[Los cuatro libros 03] • El libro de la crueldad · del cuartel y de la guerra
El libro de la crueldad: del Cuartel y de la guerra (1906), texto demoledor en las que ponía al descubierto la vida de los cuarteles y su actitud antimilitarista, presta soporte histórico a los dos primeros libros de esta serie y relata con agilidad y verismo la experiencia militar del autor entre 1893 y 1896, a caballo de dos campañas —Melilla y Cuba— vistas, no sin humor, en su cruda dimensión cotidiana.
En Melilla vive sus primeros combates. Ascendido a sargento es destinado a Manresa. Con anterioridad a su marcha a Cuba publica dos artículos en El País, con el seudónimo de Escipión, defendiendo autonomía de Cuba en un caso y en el otro decantándose por la revolución en la política frente a la evolución. Pasa una larga enfermedad que le obliga a su hospitalización, vivencias que relata en El libro de la vida doliente: del hospital (1906). En su destino llegó a sustituir en el mando a un teniente, pero acabó en la cárcel del Castillo de la Cabaña (La Habana) por haber atacado la actuación de las autoridades militares, y concretamente la del general Weyler, en una crónica que intentó enviar a L’Intransigeant de París y que fue interceptada, valiéndole la acusación de traición y corriendo el serio albur de ser fusilado. La acusación se redujo al no haberse hecho efectiva la publicación y se limitó al hecho de relacionarse con independentistas, aunque ss condenado a más de cuatro años de prisión. Su estancia en prisión las hace públicas en su libro El libro de la vida trágica: del Cautiverio (1903), testimonio autobiográfico de impresionante sinceridad pero de gran objetividad.
Ciges Aparicio esboza con estilo impresionista y vivo varias situaciones de fuego, especialmente en la última fase de su libro Del Cuartel y de la guerra, que narra la persecución de Maceo por las Lomas de Pinar del Río, en noviembre de 1896, bajo el mando directo de Weyler.
Intentando profundizar en la psicología bélica, Ciges Aparicio observa, con pesimismo español, que sólo el odio ciego y el instinto de supervivencia sostiene a los combatientes de ambos bandos, por encima de toda motivación ideológica.
La evocación de los efectos de la política de tierra quemada, impuesta por Weyler a partir de 1896, alcanza en Ciges Aparicio dimensiones de épica irónica, con explícitas acusaciones contra el general mallorquín. El motivo clave de la crueldad innecesaria es la reconcentración de campesinos, prevista por Martínez Campos, y decretada por Weyler en octubre de 1896, que ninguna pluma española denunció con tanto vigor como el sargento Ciges, una conciencia civil accidentalmente armada.
En 1998 es repatriado e indultado.