Le dije que podíamos quedarnos allí, al menos mientras recobrábamos el aliento… No había sonidos a nuestras espaldas calma chicha para cubrirnos las cabezas con sombreros de paja y recostarnos contra una pared… El bosque nos devolvió el sentido de la gracia; escuchábamos voces de adolescentes donde terminaban las arboledas… Eran niños… Ocupaban las pistas de tenis de la mañana a la noche y algunos apenas sabían jugar… En la terraza paseaban hombres con trajebaños y vasos vacíos… Nosotros descansábamos… Montamos la tienda en un claro, a medio camino de las pistas de tenis y del camping… A veces él desaparecía… Nunca le pregunté qué demonios hacía supongo que iba al bar del camping… A decir verdad era tan insociable como yo así que si tuviera que arriesgar una respuesta acerca de los motivos que lo llevaban al camping no sabría qué decir… Tal vez curiosidad… Yo prefería merodear por las pistas… Voces de niñas tocadas por el sol voces que salían de casamatas de hormigón en donde se duchaban… En realidad me pasaba horas y horas mirando a través del ramaje… Las pistas de tierra, las dos hileras de asientos, una más elevada que la otra, las escaleras verdes que conducían a la terraza y al bar… Un bar exclusivo… En ocasiones encontramos gente en el bosque pero nunca se fijaron en nosotros… Nos tapábamos el rostro con sombreros y el chirrido de los grillos nos adormecía… La tienda estaba en un claro… Allí guardábamos nuestras pertenencias: harapos revistas latas… Las latas las metía el jorobadito… Ahora sé por qué motivo… Yo quería largarme y se lo dije… Le dije que me iría al sur y que si quería podía venir conmigo… El bosque era pequeño y sin embargo él lo veía como algo impenetrable… A la semana de estar allí dije que me iba… Tengo parientes en el sur además no me gustan los catalanes… Por las tardes me quedaba inmóvil junto a la cerca del club de tenis… A veces lloraba supongo que estaba llegando al límite… Sí, hacía mucho calor… No recuerdo qué año fue pero la gente que encontramos en el bosque no parecía asustada cuando nos veía… Obreros de vacaciones… En cierta ocasión vi a un tipo que lloraba en los linderos… En la parte quemada del bosque… Un tipo joven bien vestido que seguramente sabía hablar con educación… No me dejé ver… En general era cauteloso todo el tiempo… Le dije ya está bien ahora vámonos y él dijo «Nel, majo»… Una mañana me fui sin despertarlo ni dejarle una nota de despedida… Olvidé algunas cosas un abrelatas no recuerdo qué más… De alguna manera sabía que tenía que irme y que él no podía hacerlo… Sentí el hueco y preferí largarme… El jorobadito sólo dijo «Nel, majo»… Recuerdo el dolor de las pistas de tenis… Los atardeceres calurosos en medio del bosque en blanco y negro… El hombre se aleja… Nuestro único testigo no quiere testigos…