Capítulo 60

Chloé

Lo que acabo de experimentar no tiene nombre. Sí, ha sido sexo y del bueno, pero con mucha más intensidad de la que he vivido jamás. Sus caricias eran mucho más frecuente y tenía la impresión de que solo intentaba preocuparse por mí y cuidarme. Me ha hecho sentir más especial que nunca y no sabría si se trata de hacer el amor, pero ha sido maravilloso. Creo que lo ha hecho para transmitirme, en mi idioma, todo lo que necesitaba saber. En el fondo, las palabras en cuanto a relación siempre se me han atragantado y, a veces, con unos simples gestos te expresas mucho mejor.

Para mí fue un momento muy duro. No veía el momento de salir de esa casa y cuando vino la ambulancia para llevarse a Neus, nuestro mundo se desvaneció. No he vuelto a vivir nada parecido, ni tampoco tengo ganas, y aprendí muy bien la elección de no fiarme de nadie, ni dejarme engatusar. Ya no me meto en casa de un desconocido, ni juego con más fuego del que yo pueda controlar. El tema de las drogas se volvió un tema tabú, ya no solo por respeto a nuestra amiga, sino, también, porque a Julia le costó mucho remontar. Si yo lo pasé mal, no quiero ni imaginarme lo que tuvo que pasar ella y cuando pienso en que siguen ocurriendo este tipo de violencias, se me queda un cuerpo horrible. Algo que tendría que ser para disfrutar porque, cuando se hace por placer, es de los placeres más grandes, algo que te provoca tantísimas buenas sensaciones, que es capaz de llenar, de transmitir mucho más que las palabras y algo que está hecho para compartir, ya sea por deseo, como por cariño o amor, no puede ser utilizado al antojo de nadie. Y cuando no tienes elección, cuando te ves acorralada y se te presiona, deberías poder sacar fuerzas de donde sea y cargarte al impresentable que tengas delante. Es un recuerdo oscuro, del que solo hablé en mi casa y que no he querido compartir hasta día de hoy y no porque lo tenga olvidado, sino porque estoy convencida de que Neus lo querría así.

—Me sobran los calzoncillos —le digo volviendo a la tierra y cogiendo el cuaderno que me ha traído Fer—. Dijimos un retrato tal y como llegaste al mundo.

—Vamos, Chloé, no pretenderás que me quede quieto en pelotas delante de ti.

—No será porque no te haya visto ya —le sonrío—. Así podré guardarlo en mi habitación.

—Pensaba que iba a ser un regalo para mí. —Pone cara de ofendido—. Me los quitaré cuando hayas dibujado todo el resto.

No voy a entrar a debatir, conozco suficientemente mis armas como para saber que no será capaz de decirme que no. Me hubiese gustado dibujarlo en la terraza, pero no es plan de alarmar a los vecinos. Ahora que sé que lo tengo para mí, esa desnudez prefiero verla yo sola. Como soy muy buena recordando imágenes, creo que me quedaré con esta y poder reproducirla en distintos escenarios que me gustan. De hecho, hasta le podría dar un cuadro con distintos sitios en los que me gustaría aprovecharme de él.

Tengo que concentrarme para no quedarme embobada demasiado tiempo. Es demasiado perfecto, incluso para mí. Que una conoce bien sus cualidades y yo me siento orgullosa de las mías, la autoestima es lo que nos hace mantenernos en lo más alto, y en eso, amigas, voy sobrada.

—Es solo el boceto, en casa lo acabaré de perfeccionar —le digo antes de acercarme y enseñárselo.

—Uuuaaa, esto es increíble, ya conocía tu talento, pero cada día me sorprende más. Y ni si te ocurra llevártelo, hoy mismo le busco en sitio en el dormitorio. —Intenta darme un beso para evitar mi respuesta.

—Qué manera tan sucia de hacer que no me lo pueda llevar —pero si él no puede negarme nada, yo menos, así que no me queda otra que ceder.

Posteriormente hemos podido disfrutar del sofá, esta vez los dos y es que no me cansaría nunca de tenerlo dentro de mí. De todas maneras, hoy debo volver a casa y ya le he robado un día entero, soy consciente de que tiene más responsabilidades que yo y no me apetece estorbarle en su trabajo. Además, Guille me ha enviado un mensaje y mañana pasaré a ver el local para conocer los espacios y poder maquinar que poner en cada lugar. Tengo ideas de cuadros que quedarían bien en un restaurante, hay mucha gente que pone fotografías de comensales, así que los dibujos pueden ir en esa línea.

—Que sepas que mañana pasaré a recogerte al salir, quiero aprovechar todo el tiempo que tengamos —me dice antes de despedirse.

—Vas a conseguir que tus sobrinas se pongan celosas —intento hacerme la remolona.

—Ya iremos a verlas pronto, de momento, te quiero para mí, tengo que empezar a aprovecharme de que seas mi novia. —Y oírlo de su boca, suena infinitamente mejor.

—Me encantas —le digo antes de besarlo para acabar de despedirme.

Los siguientes días son un poco nuevos para mí. Demasiados días viéndolo, supongo, y lo extraño es que en ningún momento he tenido suficiente. Nos hemos visto todos los días e, incluso, dos de ellos me quedé a dormir en su casa. Nos ha costado lo nuestro, pero, la última vez, consiguió dormir más de cuatros horas seguidas. Me imagino que será un proceso largo, algo a lo que va a tener que acostumbrarse y en lo que voy a estar más que dispuesta a ayudar. También hemos ido tres días a ver a sus sobrinas, que creo que, a día de hoy, se alegran más de verme a mí que a su propio tío. Alberto ya me ha dicho que soy más que bienvenida y que, aunque Lucas no pueda venir, puedo pasar a verlas cuando quiera. Con ellas soy como una peque más, y la verdad es que me encanta volver a esos tiempos de niñez. En cuanto a Guille, he quedado el viernes con él para enseñarle mi trabajo, el sábado quieren que esté todo listo para abrir a la gente más cercana y quiere que esté todo perfecto. Le he ido enviando fotos de mis ideas y, por el momento, no tiene ninguna queja, así que voy por buen camino. Nos hemos prometido que será un secreto entre los dos y que nadie puede verlos antes de la fecha.

Vuelvo a tener unos quince años, porque lo que conseguí desengancharme del móvil este verano, se quedó en esa casa.

Me paso las horas enviándole mensajes a Lucas, ya sean de cualquier tontería, provocativos o para saber cosas nuestras. En dos semanas, lo he conocido más de lo que podría esperar y, sorprendentemente, para mí, tengo ganas de hacerlo todavía más. Me he vuelto una moñas y no me preocupa en absoluto admitirlo. Claro está, lo admito en mis adentros. Hoy hemos quedado para cenar en el piso de Jaime, parece ser que, para poder ver a Lorena, hay que recurrir a esto, y más cuando hace más de una semana que no hablamos y todavía no saben mis novedades. Los chicos seguramente se apunten luego, todavía está por confirmar, ya que es miércoles y todos ellos madrugan mañana.

—Como sé que es la noticia más importante de la noche, a no ser que Lorena y Jaime quieran decirnos que se van a casar o algo por el estilo… —después de haberme enamorado nada me sorprendería—, lo suelto de primeras: ya tengo pareja —digo antes de beberme, prácticamente de un trago, la cerveza que me ha tendido Jaime.

—Me debes un viaje a Paris —le suelta Lorena a Jaime.

—¿Cómo? ¿En serio seguís haciendo apuestas a mi costa?

—Claro, hermanita, Fer me debe a mí unas entradas para el Barça-Madrid —anuncia Mel.

—No creía que Lucas fuera capaz de atraparte —dice Jaime—, y él no sabe dónde se está metiendo.

—Oye, que soy encantadora —me quejo.

—Sí, cuando duermes, pequeñaja —me abraza Fer por detrás—, pero me alegro de que haya sido con él.

Hoy me han pillado de buenas, si no, no hubiese permitido ni la mitad de burlas que he recibido por haber aceptado, por fin, tener una pareja. Con Sandro fue distinto, mis hermanas sabían que existía, pero nunca dije que fuese mi novio. Con Lucas no he tenido problema en admitirlo y hasta sé que llegará un momento en que tendré que presentarlo en casa. A mis padres no les he mentido nunca, así que bien saben que existe un tal Lucas y no creo que sean estúpidos si les digo que me quedo a dormir en casa de Lucas. Además, mi hermana pequeña seguro que ha sido tan discreta como de costumbre. Solo que prefiero estar segura de las cosas antes de llegar a las presentaciones. Luego pasa que, si quieres ir demasiado deprisa, lo gafas.

Al final, se han añadido Pablo, Sergio, Quique y Álex. Al parecer, Fer y Jaime han dejado caer que tenían que presenciar algo. Y, evidentemente, Lucas ha sido el último en llegar. Al acabar de saludar a todos, se ha acercado a mí y me ha plantado un beso. Uno de esos que nos solemos dar cuando nos vemos, pero que me ha pillado desprevenida, pues es la primera vez que nos lo damos en público, y más con un público como este.

—Que corra el aire —interviene Fer.

—No me digas que has caído a sus encantos —me dice Sergio—. Creía que no serías capaz de sorprenderme más.

—Solo estamos empezando —me sale contestarle—, pero sus encantos son de muy grandes dimensiones. —Hay una carcajada general.

—Oye —se queja Lucas—, tú y yo vamos a tener que hablar sobre las cosas que no hay que decir en público —me dice antes de darme otro beso.

—Pues no tienes trabajo ni nada —le informa Jaime.

Después de eso, nos tomamos una copa todos juntos. Me siento encima de él porque no puedo evitar necesitar tenerlo cerca. Me encanta el mero hecho que me acaricie los brazos o sienta su aliento en mi nuca. Son gestos que me hacen quererle un poco más y sentirme tremendamente feliz. No me molesta que puedan decirme que me estoy volviendo toda una romántica, si lo tengo que ser, lo seré encantada, una no pierde los galones por ello.

—Me alegro de verte tan feliz, pequeñaja —me dice Fer antes de marcharse—, y tú más vale que sepas apartar los celos porque no voy a perder mi relación con esta mujer y eso, amigo, incluye las noches que pasamos juntos. —Puedo ver su sonrisa, y no sé si es en broma o está hablando en serio, pero a Lucas parece no hacerle mucha gracia.

—Si te acabas aburriéndote, sabes dónde encontrarme —me dice Sergio.

—Yo me apunto a eso —añade Quique.

—Dudo que llegue a pasar, me queda mucho Lucas por descubrir. Además, hay partes de mi cuerpo que todavía no ha probado… mierda, eso no tendría que decirlo —me giro hacia mi hombre para ver que estoy en lo cierto y tengo que callármelo—. Da igual, cariño, seguro que saben que tenemos relaciones, pues que sepan lo satisfactorias que son, porque cuando lo tengo detrás, ni os imagináis… —y mi frase queda en el aire porque Lucas me ha dado media vuelta para poder besarme.

Si esa es su forma de hacerme callar, tendré comentarios inapropiados más a menudo. Los otros no pueden evitar reírse de la situación. Es que nunca he tenido problema en hablar de estos temas abiertamente, no es algo de lo que deba esconderme, al contrario, mejor explayar las cosas que te hacen feliz.

—Al menos, hazlo por nosotros, que no queremos imaginárnoslo —me dice Jaime.

—Ya quedaremos un día para que nos las cuentes a nosotros —se ríe Sergio.

—Ni en tus mejores sueños —les responde Lucas.

—La verdad es que no, esta mujer es demasiado —se añade Pablo.

Me voy a quedar con que les caigo bien a todos, un punto a mi favor. Y mejor retirarse antes de seguir dando el espectáculo. Como la idea era cena familiar, me comprometí a volver con Mel a casa; además, me quedan dos días para tenerlo todo listo y necesito dormir en casa. Lucas se ha ofrecido a llevarnos y mi hermana, con tal de no tener que andar, más que encantada.

—Me vas a encantar como cuñado —le dice cuando entramos en el coche.

—Tú no quieras correr tanto hermanita. —Aquí anuncias que estás con alguien y a los dos días ya te han metido en el altar.

—Mis hermanos ya lo están contigo, y mis sobrinas te adoran, deja que alguien de tu familia alardee de mí —responde él.

—Eso es, cuando necesites cualquier cosa sobre Chloé, me lo puedes pedir a mí.

—Eso lo voy a tener muy en cuenta.

—Ni se os ocurra, ya tengo suficiente con que confabuléis contra mí con los Ramírez —me quejo.

—Pues puedes irte preparando —se mofa de mí mi hermana.

Prefiero no hacerles ni caso. De todas maneras, lo van a hacer igual. Y no tengo que añadir que lo que más me apetece es que esto suceda. Si quiero que una persona encaje conmigo, tiene que encajar con las dos personas más importantes de mi vida, que no son otras que mis queridísimas hermanas, y en esa relación entra el querer hacerme la puñeta con ellas, si no, no serían felices.

Me hubiese gustado tener un momento para los dos, y más porque hoy no hemos tenido tiempo de vernos. Quién me ha visto y quién me ve. Antes me agobiaba a la mínima que pasaba dos días seguidos con un chico y, ahora, he pasado veinticuatro horas separada de Lucas y me parece una eternidad. Pero es tarde y mañana laboral, así que debemos aguantarnos nuestras ganas. Mañana tampoco voy a verle y el viernes me iré a pasar el fin de semana a su casa. Toda la semana esperando a que llegue ese maldito día.

Creo que hoy puedo decir que empiezo mi camino acompañada, espero que el sábado pueda sacarle una sonrisa con la sorpresa que le tengo preparada y que mis dibujos provoquen las reacciones que busco.