Promocionando una película
John y Hannah llegaron pasado el mediodía. Hannah iba más alegre que nunca. No solo había viajado en primera clase y había compartido mimos, abrazos y besos de su “casi” novio pelirrojo sino que iba a conocer la mansión Lewis. Llevaba en su equipaje las bolsas de Victoria’s Secret. Esperaba que, para ese entonces, Isabella ya se hubiera recuperado de su locura y hubiera arreglado sus problemas con Liam. De esa manera, ella podría darle buen uso a la lencería si Isabella no la quería. Cuando Emily abrió las puertas, Hannah se quedó maravillada.
—¡Wow! ¡Esto sí que es vivir con estilo!
—Nena… —John habló en voz bajita—. Disimula, por favor… disimula…
Sophia los recibió y Hannah se cuadró al instante.
—¡John, hijo! Me alegro de que hayan llegado…
—¿Todavía nada, señora?
—Nada… —Sophia suspiró y volteó a ver a Hannah—. ¿Qué tal el vuelo, linda?
—Muy bien, señora Lewis… —Hannah no sabía cómo actuar, si hacer una reverencia o qué y Sophia contuvo una sonrisita.
—Bueno… pues creo que deberían subir a ver a Liam… está encerrado en su cuarto… Y, ¿John?
—¿Sí?
—Dale ánimos…
Charles se despidió de Rooney prometiéndole que la visitaría en cuanto pudiera. Tendría que ponerse a trabajar inmediatamente para tener todo listo para la fecha de estreno. Le urgía ver el avance de edición, post-producción, efectos especiales y el trabajo de promoción que estaba llevando a cabo Isabella. Además, tenía que saber qué estaba pasando con su asistente. Charles entró hecho una tromba a Sunset Gower Studios y la primera persona con la que se topó fue con Laura Neville.
—¡Laura!
—Sí, jefe.
—¿Dónde está la gatita?
—¿Es qué hoy es el día en que todo el mundo tiene que preguntar por Isabella? —Laura preguntó con rabia, recordando a la guapura de hombre con el que se había topado a las seis de la mañana.
—¡Laura! —Charles le llamó la atención y Laura no tuvo más opción que responder, muy a su disgusto.
—Solo vino a inicios de semana. Me pidió que le enviara todo el trabajo al hotel donde se está quedando, pero me dijo que no dijera dónde.
—Yo soy el jefe, así que eso no cuenta conmigo…
—Holiday Inn… el que está a cinco cuadras de aquí.
—Gracias. ¿En qué proceso vamos?
—Edición termina hoy. “La gatita” —dijo Laura con sarcasmo— está haciendo todo en tiempo récord. A decir verdad, solo nos tiene detenidos el departamento de efectos especiales y promoción nos tiene presionados con cuál será el tema musical principal para el soundtrack de la película. Fuera de eso, estamos a tiempo para entregar.
—De acuerdo. Voy a mi oficina, comunícame al celular de la gatita… aunque te moleste, Laura… —dijo Charles.
— Sí, señor. —Laura aceptó la orden sin chistar.
—¿Liam? —John entró con reservas al cuarto y encontró a Liam viendo hacia el exterior con el ventanal abierto. Liam no se inmutó. ¿Liam? —El pelirrojo se adelantó y le tocó el brazo. Liam se zafó como si el contacto le quemara y vio fijamente a su amigo.
—Dime que Hannah me mintió, John, dime que vas a traerla ahora y me va a decir dónde encontrar a Isabella… porque ya no sé qué es peor… Si tenerla cerca y creer que la odio, pero saber que está ahí o tener la certeza que la amo y no tener ni la más remota idea de dónde está…
—Traje a Hannah… pero no creo que ayude… la dejé en un cuarto de huéspedes e Isabella te mandó esto…
John le mostró todos los paquetes de Victoria’s Secret que Liam le había comprado en The Galleria con la nota que le dejara encargada con Hannah:
Liam:
Agradezco que quisieras regalarme esto. Es precioso. Pero no tengo a quién lucírselos. El dinero ayuda y tú lo tienes. Ojalá pudieras haberme comprado lo que yo más quería. Pero, como te dije en el auto, no puedes darlo, ni siquiera lo puedes comprar y no lo tienes. Fue interesante haberte conocido, señor Lewis.
Isabella
—¡Maldición! ¡Maldición! —Liam hubiera querido romper aquel trozo de papel, pero no podía por el solo hecho de que Isabella había escrito sobre aquel papel.
—Liam, tal vez… tal vez ahora te tocó perder, amigo. —John lamentaba aquello, pero no podía evitar pensar que existía la posibilidad de que la lucha estuviera finiquitada con aquella nota.
—No… me rehúso… ¡no puedo perder ahora, John! —Liam comenzó a pasearse por su habitación como león enjaulado—. Ya fui a buscarla a donde vive, ya fui a buscarla a su trabajo y me dijeron que pidió vacaciones. Mi madre dice que tengo que esperar… no soy el hombre más paciente del mundo, pero si eso tengo que hacer, esperaré…
El teléfono sonó y, unos minutos después, Emily entraba al cuarto ante la mirada de los dos amigos.
—Joven Liam, Rooney Wings para usted…
—¿Rooney?
Isabella estaba comiendo en su suite. Había pedido servicio a la habitación. Apenas iba a dar una mordida a su sándwich mientras revisaba una y otra vez la ortografía de cada uno de los participantes de la película para poderlos pasar a post-producción cuando su celular sonó.
—¿Sí?
—Gatita, no creí que fueras a tomarte tan en serio el hecho de aislarte una vez llegada a Los Ángeles. Exijo que me abras la puerta.
—No sabes dónde estoy… —bromeó Isabella, segura de que estaba a salvo.
—Gatita, soy el jefe. Estás en el Holiday Inn, quinto piso, habitación 516 y estoy afuera. Ven a abrirme la puerta. El letrero de “No molestar” no aplica conmigo…
Isabella ahogó un grito y casi se atragantó con el sándwich. ¡Laura! No contaba con que Charles utilizaría el pretexto de jefe para obligarla a decirle por qué no estaba trabajando en la oficina. Deprisa, se levantó de la cama, trató de acomodar todo el papelero que tenía esparcido y abrió para encontrarse con su amigo.
—Charles, yo…
—En este preciso momento me vas a explicar por qué no estás en la oficina y por qué no estás en tu casa y qué haces hospedándote en un hotel… ¿De qué o quién te estás escondiendo, Isabella?
—¿No crees que primero deberías preguntarme sobre el trabajo que ya tengo avanzado? —La castaña intentó cambiar el tema sin éxito ante la mirada fija del director.
—Laura ya me informó y sé que todo marcha sobre ruedas. Ahora contesta a mis preguntas…
Isabella suspiró. No quería decirle la patética realidad a Charles. Que se estaba escondiendo de su realidad, de su amor por Liam Lewis, que no quería saber si Liam la buscaba para hacerle la vida miserable o para demostrarle que seguiría insistiendo sobre Rooney a pesar de que la actriz hubiese elegido a Charles.
—Charles, simplemente es una idea loca de mi cabeza… Son vacaciones, no quiero ir a lavar trastes a mi casa…
—Y yo me chupo el dedo, gatita. Todo esto tiene que ver con Liam Lewis… Liam tiene un interés brutal en saber dónde estás…
—Porque me odia… porque no sabe de qué otra manera seguir haciendo mi vida miserable…
—Gatita… —Charles tomó las manos de Isabella y la obligó a sentarse a su lado—. Sinceramente, Liam me hizo reflexionar sobre una cosa cuando obligó a Hannah a decirle tu dirección en Los Ángeles. Yo le dije que no sabía por qué insistir en saber dónde estabas si todo el tiempo te había estado presionando sobre los reportes diarios, si te había hecho mover remolques, preocuparte por haber movido pacas de paja, gritoneado por no haber puesto en la lista a su madre para que pudiera entrar al rancho… en pocas palabras… humillándote todo el tiempo por esa tonta promesa que hiciste para que él me permitiese filmar en el rancho Lewis… y lo que Liam me contestó me hizo entrar en razón…
—¿Qué te dijo? —Isabella no pudo contener la curiosidad.
—Que si de verdad me preocupaba tu bienestar, ¿por qué no había buscado otro rancho donde no te hubiera expuesto a tantas exigencias por parte de un despiadado como él? Y ¿sabes? Liam tiene razón. Gatita, quiero que me perdones. Desde el inicio de la filmación solo me preocupé en querer tener la perfección para esta película. Y no me importó exponerte para conseguir el rancho Lewis. Y te sacrificaste por tu amistad hacia mí. Y no fue justo. No debí dejarte hacer esa promesa. Perdóname, Isabella.
—Charles, yo elegí hacer esa promesa… yo…
—No, Isabella, te sacrificaste por la amistad que teníamos. Sabías que yo quería el rancho Lewis y la manada de cuernilargos que Liam Lewis poseía… Liam tiene razón. Fui un egoísta y por eso vengo a pedir perdón. Incluso durante la filmación, cuando te diste cuenta de que yo amaba a Rooney, te hiciste de mi lado y, prácticamente, sin ti, Rooney y yo no estaríamos juntos. Te debo más de una, gatita, Isabella… —Charles besó las manos de su mejor amiga—. Isabella, gatita, por favor… dime ¿qué te está ocurriendo? Pídeme lo que quieras… ¿Qué deseas?
—Lo único que quiero, Charles, es que me dejes sola, me dejes seguir trabajando desde aquí y después del estreno, me des unas largas vacaciones…
—Pero estás de acuerdo que te necesito para la fiesta del anuncio de la película ante la prensa y para la premier de la película…
—Serán los únicos dos eventos a los que asistiré, Charles, pero fuera de ahí, te suplico… no cuentes conmigo. Y te agradeceré que nadie más sepa dónde estoy.
—Está bien… después de todo lo que has hecho por mí, no puedo negarte nada… ¿Y si Liam sigue preguntando por ti? Está en Los Ángeles…
—Por mucho que esté en Los Ángeles, no podrá encontrarme si tú no se lo dices…
—¿Liam? —La voz de Rooney por teléfono desconcertó al pelinegro.
—¿A qué debo el honor de tu llamada, Rooney? —John le hacía señas a Liam mientras este lo ignoraba.
—Liam, no sé si sepas, pero te voy a dar la primicia… Charles y yo estamos juntos…
—¡Juntos! —Liam sonrió—. ¡Qué buena noticia! Me alegro sinceramente por ustedes…
—Gracias, muy amable de tu parte… Pero quiero ayudar a Charles en algo que falta para la película y sé que tú me puedes ayudar… y no vas a negarme tu ayuda… después de todo, somos amigos, ¿no?
—Sí, desde luego, Rooney…
—¿Recuerdas el día que me visitaste en el Four Seasons y que querías oírme tocar el violín y que terminaste componiendo aquella canción tan hermosa con la que terminé acompañándote?
—Sí, lo recuerdo… —Las imágenes se vinieron a la mente de Liam. ¡Cómo olvidar que esa melodía estaba dirigida a Isabella, que estaba llamando a un ángel para que viniera a sacarlo de su agonía de celos!
—Bueno… me enteré que aún no encuentran la canción principal para la película y pensé que podríamos grabar esa canción, tú y yo en el estudio y presentarla… Creo que es hermosa y cumple con la historia de amor de Noah Harris y Emma Allen… ¿Qué dices?
—Rooney… —Liam estuvo a punto de dar un no rotundo, pero Rooney insistió.
—Por favor, Liam, cantas precioso, tocas el piano espectacular y con mi violín daríamos ese toque mágico a la película. Además, ayudaríamos a mi prometido. Y, ¿quién sabe? Tal vez hasta nos den un Óscar como mejor canción para una película…
—Rooney, lo que menos me interesa es la fama…
—Bueno, entonces no lo veas por la fama… velo por el lado de que la mujer que te interesa la va a oír…
—¿Cómo sabes que esa canción es para una mujer…?
—Liam… —Rooney hizo un gesto como si aquello fuese obvio.
—¿Y cómo sabes que esa mujer no eres tú?
—Porque conmigo siempre fuiste muy protector… y nunca me miraste de la manera en que viste a Isabella… tengo la impresión de que quien en verdad te importa es ella… aunque a quien hayas besado haya sido a mí… en escena, desde luego.
Liam lo pensó por un minuto. Si Isabella estaba escondida, tal vez los celos hicieran que saliera. Era un arma de dos filos. Pero si nada había funcionado hasta el momento, haría lo que fuese. Hasta volver a jugar con fuego.
—De acuerdo, Rooney. Grabemos la canción. ¿Dónde?
—En Sunset Gower Studios tienen un área de grabación para pistas musicales. ¿Te parece que lo hagamos mañana?
—Está bien. ¿A qué hora hay más paparazzi?
—A todas horas…
—¿A qué hora hay más?
—A las 4 de la tarde…
—A esa hora nos vemos…
Rooney y Charles llegaron a los estudios. La actriz le aseguró que tenía una gran sorpresa para él en cuanto a la canción que faltaba. Charles se mostraba renuente.
—Amor, solo te pido que pase lo que pase y veas lo que veas, confíes en mí… ¿ok?
—De acuerdo… dame un beso… —Charles pidió.
—¡Pero estamos en plena entrada!
—¡Qué importa que nos vean!
Rooney no se hizo de rogar y besó a su novio. Sin embargo, varios flashazos captaron el momento sin que ellos se dieran cuenta. Charles entró a su oficina y Rooney esperó. Un Ferrari Cabriolet se estacionó y Liam Lewis bajó momentos después. Rooney le sonrió y ambos entraron. Algunos flashazos también captaron la escena.
Rooney guio a Liam y todo estaba preparado en el estudio de grabación con un piano de cola y el violín preferido de Rooney. Los técnicos estaban preparados para grabar y cuando el director le cuestionó a Liam cuál sería el título de la canción, Liam solo atinó a responder: “Llamando a los ángeles”.
Como si la hubiera grabado en su memoria, Liam cantó y perfeccionó los tonos y acordaron que con la compañía de una batería la melodía quedaría perfecta. En solo tres tomas, Liam quedó satisfecho y el solo de Rooney se logró en cinco tomas. Rooney quería la perfección. La mezcla quedó terminada en dos horas. Satisfechos, los técnicos y el director dijeron que tenían un éxito asegurado. La actriz, contenta y fascinada, preguntó a Liam:
—¿Me vas a decir quién es la dueña de esta canción?
—No. —Liam fue decidido al contestar en un monosílabo—. Si ya terminamos, ¿podemos ir afuera?
—Sí, desde luego.
Liam y Rooney salieron y el pelinegro se dio cuenta inmediatamente de que había paparazzi captando la salida. Jugándose el todo por el todo, con tal de que Isabella saliera de su escondite, aunque fuera por las razones equivocadas, sacó de su pantalón una cajita.
—Rooney, ¿recuerdas que querías un dije parecido al material del que consiguió Isabella en Texas?
—Sí… fue una lástima no haber podido conseguirlo… —dijo Rooney con pena.
—Bueno… aquí está. No es igual, pero al menos tiene forma de R… por tu nombre. —Liam lo sacó del estuche ante la mirada atónita y fascinada de la actriz.
—Liam… ¡es bellísimo!
—Espero que Charles no se ponga celoso…
—No te preocupes… me encargaré de explicarle… ¿Podrías ponérmelo?
—Por supuesto… —Liam se lo puso mientras Rooney levantaba su cabellera para dejar su cuello desnudo. Los flashes relampaguearon. Y Liam supo que Isabella tendría que ver aquella foto. “Lo siento, lindura. Tengo que sacarte de tu escondite y si tengo que volver a jugar sucio… que así sea…”.
Era temprano en la mañana. Isabella bajó al lobby para ver por sí misma los platillos del buffet mañanero y además quería comprar el periódico. Era sábado. Quería ver si había algo novedoso en el cine o alguna revista que comprar para hojearla durante el desayuno antes de tirarse a ver la tele hasta que los sesos se le derritieran. Ese día no iba a trabajar en nada relacionado con el trabajo. Ya la semana había sido demasiado dura. Quería descansar. Y, cuando se acercó al puesto de revistas del hotel, su mirada se fue directamente a todos los periódicos de la farándula y, con rapidez, tomó dos periódicos que tenían diferentes leyendas con fotos a todo color:
“El director Charles Weinstein rompe la política de salir con las actrices de sus películas”.
“Una tierra apasionante promete ser la película del año… por el triángulo amoroso entre el director Charles Weinstein, la bella Rooney Wings y el millonario Liam Lewis”.
“Liam Lewis saliendo de los estudios Sunset Gower en compañía de Rooney Wings… ¿Qué dirá Charles Weinstein al respecto?”.
“¿Qué es lo que le pone en el cuello un millonario a una actriz ganadora del Globo de Oro? Esperamos con ansias el estreno de Una tierra apasionante”.
Isabella sintió que no importaba que estuviese escondida. Liam Lewis ya la había alcanzado. Y estaba a un paso de encontrarla.