El célebre psicólogo soviético Lev Semenovich Vygotsky (1896-1934) consagró la primera década de su actividad investigadora al estudio de los problemas del arte y la crítica literaria, la historia literaria, la estética y la psicología del arte. En 1915 escribió la primera versión de su exhaustivo trabajo sobre Hamlet y en 1925 terminó el presente libro.
En su primera etapa como investigador (cuyo alcance ilustraremos aquí con unos fragmentos de la segunda versión [1916] de su monografía sobre Hamlet), Vygotsky exploró un método de interpretación crítica que se basara exclusivamente en el texto de la obra literaria. Este período vino precedido por una intensiva investigación preparatoria. En 1916, cuando contaba veinte años, Vygotsky mencionó lo que según él eran «innumerables notas redactadas durante un largo período de tiempo mientras leía y releía Hamlet y pensaba en él durante años». A su libro sobre Hamlet le siguieron numerosos artículos sobre crítica literaria publicados entre 1915 y 1922. Dichos artículos le sirvieron para dar forma a la idea del presente libro (véase la introducción del autor a su obra).
De su temprano interés por la crítica «del lector», que recrea la atmósfera general de un texto, Vygotsky pasó a un análisis más específico y detallado, empleando principios de la escuela formal de la poética. Sin embargo, cuestionaría muchos de los postulados teóricos de los formalistas (véase el capítulo 2 del presente libro). En sus primeros ensayos sobre la crítica literaria, Vygotsky trató de la naturaleza simbólica de la imagen artística; el tema le llevó a desarrollar una teoría basada en tesis socialistas generales (presentada en el capítulo 1 de este libro) y en los métodos psicológicos y fisiológicos más avanzados de su tiempo (véase la teoría del «embudo» usada para explicar las funciones y fines del arte). Gradualmente, los intereses de Vygotsky fueron creciendo hasta incluir nuevos aspectos de la psicología. Continuación directa de la teoría estética presentada en este volumen es su investigación del papel de los signos en el control de la conducta humana, tema al que Vygotsky dedicó una serie de trabajos teóricos y de psicología experimental. Su producción le convirtió en uno de los psicólogos soviéticos más relevantes de los años treinta. En su libro El desarrollo de los procesos psicológicos superiores,*escrito en 1930 y 1931 pero que no se publicó hasta 1960, investigó esquemas de conducta que han pervivido desde los inicios de la humanidad hasta el presente y que pueden incluirse en un sistema de formas superiores de conducta. Este análisis (que el propio Vygotsky comparó al estudio de Freud de la psicopatología de la vida cotidiana) se realizó mediante el procedimiento conocido en la lingüística contemporánea como «método de reconstrucción interna». Vygotsky analizó mecanismos mnemotécnicos primitivos como el de hacer un nudo en un pañuelo, o contar con los dedos, uno de los logros culturales más antiguos del hombre. En estos casos y otros similares, una persona que no puede realizar su conducta recurre a unos signos exteriores que le ayudan a controlarla. Vygotsky observó que las señales en las que se basan estos fenómenos no sólo existen en los hombres sino también en los animales. Sin embargo, es característico de la conducta y la cultura humanas el uso de signos además de señales. Vygotsky concentró sus esfuerzos en el lenguaje, el sistema de signos que ha desempeñado el papel más importante en la evolución del hombre. Su obra más famosa, Pensamiento y lenguaje,** se consagra a un análisis de este tema. El autor habla de los romanos, quienes dividían los instrumentos en tres categorías: instrumentum mutum, un instrumento mudo, inanimado (una herramienta o artefacto); instrumentum semivocale, un instrumento dotado de semidiscurso (un animal doméstico); e instrumentum vocale, un instrumento con el don del habla (un esclavo). Señaló que «para los antiguos, el esclavo era un dispositivo autogobernado, un mecanismo con un tipo especial de control». Estas ideas acerca del papel de los signos en el control de la conducta se adelantaron como mínimo diez años a su tiempo. De este modo, Vygotsky es hasta cierto punto el padre de la cibernética contemporánea (ciencia del control, la comunicación y la información) y de la semiótica (ciencia de los signos). Significativos para la cultura humana, y en especial para el desarrollo cultural del individuo, son no sólo la existencia de unos signos exteriores que controlan la conducta, sino también la transformación gradual de estos signos externos en internos. Vygotsky expresó esta idea por vez primera en su Pensamiento y lenguaje, publicado en 1934 (traducción inglesa en 1962).
Según Vygotsky, hay tres métodos de control conductual humano: en primer lugar, hay tres comandos que adquieren forma exteriormente a la persona y surgen del entorno (por ejemplo, las órdenes de un padre a un hijo). En segundo lugar, están los comandos que adquieren forma exteriormente a la persona pero surgen de su interior. (El discurso «egocéntrico» del niño estudiado por Vygotsky sería un ejemplo, así como los fenómenos similares que tienen lugar en sociedades donde el monólogo colectivo o el discurso egocéntrico perviven como forma de conducta social.) En tercer lugar, hay comandos que se forman en el interior de la persona por la transformación de signos externos en internos (por ejemplo el discurso interno, que Vygotsky describe como «egocéntrico»). Desde este punto de vista, la instrucción o aprendizaje pueden ser descritos en términos cibernéticos como una interiorización de los comandos, o como la formación de un programa dentro de una persona. En artículos y conferencias dedicados al análisis de la percepción, la memoria y otros procesos mentales superiores, Vygotsky demostró que los niños muy pequeños no pueden controlar estas funciones. La percepción en los adultos puede ser descrita como una traducción a términos lingüísticos de unas normas formadas o conservadas en la memoria. En los niños pequeños, sin embargo, ni los términos lingüísticos ni la traducción se han formado aún. Los niños menores de cierta edad carecen de control sobre la percepción, la atención o la memoria; de manera similar, muchos adultos carecen de un control programado sobre las emociones (pensemos en los diversos sistemas psicológicos prácticos, empezando por los de la antigua India, que tratan de desarrollar dicho control). Aunque se expresan en términos distintos a los de la cibernética, las ideas de Vygotsky están directamente relacionadas con los problemas de la enseñanza y el aprendizaje debatidos en la reciente literatura cibernética, y también con la comparación entre mente y máquina.
Muchos de los trabajos experimentales de Vygotsky en los años treinta trataron los análisis diacrónicos de los problemas de la evolución y desintegración de los procesos mentales superiores. El autor también estudió la psicología infantil, en concreto la creatividad del niño, en un retorno a los problemas de la creatividad que le habían fascinado en sus primeros años de actividad científica. Estudió, asimismo, la enseñanza y el aprendizaje, la pedagogía y la defectología.1 Hizo importantes descubrimientos en cada uno de esos campos. Sus análisis de la correlación entre el lenguaje y la actividad intelectual en el desarrollo del niño (y en el desarrollo del hombre comparado con los animales inferiores) fue particularmente importante. Vygotsky descubrió la diferencia fundamental entre los significados complejos de ciertas palabras características del discurso infantil pero que luego se conservan en el lenguaje adulto, y los significados conceptuales, que se forman mucho más tarde en el desarrollo del niño y van sustituyendo gradualmente a los significados inicialmente formados. Esta distinción reviste una crucial importancia a la hora de comprender las diferencias entre las semánticas del discurso poético y del discurso científico, en especial el lenguaje formalizado de las ciencias técnicas. Especialmente importante en la teoría del aprendizaje y la semiótica general es la hipótesis vygotskiana de que tanto el reconocimiento de la lengua materna (conocida o adquirida subconscientemente) como los orígenes del pensamiento conceptual se producen en la fase en que el niño descubre otros sistemas de signos: la lengua escrita o un idioma extranjero, y sistemas de signos como el aritmético o los de otras ciencias. Como en muchos otros casos, Vygotsky se anticipó a los descubrimientos científicos más recientes en su original tratamiento de los problemas del lenguaje y el intelecto.
En los últimos años de su vida, Vygotsky estudió la estructura de la cognición y la percepción en la defectología y la psiquiatría. Fue tal la competencia profesional adquirida en estos campos y en otros campos afines de la medicina y la psicología experimental que el test que introdujo (el Test de Bloques de Vygotsky) se ha popularizado en la literatura mundial con su nombre. Vygotsky partió de la hipótesis de que las funciones y centros inferiores (primitivos) ganan ascendencia cuando los centros superiores se desintegran. Basándose en los resultados de una ingente cantidad de trabajos clínicos, Vygotsky sugirió una original forma de localizar daños cerebrales (incluida la afasia y otras alteraciones del habla). Hizo posible «determinar el camino que lleva de las alteraciones focales de cierto tipo a cambios específicos en la personalidad y el estilo de vida» (L. S. Vygotsky, «La psicología y la enseñanza de la localización», en Compendio de la primera convención ucraniana de neuropatólogos y psiquiatras, Kharkov, 1934, pág. 41). La ponencia de Vygotsky sobre la desintegración de los conceptos en la esquizofrenia es un ejemplo clásico del análisis social psicológico de las alteraciones del discurso intelectual. El autor demostró que cuando las formas superiores de pensamiento lógico y conceptual se desintegran, surgen estructuras que recuerdan las formas tempranas de pensamiento complejo. Vygotsky exploró varios aspectos de la agrupación conceptual en el discurso y la patología infantiles. Sus estudios son importantes desde una perspectiva tanto psicológica como lingüística, ya que consiguió evitar la intelectualización y la «lógica» del lenguaje y la personalidad que luego estarían tan de moda en los años siguientes. Los últimos años en la vida de Vygotsky estuvieron consagrados al estudio de la estructura de la personalidad y a la correlación entre intelecto y emoción. En aquel período también se dedicó a estudiar la doctrina de Spinoza sobre las pasiones. Algunos fragmentos escritos terminados de esta última obra, dedicados sobre todo a Descartes, han acabado encontrando un lugar significativo dentro de la historia de la filosofía.
Una muerte prematura puso fin a las actividades de este científico, que fue un genio en ciernes. Su obra dejó una huella imborrable en el posterior desarrollo de las ciencias sociales y biológicas (psicología, psiquiatría, defectología, pedagogía, pedología, lingüística, estética e historia literaria), incluyendo varias disciplinas que no existían en su época, como la psicolingüística, la semiótica y la cibernética. Una serie de trabajos póstumos suyos, publicados en 1934 y 1935, demostraron poseer una importancia de primer orden. Entre éstos estaba Pensamiento y lenguaje y una colección de artículos titulada «El desarrollo intelectual del niño en el aprendizaje». A partir de 1956, su influencia y trascendencia para la ciencia de la psicología ha sido cada vez más patente. Desde la publicación en Estados Unidos de una traducción de Pensamiento y lenguaje en 1962, Vygotsky fue reconocido de inmediato como uno de los grandes psicólogos de la primera mitad del siglo XX. Eminentes psicólogos como el doctor Bernstein, catedrático de psicología en la Universidad de Londres (que ha publicado las obras de varios psicólogos soviéticos en traducción inglesa), han señalado que los estudios de Vygotsky abrieron el camino para una unificación de los estudios biológicos y sociales y que su continuación podría tener para la ciencia una trascendencia semejante a la del desciframiento del código genético.
Para una bibliografía sobre L. S. Vygotsky, recomendamos al lector las siguientes obras:
Leontiev, A. N., y A. R. Luria, «La psicología de L. S. Vygotsky», en Estudios escogidos de investigación psicológica de L. S. Vygotsky, Moscú, 1956, págs. 4-36.
Kolbanovskii, V. N., «Sobre las tesis psicológicas de L. S. Vygotsky», Cuestiones de psicología, 5, 1956, págs. 104-133.
Bruner, J. S., Introducción a Thought and Languaje, de L. S. Vygotsky, Cambridge, Massachusetts, The M.I.T. Press, 1962.
Piaget, J., «Comments on Vygotsky’s Critical Remarks concerning The Language and Thought of the Child», Cambridge, Massachusetts, The M.I.T. Press, 1962.
Weinrich, U., «A Review of Thought and Language by L. S. Vygotsky», American Anthropologist, 65, 1963, págs. 1.401-1.404.
El interés de Vygotsky por la palabra y el signo, por la relación del intelecto con las emociones y del individuo con el colectivo, reaparece a lo largo de toda su obra. El presente libro, Psicología del arte, que trata estas áreas y que toma como punto de partida el arte de la palabra, resulta de gran interés no sólo en sí mismo sino como ilustración de un período específico en la evolución intelectual de un gran científico.
La presente edición se basa en un texto mecanografiado que el propio Vygotsky preparó para su publicación. La portada del texto mecanografiado señala como fecha de finalización el año 1925, que resulta ser el año en que se fundó el Instituto Estatal de Psicología Experimental. Vygotsky invirtió más de diez años en esta monografía. En la edición de este texto sólo se han introducido unos cuantos cambios, básicamente relativos a citas de otros autores y que revisten muy poca importancia con respecto a la sustancia del libro.