Capítulo 15

Llamando a los ángeles

Charles salió de la alcoba listo y arreglado y se sorprendió de encontrar a Isabella sola.

—¿Y Liam?

—Tuvo que irse —Isabella a duras penas controlaba el sollozo que quería salir de su garganta—, pero dejó dicho que haría las escenas, que no te preocuparas. ¿Volverás a hospedarte hoy en el rancho Lewis?

—Probablemente —admitió Charles—. Pero larguémonos de aquí. Tenemos demasiadas cosas de que hablar, gatita. ¿Te apetece que vayamos a comer el bistec más grande y jugoso que encontremos?

Isabella suspiró y sabía que no podía posponer esa plática. Tendría que hablar todo el día sobre Liam Lewis y Rooney Wings.

—Lo que tú quieras está bien, Charles…

El Ferrari negro descapotable de Liam corría a toda velocidad por las calles de Fort Worth. El viento azotaba la cara de Liam y este, furioso, le daba órdenes con la voz a su sistema de voz para que localizara el álbum de metal pesado que pudiera calmarlo en ese instante. Charles en pijama… Isabella con el cabello mojado… ¡Pero por supuesto! Cuando por fin comenzó a oír Bleed it Out, de Linkin Park, dio la orden de volumen máximo y apretó con furia el volante. Mientras encendía otro cigarrillo y tarareaba el coro de la canción, se sintió como un maldito idiota perdedor mientras recordaba cómo había abierto su habitación con una bandeja repleta de hot cakes hechos por él mismo, jugo de naranja, café y una maldita rosa roja.

—¡Ridículo, ridículo! ¡Eres un imbécil, Liam! —gritó mientras con furia giraba por las calles sin importarle pasarse semáforos en rojo o violar señales de alto. “Peccata minuta”.

Y fue entonces, cuando la canción se terminó que tomó una decisión sorpresiva. Dio una fumada más antes de arrojar el cigarro hacia la calle.

—GPS… Four Seasons…

Isabella y Charles entraron a un pequeño restaurante con mesas en la calle, muy cerca del hotel, muy informal, pero con aire alegre. Se sentaron y ordenaron a la mesera. Ambos permanecieron callados por un lapso de alrededor de tres minutos antes de que Charles se decidiera a hablar.

—Bien, gatita, es hora de aceptarlo… —La mesera se acercó con dos Coca-Cola grandes—. Creo que Liam Lewis ha ganado la batalla respecto a Rooney…

—¡Charles! —Isabella se desesperó instantáneamente.

—Gatita, no sé si tengas la más mínima idea de lo que sentí cuando Liam dijo que él filmaría la secuencia de la manada de cuernilargos solo si era la escena completa… me sentí morir… —Charles se mordió los labios—. Y fue un golpe letal a mi corazón cuando Rooney aceptó… —El director se jaló el cabello con desesperación—. Lo único que yo quería era que Rooney no quisiera, que no aceptase… pero dijo que sí… ¡Ella dijo que sí!

—Era su trabajo, Charles… —Isabella intentó excusarla, pero por dentro ella también hubiera querido ahorcar a la actriz.

—Pensé que tendría que gritar “corte” porque Rooney no podría lidiar con alguien que no es actor… —Charles prosiguió—. Pero Liam lo hizo tan bien… De verdad… me impresionó la facilidad con que lo hizo… es como si le viniera en la sangre… y Rooney actuó tan increíblemente que no pude, Isabella. ¡No pude gritar “corte” por más que quise! Y… fue cuando Liam dijo la maldita línea del guion y yo se la creí… ¡Se la compré totalmente!

—Sí… —Isabella bajó la mirada para ocultar la chispa de tristeza en su mirada—. O fue un “te amo” muy convincente o fue porque lo dijo muy en serio…

—Y ese beso… —Charles se llevó las manos a la cabeza con desesperación—. Ese maldito beso no fue actuado… ¡No lo fue, Isabella! Te lo juro por mi carrera…

—Hannah dijo lo mismo… —Isabella dijo con dolor por ella y por su amigo que estaba desmoronándose delante de ella.

—¡Y el 4 de julio! Hacían la pareja perfecta… Y el imbécil de Chris Moyes-Belli con sus tonterías le ha dado a Liam la ventaja de tener que filmar sus escenas y por ende estar con Rooney más tiempo del requerido… y a ella no le molesta…

—Pero ella se veía muy feliz el día que salimos… —Isabella le rebatió con esperanzas.

—Gatita… —Charles la miró a los ojos—. ¿Me besó? No. ¿Me abrazó? No.

—Pero la pasaron bien…

—Pasarla bien contra un beso es equivalente a que Liam va ganando. Punto final.

Rooney se encontraba practicando el violín en su suite. Lo bueno de tener el penthouse del Four Seasons es que todo lo que querías te era concedido. Le gustaba practicar cerca de la terraza para tener la vista panorámica y cerca del extraordinario piano de cola negro que hacía aún más elegante la increíble sala. Cuando oyó toquidos en su puerta, colocó con gran amor su violín sobre el sofá y corrió graciosamente, con andares de bailarina a abrir. Su asombro fue indescriptible.

—¡Liam! ¡Qué gusto verte! ¿A qué debo el honor de tu visita?

—Rooney, tan hermosa como siempre… ¿No te molesto? —Liam le sonrió encantadoramente y la actriz lo invitó a pasar.

—No… para nada… Solo estaba practicando un poco el violín…

—Sí… recuerdo que lo mencionaste… me encantaría oírte tocar…

—Podríamos hacer un trato… —dijo Rooney con cierto encanto—. A mí me pareció fabulosa tu manera de cantar… el día del karaoke lo demostraste estupendamente al lado de Isabella…

—¿Te parece? —Liam sonrió—. También compongo en ocasiones con John…

—¿Te ofrezco una copa?

—Sí… ¿por qué no?

Rooney se dirigió al bar y le sirvió una copa de vino tinto a Liam. Ella se sirvió otra igual y vio cómo Liam se sentaba en el piano de cola.

—¿También tocas el piano?

—Sí. Mi madre me daba lecciones de pequeño… —Liam empezó a deslizar sus dedos sobre las teclas y de pronto ya tenía una tonada sencilla pero hermosa. Rooney se quedó asombrada.

—Me encantaría saber si puedes componer ahora mismo algo con esa melodía. Es preciosa…

—Ahora mismo, como me siento, las palabras luchan por salir… —Liam habló más consigo mismo que con la actriz que lo miraba con asombro.

—Adelante…

Liam empezó a tocar y de pronto su voz empezó a acompañar a las notas del piano mientras Rooney lo escuchaba.

Llamando a todos los ángeles.

Los necesito cerca de mí.

La extraño y me duele.

¿La bajarían de su nube por mí?

Rooney dejó su copa y se recargó en el piano mientras Liam cerraba los ojos y soñaba locamente con unos ojos color celeste y el perfume de un cabello castaño sobre su cama.

He estado esperando a alguien para amar.

Toda mi vida esperé para ahora encontrar.

Ahora la necesito en la tierra.

He estado arrodillado

y rezando por oír un sonido.

Rooney se estremeció. Sentía lo mismo que Liam.

Toda mi vida he estado esperando a alguien para amar.

Toda mi vida he estado esperando algo para amar.

Y Rooney, sin decir palabra alguna, sintiéndose totalmente identificada con aquella triste tonada y aquellas palabras que ella también hubiera querido componer en ese mismo instante, tomó su violín y comenzó a acompañar a Liam, a tocar la misma melodía y Liam le sonrió mientras veía cómo Rooney cumplía su parte del trato. Estaba dejando oírla tocar. Y lo hacía maravillosamente. El violín triste, junto con el piano, hacía que aquella canción llegara al alma. Rooney le sonrió y Liam siguió cantando.

Día tras día, a través de los años.

Ángeles, que ella haga mi camino

y que de su nube la bajen.

Para besarla sin fin

día tras día, a través de los años.

Día tras día, a través de los años.

Rooney no pudo evitarlo y terminó soltando una lágrima cuando Liam dejó de tocar. Liam se levantó, la abrazó, abrazo que la actriz le correspondió plenamente y Liam, sintiéndose increíblemente mejor, besó la mano femenina mientras el crepúsculo comenzaba a dejar entrever la primera estrella de la noche.