Che con su familia. En su rostro ya pueden apreciarse los cambios a los que se somete.
El 14 de abril de 1965 el Che, después de llegar a Cuba, y tras haber realizado un viaje por África y Asia, desaparece del escenario internacional.
Semanas después de su desaparición, la prensa se sorprende de la ausencia de este hombre en los actos públicos del gobierno cubano y comienza a tejer historias estrambóticas: "El Che está preso", " El Che está en un manicomio", "Fidel Castro lo ha hecho matar", "El Che está dirigiendo las guerrillas de Colombia", "El Che ha muerto en la guerrilla del Perú". En fin, lo hicieron morir en unos 8 países latinoamericanos. Sin embargo, la verdad es que el Che desaparece porque quiere hacer su propia guerrilla. Quiere liberar a los pueblos oprimidos del mundo del yugo norteamericano. En su última presencia en la ONU, el mes de diciembre de 1964, pronunció un discurso donde dejaba traslucir que podría luchar contra el imperialismo en cualquier lugar del mundo, y el viaje que realiza a África a principios de 1965 lo hace con el objeto de preparar su partida a la guerrilla del Congo, donde lucha y tiene que retirarse de la guerra porque podía ser aprisionado por el enemigo. Se refugia entonces en Dar-Es-Salam, capital de Tanzania.
En abril de 1965 escribe tres cartas, una a Fidel, otra a sus padres y, una última, a us hijos. He aquí el texto de estas cartas:
El Che, Hilda Gadea, su primera esposa e Hildita, la hija de ambos. Esta es una reunión familiar en La Habana
Habana Año de la agricultura.
Fidel:
Me acuerdo en esta hora de muchas cosas, de cuando te conocí en la casa de Maria Antonia, de cuando me propusiste venir, de toda la tensión de los preparativos.
Un día pasaron preguntando a quién se debía avisar en caso de muerte, y la po sibilidad real del hecho nos golpeó a todos. Después supimos que era cierto que en una revolución se triunfa o se muere (si es verdadera). Muchos compañeros quedaron a lo largo del camino hacia la victoria.
Hoy todo tiene un tono menos dramático porque somos más maduros, pero el hecho se repite. Siento que he cumplido la parte de mi deber que me ataba: la revolución cubana en su territorio, y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo, que ya es mío.
Hago formal renuncia de mis cargos en la dirección del partido, de mi puesto de ministro, de mi grado de Comandante, de mi condición de cubano. Nada legal me ata a Cuba, solo lazos de otra clase que no se pueden romper como los nombramientos.
Haciendo un recuento de mi vida pasada creo haber trabajado con suficiente honradez y dedicación para consolidar el triunfo revolucionario. Mi única falta de alguna gravedad es no haber confiado más en ti desde los primeros momentos de la Sierra Maestra, no haber comprendido con suficiente celeridad tus cualidades de conductor y de revolucionario. He vivido días magníficos y sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la crisis del Caribe. Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días; me enorgullezco también de haberte seguido sin vacilaciones, identificado con tu manera de pensar y de ver y apreciar los peligros y los principios.
Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo hacer lo que te está vedado por tu responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de separarnos.
Sépase que lo hago con una mezcla de alegría y dolor; aquí dejo lo más puro de mis esperanzas de constructor y lo más querido entre mis seres queridos... y dejo un pueblo que me admitió como un hijo; eso lacera una parte de mi espíritu. En los nuevos campos de batalla llevaré la fe que me inculcaste, el espíritu revolucionario de mi pueblo, la sensación de cumplir con el más sagrado de los deberes; luchar contra el imperialismo dondequiera que esté. Esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura.
Digo una vez más que libero a Cuba de cualquier responsabilidad, salvo la que emane de mi ejemplo. Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti. Que te doy las gracias por tus enseñanzas y tu ejemplo, y que trataré de ser fiel hasta las últimas consecuencias de mis actos. Que he estado identificado siempre con la política exterior de la revolución y lo sigo estando. Que en donde quiera que me pare sentiré la responsabilidad de ser revolucionario cubano y como tal actuaré. Que no dejo a mis hijos y mi mujer nada material y no me apena; me alegra que así sea. Que no pido nada para ellos, pues el Estado les dará lo suficiente para vivir y educarse.
Tendría muchas cosas que decirte a ti y a nuestro pueblo, pero siento que son innecesarias. Las palabras no pueden expresar lo que yo quisiera y no vale la pena borronear cuartillas.
Hasta la victoria siempre. Patria o Muerte.
Te abraza con todo fervor revolucionario.
Che
El Che no colocó fecha a la carta, dio total libertad a Fidel para que él la publicase en el momento que creyera conveniente.
Seis meses después de la ausencia del Che y del silencio de Fidel al respecto de su desaparición pública, se empieza a dañar a la Revlución Cubana, motivo por el cual Fidel resuelve publicarla.
Las otras dos cartas, una para sus padres, y otra para sus hijos, muestran el cariño insuficientemente expresado hacia los padres, y la ternura por los hijos, perjudicada por su trabajo político y por sus giras fuera de Cuba.
He aquí la carta a sus padres:
Queridos viejos:
Otra vez siento bajo mis talones el costillar de Rocinante; vuelvo al camino con mi adarga al brazo.
Hace de esto casi diez años, les escribí otra carta de despedida. Según recuerdo, me lamentaba de no ser mejor soldado y mejor médico; lo segundo ya no me interesa, soldado no soy tan maIo.
Nada ha cambiado en esencia, salvo que soy mucho más consciente, mi marxismo está enraizado y depurado. Creo en la lucha armada como única solución para los pueblos que luchan por liberarse y soy consecuente con mis creencias. Muchos me dirán aventurero, y lo soy; solo que de un tipo diferente y de los que ponen el pellejo para demostrar sus verdades. Puede ser que esta sea la definitiva. No lo busco, pero está dentro del cálculo lógico de probabilidades. Si es así, va mi último abrazo.
Los he querido mucho, solo que no he sabido expresar mi cariño; soy extremadamente rígido en mis acciones y creo que a veces no me entendieron. No era fácil entenderme, por otra parte, créanme, solamente, hoy.
Ahora, una voluntad que he pulido con delectación de artista, sostendrá unas piernas flácidas y unos pulmones cansados. Lo haré.
Acuérdense de vez en cuando de este pequeño condottiere del siglo XX.
Un beso a Celia, a Roberto, Ana María y Pototin, a Beatriz, a todos, un gran abrazo de hijo pródigo y recalcitrante para ustedes.
Ernesto
La siguiente es la carta dirigida a sus hijos:
Queridos Hildita, Aleidita, Camilo, Celia y Ernesto:
Si alguna vez tienen que leer esta carta será porque yo no esté entre ustedes.
Casi no se acordarán de mí y los más chiquititos no recordarán nada.
Su padre ha sido un hombre que actúa como piensa y, seguro, ha sido leal a sus convicciones.
Crezcan como buenos revolucionarios. Estudien mucho para poder dominar la técnica que permite dominar la naturaleza. Acuérdense que la revolución es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada.
Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario.
Hasta siempre hijitos, espero verlos todavía. Un beso grandote y un abrazo de
Papá
El Che, con el cambio total realizado, junto a su esposa Aleida.
El 24 de diciembre de 1965 embarca rumbo a Dar Es Salam con el dentista Luis Carlos García Gutierres, conocido por sus amigos con el nombre de "Fisin". Leamos cómo recuerda este hombre ese momento:
Embarcamos rumbo a Tanzania en compañía de dos compañeros que se habían unido a nosotros en El Cairo. Al otro día arribamos a Dar-Es-Salam. En el aeropuerto me esperaba el compañero Oscar Fernández Padilla, entonces viceministro del Ministerio del Interior en Cuba. De inmediato partimos para la Cancillería Cubana, que era donde estaba alojado el Che. (Luis Carlos García, La otra)
Cuando llega a la cancillería, se dirige a una habitación situada al fondo, y el Che encuentra en ese momento al dentista dictando a Colman Ferrer páginas de Pasajes de una guerra revolucionaria. Le llama la atención su atuendo, que describe así: "Él estaba en calzoncillos rotos y sucios".
El Dr. García ha sido enviado por Fidel Castro para mudarle su fisionomía, pues debe salir de esta ciudad y dirigirse a Praga, capital de Checoslovaquia, en condiciones de seguridad.
Después de 38 años (el autor está escribiendo este texto en el 2004) el mundo se entera con el mínimo detalle del trabajo de este dentista especializado en prótesis. Leamos este relato:
El enmascaramiento, casi listo, consistía en un chaleco que debía usar debajo de la camisa y que yo había hecho en Cuba, abultado en la espalda, de manera que el Che sería una persona gibosa o maletuda (durante su estancia en Praga aunque, posteriormente, él usó casi a diario este chaleco); unos zapatos que había arreglado también en La Habana con el fin de aumentarle la estatura de tres a cuatro centímetros, unos espejuelos que le permitían ver hacia atrás, y una prótesis sobre-dentadura, la cual confeccioné allí mismo, previa toma de impresiones de su boca y la construcción de modelos en yeso piedra.
Algo en lo que reparé en relación con los zapatos fue en la real estatura del Che. Era más alto de lo que yo había calculado al verlo por la televisión o estudiando sus fotos. No obstante, este sobredimensionamiento de la talla benefició al enmascaramiento.
Lo que se desconocía también hasta esta fecha es que le fueron fabricados unos lentes con la capacidad de servirle como un espejo retrovisor y ver quién o quiénes estaban a sus espaldas. He aquí este detalle.
Le probé los espejuelos cuyos cristales estaban tallados de tal forma que parecían más gruesos, semejantes a los que usa un miope, y con los cuales podía mirar hacia atrás sin necesidad de volver la cabeza. Espejuelos retrovisores, digamos.
Ahora debe ingresar a detalles de su rostro.
Decidí no teñirle el pelo. Él estuvo de acuerdo. Sí creí conveniente quitarle el pico de viudo, detalle que, si nos fijamos bien en sus fotos, lo caracterizaba mucho. La CIA podía haber advertido y circulado aquel rasgo.
Hasta esa fecha, la CIA había redoblado sus esfuerzos por encontrar al Che, pues ahora sí tenía la certeza de que estaba vivo, entre otras cosas, debido principalmente a la divulgación de la carta del Che a la Tricontinental de La Habana, realizada en abril de 1966. A partir de esta fecha, la CIA, que divulgaba las noticias más estrafalarias al respecto del paradero del Che, tiene la absoluta certeza de que está en Vitenam, en algún país africano, o latinoamericano. Entonces incrementa sus esfuerzos para localizarlo, de modo que se hace imperioso por parte de los servicios de seguridad de Cuba tomar todas las precauciones necesarias y enmascararlo de la mejor manera posible para no dar chance de que sea reconocido en algún aeropuerto del mundo, pues requerirá utilizar aeronaves para trasladarse de un lugar a otro.
Prosigamos con el testimonio de Fisin:
También le quité el pelo de la región de las sienes, bien pobladas en su caso, para lo que utilicé un tipo de cera muy pegajosa. Pero esta depilación no es la que se aprecia en la fotografía a su entrada en Bolivia, que fue realizada por un compañero al que llamaban Barberito. Esta última depilación se adoptó a propuesta del mismo Che, que quería saber el tiempo que demoraba en salirle el pelo.
Fotografías del pasaporte de Adolfo Mena, nombre con el que el Che ingresa a Bolivia. La foto fue proporcionada a la prensa mundial por el canciller boliviano en la OEA el mes de septiembre de 1967.
El Che muestra la depilación a la que se sometió en la cabeza para cambiar su fisonomía.
El Dr. García tenía que resolver con precisión el encaje de las arcadas dentarias superior e inferior, y utilizar no solo lo que aprendió en la Universidad como, ante todo, utilizar su imaginación para hacerle un disfraz protésico perfecto al Che.
La idea de superponerle una dentadura, tanto la superior como la inferior, resultó muy exitosa. La pretensión fue aumentarle la longitud desde la base de la nariz hasta el borde inferior del mentón. Ya yo tenía alguna experiencia en casos como este. Le daba al personaje un aspecto medio bobalicón, sin que llamara demasiado la atención. Para ello tomé impresiones de la arcada superior e inferior, hice modelos en yeso, de su boca, y comencé la construcción de las prótesis.
El paciente requiere tener plena conciencia de lo que se le está fabricando en materia de prótesis. No se trata de algo confortable y fácil de aguantar, por el contrario, la molestia que provoca es grande, pero como el Che persigue un fín definido, cualquier medio utilizado para alcanzar este objetivo vale.
Hay que tener en cuenta que portar unas prótesis de estas características no resulta fácil. Debe lograrse una comodidad relativa que permita articular palabras y, si fuera necesario, ingerir algún alimento. Cualquier dentista protésico sabe lo difícil que es lograr esto. Y sabe también que es importante contar con un paciente dispuesto a tales sacrificios, como sin dudas lo estaba el Che. Una vez terminadas las prótesis, decidí ponerle todo el enmascaramiento.
Dos empleados de la casa del canciller sabían de la presencia del Che. Uno de ellos, Padilla, sirvió sin querer él mismo de primer testigo para ver si el trabajo del Dr. García fue bien realizado:
El día del estreno integral de la nueva apariencia, solo Padilla y Colman estaban en la casa. Padilla permanecía casi todo el día en la sala, de modo que si alguien venía, él se encargaba de atenderlo. En todos los sentidos, la disciplina era rigurosa. Nadie podía entrar a la sala. Y mucho menos el Che. La casa tenía una disposición que facilitaba salir de ella por un pasillo lateral.
Inesperadamente, en un momento dado, aparece Padilla. Leamos el relato de Fisin:
Tocaron a la puerta y Padilla abrió. El visitante saludó, preguntó algo y, sin esperar a que Padilla contestara, atravesó la sala e hizo un ademán para dirigirse hacia el pasillo que conducía al interior de la casa. Había que ver el apuro de Padilla ante aquel intruso. El visitante no era otro que el mismo Che, enmascarado. Lo ocurrido nos convenció a todos de que el trabajo realizado era exitoso, funcionaba. El Che quedó muy satisfecho.
Los modelos de yeso que hice para lograr la prótesis dental adecuada fueron de mucha utilidad después, en la identificación de sus restos en Bolivia, según me lo confirmaron algunos participantes de aquella importante y cuidadosa tarea.
Cumplida la misión, el Dr. Luis Carlos García Gutiérrez retorna a La Habana con una carta del Che dirigida a su esposa Aleida, y de algunos mensajes para sus compañeros.
En febrero el Che viaja a Praga en compañía de Pacho (Alberto Fernández Montes de Oca), quien no se despega un minuto del Che hasta su llegada a Bolivia.
En el mes de marzo de 1966, el comandante Piñeiro le comunica a Fisin que debía prepararse para viajar a Praga. Aquí encuentra al Che.
La casa de Praga era de altos y bajos. El Che, Pacho y Fisin ocupan la planta alta. Un piso con dos habitaciones, un baño, y una terraza que mira hacia un extenso patio que rodea el inmueble.
El Che retorna a Cuba en abril de 1966. Un día del mes de mayo Fisin recibe un llamado del Comandante Piñeiro, quien lo cita en el Ministerio del Interior a las dos de la madrugada. El Comandante le ordena ir a Pinar del Río a encontrarse con el Che en la hacienda San Andrés. Leamos su relato:
Cuando llegué, junto al Che se encontraban, entre otros, San Luis, Olo, Vilo, Pinares, El Rubio, el Médico... casi todos los que estuvieron con él después en Bolivia. Cuando me divisó, me gritó: "Fisin ¿qué le parece? Ahora estoy más calvo que usted". El Barberito lo había depilado, casi totalmente, bajo anestesia local.
Che le manifiesta el excelente trabajo que le hizo mostrándole unas fotografias de una persona muy allegada al Che que no lo reconoció.
Recuerdo que un día me llevó hasta su cuarto y me enseñó unas cuantas fotos, en las que aparecía enmascarado acompañado de algún compañero, y me decía que no lo había reconocido.
Veamos cómo se despide el Che del hombre que le crea una máscara y lo transforma en otra persona con un trabajo tan bien realizado que jamás fue reconocido. El Che volvió a ser él mismo solo después de unos meses, cuando llegó a Ñancahuazú y le volvió a crecer su cabello y su barba:
El día que regresé a La Habana, Aleida vino conmigo. El Che nos acompañó hasta el auto. Sus palabras de despedida, que me dirigió acompañándolas de una palmada en el marco de la ventanilla, fueron: "¡Hasta la victoria siempre!, Fisin"
Como se aprecia líneas arriba, muy contadas personas sabían dónde estuvo el Che a partir del 14 de abril de 1965. Intrigado porque no fuese citado su gran amigo Alberto Granado entre las personas que de las que se despide y que sabían dónde estaba, le pregunto:
—Doctor, no he leído en ningún libro de los más de 300 que tengo alguna cita que el Che se despidiese de usted, ¿qué me puede decir al respecto?
—Claro que se despide de mí.
—¿Podría esclarecer y contarme la forma en que lo hace?
—Me envió un libro con una dedicatoria en la cual se despide diciéndome así: "No sé qué dejarte de recuerdo. Te comprometo a participar en la Zafra. Mi tolda de campaña de nuevo se sostendrá sobre dos pies, y mis sueños divagarán sin fronteras hasta que una bala ponga en ellos punto final. Te espero, Gitano sedentario, cuando el humo de la pólvora se despeje. Les abraza a todos, incluyendo a Tomás (su hermano). Che".