Salvo El Crepúsculo
Cuarenta años de memoria y experiencia se funden, como el azar, en esta obra: calles de Buenos Aires, habitaciones de París, cuadernos de seda amarilla, delicadas telarañas de mujeres, Eliot y Boshu, Lionel Hampton, Louis Armstrong, págaros Roc, pameos y meopas. Meteoritos de una vida que su protagonista amó con el desorden lógico de la pasión.