La Montaña Eterna

''La Montaña Eterna'' es una historia límpida como una columna dórica. En Grecia, una montaña emerge de la llanura. Los alemanes dominan la ciudad capital sobre la planicie; Hlaka, el byroniano jefe de guerrillas, comandaba a los hombres libres de la montaña. El precio de admisión en la banda eran un fusil Alemán, una bandolera, y alguna salpicadura de sangre teutona en la camisa. Cuando el niño Srebnitz se entera de que sus padres han sido fusilados en represalia por la muerte de un centinela alemán, huye rápidamente a la montaña con los requisitos de ingreso.

La extrema simplicidad de la trama se informa de una especia de grandeza. Desde los nevados picos de la montaña, la libertad observa a la ciudad rodeada, donde sus hijos aguardan el instante de golpear o de rendir uno a uno a sus servicios. Los griegos están nutridos, afirma Dunsany, por tres mil años de libertad; ellos saben que la bestia se irá, como se han ido otras bestias. Entre tanto, desean simplemente acelerar el proceso.

Para el novelista moderno, la guerra de guerrillas es un tema natural. La historia, la mitología y la literatura corren presurosas en su ayuda. Describiendo la lucha de una pequeña bandada de hombres libres que trabajan aislados o en grupo contra los miles de opresores armados, Dunsany logra reavivar en nuestra imaginación el recuerdo legendario de Robin Hood, Guillermo Tell, Roberto el Bruce y de los combativos campesinos de Concordia, del joven David o del Caballero Arturo derribando gigantes. La simple historia de Dunsany adquiere así una gran riqueza simbólica.