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EL PAISANO DE JAMAICA EL PAISANO DE JAMAICA Francisco Javier Romero Valentín javier@javierromerovalentin.com www.javierromerovalentin.com A Adri, Por ser mi paisana. Y a mis padres, Por haberme enseñado gran parte de los valores Que en esta novela se transmiten PARTE PRIMERA PREPARATIVOS DE GUERRA. 30 de Enero a 14 de marzo de 1741. Capítulo 1 Cartagena de Indias, 30 de enero de 1741 Las aguas se agitaban pacíficas mientras la embarcación, que resultaba casi diminuta en comparación con los seis poderosos navíos que protegían la bahía, se iba aproximando lentamente al puerto tras haber atravesado el paso de Bocachica, nombre éste que en verdad resultaba acertado teniendo en cuenta tanto la estrechez del mismo como la impresión que causaba de ser un ente con vida propia dispuesto a engullir al osado incauto que tuviera la desfachatez de internarse en uno de los más preciados territorios del Imperio Español. Y sin embargo, al hombre que en la proa del balandro observaba
EL PAISANO DE JAMAICA Francisco Javier Romero Valentín javier@javierromerovalentin.com www.javierromerovalentin.com A Adri, Por ser mi paisana. Y a mis padres, Por haberme enseñado gran parte de los valores Que en esta novela se transmiten PARTE PRIMERA PREPARATIVOS DE GUERRA. 30 de Enero a 14 de marzo de 1741. Capítulo 1 Cartagena de Indias, 30 de enero de 1741 Las aguas se agitaban pacíficas mientras la embarcación, que resultaba casi diminuta en comparación con los seis poderosos navíos que protegían la bahía, se iba aproximando lentamente al puerto tras haber atravesado el paso de Bocachica, nombre éste que en verdad resultaba acertado teniendo en cuenta tanto la estrechez del mismo como la impresión que causaba de ser un ente con vida propia dispuesto a engullir al osado incauto que tuviera la desfachatez de internarse en uno de los más preciados territorios del Imperio Español. Y sin embargo, al hombre que en la proa del balandro observaba los movimientos de la
A Adri, Por ser mi paisana. Y a mis padres, Por haberme enseñado gran parte de los valores Que en esta novela se transmiten PARTE PRIMERA PREPARATIVOS DE GUERRA. 30 de Enero a 14 de marzo de 1741. Capítulo 1 Cartagena de Indias, 30 de enero de 1741 Las aguas se agitaban pacíficas mientras la embarcación, que resultaba casi diminuta en comparación con los seis poderosos navíos que protegían la bahía, se iba aproximando lentamente al puerto tras haber atravesado el paso de Bocachica, nombre éste que en verdad resultaba acertado teniendo en cuenta tanto la estrechez del mismo como la impresión que causaba de ser un ente con vida propia dispuesto a engullir al osado incauto que tuviera la desfachatez de internarse en uno de los más preciados territorios del Imperio Español. Y sin embargo, al hombre que en la proa del balandro observaba los movimientos de la gente en el aún lejano muelle que se divisaba más allá de la bahía interior, le daba la impresión de estar abordando la entr
PARTE PRIMERA
PARTE PRIMERA
PARTE
Capítulo 1
Capítulo 1
Capítulo
Capítulo 2 Kingston, 30 de enero de 1741
Capítulo 2
Capítulo
Capítulo 3 Cartagena de Indias, 30 de enero de 1741
Capítulo 3
Capítulo
Capítulo 4 Cartagena de Indias, 30 de enero de 1741
Capítulo 4
Capítulo
Capítulo 5 Costa de Guayaquil, 25 de junio de 1726
Capítulo 5
Capítulo
-¿Entonces…? -Tu padre debía ser un hombre inteligente, como ha demostrado a lo largo de todos estos años logrando no ser capturado por el Imperio Español. Cualquier hombre sensato sabe que los pecados del pasado terminan pasando factura tarde o temprano, así que creo saber por qué guardó dichas riquezas. Serían la moneda de cambio con lo que protegería a su familia. -Pero le han matado –protestó Diego. -Pero no a vosotros. Rojas nunca podría salvar su vida, y él lo sabía de sobra; pero si podía negociar la vuestra. ¿Acaso crees que sigues vivo por la generosidad de Williams? Resulta más que evidente que ha habido alguna especie de trato de por medio: el viejo botín a cambio de la vida de tres pequeños. -Como si la palabra de un corsario valiera algo –apuntó algún hombre a espaldas de Lezo. Dio la impresión de haber querido hacer el comentario sólo al compañero que tenía al lado, pero no había sabido controlar el tono de su voz. Lezo, sin embargo, no pareció molesto. -Son retorcidos lo
Capítulo 6
Capítulo
Capítulo 7 Cartagena de Indias, 30 de enero de 1741 Habían pasado ya varios años desde la última vez que Diego de Rojas había visto a la familia de Blas de Lezo, la cual había llegado a convertirse por momentos en la suya propia. Cuando en aquella ocasión se había despedido de los integrantes de la misma para iniciar aquella extraña profesión de espía, lo había hecho convencido de que volverían a reencontrarse no mucho tiempo después, quizás unas semanas, unos meses en el peor de los casos, o incluso un año en la improbable suposición de que la aventura que le separaba de ellos se alargase por mucho tiempo. Lo que nunca había imaginado es que serían años los que transcurrirían sin tener contacto alguno con aquellas personas a las que había llegado a querer con verdadero afecto.
Capítulo 7
Capítulo
-Muchacha, pon la bandeja ahí, que el postre lo voy a servir yo. Isabel le miró con preocupación, temiendo que aquello fuera un despido. Lezo la miró sonriendo. -A ver, convendrás conmigo en que en la vida no suele haber dos sin tres, y creo que demasiado hemos hecho sufrir al joven Rojas en el día de hoy. No le viene mal foguearse un poco, pero permitámosle una tregua. Isabel no supo qué decir. Se encontraba claramente superada por la situación. Josefa acudió a su ayuda. -Siéntate con nosotros y toma el postre tú también. -Pero doña Josefa… -protestó ella escandalizada. -¡No le discutas a mi mujer! –le cortó Lezo de buen humor-. Después de lo que nos has hecho reír en el día de hoy es lo mínimo que te debemos, que no estaba precisamente el ánimo por las nubes al principio. -Siéntate al lado de Diego –insistió Josefa. Isabel marchó al lugar que le era indicado con aire claramente angustiado. Aquel desenlace era lo último que había esperado en aquel día, pero no podía negarse a la petic
Capítulo 8
Capítulo
Capítulo 9 Princess Caroline, Kingston, 1 de febrero de 1741
Capítulo 9
Capítulo
Capítulo 10 Cartagena de Indias, 2 de febrero de 1741
Capítulo 10
Capítulo
Capítulo 11 Cartagena de Indias, 2 de febrero de 1741
Capítulo 11
Capítulo
Capítulo 12 Princess Caroline, 3 de febrero de 1741
Capítulo 12
Capítulo
Capítulo 13 Cartagena de Indias, 5-7 de febrero de 1741
Capítulo 13
Capítulo
Capítulo 14 Princess Caroline, Kingston, 20 de febrero de 1741
Capítulo 14
Capítulo
Capítulo 15 La Española, 22 de febrero de 1741
Capítulo 15
Capítulo
Capítulo 16 Princess Caroline. La Española, 3 de marzo de 1741
Capítulo 16
Capítulo
Capítulo 17 La Boquilla. Cartagena de Indias, 13 de marzo de 1741
Capítulo 17
Capítulo
Capítulo 18 Cartagena de Indias, 14 de marzo de 1741
Capítulo 18
Capítulo
PARTE SEGUNDA
PARTE SEGUNDA
PARTE
Capítulo 19 Cartagena de Indias, 14 de marzo de 1741
Capítulo 19
Capítulo
Capítulo 20 Cartagena de Indias, 15 de marzo de 1741
Capítulo 20
Capítulo
-¿Una señal de ataque? –preguntó Diego de Rojas rompiendo el silencio. -No, no a estas horas –contradijo Lezo, y varias cabezas asintieron corroborando aquella impresión-. Vernon no hará su primera ofensiva de noche, pues querrá que la imagen de cientos de soldados abordando la playa sea lo suficientemente intimidatoria como para que suponga la primera de sus victorias. Simplemente nos está saludando, dejando saber que pronto pasará al ataque. -No tardarán en hacerlo. En pasar al ataque, me refiero –aventuró Pedro Casellas. -No creo que pase de mañana –confirmó Lezo-. Lo cual sería razón de más para reforzar las baterías, señor virrey. Eslava le miró con desprecio y no se dignó responder. Sin decir nada más, se dio la vuelta y le solicitó a su cochero que le llevara de vuelta a la ciudad. Lezo se quedó observando cómo se marchaba mientras negaba con la cabeza. -Van a masacrar a estos pobres hombres –murmuró para sí mismo, dirigiendo una mirada triste hacia la impresionante flota que se
Capítulo 21
Capítulo
Capítulo 22
Capítulo 22
Capítulo
Capítulo 23
Capítulo 23
Capítulo
Capítulo 24
Capítulo 24
Capítulo
Capítulo 25
Capítulo 25
Capítulo
Capítulo 26
Capítulo 26
Capítulo
Capítulo 27
Capítulo 27
Capítulo
Capítulo 28
Capítulo 28
Capítulo
Capítulo 29
Capítulo 29
Capítulo
Capítulo 30 Fuerte San Luis, 1 de abril de 1741
Capítulo 30
Capítulo
Capítulo 31
Capítulo 31
Capítulo
Capítulo 32
Capítulo 32
Capítulo
Capítulo 33
Capítulo 33
Capítulo
PARTE TERCERA
PARTE TERCERA
PARTE
Capítulo 34
Capítulo 34
Capítulo
Capítulo 35
Capítulo 35
Capítulo
Capítulo 36
Capítulo 36
Capítulo
Capítulo 37
Capítulo 37
Capítulo
Capítulo 38
Capítulo 38
Capítulo
Capítulo 39
Capítulo 39
Capítulo
Capítulo 40
Capítulo 40
Capítulo
Capítulo 41
Capítulo 41
Capítulo
Capítulo 42
Capítulo 42
Capítulo
Capítulo 43
Capítulo 43
Capítulo
Capítulo 44
Capítulo 44
Capítulo
Capítulo 45
Capítulo 45
Capítulo
Capítulo 46 Cartagena de Indias, 17 de abril de 1741
Capítulo 46
Capítulo
Capítulo 47 Cartagena de Indias, 18 de abril de 1741
Capítulo 47
Capítulo
Capítulo 48
Capítulo 48
Capítulo
Capítulo 49
Capítulo 49
Capítulo
Capítulo 50
Capítulo 50
Capítulo
Capítulo 51
Capítulo 51
Capítulo
Capítulo 52
Capítulo 52
Capítulo
Capítulo 53
Capítulo 53
Capítulo
PARTE CUARTA
PARTE CUARTA
PARTE
Capítulo 54
Capítulo 54
Capítulo
Capítulo 55
Capítulo 55
Capítulo
Capítulo 56
Capítulo 56
Capítulo
Diego de Rojas había cogido la costumbre con los años de pasear por la mañana en solitario. La razón no era que se hallase cansado de su mujer después de más de veinte años de matrimonio, pues en verdad seguía disfrutando de su compañía a cada día que pasaba, sino la necesidad de reposar la mente en pensamientos internos sin tener la voz de nadie distrayendo a los mismos. Seguramente aquella costumbre obedeciera al hecho de estar haciéndose viejo, pero tampoco le importaba demasiado. En los últimos días había comenzado a acordarse a menudo de Blas de Lezo, quizás porque se iba acercando a la misma edad con la que el general había fallecido. Por ello, cuando paseaba por las calles de Cartagena o por sus muelles, no podía evitar visualizar la imagen de Lezo caminando por ellos, con su eterna cojera y su gesto noble y decidido. Más de un día terminaba subiendo a San Felipe de Barajas, y rara era la ocasión en la que no creía visualizar alguno de los cadáveres que había visto en aquel camp
NOTAS
NOTAS
BIBLIOGRAFÍA
BIBLIOGRAFÍA
Igualmente me gustaría mencionar que la primera vez que oí hablar del almirante Blas de Lezo fue, por extraño que pueda parecer, en el programa Tercer Milenio, de Iker Jiménez. Fue en este momento cuando empezó a fraguarse esta novela. BIOGRAFÍA Para consultar biografía completa del autor, visitar la página www.javierromerovalentin.com
BIOGRAFÍA
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