El 3 de marzo de 2009 el fiscal Fernando Gelvez concluyó su misión en la causa con el pedido de elevación a juicio y la certeza de que la calificación que reclamaba para los procesados se ajustaba a un estricto y demorado sentido de justicia. Para esa fecha todos los inculpados se encontraban en prisión domiciliaria por razones de salud, excepto el capitán Bautista, quien recuperó la libertad, y el cabo Marandino, quien cumplía la orden de prisión preventiva efectiva, y es el único que permanece en esas condiciones.
Los cargos formulados a Sosa, Del Real y Marandino fueron los de autores materiales de los asesinatos.
Mayorga y Bautista, a criterio del instructor, jugaron el papel de cómplices necesarios.
El ex teniente Roberto Bravo continúa prófugo. Al reabrirse la encuesta, Hugo Sastre libró un pedido de captura a Interpol. Su paradero, de todos modos, sigue siendo un misterio. Los rastreos judiciales y periodísticos lograron reconstruir parte de sus andanzas. Consignan que después de los sucesos de la base Almirante Zar, quien el 22 de agosto de 1972 fuera jefe de guardia fue enviado a los Estados Unidos y revistó en la Embajada Argentina en Washington. El siguiente destino diplomático fue la agregaduría militar en Honduras, un país clave en la estrategia continental de la internacional negra alentada por la última dictadura. En 1981, Bravo pasó a retiro y se radicó en Miami, donde a principios de los 90 fundó, junto a su mujer, Ana María Giordano, RGB Group Inc., empresa dedicada a contratar médicos, paramédicos y odontólogos latinos para la atención de los miembros de US Air Force. Obtuvo dos jugosos contratos: firmó el primero hace más de una década, por un total de 27 millones de dólares. Su obligación era abastecer de dentistas a las bases aéreas de la Unión; en el segundo la exigencia fue de mayor rigor científico: reclutar expertos en genética molecular.
Ana María Giordano regentea también una inmobiliaria donde Bravo figura como accionista menor. Tal vez el negocio del real estate les haya facilitado una vida trashumante. En menos de un quinquenio, Bravo y Giordano se mudaron en tres oportunidades. La primera fue en 1996 a una vivienda sin pretensiones en el 143rd. Court, de Homestead, Florida. La finca, tras el estallido de las hipotecas subprime, se ofrece a unos 56.000 dólares; la segunda, al año siguiente, los encontró en el 1345 de Marseille Drive, en Miami Beach; la tercera, sobre el final del siglo XX, los situó en el 2235 de Arch Creek Drive, en North Miami. De acuerdo con los datos reunidos por el diario Miami Herald, Bravo se compró finalmente una casa en el 6330 de Frost Drive, en la costa oeste de Florida, a cinco horas de Miami, por la que pagó poco más de un millón de dólares y usó como casa de descanso los fines de semana.
A mediados de abril el juez federal de Rawson, Hugo Sastre, aceptó la solicitud de Gelvez. También lo hicieron los abogados defensores. La única opinión contraria a un rápido debate fue la de la defensora oficial que asiste al contralmirante Mayorga.
El 22 de agosto de 2007, en el viejo aeropuerto de Trelew, punto vital en el camino que condujo a la masacre, se inauguró el Espacio de la Memoria. Fotos e inscripciones señalan los lugares donde los diecinueve prófugos se reunieron, deliberaron, pactaron la rendición y entregaron las armas. A ese itinerario se han agregado más nombres: los de los hijos de la provincia desaparecidos después del golpe militar de 1976. Las paredes del edificio están descascaradas, la atmósfera es lúgubre y el mobiliario, mínimo. Una pequeña escalera, estrecha y empinada, lleva hacia el cuartucho reducido, poco más que un altillo, donde funcionó la torre de control. Sólo un cálculo mezquino pudo suponer que ese espacio era suficiente para el instrumental y los dos controladores encargados de guiar las maniobras de despegue y aproximación. Quien mire por las ventanas no verá más que el cielo y si se esfuerza también tendrá a disposición una planicie infinita y amarilla por la sequedad de los pastos. El visitante más asiduo es el viento. El Espacio de la Memoria parece perdido en el mundo.
Buenos Aires, mayo de 2009