Primero libro
LENIO:
Un vano, descuidado pensamiento,
una loca, altanera fantasía,
un no sé qué, que la memoria cría,
sin ser, sin calidad, sin fundamento;
una esperanza que se lleva el viento,
un dolor con renombre de alegría,
una noche confusa do no hay día,
un ciego error de nuestro entendimiento,
son las raíces proprias de do nasce
esta quimera antigua celebrada
que amor tiene por nombre en todo el suelo.
Y el alma qu’en amor tal se complace,
meresce ser del suelo desterrada,
y que no la recojan en el cielo.
[…]
ELICIO:
Meresce quien en el suelo
en su pecho a amor no encierra,
que lo desechen del cielo
y no le sufra la tierra.
Amor, que es virtud entera,
con otras muchas que alcanza,
de una en otra semejanza
sube a la causa primera.
Y meresce el que su celo
de tal amor le destierra,
que le desechen del cielo
y no le acoja la tierra.
Un bello rostro y figura,
aunque caduca y mortal,
es un traslado y señal
de la divina hermosura.
Y el que lo hermoso en el suelo
desama y echa por tierra,
desechado sea del cielo
y no le sufra la tierra.
Amor tomado en sí solo,
sin mezcla de otro accidente,
es al suelo conviniente,
como los rayos de Apolo.
Y el que tuviere recelo
de amor que tal bien encierra,
meresce no ver el cielo
y que le trague la tierra.
Bien se conoce que amor
está de mil bienes lleno,
pues hace del malo bueno,
y del qu’es bueno, mejor.
Y así el que discrepa un pelo
en limpia amorosa guerra,
ni meresce ver el cielo,
ni sustentarse en la tierra.
El amor es infinito,
si se funda en ser honesto,
y aquel que se acaba presto,
no es amor sino apetito.
Y al que sin alzar el vuelo,
con su voluntad se cierra,
mátele rayo del cielo
y no le cubra la tierra.
FLORISA:
Crezcan las simples ovejuelas mías
en el cerrado bosque y verde prado,
y el caluroso estío e invierno helado
abunde en yerbas verdes y aguas frías.
Pase en sueños las noches y los días,
en lo que toca al pastoral estado,
sin que de amor un mínimo cuidado
sienta, ni sus ancianas niñerías.
Éste mil bienes del amor pregona;
aquél publica dél vanos cuidados;
yo no sé si los dos andan perdidos,
ni sabré al vencedor dar la corona:
sé bien que son de amor los escogidos
tan pocos, cuanto muchos los llamados.