Recuerdas haber estudiado la evolución de los seres vivos en doce planetas. La Tierra era uno de esos planetas y la época de los dinosaurios siempre te ha maravillado. El período cretácico, aquel en el que vivió el Tyrannosaurus rex, fue difícil, pero fascinante. De repente, te encuentras ahí, en un mundo sin una sola criatura humana. Te sorprendes al ver que te has convertido en un velociraptor; es muy pequeño comparado con el Tyrannosaurus y una presa fácil para su apetito voraz.
Te escondes detrás de la vegetación frondosa. Tienes miedo y mucha hambre, pero apenas te atreves a respirar. En este mundo, cualquier movimiento puede acabar con una muerte repentina y violenta. Oyes unos pasos apresurados y enseguida ves pasar un Protoceratops a toda velocidad.
—Está todo despejado —te dice—. El Tyrannosaurus y ese horrible Tarbosaurus se están peleando. Puede que nos den un respiro.
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