Capítulo 21

Chloé

La cena tiene una pinta deliciosa, no es que seamos muy exquisitas, pero es una cena de verano y se agradece. Ya solo porque les ha nacido a ellos mismos hacerla, será bien recibida.

—Vamos a hacer un brindis —propone Fer—. Porque la noche será interesante. —Me guiña el ojo.

—Correcto —prosigo—, brindemos, después desvelaremos el castigo de la apuesta.

Pasamos a brindar y puedo asegurar que la cara de deseo que muestra Sergio cuando brindamos me hubiera provocado muchas cosas en otra ocasión, probablemente ya estaríamos en la cama; pero lo que me perturba es que al brindar con Lucas no he sido capaz ni de mirarlo a los ojos. Que alguien me diga qué tiene este chico para provocarme esto. Pero tengamos la noche tranquila, bueno, al menos yo.

—Suéltalo —me anima Lorena.

—Vas a disfrutar con esto, ¿verdad? —añade Jaime.

—Vamos —rectifica Fer—, ha sido consensuado con todo el equipo.

—Yo no sé de qué estamos hablando. —Muy seductor, pero podría ser un poco más listo.

—Calladito estás más guapo —le susurro al oído, bien sabéis que sé jugar mis cartas.

—Está noche duermo solo —suelta Fer.

—¿Qué quiere decir eso? —De verdad que a veces no entiendo cómo ha conseguido lo que ha conseguido mi hermanita.

—Pues que Jaime y tú tenéis que pasar la noche juntos —le aclaro.

—¡Ni de coña! —sueltan los dos, si hasta para esto están compenetrados.

—Una apuesta es una apuesta —Melisa ya está más que animada.

—Esto es pasarse de la raya —se enfada Jaime.

—Ahora me dirás que no te apetece —le vacila su hermano.

—Más te vale estar callado —le amenaza el otro.

—¿O qué? —se levanta Fer.

Stop, stop —me adelanto—. Tengamos la fiesta en paz. Ya somos mayorcitos, y vosotros también, yo he dormido con Fer un montón de veces, no entiendo porque no podéis dormir vosotros.

—O no dormir. —Ya dije que Mel no aguantaría mucho tiempo calladita.

—Esta me la pagarás —me dice Lorena antes de beberse todo el botellín de cerveza de un trago.

A ver, no es que fueran ingenuos, sabían perfectamente que algo les tocaría pringar, pero ambos pensaban que sería una broma sin más o darse algún que otro beso o confesar su amor, que, como ya habéis visto, está más que confesado; pero esto sabíamos que los pillaría por sorpresa. Hubiésemos podido añadir grabar la noche o algo por el estilo, pero no somos tan crueles. Por el momento.

El resto de la cena pasa sin más altercados. Los invitados han intentado destensar el ambiente contando cosas suyas, y los enamorados han decidido que es mucho mejor estar ausentes. Aseguro que, por cómo me mira mi hermana, va a intentar que la noche sea realmente larga para pasar el menor tiempo posible encerrada en esa habitación. Si es que no se puede ser más estúpida ,de verdad. Tiene al chico que quiere comiendo de su mano, no sé qué más pruebas necesita, y no es capaz de disfrutarlo lo más mínimo.

—Así que ¿Fer y tú habéis dormido juntos? —Pablo me entrega una copa antes de sentarse a mi lado en el balancín.

—Claro, un millón de veces.

—Y alguno de los dos nos va a contar ¿qué os traéis? —se suma Sergio.

—Ja,ja,ja,ja lo preocupante sería qué Fer pase más de una noche con una mujer en la cama sin hacer nada y que no sea yo. —No entiendo cómo cuesta tanto de entender la relación que tenemos.

—Haremos ver que nos lo creemos —concluye Sergio—. Entonces ¿disponible?

—Depende de para qué —respondo juguetona ofreciéndole mi copa a Lucas que se acaba de acercar sin nada de beber.

—No sabes cómo me gusta esta chica —les informa el seductor a los Ramírez ahora que ya estamos todos.

Hemos empezado a jugar a juegos varios con alcohol de por medio. El «yo nunca» lo hemos dejado para otra noche porque los jefes de la manada han considerado que todavía no estamos preparados para desvelar ciertos secretos de ambos bandos y prefieren que se vayan descubriendo. A la una de la madrugada, creo que estoy más en el otro barrio que en este, pero el ambiente es agradable. Estamos todos muy a gusto. Algunos más que otros, todo hay que decirlo. Melisa es la primera en irse a la cama. En el fondo, lo hace para incitar a Lorena, siempre se retiran a la par y quiere provocar que se vayan ya a la habitación. Queremos salseo y para ello hay que conseguir que estos dos hagan más que dormir la mona. Si después de una noche así, no hay ni un beso de buenas noches en condiciones, yo me retiro.

—Vamos a la cama. —Me levanta Sergio.

—¡Claro! Es hora de retirarse. —Tiro yo también de Pablo.

Pero, de repente, Sergio corta la unión entre su amigo y yo y me coge de la cintura para acércame a él y plantarme un beso. Un beso que me pilla desprevenida, pero que acepto. Joder, estoy achispada y necesito el contacto de un hombre. Aunque, después de estar cinco segundos abstraída del mundo y darme cuenta de lo que acaba de pasar, me separo y mi mano actúa más rápido que mi mente.

—Pero a ti ¿qué coño te pasa? —le suelto oyendo las risas del resto.

—Vamos, Chloé, seguro que lo pasamos bien. —Está más borracho de lo que aparenta—. Eres de las nuestras, una noche sin complicaciones.

—Pero ¿qué clase de amigos tenéis? —la pregunta puede sorprender, ni yo misma sé lo que me está pasando. Pero prefiero no alargarlo más y retirarme.

Vale, Sergio está de muy buen ver y un revolcón no me hubiese importado en absoluto. La he cagado, posiblemente, he tenido la oportunidad del polvo del mes, y estoy segura de que hubiese sido de los buenos, y la he desaprovechado por la puerta grande. Qué guapa estaría calladita a veces. Aceptando su beso y dejándolo ahí por hoy, pero no, tenía que montar el espectáculo. Necesito hablar con Fer y, por suerte, no tarda en aparecer por mi habitación.

Trae una copa de las nuestras, nuestro momento antes de ir a dormir lo hemos cambiado de ubicación por una noche.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —en realidad sé que no hace falta esta intervención.

—Te he visto la cara —me tapo con el cojín—, así que me voy a adelantar. —¿Por qué seré tan mala fingiendo?—. Ha preguntado por ti, lo has dejado embobado pequeñaja.

—Oh, vamos —le doy una palmada en su brazo—, no me mientas.

—No lo haría, pero él no es como nosotros. —Sé a lo que se refiere—. Puede parecerlo, pero… Es como el rarito del grupo.

—¿Podemos aplazar esta conversación? —Necesito estar en plenas facultades para ello.

—Claro, en realidad venía más por el tortazo.

—¿Me he pasado?

—En absoluto. Por fin alguien que le marca los puntos. —Se ríe—. Pero no dejes de ser tú por nadie. Ahora, descansa, lo necesitas y sueña con la habitación de al lado.

—¿Crees que van a dar el paso?

—Eso espero. Buenas noches. —Me da un beso en la mejilla y se va.

Me encanta tenerlo tan cerca. Nos entendemos tanto que a veces sobran las palabras, pero no siempre que lo necesito está ahí. Sé perfectamente que ha querido decir con lo de no dejar de ser yo, llevo un par de días un poco rara y no es por otra cosa que por su presencia y no sabría decir muy bien por qué. No es que tenga vergüenza o algo parecido, ya que puede parecer que soy más tímida que normalmente, que no me suelto tanto o que me callo comentarios, es más una sensación extraña que no sabría describir, como si necesitara por alguna razón mostrarme un pelín más señorita. Pero esto se termina aquí y ahora. Mañana, Chloé será más Chloé que nunca, y eso significa que me voy a dormir ya para poder despertar a los tortolitos.