La decisión del Che de abandonar la
gloria y el comfort del poder fue tajante.
Decidió continuar su lucha como lo había decidido antes y, después
de su incursión en el Congo, fijó su vista en Bolivia.
QUIÉN
Al pasar por Cusco en abril
de 1953, y después de recorrer 7 mil kilómetros junto a Alberto
Granado, este último propone oníricamente a Ernesto Guevara Serna
unirse a una india de sangre real para liberar al país de la
dominación imperialista. Ernesto le reitera lo que ya una vez, con
quince años de edad, le había manifestado: que solo era posible
mediante el uso de la fuerza. Granado le dice:
—¿Sabes, viejo? Vamos a
quedarnos aquí. Yo me caso con una india de sangre real, me
proclamo emperador y seré regente del Perú; te nombro Primer
Ministro y juntos hacemos la revolución social.
—Tú estás loco, Mial, la
revolución sin fuego no se hace —le vuelve a decir el Che, como
cuando Alberto estaba preso en su juventud.
Cuando parte de Buenos Aires
junto con Calica Ferrer, el 7 de julio de 1953, y llega a La Paz,
sufre 5 días después una gran decepción al comprobar que aquel
régimen que destruyó el Ejército iba a sucumbir, entre otros
motivos, porque la revolución boliviana no estaba siendo bien
conducida y porque entre sus dirigentes había mucha
corrupción.
Comentó su premonición con
Hilda Gadea, y la historia le daría la razón.
Él es un ateo confeso y
comunista, respetuoso con el enemigo, luchador incansable por una
justicia social plena, amigo y protector del campesinado, no solo
de Cuba, sino de cualquier lugar hambriento o miserable del mundo.
Él es quien empuña las armas en Cuba, en el Congo, y después en
Bolivia.
El comunismo ha estado
durante algunas décadas asociado a la maldad, al crimen, a la
tortura, a pensamientos tales como: "se comen incluso a sus hijos",
"son capaces de matar a sus propios padres"; en fin, es rodeado de
los mayores defectos que pueda tener el ser humano. Así, los
guajiros en Cuba creían que el comunismo era casi una aparición
satánica. Esto es lo que les inculcaban en las prédicas de la
iglesia y por la radio.
Un episodio muy elocuente con
respecto al comunismo es relatado por la campesina Inira Gutiérrez,
la primera mujer en el grupo guerrillero del Che, en el que ingresó
cuando tenía 18 años:
Una vez, el
Che me preguntó acerca de mis creencias religiosas. Esto me obligó
a preguntarle si él mismo creía en Dios.
No —me
respondió—, yo no creo porque soy comunista. Enmudecí.
En ese
entonces yo era muy joven y no tenía preparación política, y sobre
los comunistas solo había escuchado cosas terribles. Yo salté de la
hamaca y grité: "¡No!, ¡usted no puede ser comunista siendo un
hombre tan bueno!" El Che se rió largamente y después comenzó a
explicar todo lo que yo no comprendía.
El periodista argentino
Jorge Ricardo Masseti fue enviado por Radio El Mundo de
Buenos Aires, en 1957, a entrevistar al Che a Sierra Maestra. El
reportero, después de un viaje salpicado de peripecias, encuentra
al Che, y le pregunta:
—¿Por qué estás aquí?
—Estoy aquí, sencillamente,
porque considero que la única forma de liberar a América de
dictadores es derribándolos. Ayudando a su caída de cualquier
forma. Y cuanto más directa, mejor.
—¿Y no temés que se pueda
calificar tu intervención en los asuntos internos de una patria,
que no es la tuya, como una intromisión?
—En primer lugar, yo
considero mi patria no solamente a la Argentina, sino a toda
América. Tengo antecedentes tan gloriosos como el de Martí, y es
precisamente en su tierra en donde yo me atengo a su doctrina.
Además, no puedo concebir que se llame intromisión al darme
personalmente, al darme entero, al ofrecer mi sangre por una causa
que considero justa y popular, al ayudar a un pueblo a liberarse de
una tiranía que sí, admite la intromisión de una potencia
extranjera que le ayuda con armas, con aviones, con dinero y con
oficiales instructores. Ningún país hasta ahora ha denunciado la
intromisión norteamericana en los asuntos cubanos, ni ningún diario
acusa a los yanquis de ayudar a Batista a masacrar a su pueblo.
Pero muchos se ocupan de mí. Yo soy el extranjero entremetido que
ayuda a los rebeldes con su carne y su sangre. Los que proporcionan
las armas para una guerra interna no son entremetidos. Yo, sí.
(Jorge Ricardo Masseti, Los que luchan y los que lloran,
46)
El 28 de julio de 1962,
durante el primer Congreso de Juventudes Latinoamericanas al que
asistieron jóvenes izquierdistas de casi todos los países del
continente, el Che lanzó su grito de guerra:
Nuestras
palabras llegan huecas de las selvas cubanas. Hemos subido a la
Sierra Maestra y hemos conocido el alba, y nuestros entes y
nuestras manos están llenas de semilla del alba, y estamos
dispuestos a sembrarla en esta tierra y a defenderla para que
florezca desde todas las demás naciones hermanas de América; y
desde nuestra tierra, si sobreviviera como ejemplo, la voz de los
pueblos le responderá, desde ese momento y para siempre: ¡Así sea,
que se conquiste la libertad en cada rincón de América!
El 11 de diciembre de 1964
pronuncia un discurso importante en Nueva York, en la Asamblea
General de las Naciones Unidas:
Yo soy
cubano, y también argentino, y si no se ofenden los más respetables
señores de América Latina, yo me siento no menos patriota de
América Latina que cualquier otro, y en cualquier momento, tan
pronto como sea necesario, yo estoy listo a dar mi vida por la
liberación de cualquier país latinoamericano, sin pedir a cambio
nada a nadie, sin exigir nada, sin explotar a nadie.
El Che resuelve abandonar
Cuba definitivamente y sin ninguna posibilidad de regreso, el país
que le dio fama mundial. Tal actitud no se podía explicar ni por
desilusión, por desesperación, por falta de reflexión o por
inclinación a la aventura.
Después de contribuir
enormemente en el triunfo de la Revolución Cubana, resuelve empuñar
un arma de nuevo. Esta vez para liberar a otros países del mundo.
Es por este motivo por el que va al Congo en 1965.
Cuando va al África lo hace
porque considera que en ese momento, como dice la teoría clásica,
el Congo es el eslabón más débil del imperialismo.
¿Tenía derecho, después de
haber transitado un largo camino desde las pampas argentinas hasta
la Sierra Maestra en busca de la Revolución, a quedarse en la Isla
de la Libertad? Este dilema lo resuelve él fácilmente. Puede
escoger el camino más extremo, avanzado, peligroso y aglutinador,
el que todavía no ha sido trillado, el camino menos explorado, el
camino de la Revolución Latinoamericana.
Antes de emprender la
marcha, todavía es menester cumplir con las diferentes misiones y
tareas de gobierno y de partido. Más de una vez interviene en los
foros internacionales, desenmascarando las acciones criminales de
los Estados Unidos y exhortando a los pueblos a la unidad en la
lucha, y convocará a los pueblos a la solidaridad con el Vietnam
heroico.
El Che tiene un pensamiento
profético, que predice lo que aún no ha ocurrido, pero que podrá
ocurrir un día:
—El día en que los indios
despierten en América, va a ser la revolución más grande de todo el
mundo.
DÓNDE
El Che, cuando se incorpora
en México al grupo de patriotas cubanos que debe desembarcar en su
isla para libertarla, impuso a Fidel una condición: "Que,
consolidada la revolución cubana, lo dejase en libertad de actuar".
Esto significa que ya entonces tenía plena conciencia del triunfo
de la Guerrilla de Fidel y de la Revolución Cubana.
Pese a su posición
internacionalista, nunca olvidó que nació en Argentina y que le
gustaría llevar la experiencia cubana a su patria. Y es por ello
que el primer lugar en el que piensa implantar una guerrilla
estando en el ejercicio del poder es en la Argentina, para lo cual
crea un cuerpo expedicionario al mando de Massetti, quien va bajo
el título de "Comandante Segundo"; una vez instalado el foco, será
el Che quien vaya a la Argentina a asumir el mando de la guerrilla
con el nombre de "Comandante Primero". Masseti fracasa y es
aniquilado en 1963.
No abandona la idea de hacer
la revolución en su patria, se da cuenta de que instalar allá un
foco es más complicado, difícil y con riesgos de fracaso, como le
ocurrió a Massetti. De modo que para llevar una guerrilla a su
tierra resuelve crear un primer foco en Bolivia, un país limítrofe
con la Argentina.
En La Habana, la madrugada
del día 5 de marzo de 1963 la miliciana argentino-alemana Hayde
Tamara Bunker Bider comienza a sentir el mayor anhelo de su vida,
"dedicarse por completo al servicio de la Revolución". La linda
joven pasaría a la inmortalidad cuatro años después bajo el
seudónimo de Tania.
Es seleccionada para un
trabajo a nivel internacional por su firmeza, su capacidad,
desarrollo político y dedicación al trabajo.
El Ministerio del Interior
cubano le explica detalladamente qué cosas debe aprender: recibir
la correspondencia, entregar mensajes, recolectar medicinas y
alimentos, organizar una red clandestina de suministros o
comunicaciones, estudiar una zona urbana o suburbana para acciones
futuras, obtener datos sobre la capacidad política, económica y
militar de Bolivia, conocer la penetración de los Estados Unidos en
la zona o empuñar un fusil en el momento oportuno.
Esa noche Tamara comienza a
pensar:
Me están pidiendo que me
aleje del trabajo revolucionario público que diariamente y durante
años he venido realizando, debo incluso comenzar a distanciarme de
los compañeros con quienes he compartido la alegría y el sacrificio
desde mi arribo a Cuba, tendré además que desinformar a todos, no
solo en Cuba, sino también a mis amigos en Alemania, América Latina
y Europa.
Creación del autor, infografía de
Rodrigo Franz Osinaga Ustariz.
Tania al lado del Che en trabajo
voluntario cortando caña.
Foto: Cortesía de Marta Rojas.
Debe dejar de ser la Ita de
la madre Nadia, para convertirse, en silencio, en Tania, sin más
estímulo que aspirar a entregar su vida si fuera necesario por la
lucha liberadora de los humildes.
Durante meses es sometida a
un riguroso entrenamiento en las artes del trabajo clandestino, a
fin de capacitarse debidamente para poder cumplir las difíciles
tareas que le serán asignadas.
Concluida su preparación a
finales de marzo de 1964, Tania es convocada a las oficinas del
Ministerio de Industria. Ernesto Che Guevara la recibe en su
despacho y le explica definitivamente el contenido del plan de
trabajo que debe desarrollar en Bolivia.
Hasta ese día Tania ignoraba
cuál sería su misión específica. Había estudiado sobre varios
países latinoamericanos y algunos de Europa, pero no se le había
precisado en cuál de ellos se ubicaría.
El Che le pregunta si está
dispuesta a someterse a las privaciones y riesgos que implica la
misión. Con firmeza, de forma breve pero precisa, responde que sí,
que cumplirá todas las instrucciones y órdenes que le sean
dadas.
El Che le explica el
objetivo de su ubicación en Bolivia. Allí debe establecer
relaciones dentro de las fuerzas armadas y la burguesía gobernante.
Además, tendrá que viajar por el interior del país, estudiar las
formas y rigores de la explotación del minero, el campesino y el
obrero boliviano, y tratar de conocer directamente a sus
explotadores.
Finalmente debe esperar a un
contacto que habría de indicarle el momento de la acción
definitiva, su participación en la lucha que se estaba
gestando.
Escogido el país donde
instalar el foco guerrillero, queda por resolver en qué parte de
Bolivia se llevaría a cabo. Se barajan tres lugares: el Alto Beni
(situado en el departamento de La Paz), donde se compra una
hacienda en agosto de 1966 a nombre del futuro guerrillero Eusebio
Tapia Aruni; el Chaparé en el departamento de Cochabamba y
Ñancahuazú en el departamento de Santa Cruz de la Sierra.
En una ocasión, el Che
manifestó:
En donde
quiera que yo me haya encontrado en América Latina no me he
considerado extranjero. En Guatemala, me sentí guatemalteco, en
México, mexicano, en el Perú, peruano, como ahora cubano en Cuba y
aquí y en todas partes soy argentino, ya que no puedo olvidar el
mate y el asado; esa es mi característica particular.
Existen aproximadamente
siete mil mineros silicosos con diferentes grados de evolución de
la enfermedad.
Esto fue lo que vio el Che
en su visita a la mina de wólfram en 1953 y lo que leyó Sergio
Almaráz, de modo que sabe el poder combativo del minero boliviano.
Es más, estos mineros, cuando se instaló el foco guerrillero en
Bolivia, donaron un día de su salario en beneficio de la Guerrilla
del Che.
La decision del Che de
luchar por cualquier país latinoamericano, cuando no por todos,
comienza a ponerse de manifiesto con absoluta claridad en 1954,
cuando en una carta a su amiga Tita Infante le dice:
Además,
sería hipócrita que me pusiera como ejemplo, pues yo lo único que
hice fue huir de todo lo que me molestaba y, aún hoy, que creo que
estoy en trance de dar cara a la lucha (sobre todo en lo social),
sigo tranquilamente mi peregrinación por donde me llevan los
acontecimientos sin pensar en volver todavía a dar guerra en la
Argentina.
Cuando dice "Sin pensar en
volver todavía a dar guerra en la Argentina" es que ya tiene en
mente la pretensión de volver a su país a guerrear, como comenzó
haciendo en Guatemala.
Tirso Sáenz, su
ex-viceministro, escribe en su libro:
Personalmente, en varias oportunidades, yo lo oí decir, de forma
inconscientemente profética: "Yo no voy a morir como un burócrata.
Yo voy a morir peleando en una montaña". (Tirso W. Sáenz, O
Ministro Che Guevara. Testemunho de um colaborador,
279)
Su premonición se cumple.
Muere cinco año después en una montaña.
El historiador argentino
Pacho O'Donnel, en su libro publicado en 2003, dice:
El "proyecto
argentino" siempre estuvo presente en el Che, como lo demuestra el
discurso que pronuncia en el festejo de un nuevo aniversario de la
Independencia Argentina ante un público entre los que se encontraba
John William Cooke, líder de la izquierda peronista: "Pensemos en
que somos parte de un ejército que lucha en cada pedazo del mundo y
aprestémonos a celebrar otro 25 de mayo, no ya en esta tierra
generosa, sino en tierra propia, y bajo símbolos nuevos, bajo el
símbolo de la victoria o bajo el símbolo de la construcción del
socialismo, bajo el símbolo del futuro". (Pacho O'Donnel, La
vida por un mundo mejor, 307)
CÓMO
La guerra de guerrillas no es
un producto peculiar ni exclusivo de cuaquier país. Desde los más
tempranos días de la historia ha sido una característica de las
guerras libradas por toda clase de hombres contra invasores y
opresores.
De este modo, es utilizando
este método como el Che pretende derribar al imperialismo
norteamericano.
CUÁNDO
En el mes de noviembre de
1966 parte a Bolivia a "Hacer la Revolución" en América Latina. A
sus espaldas lleva la riquísima experiencia de la revolución
cubana.
Al tomar posesión del cargo
de Ministro de Industria en La Habana en febrero de 1961 dijo y
cumplió: "Vamos a pasar cinco años aquí, y luego nos vamos". Y
advirtió: "Todavía podemos hacer una guerrilla".
Exactamente, cinco años
después se fue a Bolivia.
POR
QUÉ
Estamos hablando de la década
del sesenta. En el Tercer Mundo hay 600 millones de hambrientos,
800 millones de analfabetos, 3.000 millones de pobres y 9 millones
de niños menores de 5 años que mueren anualmente por enfermedades
remediables, desnutrición o pobreza. Por donde quiera que se ande
en la América Morena, se respira el olor mal oliente de la
miseria.
El hacinamiento y la
marginalidad humana, con sus cinturones anchos de pobreza, más toda
la carga de lacras sociales que el propio sistema capitalista
engendra, dan una idea fatalista de que el futuro del hombre sobre
la Tierra depende del capitalismo y de que no hay otro sistema
capaz de resolver esos problemas.
La explosión demográfica en
el siglo XX, a expensas del crecimiento de la población en los
países subdesarrollados, alcanza 4.000 millones de personas, de las
cuales el 80 por ciento vive en naciones del Tercer Mundo.
La tercera parte de la
humanidad no llegará a los 40 años, y hay zonas de América, como
las minas de Bolivia, por ejemplo, donde el hombre no pasará de los
35 años de vida.
Cada minuto muere un niño
como consecuencia del sistema, pues el niño está subnutrido, vive
en pésimas condiciones higiénicas, no tiene agua potable ni un
alcantarillado adecuado que evite la transmisión de enfermedades.
El sistema de salud es de pésima calidad, etc.
El Che considera que el
responsable número uno, el causante más importante de esta tragedia
y de este abismo que separa a ricos y pobres, es el imperialismo
norteamericano. Para él la única forma de conseguir el cambio del
sistema es mediante la guerra de guerrillas.
El Che se inspira y toma como
ejemplo a Cuba, que entre 1959, año en que triunfa Fidel Castro,
hasta 1965, año en que el Che abandona este país, la pequeña isla
casi ha resuelto en su integridad todos esos problemas.
El Che sintetiza su concepto
de internacionalismo y de lucha continental en la carta enviada a
la Conferencia Tricontinental de La Habana, celebrada en marzo de
1967. La carta la escribió en el mes de octubre de 1966 y la dejó
con Fidel Castro. He aquí su transcripción:
Si nosotros,
los que en un pequeño punto del mapa del mundo cumplimos el deber
que preconizamos y ponemos a disposición de la lucha este poco que
nos es permitido dar: nuestras vidas, nuestro sacrificio, nos toca
alguno de estos días lanzar el último suspiro sobre cualquier
tierra, ya regada con nuestra sangre; sépase que hemos medido el
alcance de nuestros actos y que no nos consideramos nada más que
elementos en el gran ejército del proletariado, pero nos sentimos
orgullosos de haber aprendido de la Revolución Cubana y de su gran
dirigente máximo la gran lección que emana de su actitud en esta
parte del mundo: "Qué importan los peligros, los sacrificios de un
hombre o de un pueblo, cuando está en juego el destino de la
humanidad".
Toda nuestra
acción es un grito de guerra contra el imperialismo y un clamor por
la unidad de los pueblos contra el gran enemigo del género humano:
los Estados Unidos de Norteamérica. En cualquer lugar que nos
sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ese, nuestro grito
de guerra, haya llegado hasta un oído receptivo, y otra mano se
tienda para empuñar nuetras armas, y otros hombres se presten a
entonar los cantos luctuosos con tableteo de ametralladoras y
nuevos gritos de guerra y de victoria.
El Che, en La Mesa de la
Sierra Maestra, convivió mucho tiempo con una campesina llamada
Juanita. Leamos lo que esta campesina dice al respecto de los
planes del Che:
Ahí fue
cuando me dijo: "Juanita, usted tiene que estudiar y hacer que sus
hijos estudien; usted tiene que trabajar con los organismos, con la
Federación de Mujeres Cubanas". Y yo: está bien, Comandante. Y me
hizo prometerle que mis hijos estudiarían. Y después se puso a
buscar un libro para enviárselo a una de mis hijas, pero no lo
tenía en el Ministerio. Dijo que me lo haría llegar. Y me habló de
Polo, de mandar a una escuela por dos años a Polo. Yo le dije que
sí.
Yo lo sabía.
Una noche, cuando llevaba mucho de estar en La Mesa, se puso a
hablar conmigo y me lo dijo: "Juanita, ¿vos sabés algo?; yo, cuando
termine esta guerra, tengo que ir a hacer otras guerras, voy a ir
hacer otras guerras cuando ganemos esta que estamos peleando". La
gente dice que si él pensaba irse a pelear por la libertad de
América ya desde que estaba aquí y yo le digo que a mí me dijo eso.
Bien clarito que me lo dijo. Y bien clarito que me acuerdo.
(Mariano Rodríguez, Con la adarga bajo el brazo, 78)
El 5 de junio de 1957,
cuando el Che observa la crueldad con que son bombardeadas las
casas de los campesinos, le escribió una nota a su mama
diciéndole:
Cuando ví
los cohetes y bombas que dispararon a la casa de Mario (se refiere
a un campesino) juré que los norteamericanos irían a pagar muy caro
por lo que estaban bombardeando. Cuando esta guerra termine, voy a
comenzar una guerra mía, mucho más larga y de mayores proporciones
la guerra que voy a trabar contra ellos. Ahora me doy cuenta de que
ese es mi verdadero destino.
Su padre, Ernesto Guevara
Lynch, apunta:
En su vida
interior se iba formando, en el torbellino de su pensamiento, lo
que con el tiempo fue plasmando y tomando cuerpo, y cuya máxima
expresión la encuentro en una carta que recibimos fechada en la
India y que en uno de sus párrafos dice: "Se ha desarrollado mucho
en mí el sentido de lo masivo en contraposición a lo personal, soy
siempre el mismo solitario que era, buscando mi camino sin ayuda
personal, pero tengo ahora el sentido de mi deber histórico. No
tengo casa, ni mujer, ni hijos, ni padres, ni hermanos, mis amigos
son mis amigos mientras piensen políticamente como yo, sin embargo,
estoy contento, me siento algo en la vida, no solo una fuerza
interior poderosa que siempre la sentí, sino también una capacidad
de inyección a los demás y un absoluto sentido fatalista de mi
misión me quita todo miedo". (Ernesto Guevara Lynch, Mi hijo el
Che, 428)