DESPUÉS de haber tomado un indio para servirnos de guía partimos los cuatro de Granada, donde durante dos días tuvimos el gusto de gozar de las delicias de este paraíso de Mahoma, encontrando por todas partes caminos llanos y unidos, los pueblos agradables, los campos sombreados por los árboles, y por todas partes una grande abundancia de frutas.
El segundo día después de haber salido de la ciudad, fuimos extremadamente espantados por un grande y monstruoso lagarto o cocodrilo, que habiendo salido del lago cerca del cual pasábamos, se bañaba en una laguna donde estaba de medio lado esperando su presa, como reconocimos después.
Al principio, no sabiendo lo que era, pensamos fuese un árbol que habría caído en el agua; hasta que pasando cerca notamos sus escamas y vimos que comenzaba a moverse y a querer echarse sobre nosotros, de suerte que esto nos obligó a separarnos bien pronto de allí. Pero sin duda quería que alguno de nuestra caravana le sirviese de alimento ese día, y comenzó a correr tras de nosotros, lo que nos espantó en demasía viendo que le faltaba muy poco para cogernos; pero un español, que conocía mejor el natural de este animal, nos gritó de irnos hacia el lado del camino, después de marchar por un tiempo todo derecho y adelante, y enseguida volver por el otro lado, yendo de esta manera siempre, volviendo tanto de un lado como de otro.
Este aviso nos salvó sin duda alguna la vida, porque por este medio cansamos a este monstruo y nos escapamos de él, pues de otra manera nos hubiera cogido y matado a alguno o a lo menos a una de nuestras mulas, si hubiésemos continuado nuestra marcha siempre derecho, porque corría tanto como nuestras mulas cuando marchábamos derecho, pero mientras que se revolvía teníamos el tiempo de ganar camino y tomar ventaja sobre él, hasta que por último lo dejamos muy atrás, del todo insatisfecho.
Esto nos dio a conocer la naturaleza de este animal, cuyo tamaño de cuerpo no impide que corra tanto como una mula; pero así como al elefante le cuesta mucho trabajo levantarse cuando está caído por tierra, de la misma manera este monstruo que es pesado y terco se encuentra muy embarazado cuando está obligado a volver todo el cuerpo.
Thomas Gage, Viajes en la Nueva España, 1648