SERIE DE LOS DOS SIGLOS
JORGE LAFFORGUE
“Esa mujer se parecía a la palabra nunca” dice el primer verso de un poema memorable, para mí uno de los más entrañables de las letras argentinas. Veintitrés textos integran Gotán, y cuatro o cinco, al igual que el primero, son sin duda antológicos. Pero Juan Gelman no está solo en la “Serie de los dos siglos”, que en abril de 2011 iniciara Eudeba con la publicación del Facundo y de Radiografía de la pampa, dos de los ensayos mayores de nuestra literatura, distanciados por casi un siglo aunque identificados por la misma pasión ante los problemas más profundos de la nación, ante las voces que la habitan y aquellas que la sueñan. Siguieron los textos de Esteban Echeverría y de César Aira; y así se continúan dos miradas sobre un mismo núcleo temático, tan esquivo como fundamental y/o fundante.
La tarea no es –no ha sido ni será– sencilla, entraña riesgos y dificultades de todo tipo, pero sus directores han logrado sortearlos con éxito. Y hoy esta “Serie de los dos siglos” es ya un punto de referencia ineludible para quienes se interesan en el desarrollo de la literatura argentina; más aun, para aquellos estudiosos del proceso cultural de nuestra nación, pues sus textos son constitutivos de ese proceso, en tanto han contribuido desde la palabra escrita a darle voz a la nación, participando de los grandes debates que han labrado o labran su destino.
Tanto Eudeba como esta “Serie de los dos siglos” convocan sus propias sombras, evocan sus antecedentes. Muchos saben que esta editorial surgió como uno de los emprendimientos más ambiciosos y firmes de la gestión de Risieri Frondizi al frente de la Universidad de Buenos Aires (para quienes desconocen aquellos orígenes remito al excelente volumen que acaba de publicar la Biblioteca Nacional: Libros para todos. Colecciones de Eudeba bajo la gestión de Boris Spivacow, 1958-1966). Desde aquellos años en que la editorial llegó a publicar un título por día, aguas muy diversas, y muchas veces barrosas, han corrido bajo el puente: “el arrasamiento de las sucesivas dictaduras; la democracia que no logró consolidar un repunte; la editorial entendida como botín político o como trampolín para otros cargos en la carrera universitaria...” (1) figuran entre los lastres que suelen recordarse en una historia que apenas supera el medio siglo. No obstante, es necesario, una vez más, señalar los pocos momentos en que la editorial intentó –y lo logró, lamentablemente por breve tiempo– retomar el espíritu fundacional, con las variantes del momento: la reivindicación de “una cultura nacional y popular” durante el camporismo; el trabajoso repunte durante los inicios del alfonsinismo, cuyo vértice fue el Nunca más.
Creo que en el presente existen indicios claros y suficientes para poder afirmar que la actual gestión de Eudeba ha retomado decididamente la senda de “libros para todos”. Sin duda los tiempos han cambiado y particularmente en estas últimas décadas la industria editorial se ha transformado al ritmo de las nuevas tecnologías, pero aquellas raíces –las que hacían y siguen haciendo del conocimiento un bien inestimable e insustituible– brindan su savia a los renovados emprendimientos. Claro ejemplo de este grato impulso es la “Serie de los dos siglos” que remite a la “Serie del siglo y medio”, que en 1960 comenzó un camino transitado por ciento veinte libros de pequeño formato y contenidos permanentes. Los volúmenes de la “Serie de los dos siglos” seguramente la evoca, pero con características propias: textos muy cuidados, diálogo de grandes escritores con jóvenes críticos que firman los prólogos, dibujos que ilustran sus tapas y nos acercan el rostro de los autores, segura calidad de sus textos. A medida que esta serie logre consolidarse con más títulos sin duda irá ofreciéndonos el perfil de la gran literatura argentina de siempre, tal como se lee en el presente. En ella han de convivir entonces los antagonismos que convaliden el libre y permanente juego de la democracia. Eso espero.
1. Judith Gociol, “A modo de presentación”, p. 13.