Capítulo 50

Chloé

Me he autoprometido que me voy a controlar y voy a conseguirlo. Por primera vez en mi vida, no me lanzaré a sus brazos de primeras. Vale, he sido yo la que he reclamado mi saludo, pero ha sido él quien ha cedido, eso me quita, por lo menos, la mitad de la culpa. ¿No quería marcar sus tiempos? Pues anda, carta blanca. Muy a mi pesar, si es la única manera de conseguir que podamos conocernos, como él lo llama, no me queda otra. Y siendo sincera, me intriga conocer los detalles de por qué me provoca todo lo que me provoca.

—Así que tienes dos niñas de tus ojos —le digo ahora que nos hemos acomodado y puedo tenerlo bien cerquita.

—Pues sí, una de cuatro y una de cinco y me tienen robado el corazón. —Aprovecha para enseñarme una foto de las pequeñas.

—Son monísimas, seguro que están encantadas de tener un tío como tú. Si fuera yo, hasta presumiría de novio. —Sería la envidia de todo el parvulario seguro.

—Chloé, tienen cinco años…

—Nunca es pronto para fantasear, en el fondo, seguro que ya se aprovechan de ti. —Me estoy dando cuenta de que nuestras manos siguen unidas y que no ha dejado de acariciarme con el pulgar en todo el rato.

—Eso seguro, a veces debería ser más malo con ellas.

—¿Y conmigo lo serías? —lo admito, soy incontrolable, lo siento, pero no puedo.

—Tal como vienes hoy… —Me acaricia entonces la mejilla—. Creo que la mala serías siempre tú. — Me coge de la barbilla y se acerca para darme un beso.

—Sabes demasiado bien —le digo entre beso y beso. No pararía este momento por nada, sus labios son realmente deliciosos y creo que están hechos para encontrarse con los míos.

—No pararía nunca —me dice él.

—Pues no lo hagas —tiro un poco y en nada lo tengo, prácticamente, encima de mí en el sofá.

Lo sé, lo sé, dije que me controlaría y creedme si digo que estoy haciendo muchos esfuerzos porque, con un beso, es capaz de encenderme todo el cuerpo y ya no noto solo el calor por la temperatura, sino por todo el deseo que tengo dentro. A él tampoco parece importarle demasiado, si no fuera porque veo que sus manos siguen cogiéndome el rostro y no veo ni un ápice de querer llevarlas a otro sitio.

—Os veo muy compenetrados, —oímos de repente, y sé muy bien que es Fer, más aún cuando Lucas pega un salto para separarse—. Tranquilo, solo venía a controlar que estuvierais bien, y visto lo visto… —se ríe.

—Si te envía Lorena, dile que estas me las va a pagar bien —me quejo y sé de sobra que la maldita vena responsable que tiene le hace querer controlar hasta estas situaciones.

—Chloé, todos te conocemos de sobra, solo recuerda que tienes tu propia habitación con terraza. No me gustaría que mis amigos presenciaran tal espectáculo.

—Yo solita sé ponerme en evidencia, Fer, no hace falta que me ayudes, que aquí al pobre le va a dar algo. —Puedo entender que Lucas esté un poco en shock.

No puedo evitar reírme cuando Fer se marcha y, por lo visto, Lucas no se lo ha tomado de la misma manera que yo. A mí, posiblemente, es que nada me incomoda o soy demasiado liberal, eso no quiere decir que no entienda que a él no le resulten del todo normal estas situaciones. Fer no deja de ser un amigo suyo y yo como la hermana pequeña de este, por lo que sería lógico que pensara que debe comportarse.

—Lucas, no te preocupes, puedes ir con ellos si te apetece — rompo el pequeño momento de tensión.

—No es eso… es que no estoy acostumbrado a todo esto…

—No me creo que nunca le hayas dado un beso a una mujer en público —intento quitarle hierro al asunto.

—Chloé, sabes a lo que me refiero. —Y yo que intentaba que, al menos, sonriera.

—Claro que lo sé, por eso vas a levantar ese culito tan bonito que tienes y vas a ir a pasarlo bien con tus amigos como has hecho todos los años en esta fiesta, con la sola diferencia que espero que la última copa la tomes conmigo.

—Pero yo estaba bien aquí —me dice.

—No esperaba menos, y yo estoy estupendamente, pero seguiré estando igual de fabulosa al final de la noche, y no es una sugerencia, me voy a buscar a mis hermanas. —Le doy un casto beso antes de levantarme del sofá y volver al barullo.

En estos momentos, mataría por saber exactamente lo que se cuece en esa cabecita y tener una idea de si se lo ha tomado lo bien que yo esperaba. De todas maneras, por ahora, no existe la magia, así que más vale no anclarse en los imposibles.

Yo no tardo en encontrar a mi objetivo, Mel ya está con sus dos amigas y siguen estando en la barra con Lorena que no parece sorprendida al verme, lo que reafirma que ha sido ella la que ha pedido que vengan a darme ese toque de atención. La entiendo, dijimos que hoy era noche de hermanas y ella está cumpliendo a pesar de tener a Jaime cerca, yo debería poder hacer lo mismo y prescindir de los chicos por hoy.

—Dichosos los ojos —me reprocha al llegar.

—Solo estaba saludando —no creo que me haya ausentado tanto.

—¡Para excusas eres una hacha, eh! —se ríe Melisa—.

¿Vosotras creéis que todo esto es normal? —nos señala el panorama que tenemos delante.

—No Mel, no te quedes con que todas las fiestas son así o te desilusionarás demasiado rápido — la advierto.

No es que no haya salido nunca, este último año le ha dado mucho de sí y ahora empezará la vida universitaria; sé que no tendrá freno, solo espero que tenga cabeza… pero esto está lleno de hombres increíbles, mujeres también y, sobre todo, provocativas, esas a mí no me conciernen. Lo cierto es que hay un nivel de atractivo demasiado alto para ser cierto, y si piensa que esto es así, en cuanto entre en una discoteca, se le va a caer el mundo encima, porque si encuentra uno o dos como los aquí presentes, ya podrá sentirse afortunada. Esto es como cuando entras en Instagram y empiezas a ver fotos de famosos y flipas de lo tremendos que están, luego no sabes dónde se encuentran, están todos escondidos porque tú no has visto uno así en la vida. En fin, que mejor empezar a rebajar expectativas por si las moscas.

—Bueno, ya que Lorena no me va a dejar acercarme a nadie, al menos, vamos a bailar, ¿no?

—Eso está hecho, hay que empezar a hacerse notar —me río de mi súper movimiento de culo.

—Chloé, con el numerito del billar hemos tenido suficiente por hoy —interviene la cabeza responsable.

—Eso me recuerda que aún no me has dicho mi castigo, ¿un baile y me lo cuentas? —nos sorprende Sergio y tampoco me da opción porque ya me ha cogido de la mano e invitado a la pista.

En cuanto a su sanción, creo que puedo tener una idea que me podría ser útil, no va a ser lo que él espera, pero me va a servir a mí, así que encantada salgo a mover el esqueleto con este espécimen que tiene pinta de mover muy bien la pelvis.