Con un gesto fulgurante el Arcángel Gabriel
Abre de par en par el pórtico del poniente
Sobre New York. La gigantesca espada de oro
Chispeando simetría, hete aquí que monta guardia
En Heavens, Incorporations. Del crepúsculo
Bajan serenamente los puentes levadizos
De U.S.A. Sun hasta la isla de Manhattan.
Ahora es todo anuncio, irradiación, promesa
De la Divina Presencia. En lo íntimo de la materia
Los átomos se aquietan y se crea el vacío
En cada corazón de bicho, cosa y persona.
Y el silencio se deja estar así, profundamente...
Pero de pronto sube del abismo un sonido escaldado
De saxofón, y luego la atroz polifonía
De cuerdas y metales, síncopas, requiebros
De jazz negro viniendo de Fifty Second Street.
New York despierta a la noche. Son ocho millones
De solitarios que se disuelven por las calles
Sin mañana. New York se entrega.
Del páramo
Balizas celestiales se ponen a brotar, vibrantes
Al frente del asunto, mientras ángeles de nylon
Con alas de aluminio y los muslos palpitando
Emanan lánguidos de la Gran Puerta diamantina.
Cae el cambio de tarde. El Sublime Arquitecto
Satisfecho, desde el cielo admira su obra.
La maqueta genial se refleja en cada vidrio
El ojo afable de Dios proyectando ternuras.
¡Qué linda es New York! Acero y hormigón armado
Alzando siempre más alto eternas estructuras.
Dios sonríe complaciente. ¡New York es muy linda!
A pesar del East Side y de la mancha amarilla
De Chinatown y de la mancha oscura de Harlem
¡New York es muy linda!
Las primeras estrellas
Afinan en la amplitud cantinelas sencillas...
Pero Dios, que cambió mucho desde que se volvió rico
Enciende la llave que ilumina Broadway y apaga el cielo
Porque a las constelaciones que esparció en el espacio
Prefiere hoy los ersätze sobre La Guardia Field.
Crepúsculo em New York
Com um gesto fulgurante o Arcanjo Gabriel
Abre de par em par o pórtico do poente
Sobre New York. A gigantesca espada de ouro
A faiscar simetria, ei-lo que monta guarda
A Heavens, Incorporations. Do crepúsculo
Baixam serenamente as pontes levadiças
De U.S.A. Sun até a ilha de Manhattan.
Agora é tudo anúncio, irradiação, promessa
Da Divina Presença. No imo da matéria
Os átomos aquietam-se e cria-se o vazio
Em cada coração de bicho, coisa e gente.
E o silêncio se deixa assim, profundamente...
Mas súbito sobe do abismo um som crestado
De saxofone, e logo a atroz polifonia
De cordas e metais, síncopas, arreganhos
De jazz negro, vindos de Fifty Second Street.
New York acorda para a noite. Oito milhões
De solitários se dissolvem pelas ruas
Sem manhã. New York entrega-se.
Do páramo
Balizas celestiais põem-se a brotar, vibrantes
À frente da parada, enquanto anjos em nylon
As asas de alumínio, as coxas palpitantes
Fluem langues da Grande Porta diamantina.
Cai o câmbio da tarde. O Sublime Arquiteto
Satisfeito, do céu admira sua obra.
A maquete genial reflete em cada vidro
O olho meigo de Deus a dardejar ternuras.
Como é bela New York! Aço e concreto armado
A erguer sempre mais alto eternas estruturas!
Deus sorri complacente. New York é muito bela!
Apesar do East Side, e da mancha amarela
De China Town, e da mancha escura do Harlem
New York é muito bela!
As primeiras estrelas
Afinam na amplidão cantilenas singelas...
Mas Deus, que mudou muito, desde que enriqueceu
Liga a chave que acende a Broadway e apaga o céu
Pois às constelações que no espaço esparziu
Prefere hoje os ersätze sobre La Guardia Field.