Kelsey Castle
Summit Lake
15 de marzo de 2012
Día 11
Bajaron por la escalera trasera al callejón detrás del café.
—Espera aquí —dijo Rae—. Debajo de la escalera, para que nadie te vea. Traeré el coche.
Kelsey se escondió en la sombra de la escalera del apartamento de Rae. Por fin habían descubierto algo y dirigirse a la montaña a entrevistar a uno de los amigos de Becca, que tal vez podría darles información sobre ella y sobre su relación con Jack, era la mejor pista que tenía. También le resultaba intrigante la posibilidad de que ese joven pudiera haber estado en Summit Lake la noche del asesinato. Kelsey tenía que averiguarlo. Además, salir del pueblo tampoco era una mala idea.
Oculta debajo de la escalera, con el sol de la tarde pintándole franjas de tigre en la cara a través de las tablas, comenzó a sentirse inquieta. Le parecía que había transcurrido una eternidad desde que había decidido ir a Summit Lake. En realidad, solamente dos semanas atrás había huido de Miami, de su casa, del trabajo y de los demonios que se ocultaban en la senda para corredores donde todo había comenzado. El comandante Ferguson ya no estaba, había sido despedido por proporcionarle información sobre un homicidio no resuelto en su pequeña ciudad. No podía comunicarse con Peter y seguramente él también estaba en un mar de problemas por haberla ayudado. El pueblo estaba infestado de policías y su esperanza de escapar de Summit Lake descansaba en las manos de una muchacha de veinte años a la que había conocido hacía diez días. Si existía una imagen de absoluta pérdida de control, pues era esa misma.
Un coche dobló la esquina y entró en la calle. Se abrió la puerta del pasajero y Rae se inclinó por sobre el asiento.
—Sube.
Kelsey obedeció y giraron hacia la derecha al llegar al final de la calle.
—Mantente agazapada —dijo Rae—. Están en todas las esquinas. La calle Maple es un embotellamiento de coches patrulla, qué locura.
—¿Sabes adónde vamos? ¿Sabes cómo llegar a esta casa?
—Ella la llamó cabaña. Conozco la zona, de modo que llegaré hasta las inmediaciones. Dio indicaciones, así que cuando estemos cerca, me las repetirás.
Con Kelsey agazapada en el asiento del pasajero, Rae atravesó el pueblo y giró para evitar la zona donde estaban los coches patrullas. El epicentro de todo era el Hotel Winchester: había policías en la entrada y en la calle. Rae miró por el espejo retrovisor cuando llegaron al final del pueblo. Una vez que dejaron atrás el letrero de “BIENVENIDOS A SUMMIT LAKE”, Kelsey ya pudo incorporarse. Media hora más tarde estaban en la montaña, siguiendo la pista que habían descubierto.