La brusca poesía de la mujer amada (II)

La mujer amada lleva el mando, su cima

Es la más alta. La mujer amada es aquella que apunta a la noche

Y de cuyo seno surge la aurora. La mujer amada

Es la que traza la curva del horizonte y alinea el movimiento de los astros.

No hay soledad sin que sobrevenga la mujer amada

En su cúspide. La mujer amada es el padrón índigo de la cúpula

Y el elemento verde antagónico. La mujer amada

Es el tiempo pasado en el tiempo presente en el tiempo futuro

En el sin tiempo. La mujer amada es el navío sumergido

Es el tiempo sumergido, es la montaña inmersa en liquen.

Es el mar, es el mar, es el mar la mujer amada

Y su falta. A lo lejos, en el fondo plácido de la noche

Otra cosa no es sino el seno de la mujer amada

Que ilumina la ceguera de los hombres. Alta, tranquila y trágica

A ella es a quien llamo por el nombre de mujer amada.

Nascitura. La que ha de nacer de la mujer amada

Es la mujer amada. La mujer amada es la mujer amada es la mujer amada

Es la mujer amada. ¿Quién fue que sembró el viento? ¡La mujer amada!

¿Quién recoge la tempestad? ¡La mujer amada!

¿Quién establece los meridianos? ¡La mujer amada!

¿Quién la misteriosa portadora de sí misma? La mujer amada.

Vaguada, estrella, explosivo

Nada a no ser la mujer amada necesariamente amada

¡Cuándo! Y de otro modo no sea, puesto que es ella

Columna y cáliz, fe y símbolo, implícita

En la creación. Por eso, ¡que sea ella misma! A ella el canto y la ofrenda

El goce y el privilegio, la copa alzada y la sangre del poeta

Corriendo por las calles e iluminando las perplejidades.

¡Ea, la mujer amada! Que sea ella el principio y el fin de todas las cosas.

Poder general, completo, absoluto a la mujer amada!

Río de Janeiro, 1950

A brusca poesia da mulher amada (II)

A mulher amada carrega o cetro, o seu fastígio

É máximo. A mulher amada é aquela que aponta para a noite

E de cujo seio surge a aurora. A mulher amada

quem traça a curva do horizonte e dá linha ao movimento dos astros.

Não há solidão sem que sobrevenha a mulher amada

Em seu acúmen. A mulher amada é o padrão índigo da cúpula

E o elemento verde antagônico. A mulher amada

É o tempo passado no tempo presente no tempo futuro

No sem tempo. A mulher amada é o navio submerso

É o tempo submerso, é a montanha imersa em líquen.

É o mar, é o mar, é o mar a mulher amada

E sua ausência. Longe, no fundo plácido da noite

Outra coisa não é senão o seio da mulher amada

Que ilumina a cegueira dos homens. Alta, tranqüila e trágica

É essa que eu chamo pelo nome de mulher amada.

Nascitura. Nascitura da mulher amada

É a mulher amada. A mulher amada é a mulher amada é a mulher amada

É a mulher amada. Quem é que semeia o vento? – A mulher amada!

Quem colhe a tempestade? – A mulher amada!

Quem determina os meridianos? – A mulher amada!

Quem a misteriosa portadora de si mesma? A mulher amada.

Talvegue, estrela, petardo

Nada a não ser a mulher amada necessariamente amada

Quando! E de outro não seja, pois é ela

A coluna e o gral, a fé e o símbolo, implícita

Na criação. Por isso, seja ela! A ela o canto e a oferenda

O gozo e o privilégio, a taça erguida e o sangue do poeta

Correndo pelas ruas e iluminando as perplexidades.

Eia, a mulher amada! Seja ela o princípio e o fim de todas as coisas.

Poder geral, completo, absoluto à mulher amada!