabía que debía pedir a Dios que me perdonara a través de Cristo. Aquel día, luego de orar en mi carro, no tuve dudas de estar gloriosamente perdonada y que de alguna forma Cristo estaba viviendo en mí. Mi vida nunca volvió a ser igual».
Más o menos después de un año que Ellie se entregó al Señor, murió la Abuela Bea, pero continuaron los resultados de sus oraciones. Tres años más tarde, su nieto, el esposo de Ellie, reconsagró su vida a Cristo. Ahora Ellie y Ron están orando por su propio nieto que es un pródigo.
«Estamos orando para que él agote sus recursos como consecuencia de su pecado», dijo ella. «Pero también le pedimos a Dios que lo proteja de una autodestrucción. Antes de ser un pródigo, sentí que el Señor me dio un versículo para este nieto: “Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman” [1 Corintios 2:9]. Creo que cuando él vuelva al Señor, Dios lo bendecirá sin medida».
A veces los miembros de la familia esperan años para que un pródigo cambie su corazón hacia Dios y vuelva al hogar verdaderamente arrepentido, no solo apesadumbrado y con remordimiento. En la siguiente historia, un nieto oye la voz del Espíritu Santo urgiéndolo porque es el momento preciso para llamar a su tío extraviado. Una decisión trascendental cambia la vida de un pródigo e impacta a toda la familia que había pasado años orando por este dramático cambio.
Nuestro amigo pastor Gregg Headley nos dijo que las oraciones de sus abuelos hicieron una impresión perdurable en él cuando era un niño y los visitaba en su casa.
«Abuelo y abuela Horton nos llamaban a todos a la sala para tener unos momentos de oración, y todos nos arrodillábamos mientras él oraba en voz alta», decía Gregg. «Si participábamos o no, definitivamente lo oíamos orar cuando le daba gracias a Dios y entonces mencionaba a todos los miembros de la familia. Pero oraba, con un fervor especial y a menudo con lágrimas, por su hijo pródigo, mi tío Wayne, pidiéndole a Dios que lo trajera de regreso para disfrutar de su compañía. Nunca, en todos los años que lo visité, dejó de orar por su hijo, cuya vida se estaba destruyendo por el alcoholismo. Abuela me dijo que muchas veces por la mañana encontraba mojada la almohada de abuelo por las lágrimas que derramaba orando durante la noche».
Pasaron años. La esposa de Wayne se enfermó con cáncer y le dieron pocas esperanzas de recuperarse. Hasta en su estado de pródigo, Wayne supo del poder de la oración, así que le pidió a un pastor de la localidad que viniera y orara por su esposa enferma. Como la pareja no asistía a la iglesia, el pastor rechazó la petición, lo que desde luego, solo sirvió para que Wayne se amargara más. Pero Dios intervino mandando a dos señoras de la comunidad que ni siquiera conocían para mostrar un amor incondicional a Wayne y su esposa que se estaba muriendo. Trajeron comida, ayudaron con los quehaceres de la casa, y entonces, imperturbables por el lenguaje grosero de Wayne, oraron. El corazón del pródigo comenzó a ablandarse.
«Mi mamá, la hermana de Wayne, más que ningún otro miembro de la familia, trató de hablar con su hermano acerca del Señor», nos contó Gregg. «Pero él siempre la detenía diciéndole: “No, todavía no … no es el momento”. Entonces, un día mi hermano, Bruce, iba conduciendo su auto y sintió que el Señor le habló diciéndole que llamara por teléfono al tío Wayne, lo cual se propuso hacer tan pronto llegara a la casa. Pero la vocecita seguía insistiéndole: Llámalo ahora. Bruce se estacionó a un lado de la carretera e hizo la llamada desde su teléfono celular. Le dijo: “Tío Wayne, sentí que el Señor me dijo que te llamara y te dijera que ahora es el momento para que hagas las paces con Dios. Es tiempo que te vuelvas a él”. El corazón de Wayne estaba listo, y Bruce lo guió al Señor por teléfono».
El abuelo no vivió para ver sus oraciones contestadas, pero sus lágrimas e intercesión no se desperdiciaron. Dios usó a su nieto para llevar al pródigo al hogar, y abuela Horton, que aún vive, tuvo el gozo de ver el fruto de sus oraciones.
Wayne solo vivió un año después de volver al Señor, pero durante ese corto tiempo, su vida cambió en todas las maneras posibles. Él trabajaba de mecánico en un taller para reparar automóviles, y sus compañeros de trabajo y los clientes preguntaban: «¿Qué le pasó a Horton? Ha cambiado». Comenzó a asistir a la iglesia y su pastor dijo que durante ese año probablemente Wayne habló del Señor a más personas que lo que hablan la mayoría de las personas durante toda la vida.
«Mi mamá estaba con tío Wayne poco antes que muriera», dice Gregg. «Las últimas palabras a ella fueron: “Asegúrate de decirle a Bruce lo agradecido que estoy por esa llamada de teléfono”. Me imagino qué reunión tan feliz se llevó a cabo en la gloria cuando abuelo le dio la bienvenida a su hijo. Este ejemplo del increíble poder de las oraciones de abuela y abuelo fue una bendición y motivación para toda nuestra familia».
Nuestras oraciones y lágrimas por un pródigo nunca son en vano, aunque las circunstancias puedan parecer muy desalentadoras. Si somos fieles para orar, Dios fielmente envía su mensajero para ayudar a cambiar el corazón de nuestros seres queridos.
Phyllis y su esposo, Art, oran juntos regularmente por todos sus hijos y nietos. Pero durante años oraron especialmente por su hija pródiga, Brenda, y sus tres hijos. Brenda y su esposo, Monte, se divorciaron cuando Kirk tenía tres años de edad y Robby no llegaba a los dos años. El tercer hijo nació más adelante, resultado del adulterio de Brenda, el cual motivó el divorcio.
«A medida que Kirk y Robby crecían, trataron de mantenerse en contacto con su padre y lo visitaron todos los veranos», contó Phyllis. «Pero Monte volvió a casarse, pronto tuvo otros cuatro hijos, y se mudó a la base del ejército en la costa oeste para trabajar como entrenador del ejército. Se las ingenió para pagar un apoyo mínimo para los hijos pero no podía pagarles pasajes aéreos desde Virginia para que lo fueran a ver. A veces les prometía que les enviaría regalos de Navidad o de cumpleaños, pero con frecuencia estos llegaban uno o dos meses más tarde. Parecía que Monte quería mantenerse conectado, pero estaba batallando con problemas financieros, y Kirk y Robby sintieron que él no estaba interesado en ellos. Sufrieron muchos rechazos».
Cuando Kirk cumplió catorce años, se puso muy rebelde y airado y ya tenía problemas de bebidas. La policía lo encontraba borracho cuando lo recogían por no asistir a la escuela, y Brenda se sentía incapaz de disciplinarlo. De hecho, él se ponía tan bravo que a veces ella le tenía miedo. Un verano Brenda usó su dinero para enviar a Kirk y Robby a visitar a su padre. Al final del verano, ella habló con Monte acerca de los problemas de disciplina que tenía Kirk, y él acordó quedarse con los muchachos.
«Ahora Monte está sirviendo al Señor y tratando de ser un buen padre para sus hijos». dijo Phyllis. «Hace poco, Kirk, ahora de dieciséis, no volvió a la casa en toda la noche y la policía lo recogió. Cuando lo estaban registrando, le encontraron drogas en los bolsillos. Mi esposo y yo sabemos que solo Dios puede curar los sentimientos de rechazo de Kirk, sacar su ira, y cambiar su corazón. Por eso es que estamos orando. Robby no es realmente rebelde, pero su relación con el Señor no es como debiera ser. Estamos preocupados porque él ansía tanto que lo acepten, que hace cualquier cosa que su hermano mayor le pida. Después de este incidente, Monte nos dijo que Kirk se excusó por lo sucedido y le pidió a su padre que lo perdonara, era la primera vez que hacía esto».
Mientras tanto, Phyllis y Art están animados porque los problemas con Kirk han sido la causa para que Brenda haya vuelto al Señor, y están viendo buenos cambios en ella. Ahora parece comprender lo dolido y desconcertados que estarían sus padres cuando ella se rebelaba.
«Una vez nos dijo que sintió miedo de volver al Señor, temor de volver a fallarle», dijo Phyllis. «Hace poco Art oró con ella por teléfono acerca de su batalla con la culpa que siente por las cosas que ha hecho y su sentido de fracaso como madre; fue un verdadero adelanto que ella le permitiera a él hacer esto. Hablamos con Brenda a menudo para decirle cuánto la amamos y asegurarle que estamos orando, igual que ella, por Kirk».
Hace varias semanas, Art habló con sus nietos acerca de su pobre desempeño en la escuela. «Creo que ustedes pueden hacer algo mucho mejor de lo que creen», les dijo. «Los desafío a trabajar para mejorar sus calificaciones. Por cada sobresaliente que ustedes tengan el próximo semestre, les daré veinticinco dólares, y por cada calificación que mejoren les daré diez dólares».
Ellos están reaccionando al desafío, para el disfrute de sus padres y abuelos. «Papá, parece que esto te va a costar bastante», le dijo Brenda a Art hace poco, cuando le comentó los informes del progreso de las calificaciones que recibió de ambos muchachos.
Las circunstancias en esta familia a veces han partido el corazón, pero Phyllis y Art están convencidos de que Dios está obrando para sacar algo bueno de cada situación negativa. «Una vez oí al pastor orar así: “Señor, preserva a nuestros hijos de las profanaciones malignas de este mundo”», contó Phyllis. «Estamos orando por todos nuestros nietos».
En nuestro libro Praying Prodigals Home [Oración para que los pródigos vuelvan al hogar], contamos la historia de un ministro cuya hija se amargó después que su esposo tuvo una aventura amorosa y la dejó con dos hijos. Ella cortó las relaciones con sus padres y no les permitía ver a las nietas. Pero el ministro y su esposa descansaron su fe en las promesas de Dios acerca de mantener su pacto con el pueblo, y ellos oraron diariamente por su hija y nietas basándose en estos pasajes bíblicos:
Reconoce, por tanto, que el Señor tu Dios es el Dios verdadero, el Dios fiel, que cumple su pacto generación tras generación, y muestra su fiel amor a quienes lo aman y obedecen sus mandamientos.
Deuteronomio 7:9
En cuanto a mí —dice el Señor—, éste es mi pacto con ellos:
—Mi Espíritu que está sobre ti, y mis palabras que he puesto en tus labios, no se apartarán más de ti, ni de tus hijos ni de sus descendientes, desde ahora y para siempre —dice el Señor.
Isaías 59:21
Cuando las niñas llegaron a los años de la adolescencia, la hija tenía problemas financieros y les pidió ayuda a los padres. Se mudó a una casa móvil que puso en la propiedad de ellos para vivir allí las tres y por fin reanudar las relaciones con las nietas. Un día, cuando el ministro vino a la casa luego de un viaje, comenzó a subir los escalones de la casa móvil para ver a las niñas. Pero cuando oyó voces a gritos dentro, dudó y oyó.
—¿Por qué es que de repente tenemos que comenzar a leer la Biblia e ir a la iglesia? —le gritaba una de las hijas a su mamá—. Nunca antes te ocupaste de la religión.
—Bueno, Dios tiene un pacto con tu abuelo, y no podemos safarnos de eso —le contestó a gritos.
—Un pacto … ¿qué es eso? —preguntó la adolescente.
Con rapidez, el ministro se retrajo, no queriendo interrumpir la conversación. Terminó su historia diciéndonos:
—Mi hija todavía no se encuentra en el lugar espiritual que deseo para su persona, pero ella y las niñas están en el camino. Es el comienzo. Estoy confiando en que Dios mantenga su pacto conmigo para nuestra familia.5
Abuela Edith nos escribió contándonos del dolor en el corazón que sienten ella y su esposo debido a su nieta pródiga, por quien han estado orando durante años.
«Hace poco el Señor me habló acerca de la necesidad de perdonar a Lucy», dijo ella. «Mi esposo lucha con esto porque cree que perdonarla querrá decir que tolera la vida que está viviendo. No hemos visto ni oído de Lucy desde hace tres meses cuando vino a nuestra casa para una comida familiar. Estaba tan callada y reservada que me entristeció. No me era posible hablarle cara a cara, pero me sentía triste al recordar lo infeliz que se veían sus ojos. Cuando era pequeña y antes de ser adolescente, era una niña tan alegre y dichosa. Dios me está ayudando a perdonarla verdaderamente, y estoy orando para que mi esposo también vea la necesidad de perdonarla. Le estoy pidiendo a Dios que le dé a Lucy el deseo de volver al gozo que una vez conoció en él».
Una clave importante para orar por los pródigos es no juzgarlos ni dejar de perdonarlos, sino orar con fe para que sus ojos se abran a la verdad de Dios. Los miembros de la familia con frecuencia sufren muchos desencantos y pérdidas en lo que queda después que un pródigo se va, y no es fácil perdonar. Pero el perdón no significa tolerar. Perdonar significa
• Liberar a la persona de mi juicio
• Entregarla en las manos de Dios, pidiéndole que trate con la persona de la mejor forma que sepa.
• Pedir perdón a esa persona por juzgarla injustamente, por herirla de cualquier forma, o por no establecer un modelo piadoso ante ella.
La gracia y la misericordia de Dios son capaces de alcanzar el corazón del pródigo más rebelde, no importa cuán horrible o cochino sea el lugar donde esté viviendo. No podemos darnos el lujo de permitir que nuestra falta de interés para perdonar obstaculice el camino de su misericordia (Santiago 2:13). Mientras tanto, él nos puede curar nuestras heridas y darnos paz y la seguridad de estar obrando en la vida de nuestros pródigos.
Sid, el hijo de un pastor que yo (Quin) conocí recientemente, nos cuenta cuán importante fueron las oraciones de su abuela para hacer que él renunciara a su rebeldía y sirviera al Dios de su niñez. Siempre había disfrutado de la relación especial con su abuela porque él nació el día que ella cumplió cincuenta y cinco años.
«Abuela Mary era una formidable mujer de Dios», dijo él. «Nació en Escocia, proviene de una familia fuertemente cristiana y durante mucho tiempo fue maestra de la Escuela Dominical. Como mi mamá había tenido seis hijos durante doce años, y mi papá estaba trabajando y estudiando por las noches, mis abuelos nos “criaron” a mí y a mi hermana mayor, durante los fines de semanas».
Sid se crió en una iglesia denominacional. Asistió a la Escuela Dominical y a las clases de catequismo, pero mayormente aprendió reglas y ritos y nada acerca de una relación personal con Jesucristo. Una vez que salió de la casa para ir a la universidad, decidió alejarse de Dios.
«Durante mis años de pródigo, mi abuela era la guerrera de oración principal y constante intercesora por mi salvación», dijo él. «Seguí a una escuela para obtener el doctorado, donde conocí a una joven que me testificó de su fe y era en verdad una modelo de cristianismo. El día del cumpleaños de mi abuelo, acepté a Cristo como mi Señor y Salvador. Más adelante, la joven que me discipuló se convirtió en mi esposa.
»Casi un año más tarde de haber vuelto al Señor, murió abuela Mary con cáncer. Un tiempo después, abuelo me dijo que ella había orado por mi salvación todos los días. Me dijo que ella siempre tuvo un deseo secreto para su único hijo, mi papá, y era que se dedicara al ministerio. Bueno, perdió una generación. Pero ahora soy pastor de jóvenes, buscando criar nuevos soldados para el Señor entre nuestros jóvenes. Estoy llevando el legado de mi abuela y cumpliendo con su esperanza de tener un hijo en el ministerio».
Una abuela escribió diciéndonos cuánto ora por su nieto que está en un centro de detención: «Señor, te pido que mandes a tu Espíritu Santo para consolar a mi nieto cuando está deprimido y extraña a su familia. Te pido que vuelva a ti, Señor, que oiga tu voz y siga el plan que tú tienes para su vida. Te pido que él escoja bien a sus amigos para que lo lleven a ti. Ayúdalo a reconocer que está abusando de su cuerpo con su modo de vivir y al consumir drogas. Haz que los adultos que son sus autoridades le den sabios consejos con amor fuerte. Señor, te pido la completa liberación de todas sus adicciones. Gracias anticipadas por el día en que él venga al hogar como una nueva criatura, alabándote y regocijado por lo que la vida le tiene reservado. Amén».
Es fácil desanimarse cuando nos concentramos en las circunstancias negativas de las vidas de los nietos pródigos en lugar de afirmar nuestra fe en la Palabra de Dios. En esos momentos, trae a la mente la fidelidad de Dios en el pasado y agradece que él esté obrando en maneras invisibles para cambiar el corazón de tu pródigo. Tom Bisset nos cuenta una historia que nos anima de una mujer joven llamada Darlene que dejó su fe cristiana y siguió una vida de lesbianismo. Dios mandó un consejero fiel a su vida, y su preocupación por una amiga íntima la motivó a comenzar de nuevo a leer la Biblia.
«Hasta cuando estaba haciendo las peores cosas, nunca deseché mi fe por completo», le contó al señor Bisset. «Aunque dejé de asistir a la iglesia, nunca dije “Jesucristo, sal de mi vida”. Lo que aprendí de niña todavía está ahí… . Dos cosas, amor y verdad, que se unieron en mis padres y que modelaron a Dios para mí. Estoy segura que esto fue una parte de la razón por la cual volví a mi fe».6
Abuelas de oración, créanlo de todo corazón, sus lágrimas y oraciones un día serán premiadas.
Señor, estoy triste porque mi nieto [nombre] ha escogido darte la espalda y no confiar en ti, sin reconocer que ahora está en un camino de destrucción. Ayúdame a alcanzarlo con un amor incondicional; por favor envía a alguien que se le cruce en su camino que le hable de la Palabra de Dios con audacia. Señor, decido perdonar a [nombre] por desencantarme y por todas las veces que hirió a otros. Te entrego a este nieto(a) en tus manos y te pido que envíes al Espíritu Santo para que [nombre] vuelva a ti. Gracias por tu fidelidad. Amén.
Así dice el Señor:
«Reprime tu llanto, las lágrimas de tus ojos,
pues tus obras tendrán su recompensa: tus hijos volverán del país enemigo —afirma el Señor—.
Se vislumbra esperanza en tu futuro: tus hijos volverán a su patria —afirma el Señor—».
Jeremías 31:16-17
Porque para Dios no hay nada imposible.
Lucas 1:37
Su divino poder, al darnos el conocimiento de aquel que nos llamó por su propia gloria y potencia, nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir como Dios manda. Así Dios nos ha entregado sus preciosas y magníficas promesas para que ustedes, luego de escapar de la corrupción que hay en el mundo debido a los malos deseos, lleguen a tener parte en la naturaleza divina.
2 Pedro 1:3-4
Señor, protege a [nombre] del poder de los impíos; protégele de los violentos que piensan hacerle caer. ¡Tú eres su Dios! Señor Soberano, salvador poderoso de [nombre], que le proteges en el día de la batalla [Salmo 140:4, 7]
Génesis 18:10; 21:1; Josué 23:14; Job 33:14-18; Salmo 33:11; Lucas 15:11-32; Romanos 15:13; 1 Corintios 1:20-23.
1 Barbara Johnson, Living Somewhere between Estrogen and Death, [Cuando se vive entre el estrógeno y la muerte], Word, Dallas, 1977, p. 119.
2 Este material se usó con permiso. Tom Bisset, Why Christian Kids Leave the Faith [¿Por qué los niños cristianos abandonan la fe?], Discovery House Publishers, Box 3566, Grand Rapids, MI 49501, 1997, pp. 22-23.
3 Ibíd, pp. 205, 206, 207.
4 Paul Billheimer, Destined for the Throne [Destinados para el trono], Cruzada de Literatura Cristiana, Fort Washington, PA, 1975, pp.67-68.
5 Quin Sherrer y Ruthanne Garlock, Praying Prodigals Home [Oración para que los pródigos vuelvan al hogar], Regal, Ventura, CA, 2000, pp. 209, 210.
6 Este material se tomó de: Tom Bisset, Why Christian Kids Leave the Faith, Discovery House Publishers, Box 3566, Grand Rapids, MI 49501, 1997, pp. 157-158. Usado con permiso. Derechos reservados.