La mujer amada lleva el mando, su cima
Es la más alta. La mujer amada es aquella que apunta a la noche
Y de cuyo seno surge la aurora. La mujer amada
Es la que traza la curva del horizonte y alinea el movimiento de los astros.
No hay soledad sin que sobrevenga la mujer amada
En su cúspide. La mujer amada es el padrón índigo de la cúpula
Y el elemento verde antagónico. La mujer amada
Es el tiempo pasado en el tiempo presente en el tiempo futuro
En el sin tiempo. La mujer amada es el navío sumergido
Es el tiempo sumergido, es la montaña inmersa en liquen.
Es el mar, es el mar, es el mar la mujer amada
Y su falta. A lo lejos, en el fondo plácido de la noche
Otra cosa no es sino el seno de la mujer amada
Que ilumina la ceguera de los hombres. Alta, tranquila y trágica
A ella es a quien llamo por el nombre de mujer amada.
Nascitura. La que ha de nacer de la mujer amada
Es la mujer amada. La mujer amada es la mujer amada es la mujer amada
Es la mujer amada. ¿Quién fue que sembró el viento? ¡La mujer amada!
¿Quién recoge la tempestad? ¡La mujer amada!
¿Quién establece los meridianos? ¡La mujer amada!
¿Quién la misteriosa portadora de sí misma? La mujer amada.
Vaguada, estrella, explosivo
Nada a no ser la mujer amada necesariamente amada
¡Cuándo! Y de otro modo no sea, puesto que es ella
Columna y cáliz, fe y símbolo, implícita
En la creación. Por eso, ¡que sea ella misma! A ella el canto y la ofrenda
El goce y el privilegio, la copa alzada y la sangre del poeta
Corriendo por las calles e iluminando las perplejidades.
¡Ea, la mujer amada! Que sea ella el principio y el fin de todas las cosas.
Poder general, completo, absoluto a la mujer amada!
Río de Janeiro, 1950
A brusca poesia da mulher amada (II)
A mulher amada carrega o cetro, o seu fastígio
É máximo. A mulher amada é aquela que aponta para a noite
E de cujo seio surge a aurora. A mulher amada
quem traça a curva do horizonte e dá linha ao movimento dos astros.
Não há solidão sem que sobrevenha a mulher amada
Em seu acúmen. A mulher amada é o padrão índigo da cúpula
E o elemento verde antagônico. A mulher amada
É o tempo passado no tempo presente no tempo futuro
No sem tempo. A mulher amada é o navio submerso
É o tempo submerso, é a montanha imersa em líquen.
É o mar, é o mar, é o mar a mulher amada
E sua ausência. Longe, no fundo plácido da noite
Outra coisa não é senão o seio da mulher amada
Que ilumina a cegueira dos homens. Alta, tranqüila e trágica
É essa que eu chamo pelo nome de mulher amada.
Nascitura. Nascitura da mulher amada
É a mulher amada. A mulher amada é a mulher amada é a mulher amada
É a mulher amada. Quem é que semeia o vento? – A mulher amada!
Quem colhe a tempestade? – A mulher amada!
Quem determina os meridianos? – A mulher amada!
Quem a misteriosa portadora de si mesma? A mulher amada.
Talvegue, estrela, petardo
Nada a não ser a mulher amada necessariamente amada
Quando! E de outro não seja, pois é ela
A coluna e o gral, a fé e o símbolo, implícita
Na criação. Por isso, seja ela! A ela o canto e a oferenda
O gozo e o privilégio, a taça erguida e o sangue do poeta
Correndo pelas ruas e iluminando as perplexidades.
Eia, a mulher amada! Seja ela o princípio e o fim de todas as coisas.
Poder geral, completo, absoluto à mulher amada!