«[...] Y el hecho es que nadie, hasta ahora, ha determinado lo que puede el cuerpo... Dirán, empero, que no es posible que de las solas leyes de la naturaleza, considerada como puramente corpórea, surjan las causas de los edificios, las pinturas y cosas de índole similar (que se producen sólo en virtud del arte humano) y que el cuerpo humano, si no estuviera determinado y orientado por el alma, no sería capaz de edificar un templo. Pero ya he mostrado que ellos ignoran lo que puede el cuerpo, o lo que puede deducirse de la sola consideración de su naturaleza [...].»

BARUCH SPINOZA, Ética, parte III,

postulado 2, escolio1