Mi idea de la diversión

La idea de la diversión de Ian Wharton, brillante ejecutivo treintañero, casado con una mujer que le ama de una forma devota y a punto de ser padre, es escalofriante y depravada. Tanto es así, que no puede contársela a nadie. Siendo un niño vendió su alma al señor Broadhust, que entre otras cosas se hace llamar El Gran Controlador y mago de lo cotidiano, un gordo, calvo y mefistofélico, cuyas lecciones le ayudaron a conocer la magia negra y el esoterismo. El pacto que le llevó a adquirir este conocimiento le prohibió, bajo amenaza de perder su pene, mantener relacione sexuales de ningún tipo con mujer alguna.

Esta situación, si bien le ha permitido medrar en el mundo capitalista de la Inglaterra postacheriana, también, en contrapartida, le ha provocado un estrés enorme y por eso acude a la consulta del doctor Gyggle, un psiquiatra que hace extraños experimentos con drogadictos, quien le tratará y oirá sus escalofriantes revelaciones.