Capítulo 42

Lucas

La verdad es que ya tenía ganas de una noche de chicos, que al final el verano se hace más largo sin ellos. Cuando te acostumbras a algo, luego, si estás un tiempo sin tenerlo, es como si no estuviera todo correcto, como si faltase algo. No entiendo mucho la precena o precopeo que ha querido hacer Fer. No es la primera vez que quedamos a solas, pero sí que se especifica tan explícitamente que tenemos que hacerlo. En otras ocasiones, es más porque nos apetece tomar algo, desconectar o porque el resto no puede, y ahora parece que no he tenido otra opción que tener que verme con él un rato. Al menos traigo cervezas, que seguro que ayudan a lo que sea que quiere decirme.

—Saca esa cara de rancio que no te voy a decir nada malo. —Gran saludo por su parte.

Después de colocar las cervezas en la nevera, ambos sabemos que tienen que estar a buena temperatura para cuando llegue el resto, nos sentamos en el sofá.

—Tú dirás —expectante estoy de que Fer quiera tener una conversación seria.

—Ya sabes que yo para estas cosas poco sirvo, —ni que lo diga—, pero Chloé es Chloé… Buaah.. no sabía que esto me resultaría tan difícil. —Cualquiera pensaría que me va a declarar su amor por ella o algo por el estilo—. Bueno, va, al grano. Te conozco lo suficiente como para saber que no le vas a hacer daño, mucho me temo que sería más al revés, o que tampoco te vas a aprovechar de ella, así que solo te pido que seas tú. No quiero que vayas condicionado porque somos amigos o por el trato que tengo yo con ella. Es decir, que tú actúa tal cual actuarías con otra, prometo que pase lo que pase, no cambiará nada entre nosotros… Si actúas bajo mi presión, ella no me lo perdonaría nunca… no sé si me explico.

—Creo que eso va a ser un poco inevitable, no dejas de ser mi amigo y tienes una relación especial con ella, por lo que será complicado que no piense en que te vas a enterar de todo…

—Lucas, ella va a ser como le nazca y créeme que, depende de los detalles, preferiré no saberlos… pero de verdad, solo te pido que no frenes cosas por mí o por lo que pueda pasar. La conozco demasiado bien, así que nada de lo que hagas tendrá influencia en nosotros.

—Está bien, al menos prometo intentarlo, pero tal como la conoces a ella, me conoces a mí, y bien sabes que no voy con intenciones de nada, ¿verdad? —Todos saben que yo soy más lento que el resto, por lo que, que vayamos a cenar, no significa que vaya a meterme en la cama con ella.

—Claro que lo sé, por eso dejo que la invites a cenar —se ríe—. ¿Ya tienes algo pensado?

—Pues no mucho, la verdad, no sabía si hacer algo en casa o llevarla a la Torre d’alta mar o algo por el estilo. —Tanto alboroto por la cena y al final aún no me he planteado nada…

—Si no quieres que se te lance a la primera, no la metas en casa y menos aún si cocinas tú, que todos sabemos que tus dotes culinarias podrían enamorar a cualquiera…

—¿Algún otro consejo? —Ya puesto, que me ayude a que esa princesita no me ponga nervioso.

—Pues… no voy a relevar sus secretos… disfrutadlo mucho, a ver quién es el que me llama primero —se mofa.

Vaya, así que me he quedado sin ayudas, aunque, por lo menos, ya tengo claro que la cena será fuera. Vamos a respetar los tempos y a dejar el momento íntimo para más adelante, que, pensándolo bien, sí que podría malinterpretarse que la llevara a mi casa de primeras. De todos modos, ella es a lo que está acostumbrada, así que jugaría con ventaja y no me gusta. Aquí hay que tener igualdad de condiciones.

Después de eso me pregunta un poco sobre los días en Canarias y él me cuenta la última semana en el pueblo, eso sí, sin dar muchos detalles. Ya me ha dicho que lo que quiere es mantenerse muy al margen de todo esto para no salir rebotado, por lo que ni me va a contar cosas sobre ella, ni al revés. Cuesta creerlo, y más teniendo en cuenta la relación que tienen entre los dos, de todas maneras, tampoco tendría mucho que contar sobre mí, así que puedo estar tranquilo.

Con los chicos todo bien, ya era hora de que volviésemos a estar toda la pandilla junta, que si no, al final, entre tantas vidas paralelas o tanta fiesta, son pocas las ocasiones en las que hacemos un plan de estos. A ver si empezamos a bajar el ritmo pronto y nos acostumbramos más a los petit comité con unas copas. Seguro que Jaime ya empieza más a pensar como yo, ahora que lo tienen bien cogidito y va a tener que controlarse más… Solo espero que no se convierta en el típico novio empalagoso que ya no puede hacer nada sin su pareja y nos deje de lado. No lo creo, por cómo es y cómo somos nosotros, y Lorena lo conoce demasiado como para querer que haga algo así, pero torres más altas han caído.

Bendito sábado. Normalmente tengo unas ganas enormes de fin de semana y más aún si empiezan con días como los de ayer, pero hoy ya me he levantado bastante inquieto. Sinceramente, no recuerdo la última vez que estuve nervioso por una cita, si es que a esto se le puede llamar cita.

En fin, que me he pasado el día ordenando papeles del bufete para estar entretenido y ni así el tiempo se me ha pasado rápido. Cada vez que miraba la hora, solo habían pasado cinco minutos, y eso es decir mucho. Nadie diría que he madurado en estos últimos años y que no he vuelto al instituto. Suerte que vivo solo y que mis amigos han preferido no tocarme las narices hoy. Ayer, Sergio ya habló de esta cena a los cuatro vientos para que todos estuviesen al corriente y, a pesar de que Quique y Álex no se creen que Fer esté dejando que esto ocurra, los demás se comportaron bastante. Jaime tiró alguna pulla sobre comentarios que sabía por parte de Lorena, pero eran demasiado generales para saber qué está pensando ella.

Y bueno, con todo esto, aquí estoy, después de intentar ponerme algo decente para no dar falsas impresiones de lo que espero de hoy, dirigiéndome a la dirección que me dio Fer, que mucho decir que no quiere hacer de intermediario, pero no hizo falta que le enviará el mensaje para preguntarle donde vivía.

Lucas

En 10 minutos calculo estar por aquí.

Chloé

Mierda, ¿en serio? Estoy entrando en la ducha ahora mismo… ¿Quieres subir? Solo está Melisa, llama y que te abra.

A ver, me puedo haber adelantado unos quince minutos, pero dudo mucho que si empieza ahora a movilizarse, le hubiese dado tiempo. ¿Subo? ¿Por qué no? Además, está Mel, así que poco peligro tiene.

—Buenas noches hombretón —me saluda la pequeña en la puerta—. Qué guapo te has puesto ¿no? Espera a que te vea Chloé…

—Buenas noches Mel. —Le doy dos besos—. Chloé me ha dicho que llamara…

—Oh, sí, claro, aún tiene para rato —se ríe—. ¿Quieres tomar algo?

—Como os gusta a las mujeres haceros esperar, pero no, tranquila.

—Vete poniendo cómodo, si no quieres ir tú a escoger que tiene que ponerse… ahora vuelvo —me avisa.

Así pues, me quedo en el comedor a la espera de que no tarde tanto como me han querido dar a entender. Suerte que reservé con tiempo, ya me habían avisado de que la puntualidad no es una de sus virtudes. No sé cuánto rato pasa mientras me entretengo en mirar las fotos que tienen en el comedor, cuando, de repente, aparece en ropa interior… ¡Joder! Vale que la he visto en bikini y en braguitas también, pero este recibimiento creo que es demasiado.

—Perdón, Lucas, enseguida estoy, solo quería ver que llevabas puesto para adecuarme —se disculpa y vuelve a desaparecer—. Por cierto, estás guapísimo —se oye ya de lejos.

Ni una pizca de vergüenza tiene, eso está clarísimo y yo ya tengo una imagen que no voy a poder sacarme de la cabeza. Está tremenda. Qué digo. Eso es quedarse corto, ni en mis mejores sueños hubiese imaginado que tendría una cena con una mujer como esta. Y ya no solo físicamente, sino en carácter porque atrevimiento le sobra.

—Ahora sí. —Me da dos besos muy cerca de los labios—. Lista para irme. —Claro está, que yo debo seguir embobado.

Va con un vestido ceñido al cuerpo que le marca absolutamente toda la silueta a la perfección, una americana roja y unos tacones del mismo color. No va excesivamente pintada, pero ya es más de lo que la había visto, ha conseguido resaltar sus ojos marrones que, dependiendo de la luz, se vuelven verdes, y se ha pintado los labios a conjunto con su americana. Está guapísima. Y pensar que yo he visto mujeres espectaculares antes… Mis amigos tienen una larga lista en eso, y no puedo decir que yo no haya compartido ciertas cosas con ellos, sin embargo, creo que ahora mismo podría ser la envidia de todos ellos. Pero, Lucas, vuelve a la tierra por favor.

—Ahórrate el estás muy guapa, los caballeros están en peligro de extinción —me dice echándose el pelo para atrás—. ¿Nos vamos? —Por lo menos, su descaro está presente o está intentando disimular un poco los nervios o está siendo ella misma, miedo me dan las dos opciones.