Capítulo 6

Chloé

Para los siguientes tres días, seguimos con nuestro plan de deporte. También hemos añadido unas cuantas partidas de bádminton en el jardín, lo que permite ganar un color extra y unas cuantas risas con lo patosa que es la pequeña de la casa. No he visto a nadie menos coordinada que ella y más vaga. Estoy ya cogiendo el moreno, y me encanta. Siempre soy la más blanca de las tres porque odio el hecho de tener que estar tumbada a lo lagartija mirando el cielo, así que aprovecho el poder hacer actividades al aire libre para cambiar el tono de mi piel. ¿Queréis saber un secreto? Bueno, os regalo uno. El sol de la montaña es mucho más beneficioso que el de la playa y coges más color cuando estás en movimiento. Hale, ya sabéis que tenéis que hacer este verano para ser el nuevo conguito del grupo de amigas.

Hemos pasado también a otra tarea pendiente que no es más que la cocina. En casa nunca hemos sido de grandes manjares ni cocina muy elaborada, nos gusta lo tradicional y lo fácil, probablemente, porque no somos capaces de mucho más. A mí me gusta la repostería, a veces me entretengo a hacer algún que otro postre, pero soy incapaz de aventurarme con un plato que no sea arroz, pasta o pollo a la plancha. En lo que a mis hermanas concierne, no es que sepan mucho más, quizás alguna sabe hacer un huevo frito o una tortilla a la francesa, pero la última vez que nos quedamos solas en casa, casi quemamos la cocina.

—¿Vas a dejar que te mande? —le preguntó Jaime a Lorena ya con el delantal puesto. Y juro que se lo dijo de una manera sensual.

—Si queremos que salga algo comestible… ¿Tengo otra opción? —Que te mande Fer.

—Este me lo quedo yo — me adelanté a aclarar.

—¿Y a mí me quiere alguien? —lo dijo de manera graciosa, no penséis que no tenemos en cuenta a la pequeña de la casa para todo.

—Te vienes con nosotros, que ellos se encarguen del postre —apuntó el más mayor.

Sorprendentemente, conseguimos hacer un risotto de setas notable y a mí me gustaría saber dónde han aprendido a cocinar los Ramirez estos platos. Si los conocierais, me entenderíais. No digo que no puedan hacer nada, pero no parece que estén acostumbrados a ello y hay ciertos platos que exigen más que dos simples ingredientes. En cuanto al postre, nos deleitaron con una tarta Tatín deliciosa. Según Jaime, es de los postres más sencillos, para empezar ya estaba bien, pero le he pedido que, cuando le toque ser mi chef, quiero aprender a hacer el cheesecake que hacen siempre para su cumpleaños. Ese sí que está para chuparse los dedos.

—¿Por qué le cuesta tanto a Lorena? —me preguntó Fer en un momento de desconexión en la piscina.

—¿Por qué Jaime no se lanza de una vez?

—¡Qué fuerte! ¿A Jaime le gusta Lorena? —¿os he dicho ya que mi hermana pequeña vive en el mundo de Yupi?

—Mel, te creía más lista —le reprochó el mayor.

—Algo habrá que hacer entonces. —Si hay que ponerle solución a esta historia, somos los mejores candidatos y por fin Melisa se da cuenta de algo.

—Espérate a la última semana, no quiero tener que aguantar a tortolitos. —No estoy preparada para tener que vivir una historia así y que no sea yo la protagonista.

—Eres una exagerada —me riñó Fer—, pero te lo acepto, no quiero tener que oír que mi hermano ha pillado y yo sigo a dos velas.

—¿Lo arreglamos?

Después de esto me hundió como nunca, casi me ahogo, pero me lo merecía. Y, acto seguido, nos pusimos a debatir opciones para los dos amorosos que se habían quedado a recoger la cocina. ¡Qué envidia la mía! Envidia sana, pero verlos tan bien y parecer una pareja hace que incluso yo pueda creer que llegará el amor de mi vida. Bah no, no os ilusionéis, se lo regalo a mi hermana, yo sigo queriendo repartir amor.

El sábado bajamos al pueblo a inspeccionar el ambiente.

¿Ambiente? Eso aquí no existe, hay más polvo que otra cosa. Por suerte, nos informamos de que hay algún pueblo vecino con algo de vida y no descartamos esa opción el día que queramos tomar una cerveza fuera de nuestro porche o escuchar algo de música con más gente. Miedo me da lo que se pueda escuchar en estas tierras, pero, cuando no hay más alternativas, tampoco podemos escoger. Tras el fracaso de salida, pusimos Netflix para ver un maratón de la serie Suits. Fue difícil encontrar una serie que viéramos los cinco y que más o menos estuviéramos en la misma parte de la historia. Cabe añadir que no es una serie terminada y que, desde que nos enteramos que Meghan Markle ya no participará por su boda con el príncipe de Inglaterra, ha perdido un poco mi interés, pero no deja de ser una serie entretenida. La mitad del tiempo nos lo pasamos debatiendo si Mike es más atractivo que Harvey o al revés, y queda demostrado que para gustos los colores. Pero, lo que empezó siendo una noche tranquila e inofensiva terminó, por desencadenar una guerra de almohadas y tras un golpe de Lorena a Jaime, este último la paralizó debajo tentado de devolverle el cojinazo.

—¿Queréis que apaguemos las luces? —Melisa y su bocaza.

—Muy graciosa —le contestó Jaime tirándole el cojín y medio levantándose.

—Oh, no, tú te quedas quietecito —lo frenó su hermano— . Chicas, copa en el porche —añadió con una señal.

Y ahí nos fuimos los tres, bajo la atenta mirada de la señorita responsable que no sabría descifrar si nos daba las gracias o teníamos que interpretar que estábamos cavando nuestra propia tumba. Poco me importaba, con esa estampa estaba disfrutando más que en toda la semana. Lástima que nada más salir a la terraza, Jaime se quitó de encima y se sentaron en el sofá. ¿De qué hablaron? Pues solo ellos lo saben porque no quieren soltar prenda, ahora, reír, se rieron un rato.

—Decidme que no he sido la única que ahí veía una escena con beso de película —salió cuchicheando la pequeña. —Fer… ¿y si les damos una clase? —no hay mejor manera de aprender que repitiendo lo que te enseñan.

—Que lista es mi niña, con esta excusa quizás te lo compraba.

—¿A mí también vais a enseñarme?

—¿Te hace falta? —Uno de los dos hermanos tenía que salir listo.

—Tiene una buena maestra —sentencié.

Poco después, cuando vimos que la parejita ya se había retirado, seguimos el mismo camino y nos fuimos a descansar.