La pesadilla empieza por allí, en ese punto.

Más allá, arriba y abajo, todo es parte de la

pesadilla. No metas tu mano en ese jarrón. No

metas tu mano en ese florero del infierno. Allí

empieza la pesadilla y todo cuanto desde allí

hagas crecerá sobre tu espalda como una joroba.

No te acerques, no rondes ese punto equívoco.

Aunque veas florecer los labios de tu verdadero

amor, aunque veas florecer unos párpados que

quisieras olvidar o recobrar. No te acerques.

No des vueltas alrededor de ese equívoco. No

muevas los dedos. Créeme. Allí sólo crece

la pesadilla.