Josefine y yo

Josefine y yo
Authors
Enzensberger, Hans Magnus
Publisher
Anagrama
Tags
s2
ISBN
9788433940582
Date
2006-06-19T00:00:00+00:00
Size
0.40 MB
Lang
es
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En Josefine y yo, dos cuadernos de un breve diario que se inicia el 5 de septiembre de 1990, poco antes del primer aniversario de la caída del Muro de Berlín, Joachim, el narrador, joven economista, conoce en la calle a Josefine K., una ex cantante de setenta y cinco años -¿un guiño a la Josefine del último relato de Kafka?-, cuando un motorista intenta arrebatarle el bolso y él lo rescata. Ella lo invita a tomar el té, y la invitación no tarda en convertirse en una rutina casi ritual. A partir de ese día, Joachim acude todos los martes a casa de Josefine, un caserón vetusto y destartalado de la berlinesa Kastanienallee, en el que faltan muchas cosas básicas y abundan las superfluas. Tanto ella como su hábitat -y sus hábitos- pueden calificarse de extravagantes. Josefine es una «vieja dama» políticamente incorrecta, que habla de todo sin cortapisas y con abierta irreverencia. La polémica está servida.

En este marco, Enzensberger hace un repaso de la situación de Alemania en un momento crucial de su historia, y se permite una mirada crítica a la modernidad, pasada por el tamiz crítico y burlón de la ex cantante. Desde la inmediata preguerra y la Segunda Guerra Mundial -los días de gloria de Josefine- hasta el presente, desfilan por esta deliciosa nouvelle personajes extravagantes y situaciones dispares. Sólo Fryda, judía polaca salvada del Holocausto por Josefine, y su sastra y ama de llaves durante más de cuarenta años, da la versión «realista» y pone a Joachim y al lector al corriente de la no tan bella realidad, pasada y presente, de su frívola señora.

En el epílogo, Joachim, casado ahora y con hijos, cuenta cómo encuentra su diario quince años después de haberlo escrito, mientras prepara una mudanza. Josefine ya ha muerto. Poco después de su muerte derribaron el caserón de la Kastanienallee. Fryda desapareció sin dejar rastro. Los recuerdos que esos cuadernos le traen al narrador confieren un nuevo valor a aquellos encuentros, la perspectiva del hombre que se redescubre a sí mismo. «No pienso mucho en ella, pero cuando lo hago echo de menos a esa criticona. Tan ajena al sentimentalismo. Toda ella genio y figura. A todos los que ahora frisan los treinta les deseo una Josefine. Pero me temo que ya no existan personas así.»