¿Dónde están los muertos?
Pasean.
Pasean por viejas calles hablando
en el vago micénico de los sueños.
Hablando de otras épocas.
Hablando de méritos ajenos.
¿Dónde están los muertos?
Pasean
por ciudades que uno conoce
en las pesadillas de las primeras noches
de invierno.
El muerto me habla de su padre.
Dice que era bueno, mucho mejor que él.
Yo sé que eso no es cierto.
Pero de alguna forma comprendo.
He salido de una casa caótica,
tal vez a hacer un recado.
Y de repente estoy paseando con el muerto
hasta un lugar que llaman
la corona del crepúsculo.
Sé que dentro de poco todo se habrá acabado.
Y el que habla en micénico
desaparecerá detrás de una tormenta
o de un dolor en los ojos.
También sé
que esos méritos ajenos,
esas nostalgias invernales
son un paseo, nada más que un paseo.
Y que allí habitan esos atletas del crepúsculo.
Los esqueletos temblorosos.
Los equilibristas de la moral.