De los jardines

 

 

 

Dios Omnipotente plantó primero un jardín; y, por supuesto, es el más puro placer humano; es el mayor placer para el espíritu del hombre; sin lo cual los edificios y palacios no son más que toscas manufacturas; y podrá verse siempre que, cuando las edades avanzan hacia la civilidad y la elegancia, los hombres edifican con belleza antes que hacer jardines delicados; como si la jardinería fuese la mayor perfección. Creo que, en las reales ordenanzas de los jardines, debiera haber jardines para todos los meses del año en los cuales, variadamente, determinados elementos de belleza estuvieran en sazón. Para diciembre y enero y el final de noviembre se pueden tener plantas que permanecen verdes todo el invierno: acebo, hiedra, laurel, enebro, cipreses, tejos, pinos, abetos, romero, espliego, clemátide, el blanco, la púrpura y el azul; germánica, espadaña, naranjos, limoneros, mirtos, si se conservan en invernaderos; y mejorana, plantas que requieren calor. Luego viene para fines de enero y para febrero, el torvisco que florece por entonces; azafrán, tanto el amarillo como el pardo; prímula, anémona, tulipán temprano, jacinto oriental, iris, fritillaria. Para marzo tenemos las violetas, especialmente las azules que son las más tempranas; el narciso amarillo, la margarita, el almendro, el melocotonero, cornerina, los tres cuando están en flor. En abril tenemos la violeta doble blanca, el alhelí doble, el alhelí injertado, la prímula, la flor de lis, y lirios de todas clases; flores del romero, tulipanes, la peonía doble, narciso pálido, madreselva, cerezos, damascos y ciruelos todos en flor, hojas de espino blanco, lilas. En mayo y junio vienen los claveles de todo tipo, especialmente los rojos; rosas de todas clases; excepto la almizcleña que se da más tarde; madreselvas, fresas, endrinas, aguileñas, caléndula y caléndula africana, cerezos con fruto, grosellas, higos, frambuesas, parra, espliego en flor, satirión, con la flor blanca; moscatel, lirio del valle, manzano en flor. En junio vienen alhelíes de todas las variedades, rosas almizcleñas, limeros en flor, peras tempranas, ciruelos, membrillos, manzanas para asar. En agosto maduran las ciruelas de todas clases, peras, albaricoques, agracejos, avellanos, melón de olor, acónito de todos los colores. En septiembre vienen las uvas, manzanas, amapolas de todos los colores, melocotones, membrillos, duraznos, cornerina, peras. En octubre y principios de noviembre vienen los serbales, los nísperos, ciruelos silvestres, rosas cortadas o trasplantadas para hacerlas tardías, acebos y plantas análogas. Estos detalles son para el clima de Londres, pero se sobreentiende que se puede conseguir ver perpetuum[27] según las posibilidades de cada localidad.

Y como la transpiración de las flores es más suave en el aire (donde viene y va como las modulaciones de la música) que en la mano, nada es más apropiado para ese deleite que conocer qué flores y plantas perfuman mejor el aire. Las rosas, damascenas y rojas, son las menos odoríferas, por lo que se puede pasar ante toda una hilera de ellas sin notar su perfume; salvo que sea durante el rocío matutino. Análogamente el laurel no produce olor mientras crece, el romero, poco, ni la mejorana; la que, sobre todas, esparce más suave aroma en el aire es la violeta, especialmente la violeta blanca doble, que florece dos veces al año, a mediados de abril y por san Bartolomé. Después de ésa, está la rosa almizcleña; luego las hojas marchitas de la fresa son el más excelente aroma cordial; luego, la flor de la vid es un poco polvorienta como el polvo de la nuez de ben, que crece en los racimos al principio de su desarrollo; luego vienen el escaramujo oloroso, después el alhelí doble y resulta muy deleitoso cuando crece bajo la ventana de una salita o gabinete; luego los claveles y los alhelíes, especialmente el clavel matizado y el alhelí hendido; después las flores del limero; luego la madreselva cuando se está un poco alejado de ella. No hablo de las flores del haba porque son flores de huerta; pero las que perfuman el aire más deliciosamente, no pasando junto a ellas como las demás, sino cuando se las pisa o se las machaca son tres: la pimpinela, el tomillo y la hierbabuena de agua; por tanto se pueden sembrar de ellas los paseos para tener su grato aroma cuando se ande por ellas o se pisen.

Los jardines (hablando de los que sean suntuosos como hicimos con los edificios) no deben ser menores de doce hectáreas de terreno y estar divididos en tres partes: una verde a la entrada, una de brezal o desértica en la parte más alejada y el jardín principal en medio con paseos a ambos lados; y estimo que se debe dedicar una hectárea y media a la parte verde, dos y media al brezal, una y media a cada costado y cinco a la parte principal. La parte verde tiene dos encantos: el uno es que nada hay más agradable para la vista que la hierba verde cuidadosamente segada; el otro es que proporcionará un grato paseo en el centro por el que se pueda ir hacia un hermoso seto que encerrará a la parte principal del jardín. Pero debido a que el camino será largo, durante la época o la hora del calor no es necesario alcanzar la sombra del jardín teniendo que cruzar al sol por la parte verde, sino que a ambos lados de la zona verde se pone un camino cubierto, que haga el carpintero, de unos tres metros y medio de altura, y por el cual se pueda llegar hasta la sombra del jardín. En cuanto a hacer dibujos enlazados o figuras con tierras de diversos colores que se sitúan bajo las ventanas de la casa que dan al jardín, no son más que niñerías; eso mismo se puede ver muchas veces en las tortas. Es mejor que el jardín sea cuadrado limitado por los cuatro lados con un hermoso seto con arcos; los arcos estarán sobre pilares de carpintería de unos tres metros de altura y dos de anchura aproximadamente, y el espacio entre arcos de la misma dimensión que sea igual a la anchura del arco. Sobre los arcos que haya un seto seguido, de algo menos de metro y medio de altura, también con armazón de carpintería; encima del seto y sobre cada arco, una torrecilla con un hueco suficiente para albergar una jaula de pájaros; y en cada espacio entre los arcos algunas otras figurillas con anchas placas redondas de cristal dorado y coloreado para que el sol juguetee en ellas; pero ese seto me lo imagino alzado sobre una base, no escarpada sino suavemente inclinada, de unos dos metros y cubierta de flores. También quiero dar a entender que el cuadrado del jardín no ocupe todo el suelo, sino que quede a los lados espacio suficiente para diversidad de paseos laterales a los cuales pueden ir a parar los caminos cubiertos de la zona verde; pero no debe haber paseos con setos en cada extremo de este gran recinto, en el extremo interior, para que dejen suficiente perspectiva desde la zona verde sobre ese hermoso seto, ni en el extremo más alejado para que tampoco estorben la vista desde el otro seto, a través de los arcos, hacia la zona de brezal.

Para la distribución del suelo comprendido en el gran seto, dejo libertad de iniciativas aconsejando, no obstante, que cualquiera que fuere la forma adoptada, en primer lugar, no se deje muy espeso y lleno de labores; pues en esto, por mi parte, no me gustan las figuras recortadas que se hacen con los enebros y otras plantas de jardinería; son niñerías. Me gustan los setos pequeños y bajos trazados en espiral formando una especie de pirámide; y en algunos sitios columnas hermosas sobre armazones de carpintería. También me gustaría tener los paseos espaciosos y bellos. Se pueden tener paseos más estrechos en las partes extremas pero ninguno en el jardín principal. También desearía en el mismo centro, un montecillo con tres caminos ascendentes suficientemente anchos para que vayan cuatro personas paseando por ellos; habrían de formar círculos perfectos sin ningún seto lateral ni protuberancias; y la altura total del montecillo de nueve metros con un artístico pabellón con chimeneas bien distribuidas y sin demasiadas cristaleras.

Respecto a las fuentes, proporcionan mucha belleza y frescor; pero los estanques lo estropean todo y convierten al jardín en malsano llenándolo de moscas y ranas. Las fuentes me las imagino de dos clases: las unas esparcen o arrojan el agua; las otras formarán un hermoso recipiente para el agua, de unos nueve o doce metros cuadrados, pero sin peces ni fango ni barro. En cuanto a las primeras los ornamentos o figuras, grabados o de mármol, como se acostumbra, resultarán bien; pero la estructura principal ha de conducir el agua para que no se estanque, tanto en la taza como en la cisterna; que el agua no se decolore nunca por estar detenida, ni se ponga verde, ni roja o demás, o acumule musgos o putrefacciones; además de eso, debe limpiarse diariamente a mano; también dará buen resultado poner algunos escalones y una pavimentación artística alrededor. En cuanto a la otra clase de fuentes, que podemos llamar piscina, puede encerrar mucha singularidad y belleza, de la que no nos ocuparemos demasiado, como puede ser el fondo artísticamente pavimentado con figuras; igualmente a los costados; y, al mismo tiempo, embellecido con cristales de colores y análogos materiales brillantes; circúndese, también, con artísticas hileras de estatuas pequeñas. Pero el punto principal es el mismo que mencionamos en la primera clase de fuentes, es decir, que el agua esté en movimiento, alimentada por aguas que estén más altas que la piscina y que caigan a ella por amplios caños y luego desagüen en la tierra por orificios del mismo tamaño para que el agua no se detenga; en cuanto a los artificios artísticos tales como arcos de agua sin derramarse y hacer que se eleve en formas diversas (de plumas, de vasos, canastillos y demás) resultan bonitos para la vista pero no para la salud y la placidez.

En cuanto al brezal, que es la tercera parte de nuestro proyecto, me gustaría que estuviera concebido lo más posible como si fuera de selvatiquez natural. Yo no pondría ningún árbol en ella sino algunas espesuras formadas por escaramujos y madreselvas, y algunas vides silvestres entre ellas; y que el suelo esté cubierto de violetas, fresas y prímulas; porque éstas son olorosas y crecen bien en la sombra, debiendo estar esparcidas por uno y otro lado del brezal, no puestas en orden alguno. También me gusta que se pongan montoncillos, a modo de toperas (como hay en los brezales auténticos); unos con tomillo, otros con claveles y otros con germandrinas porque son de gran belleza para la vista; algunos con clemátides, otros con fresas, otros con prímulas, otros con margaritas, otros con rosas rojas, otros con lirios del valle, otros con claveles barbados rojos, otros con eléboro y demás flores pequeñas, aunque, por otra parte, aromáticas y vistosas; parte de esos montoncillos han de plantarse con pequeños arbustos sin soporte y los demás sin tales arbustos; los primeros serán de rosas, enebros, acebos, agracejos (pero esparcidos debido a la fragancia de su floración), grosellas, romero, laurel y otras plantas análogas; y que se poden para que no crezcan demasiado.

En cuanto al terreno de los costados, debe llenarse de caminos cubiertos para que proporcionen sombra en todo el sitio donde dé el sol. Algunos deben disponerse a modo de resguardos para que, cuando sople el viento cortante, se pueda ir por ellos como por una galería; estos caminos tendrán setos a ambos extremos para impedir el paso del viento y estos caminos cerrados deben estar bien pavimentados y sin hierba para que no tengan humedad. Así mismo, en muchos de ellos deben ponerse árboles frutales de todo tipo así como en los muros, disponiéndolos en hileras; debe también observarse, en general, que los bordes donde se planten los frutales sean hermosos y grandes, bajos, pero no inclinados; plántense flores bonitas pero esparcidas para que no desnutran a los árboles. A los extremos del terreno, yo pondría un montecillo de suficiente altura, sobrepasando los muros, para contemplar la extensión de los campos.

En cuanto al jardín principal, no niego que pueda tener algunos caminos amplios situados a ambos lados con árboles frutales, y algunos grupos de frutales y árboles con asientos puestos en buen orden; pero en modo alguno demasiado espesos para que el jardín privado no quede muy cerrado sino al aire despejado y libre. En cuanto a la sombra, deberá depender de los caminos laterales donde se podrá pasear si se desea durante las horas de calor del día o del año; pero teniendo en cuenta que el jardín principal es para las épocas más templadas del año; y en el calor del verano, para las mañanas, las tardes y los días frescos.

En cuanto a las pajareras, no me gustan, salvo que sean tan grandes que puedan tener césped y plantas y arbustos dentro de ellas; que los pájaros puedan tener mayor amplitud y sitio natural para anidar y que no se vea suciedad en el suelo de la pajarera. De ese modo he hecho mi proyecto de jardín suntuoso, parte por normas, parte con diseño; no es un modelo sino las líneas generales de él; y no he reparado en su costo. Pero nada es para los grandes príncipes, que en su mayoría se aconsejan de los trabajadores, arreglar sus casas con menor gasto y, algunas veces, agregando estatuas y cosas semejantes para el embellecimiento y magnificencia, pero que nada significan para el verdadero placer de un jardín.