Veinte años y un día
Quismondo, Toledo, 18 de julio de 1956. En su finca La Maestranza, veinte años después del estallido de la guerra civil, los Avendaño han decidido celebrar por última vez la ceremonia expiatoria en la que, ritualmente, en cada aniversario, reproducen la ejecución del hermano menor a manos de los campesinos. Entre los invitados, un hispanista norteamericano intrigado por tan extraña costumbre, y un comisario de la Brigada Político Social empeñado en dar con un tal Federico Sánchez, agente comunista. Por diferentes motivos, ambos comparten el mismo interés en indagar en la historia reciente de la familia, sobre todo en las relaciones secretas de la bellísima y enigmática viuda, Mercedes Pombo.
En la fragmentada sucesión de encuentros y tiempos, se superponen y complementan las versiones, que van reconstruyendo los hechos fatídicos que dieron origen a la ceremonia, pero también surgen aciagas revelaciones de ocultas relaciones eróticas en el ambiente espeso y violento de la posguerra.