Hasta aquí hemos llegado
Vestida con una bata blanca y con un fonendoscopio colgado del cuello, la muerte recorre cada noche las habitaciones de la Residencia de Mayores Peña Hincada para auscultar a las internas, tomarles el pulso y decidir a quién le tocará hoy y a quién mañana. ¿A la Socorro, a la Millones, a la Académica? ¿A la Ciempiés, a la Enterradora, al Alma en pena? ¿O quizá a la Aparición? No hay grandes distracciones en el centro, las ancianas casi no reciben visitas y el tiempo que les queda se les va en rumiar sus obsesiones, sus secretos, las vidas reales o imaginarias que dejaron atrás. En Hasta aquí hemos llegado Antonio Fontana ha compuesto una suerte de moderno Decamerón sobre la vejez, su falta de pudor, su incorrección y, sobre todo, su humor negro. Una visión tan sutil como insólita y divertida de la ancianidad a través de un conjunto de voces perfectamente caracterizadas que rompen con los estereotipos y dan una perspectiva compleja, dinámica y tragicómica de la última etapa vital.