Capítulo 41

Chloé

Una noche, eso es todo lo que queda para poder despedirse de esto. La experiencia ha estado bien, mucho mejor que todas nuestras suposiciones. Aunque las ganas de mañana son todavía más grandes ahora que estamos a un paso. He quedado ya con Clara y Julia para ponernos un poco al día, no descarto ya salir el primer día, aunque en septiembre la ciudad sigue estando bastante muerta.

Como era de prever, no vamos a dormir juntas esta noche, Lorena sigue en su especie de luna de miel y no voy a culparla por ello. Lleva demasiado tiempo esperando esto como para que ahora se lo arrebatemos nosotras. Que yo no crea en estas historias, no significa que no deje que las demás disfruten de ellas, lo único que espero es que todo esto a mí no se me contagie. Hasta he dejado que al menos venga Mel para hacerme compañía, imaginaos lo que me estoy ablandando ya. Lo admito, lo he hecho más para despejar la mente, que Lucas no quiera decirme dónde vamos a cenar no me gusta. Estos detalles suelo tenerlos muy controlados y cuando se trata de hombres, mucho más. El control lo suelo llevar yo, así que empezamos con mal pie si piensa que con estas intrigas me va a tener ganada.

—Yo prefiero ser como tú —me dice la pequeña.

—Tú ya estás suficientemente descarriada para llevar mi ritmo. —Solo le falta ser un peligro con los hombres a esta.

—Pero es más divertido. —¿Qué se piensa, que no lo sé?—. Voy a aprender tus dotes de mujer.

—Tú empieza a controlarte, que no quiero tener que partir piernas a nadie —entra Fer a mi habitación.

—Yo quiero ver eso —me río—, por mí nunca has tenido que hacerlo, me sé defender solita.

—No lo he dudado nunca, y espero seguir sin tener que hacerlo. Ahora, que Melisa no tiente a la suerte.

—Vaya, que voy a estar vigilada por todos lados —se queja ella—. Entonces voy a ir encargando un Jaime en mi vida.

—Como si Jaime fuese la solución —apunta su hermano.

—Yo siempre me quedaré contigo —le digo a Fer para que sepa que él es mi predilecto.

—Eso no lo dudaba. Yo venía a preguntar si os apetece bajar a ver un rato Suits y así nos tomamos una copa de despedida.

—Me apunto. —Me levanto de inmediato de la cama. Cualquier ocasión es buena para ver un rato a Mike Ross, además, tampoco tengo sueño. A Mel no le queda otra que venir con nosotros, aunque nos hemos pasado el día recogiendo y haciendo maletas, no estamos tan cansadas como deberíamos y es demasiado temprano para ir a dormir. La copa la hemos cambiado por un bote de helado de chocolate blanco. Qué perdición. Suerte que hago deporte y que la genética fue condescendiente conmigo, porque si no, pesaría por lo menos unos cien kilos. Intento no desfasarme mucho, pero el helado en verano no se puede resistir. Y el chocolate blanco, menos. Ya dicen que el chocolate es el substituto del sexo, será por eso que he perdido la cuenta de los kilos que debo haber ingerido este mes.

Un par de capítulos han sido suficientes para que la peque caiga rendida, lo que significa que va a ser hora de retirarse. Fer la coge en brazos para llevarla a su habitación. Ese gesto siempre me ha encantado, será que aparece en todas las películas de amor, pero, que me lleven a la cama en brazos, estoy segura de que me haría muy feliz. Lo que pasase una vez me deje ahí, ya sería otro cuento, pero el gesto romántico está ahí. Si es que, en el fondo, muy en el fondo, debo tener una parte de mí que es superromántica, solo tengo que intentar encontrarla y sacarla a relucir.

—Gracias por estos días —le digo a Fer cuando se estira en mi cama.

—No podíamos dejaros solas aquí.

—Algún día quiero que me cuentes como os engañaron para venir. —Sigo pensando que, por todo lo que han soportado, tiene que haber gato encerrado.

—A veces no necesitamos más motivos que que estéis vosotras, ya ves que Jaime por Lorena es capaz de esto y más, y yo por ti lo que haga falta…

—¿Llegaré a encontrar a alguien que me quiera como tú? — Seríamos una pareja perfecta, si la química que hay entre los dos fuese la que hay que tener.

—Encontrarás a alguien que te quiera mucho más, ahora pobre de él que quiera romper lo nuestro.

—Eso no pasará jamás. —Clarísimo lo tengo.

—Así me gusta, yo siempre voy a ser el primero, que no se te olvide. ¿Preparada para el sábado? Mañana hemos quedado los chicos.

—No recuerdo la última vez que tuve una cita tan formal — me río—, pero yo nací preparada para todo. —En voz alta suena más creíble— . Espero que sepas decirme dónde me va a llevar.

—Oye, señorita, que soy un buen amigo, nunca revelaría un secreto… —Intenta engañarme con su cara de no haber roto un plato.

—Ya, claro, pues más te vale que no se te escape nada de mí.

—¿Quién ha dicho que seamos amigos? —El cojinazo se lo ha ganado a pulso.

A decir verdad, no, no somos amigos, somos mucho más. Y por esa razón tendría que mantener su pico bien cerrado. Si no fuese así, nuestros padres nunca dejarían que durmiéramos juntos. Las dos partes pueden saber cómo son sus hijos, pero saben de sobra la relación que tenemos. De hecho, ellos mismos han sido los que lo han propiciado y, aunque la historia de Lorena y Jaime ha acabado diferente a la nuestra, solo es cuestión de personalidades y saben perfectamente que nosotros juntos sería demasiado. Hay lazos en la vida que no son de sangre, pero son mucho más fuertes, y con Fer tengo el mejor de los ejemplos. Además, es guapo y está bueno, me hace de pareja ficticia cuando lo necesito y me saca de muchos apuros. Lástima que todo esto lo piense y lo vea, pero mi cuerpo no lo sienta igual. Es con el único hombre que me puedo meter en la cama sin excitarme. Me imagino que a él le pasa lo mismo, nunca lo he visto empalmado por mi presencia y, por mucho que me acaricie o me abrace fuerte mientras duermo, no tengo ningún deseo inapropiado. Por eso, seguramente, funcionamos tan bien y estamos tan a gusto.

Dormir así la última noche es como un regalo. Al no tener relaciones tan formales, pocas son las veces que comparto un espacio como este. Sí que con Sandro lo hice en más de una ocasión y, a veces, después de un encuentro sexual me quedo a dormir con alguno, pero no con este tipo de conexión, no con muestras de cariño como las que tengo aquí. Y ahora, a mi vuelta, van a volver a desaparecer, así que me alegro infinitamente de haber acabado las vacaciones de esta manera. De hecho, volvemos con la mochila llena de cosas y una relación entre familias, que es el detalle más importante de estos días. Ahora yo me llevo todo un book de dibujos increíbles y un mes de abstinencia, que se dice rápido, pero la tortura ha estado ahí.

—¿Nos vemos la semana que viene? —le pregunto a Fer antes de irnos.

—Claro, pásate por casa cuando quieras —me responde—, pienso hacer mucho el vago estos días.

—Como si aquí hubieses hecho mucho —le responde Melisa—. Yo os veo el fin de semana que viene, tengo que ponerme al día con mis seguidores. —Si ella misma sabe que es del clan de los populares…

—Hablamos entonces —le digo fundiéndonos en un abrazo de los nuestros.

A veces, con un gesto como este, nos entendemos mucho más que con palabras. Ya lo he dicho antes, pero hay conexiones que son más fuertes, que permiten que dos personas se entiendan ya sea con una mirada, con un roce o con un gesto. Y Fer y yo podríamos ser gemelos si no fuese por la diferencia de edad, porque nos entendemos como nadie. Ese abrazo ha significado muchas cosas, que esté tranquila para mañana, que todo irá bien, que está aquí para lo que necesite, que no me preocupe por nada, que sea yo misma, que valgo mucho y que siempre voy yo por delante de cualquiera.

Me gusta que me trate así y se preocupe por mí. Pero nunca me ha presentado a ningún amigo suyo por el peligro que puedan tener, si ahora me deja cenar a solas con Lucas, es porque sabe que él no es ningún peligro. De todas maneras, no me haría gracia que le pusiera presión a él o lo tuviera cogido por los huevos y Lucas tuviera que seguir un guión o algo por el estilo estando conmigo. Yo quiero que sea él mismo, si luego las cosas no son como esperábamos, la culpa la tendremos los dos y no quiero que se vea cohibido por si hace algo que no debe. Espero que Fer sepa que no es necesario que marque terreno. Sé que será difícil, o sea, cada uno vela por sus intereses y, en este caso, él velará antes por mí que por Lucas, y lo más seguro es que, inconscientemente, Lucas actúe sabiendo la amistad que nos tenemos, quizás deba prometerle que pase lo que pase, no romperá su amistad con él. Tampoco creo que sea necesario, que de momento, con un polvo me conformo. Con saber cómo tiene que ser en la cama ya me enciendo, probarlo sería demasiado bueno, o eso quiero creer. No sé si será más bien reservado, tímido o, en la intimidad, sacará todo su carácter. Fer ya me ha confesado que no lo ha hecho fuera de un dormitorio, así que tengo recorrido que enseñarle, pero, sin ir muy lejos, en la cama se pueden experimentar muchas cosas. Vale, ya paro, que si me presento mañana con todos estos pensamientos muy frescos, la noche puede ser un tanto peligrosa.

Por el momento, vamos a ponernos música para que el viaje no sea tan largo y a ver si a la llegada ya puedo ver a mis amigas y contarnos un poco las novedades. Como no sé si mañana voy a acabar saliendo o no, necesito verlas hoy para que me aconsejen. O no. Que yo nunca he necesitado consejo y ahora parezco una desesperada. Cabecita, pórtate bien que estaba muy bien acostumbrada.