CARTA A FRAY JUAN FERNÁNDEZ DE ROJAS [157]

 

[Gijón], 21 de mayo de 1796

 

Mi muy estimado Liseno: ¡Qué buen rato me ha dado Vm. con su estimable carta de 14 del corriente y con el precioso librito que me incluye![158] Por fin descansan ya las cenizas de nuestro dulce Delio, y descansan en un sencillo y gracioso monumento, erigido por la amistad a su tierna memoria. ¿Qué otra mano hubiera podido levantarle tal ni tan conveniente a su carácter y a su mérito? La ofrenda de mis lágrimas y de mi ternura no será la última que concurra a honrarle.

Pero, ¿por qué desconfiará Vm. de su prosa, que cuando no estuviera tan sólidamente acreditada, aseguraría en este solo trabajo, aunque breve, la reputación más ilustre? Sí, amigo mío: el elogio de nuestro Delio merecerá siempre la aprobación y el aplauso de los apreciadores del buen lenguaje; los merecerá por la precisión, por la pureza y por el buen gusto de su estilo. Para mi y para todos los que como yo hayan conocido y amado a Fr. Diego, tendrá además el singularísimo mérito de la conveniencia, pues que esconde tanta sublimidad de ideas y sentimientos bajo la más modesta, sencilla y preciosa apariencia, y está precisamente adornado de las mismas graciosas dotes que caracterizaban al sujeto del elogio. Quédame, no obstante, el sentimiento de que Vm. hubiese ocultado su nombre. Después de haber llenado tan cumplidamente los oficios de la amistad más tierna, ¿para qué negó a un mundo tan poblado de ingratos y de falsos amigos este bello ejemplo de constancia y fıdelidad? ¿Acaso porque las pasiones que disculpa y las graciosas obras que recomienda le expusiesen a la censura de los ceñudos enemigos del inocente amor y de la musa lírica? ¿Pero no será ésta una razón más para no esconderse? Tan buenas cosas bien merecían decirse a boca descubierta, y nada hubiera hecho tanto honor al elogiado y al elogio, como esta seguridad.

Hubiera querido yo más corrección en la imprenta. Me han hecho Vms. leonés por gijonés,[159] y convertido la patria de Venus en el nombre de uno de los que mejor la pintaron.[160] Sé cuánto es impertinente este cuidado, pero también cuánto duelen después los efectos del descuido. Dígalo mi papel sobre la Ley Agraria, y dígalo otro librito que se habrá entregado o entregará a Vm. e impreso aquí mientras andaba yo por la Rioja.[161]

¿Y qué? el Poema de las Edades, ¿quedará sin continuador? Ya Vm. me entiende. A decirle francamente la verdad, requiere más fuego y menos encogimiento de los que tenía Delio cuando le acometió. Yo quería un poema descriptivo y le convirtió en un poema moral. Habían pasado ya los días de lozanía y robustez. Vm. está en ellos todavía: no los deje pasar vacíos. La moral debe sazonar la obra, y no más. Las gracias de la niñez, los juegos de la puericia, las pasiones de la adolescencia, las grandes virtudes y vicios de la edad viril y la decadencia de unos y otros en la vejez: he aquí lo que debe ocupar principalmente el pincel. No tenga Vm. en ocio el suyo, y sepa, que si algo valgo, es para consejero.

Adiós, mi querido Liseno. Viva Vm. para honrar y querer a sus amigos, y crea que lo es suyo de veras

 

[Jovellanos]