El Che fue nombrado por Fidel Comandante del Cuartel de La Cabaña. Allí presidió muchísimos juicios que dieron como resultado 450 condenados a la pena de muerte. Esta cifra, aunque impresionante, es muy inferior a los más de 20 mil muertos del régimen de Batista.
Tras el triunfo de la Revolución se producen diversos movimientos latinoamericanos con el objeto de establecer un régimen socialista; entre los mismos, el ejército al servicio del imperio del norte hizo torturar, desaparecer y asesinar a miles de hombres, mujeres e incluso niños.
En la Argentina, se calcula que fueron más de 10 mil los desaparecidos, en el Paraguay no hay cifras exactas, pero sobrepasan los mil, para Chile las cifras son las mismas, poco más o poco menos que en la Argentina. En Brasil no hay números exactos, pero es posible que esté muy cerca de mil. En Bolivia las cifras no son tan alarmantes pero, al igual que en los otros países, fueron asesinadas algunas decenas de personas.
¿Qué ocurrió en Cuba en 1952, cuando asalta y toma el poder Fulgencio Batista y en qué se diferencia al triunfo de Fidel Castro? El ejército batistiano hizo desaparecer a más de 20 mil cubanos y, el Ejército Rebelde, bajo el comando de Fidel Castro, envió al patíbulo en juicios públicos a unos 450 torturadores, criminales y asesinos.
El cuartel de La Cabaña, lugar defendido por miles de soldados del Ejército de Batista, es tomado por Ernesto Che Guevara el 3 de enero de 1959. Allí se instala, y Fidel Castro lo designa Comandante de este cuartel. Es en su interior donde se produce una parte de los juicios y ejecuciones de los enemigos.
Orlando Borrego con el autor.
La CIA, el Departamento de Estado Norteamericano, la Sociedad Interamericana de Prensa, la mayor parte de la prensa mundial y algunos escritores de derecha, han visto al Che como a un hombre sin alma, cruel, un juez duro e injusto, autor de una gran parte de los 450 hombres enviados al paredón.
Yo, en partícular, he comprobado —fotográficamente incluso— que en Cuba se envió al paredón a torturadores, hombres sin escrúpulos y sádicos. Aún más, he entrevistado a uno de los protagonistas de este histórico episodio, colaborador directo del Che, y quien, a su muerte, ocupó diversos ministerios: Orlando Borrego.
—¿Cómo y cuándo conoció al Che?
—Lo conocí en el Escambray.
—¿Formaba usted parte de un grupo que contestaba a la jefatura máxi ma de Fidel Castro? —Era un grupo de lucha contra Batista. Estaba en el Directorio Revolucionario. Allí lo conocí.
—Tengo entendido que este grupo no quería aceptar al Che como jefe máximo de Las Villas, nombramiento efectuado por Fidel Castro.
—El directorio del Movimiento Revolucionario estaba dirigido por Paulo Chaumont. Había también otro grupo liderado por Víctor Morgon.
Ambos apoyaron al Che. Pero había otro grupo llamado Segundo Frente dirigido por Luis Gutiérrez Menoyo, que rechazó al Che. No colaboró con él, pero ese grupo casi nada combatió en el Escambray.
Aquí el Che presidió junto con Orlando Borrego, algunos procesos.
Foto del autor. Museo de La Cabaña, La Habana.
—Entonces el Che, si bien no fue rechazado por todos, por lo menos tuvo dificultades en hacer valer su jefatura, ¿verdad?
—¡Sí! El Che tuvo dificultades para ejercer la jefatura que le otorgó Fidel. Yo me alisté en su columna hasta tomar Santa Clara.
—¿Cómo se incorpora usted a La Cabaña?
—Cuando llegamos a Santa Clara, se designó al Comandante Ramiro Valdéz jefe del Regimiento en Santa Clara. El Che me dio instrucciones para permanecer en Santa Clara como ayudante del movimiento. Allí estuve como 10 días. Luego me manda a buscar a La Cabaña para que me haga cargo de la parte contable, porque yo era contador. Entonces él me pidió que lo ayudara en ese sector.
—La prensa internacional ataca mucho al Che con respecto a su comportamiento en La Cabaña. Pese a que este tema es escabroso, ¿podemos conversar al respecto del mismo?
—¿Cómo no? No hay ningún pro blema.
—¿Es usted testigo ocular de los juicios y ejecuciones producidos en La Cabaña? —Fui designado por el Che como presidente de decenas de juicios. Había una cosa que se llamaba Comisión Investigadora.
—¿Cuál era la función de esta Comisión?
—Aquí se hacía todo el proceso de análisis de todos los casos, torturadores, delatores, prisioneros, etc.
—¿Cómo actuaban los tribunales?
—Yo le puedo decir que quizás sean los casos más excepcionales del mundo en que se constituye la ética de la Revolución, y la ética del Che en particular, con la Justicia Revolucionaria.
Che con Fidel dentro de La Cabaña.
Foto: revista Bohemia.
—¿Dónde tiene comienzo esta Justicia Revolucionaria?
—En la Sierra Maestra, donde nunca se ejecutaba a nadie sin hacer un juzgamiento adecuado.
—¿Cómo era el comportamiento del Che, el de usted y el del Ejército Rebelde cuando tenían que juzgar a un prisionero por algún delito?
—Con respeto absoluto a los Derechos Humanos. Fuimos muy éticos desde la Sierra Maestra con los contrarios a la Revolución Cubana.
—¿Podría especificar usted algo en especial a este respecto que demuestre el respeto que menciona?
—Claro, por ejemplo, cuando llegaba la hora de la comida en la Sierra Maestra y teníamos un prisionero, en la alimentación le dábamos prioridad a él. El Che tenía mucha bondad con los torturadores y asesinos. La comida era primero para ellos. Si sobraba comida nosotros comíamos, si no, no, pero ellos sí.
—Y, en La Cabaña, ¿los juzgamientos eran sumarios, sin dar mucho derecho a la defensa? —De ninguna manera. Se recibían testimonios de testigos de ataque y defensa y, dábamos todavía igual o más importancia a los abogados y testigos que daban su testimonio en favor del acusado.
—¿Cómo participaba usted en los juzgamientos?
—He sido presidente de varios juicios.
—De los juicios que usted o el Che presidieron, ¿podría citar usted alguno en especial que pueda atestiguar o demostrar el cuidado que tenían en condenar a un acusado a muerte? —Muchos, pero muchísimos acusados, se salvaron de ser condenados justamente por la demora en emitir un fallo. Y eso era así por el cuidado que teníamos en que el fallo fuese justo para no condenar jamás a muerte a un inocente.
—¿Consultaba usted con el Che o comentaba con él el rumbo de un proceso?
—Claro que sí. El acusado tenía abogado de defensa. Consultábamos con el Che todo. Decenas de veces él nos mandó a revisar casos aún en tela de juicio. Tres, cuatro veces antes de la sentencia final. Los fallos eran absolutamente justos, muy bien demostrada la culpabilidad del acusado. Eran juicios tremendamente humanos.
—Juicios públicos han habido pocos. Uno de ellos fue el de Nuremberg, cuando fueron juzgados los nazis.
—Nuestros juzgamientos fueron mucho más humanos que los de Europa, de México, etc.
Como deseo profundizar esta cuestión para conocer más detalles que comprueben la justicia de los fallos, me detengo en un punto:
—¿Hubo casos de indulto con torturadores o asesinos? —Indulto propiamente no, pero sí hubo muchísimos casos de disminución de pena o de absolución.
—¿Podría usted citar algún caso específicamente?
Uno de los condenados al paredón. Por todo se calcula que la Revolución cubana fusiló aproximadamente 450 criminales de guerra.
—¡Cómo no! Un sargento de la policía en oriente había sido acusado de haber asesinado a un joven revolucionario. Este policía había llegado a un bar y había allí un militante. Según decían los acusadores, el policía sacó su pistola y mató al joven, por tanto, el asesinato estaba probado, su pena podía ser prisión de 30 años o fusilamiento. Nosotros nos pasamos investigando este caso más de un mes. Intuíamos con el Che de que había algo que colocaba en tela de juicio las declaraciones de los acusadores y por eso dudábamos de que el policía fuese culpable al 100%. Sospechábamos que había algo relacionado a defensa propia que era lo que sustentaba el acusado en su favor.
—Entonces, ustedes no tenían certeza de una culpabilidad total y tuvieron miedo de condenar tal vez a un inocente. ¿Es eso?
—Sí. Después de varias sesiones, por la demora que tuvimos en dar el fallo, apareció una hermana de la víctima, vale decir del joven revolucionario muerto. La hermana llegó desde los Estados Unidos, declaró que su hermano era un delator de la policía, un provocador de los policías, que los delataba al servicio de inteligencia de Batista. Aquel hombre, pues, fue sancionado tan solo a 3 años de prisión, no recibió ni 30 años, ni la pena capital que pedía el abogado de la acusación.
Es obligado hacer un paréntesis antes de concluir con el testimonio del Orlando Borrego, ya que muchos de los juicios en Cuba de aquellos aproximadamente 450 condenados a muerte fueron públicos. Estaban revestidos, como bien dice Orlando Borrego, del mayor respeto por los Derechos Humanos. Fidel Castro y su ejército jamás hicieron desaparecer a alguien, como hicieron los argentinos, chilenos, brasileños, uruguayos y bolivianos. No hay en Cuba un solo caso de desaparecido ni de torturado.
Uno de los crimnales de guerra juzgados.
Foto: revista Bohemia.
Instrumentos de tortura utilizados por el ejército de Batista.
Foto: revista Bohemia.
Esta conducta comenzó en la Sierra Maestra desde el primer momento en que aprisionaron a un delator, Eutimio Guerra, culpable de que fuera bombardeado el campamento de Fidel en la Sierra Maestra, donde por poco muere la cúpula del Ejército Rebelde e incluso Fidel.
En cierta ocasión, en marzo de 1958, uno de los miembros del Estado Mayor de la guerrilla sugirió que se torturase a Eutimio para que declarese todo lo que sabía, pues este negaba las acusaciones a pesar de las pruebas reunidas contra él y no entregaba a otros campesinos o militares coautores de su delito.
Fidel Castro fue tajante:
—No se admite en ningún caso la tortura. Un torturador está sujeto a la pena capital.
Prosigamos con la entrevista, y lleguemos a la parte final.
—Usted ha dicho que no había propiamente indulto con los culpables, pero que hubo casos de disminución de pena. ¿Hubo algún caso de absolución total?
—Sí, muchísimos. Le reitero, los procesos eran lentos para no cometer una injusticia y condenar al patíbulo a un inocente, pues el daño en este caso es irreparable.
Periódicos de la época en donde se denuncian las atrociodades cometidas por Batista y su gente.
El Che junto a Juan Almeida Bosque que está a la derecha de él.
Foto: revista Bohemia.

MINISTRO DE INDUSTRIA

Cuando asume el Ministerio de Industria, en febrero de 1961, se observan sus dotes de buen administrador. Hace una circular que reglamenta cómo hacer el informe anual de análisis de cada empresa.
Analiza resultados de su gestión económica, si hay cumplimiento de planes; vigila el funcionamiento de cada uno de sus departamentos, evalúa exhaustivamente las fábricas bajo su mando.
El ritmo de producción industrial durante su administración experimenta un marcado aumento, como refiere Borrego:
—La producción industrial había crecido después del triunfo de la Revolución al ritmo de un 7% anual.
Es preciso tener en cuenta que, cuando el Che asume el cargo, se dan varios hechos que complotaron contra él. En primer lugar, el éxodo de ingenieros y técnicos que se produjo inmediatamente después de que Cuba fuese declarado un país socialista (según los cálculos de su viceministro, Tirso W. Sáenz, el abandono de dichos especialistas llegó aproximadamente al 75 %). De todas maneras, a los pocos que permanecieron en el país, el Che supo aprovecharlos de forma adecuada y formó técnicos en un plazo corto.
El otro factor fundamental que influyó en que no se produciese un crecimiento mayor fue el bloqueo económico impuesto por los Estados Unidos que dura hasta el día de hoy.