Capítulo 27
Gameknight999 cayó al suelo hecho un guiñapo, de bruces contra la hierba. Estaba desorientado y confundido. Miró hacia atrás y lo entendió todo. El portal en el inframundo era horizontal, pero en este servidor era vertical y caía al vacío. Se sacudió y miró a su alrededor.
«Tejedora… ¿Dónde está Tejedora?»
—¡Tejedora, ¿dónde estás?! —gritó.
Buscó a la niña por todas partes como un loco, pero no la veía por ninguna parte.
«Oh, no…»
—Estoy aquí —dijo una voz entre la hierba espesa.
Se puso en pie y se quitó varias briznas de hierba del cabello rizado. Gameknight corrió hacia ella y la envolvió en un cálido abrazo.
—Creía que estabas… ya sabes —balbuceó.
—Estoy bien —dijo—. Pero no quiero volver a pasar por esto. Ha sido terrible… Me he sentido como si me estuviera muriendo.
—Bueno, ya ha pasado, ya estamos aquí. No te preocupes, vamos a encontrar a Cazadora.
—¿Y vamos a salvar Minecraft? —preguntó.
—Sí, eso también —contestó él con una sonrisa.
Miraron a su alrededor para ver dónde habían aterrizado. El portal los había conducido a un terreno llano con colinas bajas. Un puñado de abedules altos y majestuosos salpicaban la zona, con parches de flores aquí y allá que daban un toque de color a la alfombra verde de hierba que se extendía en todas direcciones. El sol estaba alto y brillaba cálido sobre la tierra, pero tenía un color extraño. En lugar del habitual amarillo del sol de Minecraft, tenía un tono rojizo, como si alguien hubiese derramado un bote de pintura carmesí sobre el cuadrado. Quizá no era pintura, a lo mejor era… Se estremeció; no quería ni pensarlo. Algo no iba bien en aquel lugar. La música de Minecraft era disonante y tensa, como un motor al que alguien le hubiese echado arena de forma que todas las partes se rozasen anunciando la muerte inevitable del mecanismo entre estertores de humo.
Así era aquel lugar, y le daba náuseas.
—¿Lo notas? —preguntó Tejedora—. Algo va realmente mal aquí.
Él asintió y suspiró. Estaba claro que Malacoda y Erebus habían pasado por allí con su vasto ejército. Ante ellos se extendía una franja de tierra ennegrecida y desfigurada por el paso de algo horrible. La presencia maligna había dejado una cicatriz en el terreno, matando todo lo que tocaba. La senda herida se extendía a lo lejos, y a lo largo de él se veían trozos diseminados de cerdo, ternera y lana. Alguien había asesinado a los habitantes de aquella tierra por pura diversión.
«¿Qué tipo de criatura haría algo así? —pensó—. ¿Matar por simple placer?» Y entonces recordó que él mismo había sido así en el pasado, y mataba animales porque sí. Pero aquello fue hacía mucho tiempo, cuando Minecraft solo era un juego para él. Ahora era más sabio.
Miró la cicatriz en carne viva que se extendía a lo lejos y supo exactamente qué rumbo tomar. Se ajustó la armadura de diamante y agarró a Tejedora de la mano.
—No te preocupes —dijo, intentando ocultar su propia ansiedad—, lo arreglaremos. Arreglaremos Minecraft.
—¿Solos?
—Si no nos queda otra… —contestó—. No vamos a darnos por vencidos, ¿verdad?
Tejedora negó con la cabeza y su melena roja se agitó salvaje. Le dedicó una cálida sonrisa que lo animó. Agarrándola fuerte de la mano, empezó a caminar por la hierba verde y llena de vida, lejos del camino marcado y oscurecido.
El silencio era ensordecedor. Nunca se había sentido tan solo, tan vulnerable, tan asustado.
—¿Conseguiré hacer esto solo? —le preguntó a Tejedora—. La última vez tenía al Constructor y a Shawny, pero ahora estoy solo de verdad. Quizá pueda conectar con Shawny desde este servidor. Tengo que encontrar una aldea y reunir a un nuevo ejército, pero no sé de cuánto tiempo dispongo.
—Me tienes a mí —dijo Tejedora con su vocecilla aguda.
—Claro que sí —contestó él.
La incertidumbre y la duda nublaban sus pensamientos. Sopesó las distintas opciones que tenía: utilizar la red férrea subterránea, reunir a los constructores… Las alternativas daban vueltas en su cabeza mientras trataba de descifrar las piezas de aquel nuevo rompecabezas. Pensó en buscar a Notch, pero ¿dónde estaría? Quizá fuese un usuario de aquel servidor, igual que él y Shawny lo fueron en el suyo. Podía intentar ponerse en contacto con él, pero ¿cómo?
Un ruido extraño llegó hasta sus oídos; era un sonido melodioso que interfería con sus pensamientos, pero en cierto modo lo tranquilizaba y le inspiraba confianza. Trató de ignorar el ruido y concentrarse en el problema que lo ocupaba ahora… congregar un ejército, contactar con Notch, seguir a los monstruos… Pero ¿qué era aquel sonido?
Y entonces se dio cuenta de qué era. Alguien estaba tarareando una melodía suave y reconfortante, alguien con una voz aguda y llena de alegría y coraje. El sonido se mezclaba con un arrastrar de pies por el suelo… No de un único par de pies, sino de miles de pies… Y caballos, muchísimos caballos. Giró sobre sí mismo y no pudo creer lo que vieron sus ojos.
¡El Constructor!
—Hola, Gameknight999 —dijo el joven PNJ con una sonrisa en la cara y los ojos azules brillando de nuevo—. Qué casualidad encontrarnos aquí, ¿no?
Gameknight miró detrás del Constructor y vio la silueta corpulenta de Peón, también sonriente. Detrás de Peón iba el ejército entero, la infantería y la caballería, algunos aún saliendo del portal que se destacaba sobre el paisaje. Eran al menos un millar, la mayoría armados y acorazados, aunque también había algunos sin armadura —los que habían sido prisioneros y esclavos de Malacoda, ya liberados—, que habían decidido unirse a la batalla por Minecraft.
Gameknight se paró en seco y miró al Constructor con lágrimas en los ojos.
—Habéis venido a la Fuente —dijo, ahogado por la emoción.
El Constructor dejó de andar y levantó el brazo para que todos se detuvieran.
—Lo hemos discutido y hemos decidido que algunas reglas están para romperlas —explicó—. Y si el mecanismo de Minecraft ha permitido a los monstruos invadir este reino sagrado, nuestro deber era venir y ayudar. Además, sabíamos que no nos pasaría nada, ya que nos precedía el mayor experto en romper reglas que conozco… Gameknight999.
Esbozó una sonrisa que contagió a todos los que tenía cerca, entre ellos Gameknight. El joven PNJ lo rodeó por la cintura y lo abrazó con todas sus fuerzas, y el Usuario-no-usuario lo estrechó de vuelta. Gameknight soltó al Constructor y se acercó a Peón. Le dio una palmada en el hombro, y los ojos verdes del gran PNJ relucieron de orgullo. A medida que caminaba entre su ejército, Gameknight percibió la misma mirada en todos los demás; a todos los PNJ les brillaban los ojos de satisfacción y se erguían tanto que parecían un poco más altos. Sus guerreros estaban orgullosos de poder hacer algo por alguien… por algo… por Minecraft. Estaban allí para hacer las cosas bien, por sus familias, por sus amigos, por gente que ni siquiera conocían. Por la hermana y los padres de Gameknight. Y él les estaría eternamente agradecido por aquel sacrificio. Intentó hablar, quería poner en palabras su agradecimiento, pero lo único que consiguió fue esbozar una sonrisa y secarse las lágrimas que le corrían por las mejillas.
Una mano se posó en su hombro y desvió su atención de la multitud.
—¿Vamos o qué? —preguntó Constructor—. Estamos cansados de esperarte siempre. —Los que estaban más cerca se echaron a reír, y las risas se extendieron por todo el ejército, así como las palabras de Constructor—. Vamos, tenemos que salvar un servidor. No, tenemos que salvar infinitos servidores. ¡Así que en marcha!
—¡POR MINECRAFT! —gritó Gameknight.
—¡POR MINECRAFT! —atronaron todas las demás voces a su espalda.
Alguien les llevó tres caballos a Gameknight, al Constructor y a Peón. Gameknight montó de un salto, se irguió y observó sus fuerzas. Se agachó y subió a Tejedora a la silla delante de él. Se sentía orgulloso de todos y cada uno de aquellos PNJ y, por las expresiones de sus caras, ellos también.
Pero la incertidumbre acerca de qué hacer a continuación aún ocupaba la mente de Gameknight. No acababa de ver claras las piezas del rompecabezas, no como las había visto en el inframundo. Tenía que detener a los monstruos, pero no sabía cómo.
Peón debió de notar la incertidumbre de Gameknight, porque empezó a dar órdenes a los ojeadores, y los envió en todas direcciones. Situó sendos pelotones en los flancos y envió a un grupo de jinetes a la retaguardia. Una vez que las fuerzas estuvieron desplegadas a su gusto, miró al Usuario-no-usuario y asintió con la cabeza. Gameknight, sin saber muy bien cuál era la estrategia, hizo lo único que podían hacer, que era avanzar. Espoleó a su caballo y enfiló el sendero oscuro que se abría como una herida en la carne de Minecraft.
Seguido por sus amigos, Gameknight avanzó con confianza renovada, sin dejar de pensar en Cazadora.
—Espero que estés bien, Cazadora —dijo en voz alta—. Vamos a salvarte.
—Sí, vamos a salvarte, hermanita —repitió Tejedora.
—Vamos todos a salvarte —añadió el Constructor.
—Y a Minecraft —dijo Peón con una voz potente que arrancó un grito de guerra de las tropas.
—¡POR MINECRAFT!
Sus voces resonaron por todas partes, ahuyentando las dudas y el miedo. El ejército de PNJ avanzaba con Gameknight999 a la cabeza, dispuestos a perseguir al enemigo sin descanso, y no iban a parar hasta salvar Minecraft.