El doctor Thomas Whiteman y Randy Peterson comentan, en su libro Hombres que aman muy poco,1 que al entrevistar a más de cien mujeres solteras descubrieron qué aspectos de la personalidad ellas querían que los hombres cambiaran. La mayoría expresó que deseaba que los hombres fueran más sinceros y honestos en sus relaciones. Además, dijeron que les gustaría que se comprometieran más en la relación, expresando amor y afecto fuera del momento de la relación sexual. Asimismo, estas féminas anhelaban que los varones fueran sensibles y estuvieran conscientes de las necesidades e intereses de ellas. Por otra parte, comentaron que no eran buenos oyentes. El doctor Whiteman también menciona una investigación realizada por el doctor Michael Gill, quien entrevistó sobre mil personas, y reveló que el cambio que las mujeres más anhelaban en los hombres era que aprendieran a hablar de sus sentimientos.2
Cuando comparo esos estudios con la realidad vivida en los cientos de consejerías que he brindado durante estos veinticuatro años, me doy cuenta que el deseo de las mujeres del estudio ha sido también el sueño de las mujeres solteras y casadas que hemos atendido. Lo que se pretende en este libro no es que el hombre hoy se acueste racional y mañana se levante emocional; que hoy se acueste callado y mañana se levante como todo un conversador por amor a la mujer. Lo que anhelo con todo mi corazón es que el hombre sea feliz y viva a plenitud viendo como toda la familia florece cuando se abren las líneas de comunicación, se conocen las necesidades de cada uno a través del diálogo y se dicen palabras de afirmación. La conversación efectiva nos da vida a todos y el silencio constante nos hace sentir muertos.
Vivir a plenitud implica aprender a comunicar tus sentimientos para poder enlazarte a nivel emocional con las personas que amas, y de esta manera lograr relaciones significativas. Uno de los secretos de la felicidad es disfrutar el ver felices a otros y, para lograrlo, es imperativo ser sensibles a las necesidades de los que están a nuestro lado. Una de las grandes necesidades de la mujer es comunicarse efectivamente con el hombre a quien ha entregado su corazón. Hombre, si en realidad amas a tu pareja y conoces la necesidad emocional que tienen las mujeres, ¿por qué no haces un esfuerzo por aprender a comunicar no solo ideas sino también sentimientos?
Ser sensible y comunicar sentimientos, al igual que otras destrezas, se aprende y se perfecciona con la práctica. Es importante señalar que hay un requisito indispensable para lograrlo: necesitas reconocer que tienes la necesidad y la urgencia de hacer cambios en tu vida. No te puedes conformar con los estribillos «yo soy así y no voy a cambiar» o «así somos los hombres». Estos son pensamientos muy comunes que expresan mediocridad. Las personas sanas emocionalmente están alertas y abiertas a nuevas formas de vida que les beneficien en su crecimiento personal. Confío en que tú seas de los hombres que cuando descubren nuevas formas para vivir con excelencia, abren las puertas de su corazón a cualquier cambio que les permita enriquecer su vida. Esto se llama trabajar y edificar para lograr la felicidad.
Es falso que solo las mujeres sueñan con ser felices. El hombre también anhela serlo, pero por desgracia —sin darse cuenta— muchos actúan y trabajan para no lograrlo. Se han aferrado a una manera de vivir que solo les trae amargura, porque la costumbre y el «todo el mundo lo hace» les dirige a practicar lo mismo que les trae tanta infelicidad. Es más fácil continuar haciendo lo que has repetido por muchos años —aunque no te haya dado resultados— que aprender y poner en práctica nuevos patrones de conducta que te van a llevar al éxito en tu vida.
Salir de lo acostumbrado es difícil porque lo que ya sabemos hacer representa una zona de comodidad. Lo que se hace porque ya está programado en la mente, como un robot, no requiere casi ningún esfuerzo. Simplemente, la fuerza de la costumbre domina y se responde a la acción de forma automática. Un ejemplo de esta situación lo es el que no sabe manejar la ira y en una discusión arremete contra su esposa o sus hijos, a sabiendas de que va a tener problemas con la justicia. Aunque conoce el riesgo de perder a su familia e incluso su libertad, en el momento de coraje responde a la costumbre de dejarse llevar por el impulso.
Librarse de los patrones de conducta siempre es difícil, porque todo lo que te dirige hacia las alturas de la excelencia exige un enorme esfuerzo y un gran sacrificio. Sin embargo, al llegar al tope de la montaña, el panorama es espectacular y la satisfacción es inmensa. La Ley del Menor Esfuerzo te condena a la mediocridad, mientras que la Ley del Mayor Esfuerzo, esa que implica dedicación, esmero y trabajo, te dirige a lo excelente. Jamás te conformes con menos cuando puedes lograr lo máximo.
Hace un tiempo atendí en consejería a un hombre que estaba muy afligido porque ya hacía seis meses que su esposa lo había abandonado. A pesar de su frustración, él confesó con toda sinceridad: «Yo fui el culpable, no la atendía cuando ella me quería hablar. Llegaba del trabajo, veía televisión, leía el periódico, todo menos atenderla a ella. Fueron muchas las veces que me pedía que fuera más sensible, más cariñoso, que la acompañara a la iglesia, pero nunca le presté atención. Ahora, que me he dado cuenta de los errores que cometí, posiblemente sea muy tarde, ya que ella no me cree ni me quiere dar una oportunidad. Me siento solo y culpable porque tenía una buena mujer y ahora veo cómo cada día se aleja más y más».
Este hombre se dio cuenta de lo que tenía cuando ya era muy tarde. La falta de sensibilidad le impidió reconocer las necesidades de su esposa. Él confesó que los únicos momentos en que le demostraba su cariño era cuando sostenían relaciones sexuales. No valoró la gran esposa que tenía. Ahora recordaba cuántos disgustos le había provocado, tanto al ignorarla como cuando se dirigía a ella con palabras ásperas e hirientes. Incluso llegó a golpearla en varias ocasiones. Nunca imaginó que ella iba guardando, en el baúl de su corazón, cada una de las ofensas que él le hacía; sencillamente porque él no le daba la oportunidad de expresar sus sentimientos e impresiones sobre las diferentes situaciones que surgían en el hogar. Ni siquiera fue capaz de pedirle perdón las innumerables veces que la maltrataba. No obstante, cuando llegaba la noche y se apagaba la luz, sin mediar palabra se convertía en el hombre más amoroso, cariñoso y hablador.
¿Cómo crees que se sentiría esa mujer en ese momento? Es probable que en su diálogo interior estaría diciendo: «Me demuestras amor a cambio de sexo. ¡Cuánto anhelo esta demostración durante el día, sin que tengas un interés únicamente sexual!». Esa no es la forma correcta de lograr un vínculo o enlace emocional con la persona que amas. Así no se logra un matrimonio exitoso. Necesitas aprender a conectarte en el aspecto emocional para que puedas navegar en el corazón de tu esposa. Todo lo excelente cuesta. Cambiar viejos hábitos aprendidos de generación en generación exige un gran esfuerzo, porque es más cómodo repetir lo que has venido practicando desde que naciste hasta el presente. Por esta razón hay gente que vive revolcándose en el dolor y la angustia, pues sigue repitiendo la misma receta que no le ha dado resultado, por no esforzarse en aprender a preparar una nueva.
Aunque parezca increíble, existen personas que prefieren sufrir e incluso autoagredirse antes de adoptar cambios positivos en sus vidas, a pesar de saber a nivel intelectual que esos cambios les harían bien. ¿Has visto algo más irracional que alguien que ha sido maltratado —y que conoce el sufrimiento que esto conlleva— maltrate a su familia? Hay personas que se acostumbran al dolor o a las situaciones conflictivas, y lo ven como algo tan natural que hasta llegan a convertirse en adictos al sufrimiento. La costumbre sella tus acciones negativas o positivas como si fuera la marca del carimbo en los esclavos. Solo un corazón humillado delante de la presencia de Dios, que reconoce su dolor y el sufrimiento que está causando a otros, puede decidir aceptar el reto de cambiar esos viejos hábitos que lo llevan a la destrucción emocional y física.
Paul Hegstrom, autor del libro Hombres violentos y sus víctimas en el hogar nos narra cómo él fue uno de esos maltratados en la niñez y se convirtió en un maltratante en la adultez durante muchos años. Entre las estadísticas que menciona en torno a estudios que se han hecho sobre la violencia doméstica en Estados Unidos, explica que si los niños varones son testigos de violencia de adulto contra adulto en el hogar, la probabilidad de que maltraten a sus esposas cuando lleguen a la adultez es 700 veces mayor. Si esos niños que son testigos de la violencia entre los adultos son además víctimas de maltrato físico, la posibilidad de que sean maltratantes es 1,000 veces mayor.3
Hegstrom comenta en su libro que desde pequeño anhelaba el abrazo de su papá, pero no lo recibía. A los nueve años un adulto abusó sexualmente de él y nunca lo pudo verbalizar en su hogar. De ahí en adelante su vida fue desastrosa, porque creció con aquél torbellino de sentimientos negativos hasta que se casó. Maltrató a su esposa con golpes desde el segundo día de casados y ese maltrato emocional y físico se extendió por dieciséis años. Es interesante señalar que Hegstrom fue incluso pastor en una iglesia, pero hasta que la persona no reconoce que necesita ayuda profesional, espiritual y psicológica no se va a operar un cambio. Los problemas hay que enfrentarlos, no se resuelven solos. Cuando logró salir de su esclavitud, escribió este conmovedor libro en el que nos narra cuánto sufrieron él y su familia mientras estuvo sumergido en sus antiguos patrones de maltrato, y cómo logró su libertad cuando rompió el círculo vicioso de la violencia doméstica.
La gente exitosa está siempre dispuesta a aprender, aunque implique más trabajo y esfuerzo. Los cambios son necesarios en el desarrollo personal. Si no hay cambios en tu vida, entrarás en una etapa de estancamiento y decadencia. Observa el aspecto de las aguas estancadas y te darás cuenta de que jamás debes permitir que tu vida se convierta en una charca como ésa. Esas aguas jamás corren por otros cauces y nunca llegan a alcanzar la gran inmensidad y frescura del océano.
La gente exitosa está siempre dispuesta a aprender, aunque implique más trabajo y esfuerzo.
El maltrato, que muchas veces comienza con agresiones verbales —como en el caso citado—, a menudo sigue degenerándose hasta llegar a la agresión física e incluso hasta causar la muerte. Muchas de estas mujeres, antes de llegar a su muerte física, han muerto emocionalmente en manos de su agresor, porque el maltrato va matando de adentro hacia afuera. Las heridas más profundas quedan marcadas adentro, donde nadie las ve. Allí yace muerta la autoestima, las capacidades, los sueños, las ilusiones, las esperanzas y un amor que nunca fue apreciado porque lo entregó a alguien que no conocía el valor incalculable del amor. En el círculo de la violencia doméstica se muere emocional y físicamente si el agresor no decide cambiar y si quien recibe la agresión no da el salto a la libertad de sanar. Para que haya un agresor tiene que haber alguien que se quede en la escena recibiendo el golpe. ¡Escapa por tu vida!
Es importante señalar que no todos los hombres son agresivos y maltratantes. Hay quienes valoran el matrimonio y hacen lo indecible por salvar la relación, pero en ocasiones la única opción que tienen es separarse de su esposa porque su salud emocional y la de sus hijos está en juego. He conocido hombres buenos, excelentes padres, que se han casado con mujeres que les maltratan emocionalmente y les gritan palabras hirientes que van minando su estima y su dignidad. He visto también demasiados divorcios viciosos que no tienen razón de ser, en los que uno de los dos o los dos no quisieron hacer nada por salvar la relación. Obviaron lo triste y difícil que es una ruptura y se conformaron con decir: «Es que ya no siento amor». Siempre digo en mis consejerías que con uno que esté consciente de la problemática y tenga la sabiduría para manejarla, se puede hacer mucho para restaurar el matrimonio.
ERRORES COMETIDOS POR EL HOMBRE EN ESTOS CASOS
Golpear a su esposa. Los casos de maltrato han aumentado de forma alarmante en los últimos años. Cada familia necesita autoevaluarse y buscar ayuda profesional si es necesario, para sanar viejas heridas y conflictos que constituyen el ambiente propicio en el que se desarrolla la violencia doméstica. Las heridas sanan cuando salen a la luz y se les da el tratamiento correcto. Por el contrario, crecen cuando se les ignora, y profundizan hasta llegar a infectar todo el cuerpo.
En su libro, Hegstrom explica que la mujer y el hombre perciben la violencia de forma diferente. En un acto de violencia, la mujer puede percibir los cambios en la expresión de las emociones del hombre según la ira va apoderándose de él, mientras que el agresor no está consciente de la manifestación de su ira porque piensa, erróneamente, que esa es la manera natural de expresar su coraje. En una consejería, mientras la mujer lloraba con amargura explicando cómo su esposo la había maltratado, él me dijo muy tranquilo: «Es que no sé por qué ella está así, si yo no le di, lo que hice fue empujarla». Es importante comprender que la violencia física va desde tirar objetos, empujar e impedir que una persona se mueva, hasta bofetadas y relaciones sexuales a la fuerza. Tristemente, la mayoría de los hombres maltratantes no perciben todo el daño que están haciendo; por eso es que su conducta es progresiva y se alimenta con la ira, el rencor y los conflictos no resueltos. Hegstrom señala que el conflicto o el trauma no resuelto detiene el crecimiento natural del carácter (la manera de ser y de afrontar la vida) y, por consiguiente, el niño, incapaz de resolver solo la situación, crea una personalidad falsa (autoritario, iracundo, etc.) para protegerse del rechazo. El maltratante lo que tiene es un disfraz que ha usado para protegerse, sin percatarse de que está ocasionando un daño grave a sí mismo y a su familia. Necesita asistencia profesional urgente para que le ayuden a quitarse el disfraz y quede al descubierto el verdadero hombre que Dios creó a su imagen y semejanza.
No atendía a su esposa. No reconoció que la falta de sensibilidad en el trato con su esposa es una forma de maltrato emocional. Además de los insultos, los gritos y las palabras soeces, privar del afecto es una de las formas de maltrato emocional más difíciles de identificar. La mujer necesita ser escuchada y valorada, y cuando no se le dedica cantidad y calidad de tiempo para atender esas necesidades, el hombre la está destruyendo interiormente, poco a poco. Sin darse cuenta, el hombre de la historia se dejó llevar por el cansancio después de un día de trabajo y buscó solo su propio bienestar. Se acostumbró a su zona de comodidad. Fue un analfabeto en el área de las emociones. Hay personas que no saben leer ni escribir; hay otras que lo saben hacer, pero son incapaces de leer y escribir en el corazón de la gente. Los que maltratan se limitan, a veces inconsciente y otras conscientemente, a garabatear la vida de los demás, dejando a su paso vidas destruidas y un profundo desierto afectivo. Estos son analfabetos emocionales.
No comunicó sus sentimientos ni supo escuchar los de su esposa. Lo que hace que una unión sea exitosa es que cada uno de los miembros de la pareja pueda expresar con palabras los más íntimos sentimientos, ya sean de alegría, felicidad, temor, dolor, frustración, etc. Es así como logras conocer íntimamente a las personas y puedes satisfacer sus necesidades, en lo que dependa de ti.
No cultivó su vida espiritual. La inmadurez espiritual se manifiesta cuando somos insensibles, en el desamor, en la indiferencia hacia las necesidades de nuestro prójimo y en la aspereza de carácter. Cuando le permites a Dios llenar tu corazón, su amor te capacita para ver a cada ser humano como alguien especial. La dureza de corazón es la consecuencia de que el hombre se aleje de Dios.
No se dio cuenta a tiempo de que su esposa era una buena mujer. Tantos años a su lado y fue tan ciego, que no pudo valorar la excelente esposa que tenía hasta que ella abandonó el hogar. Descubrió su valor y cuánto la amaba cuando ya era muy tarde. Ella había soportado tanta indiferencia e ingratitud que ya no le podía creer sus promesas.
Creyó que una relación sexual es una muestra de afecto. Es importante que el hombre comprenda que aunque él tiene la capacidad de desconectarse de un problema, dejándolo a un lado para conectarse sexualmente, la mujer no es así. La mujer no puede hacer compartimientos; de ninguna manera puede tener una relación sexual satisfactoria si tiene un problema sin resolver con el esposo. Primero necesita aclarar la situación y luego puede tener una relación sexual excelente. De lo contrario, no funcionará. Las relaciones íntimas no resuelven conflictos. Los problemas se solucionan enfrentándolos, dialogando, haciendo un plan de acción y perdonándose las ofensas. Una vez los asuntos se han resuelto, todo está preparado para disfrutar de la intimidad sexual. El sexo debe ser la expresión máxima de amor y comprensión de una pareja. Representa fundir dos cuerpos físicos en uno, después de que se ha logrado un gran vínculo emocional. Ser comprendida y sentirse amada es el mejor afrodisíaco. La mujer necesita mimos, afecto y grandes dosis de ternura en la vida diaria, no solamente en el acto sexual. De lo contrario, se sentirá como un objeto al que solo se le da atenciones por placer.
ESTRATEGIAS PARA QUE EL HOMBRE RENAZCA
Busca ayuda profesional. Hay ocasiones en la vida en que las heridas son tan profundas y dolorosas que necesitas ayuda profesional para ayudarte a identificarlas y sanarlas con un buen plan de acción.
Valora a tu cónyuge. El valor que le das a tu esposa refleja el valor que tú mismo te adjudicas. Demuéstrale cuánto la valoras evaluando cuánto tiempo significativo le dedicas (cantidad y calidad), qué tono de voz usas para hablar con ella, cómo le expresas disgusto sin dejar de respetarla, y cómo le demuestras tu amor y tu cariño.
Dedica tiempo a tu familia. Decide llegar a tu hogar y atender a tu familia como si cada día fuera el último que pasaras con ella. Recuerda siempre que el tiempo no se detiene, ni podrás volver atrás a recuperar los momentos perdidos. Observa a tu familia y describe qué ves en sus rostros. ¿Percibes alegría o tristeza? ¿Cuáles angustias son provocadas por ti? Identifica qué puedes hacer para ayudarlos a liberarse de esas emociones negativas.
Aprende a ser sensible. Elimina de tu vida las películas de violencia, la pornografía y todo lo que estimula las bajas pasiones, como el odio y el maltrato.
Se ha comprobado que las películas o cualquier material visual al cual te expones, ejerce una gran influencia en tu conducta, sea positiva o negativamente. El cerebro es una computadora que guarda y utiliza la información que se le suministra. Ocúpate siempre de alimentar tu mente con todo lo que es positivo, justo y de buen nombre para que tus acciones sean buenas, justas y dignas de ti. Comienza a ver películas que apelen a los sentimientos. (Ejemplo de una de estas es El cuaderno de Noah, en la que se presenta el amor que supera toda circunstancia.) De ese modo, tu cerebro va a acumular situaciones emotivas y vas a aprender a responder con ternura a las diferentes situaciones que se te presenten. Elimina todo lo que corrompe tu mente y llénala de lo que te edifica y te ayuda a construir vidas. La Biblia enseña a cultivar buenos pensamientos para realizar buenas acciones. «...todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad» (Filipenses 4.8, RVR60).
Si en verdad quieres ser sensible, llénate del amor y de la paz de Dios. «Por tanto, imiten a Dios, como hijos muy amados, y lleven una vida de amor, así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio fragante para Dios» (Efesios 5.1–2, RVR60). Cuando imitas a Dios te sensibilizas y aprendes a negarte a seguir tus impulsos negativos en beneficio de ti mismo y de los demás. Muchas veces, este es un requisito indispensable para ayudarte a mantener una linda relación con tu familia.
Aprende a leer las necesidades de tu esposa en su mirada, en sus gestos, en sus palabras. Es posible que estés pensando: «Yo no tengo que pasar ese trabajo; que me diga de una vez lo que quiere». Si cruzó por tu mente este pensamiento, necesitas sensibilizarte. ¡Cuántos niños y adolescentes se suicidan y los padres quedan sorprendidos sin tener una explicación, porque tal vez no se percataron de su necesidad emocional! Es muy triste vivir superficialmente con tus seres queridos sin entrar en su mundo interior.
Ayuda a los que te rodean a liberarse de los nudos que van cerrando su corazón. Esos nudos se forman por castigos excesivos o injustos, por cualquier forma de maltrato, por las palabras hirientes que salen disparadas como misiles en momentos de ira, o por las palabras no dichas que la persona necesitaba escuchar en etapas cruciales de su vida. Todo esto va dejando a su paso destrucción y desolación en la gente que amas y que te ama.
Muchos hombres se dejan llevar por la satisfacción engañosa y momentánea de la ira. En el momento del conflicto la mujer recibe el ataque y queda destruida; pero como esos golpes no se ven físicamente porque no hay sangre ni evidencia de que ha habido una herida mortal, el hombre sigue su vida diaria dejando ese coraje atrás porque para él ya el asunto pasó. Ella, por su parte, sigue aguardando el momento para desahogarse y conversar con su esposo sobre lo que pasó, pero por desgracia ese momento no llega.
A la hora de comunicar sus emociones muchos hombres no quieren hablar del tema, porque inconscientemente tienen miedos ocultos de revelar su interior, sus insatisfacciones y sus frustraciones. No se dan cuenta de que cada día están acumulando más problemas y sufrimientos en su vida. Anhelan ser felices, se sienten horrible después de sus ataques de ira —ya sea silente o ruidosa—, pero no dan el paso importante de admitir que se equivocaron ni pronuncian la palabra extraordinaria que restaura corazones: perdón. Les falta ese perdón que sale de lo más profundo de un corazón, arrepentido cuando sienten el dolor que le ha provocado a alguien con su mal proceder. Mientras tanto, su esposa ni se enteró de la tormenta interior que está experimentando ese hombre, así que guardó todo su dolor en su corazón y este se convirtió en un nudo que se fue apretando con el paso de los días y de los años. Nudo a nudo el corazón se va paralizando y las relaciones interpersonales se van deteriorando a pasos agigantados, hasta culminar en la muerte de la relación.
Evalúate interiormente todos los días. Este examen te capacita para tener una vida emocional equilibrada, porque te ayuda a reconocer en qué has fallado. Acto seguido, debes pedir perdón a quien le has fallado. Así mantendrás una vida emocional fructífera y construirás un hogar fuerte que pueda enfrentar las tormentas de la vida.
Detecta tu hambre espiritual. Algunas señales de que tu vida espiritual no está satisfecha son la ansiedad, la depresión (una tristeza inexplicable producto de la impotencia ante una situación que no sabes cómo resolver), el temor o el miedo, la preocupación o la falta de sensibilidad, la ira. No olvides enfocarte en las alturas. Tu vida espiritual necesita mantenimiento. Separa tiempo para meditar, asistir a la iglesia de tu preferencia y leer la Biblia y algún libro de autoayuda, con el propósito de llenar tu mente de elementos que te ayuden a construir tu espíritu y a mejorar sustancialmente tu calidad de vida con los demás. Quizá, al principio se te haga difícil, pero sigue adelante; ¡es falta de práctica! No puedes pasar la vida en una carrera desenfrenada.
Tienes que maravillarte con las grandes cosas que ha hecho Dios en el mundo y en tu vida. Sé agradecido.
EJERCICIOS REFLEXIVOS PARA EL HOMBRE
1. Después de haber leído este capítulo, ¿qué decisiones has tomado en relación al trato con tu esposa?
2. ¿Cómo vas a comenzar a trabajar tu vida interior?
3. Menciona cuáles son las características que te enamoran de tu esposa.
4. Piensa en tu temor más profundo y trata de comunicarlo con palabras.
5. Piensa en lo que más te ha disgustado últimamente. Ensaya cómo comunicárselo a tu esposa sin herirla. Fíjate que los cirujanos aplican anestesia antes de operar. Imagínate que te sacaran un riñón a sangre fría. Eso haces cuando hablas sin pensar, pisoteando el amor y la dignidad de las personas. Recuerda que siempre que comunicas una idea y deseas provocar cambios, debes llegar al corazón. Puedes y debes vestir de amor las más duras realidades.
ERRORES COMETIDOS POR LA MUJER EN ESTOS CASOS
Crítica constante. En su afán por lograr cambios en sus esposos, muchas mujeres critican fuerte y continuamente todo aquello que les disgusta. La crítica no es la solución a los problemas porque no transforma a la persona, sino que provoca que el criticado se sienta agredido y fije más en su comportamiento las faltas que se le señalan.
Uso de la técnica cotidiana: «la cantaleta». Muchas féminas, en su empeño porque el hombre deje de hacer algo que a ellas les desagrada, le repiten a diario las mismas amenazas de lo que piensan hacer si él no corrige la conducta, pero no cumplen su amenaza. El hombre, por su parte, cansado de escuchar lo mismo sin experimentar consecuencias por sus malos hábitos, continúa con su mismo comportamiento, causando más coraje y frustración en la mujer. La cantaleta le quita toda autoridad a la persona que la practica, porque el criticado se acostumbra a escuchar tantas veces lo mismo, que no tiene motivación —ni interna ni externa— para cambiar su manera errónea de proceder. Llega el momento en que, al igual que les pasa a los niños, el hombre ni siquiera escucha la cantaleta. Por eso es necesario tomar acciones concretas para que el individuo experimente consecuencias por su conducta inaceptable.
Permitir maltrato emocional y físico. Muchas mujeres ni siquiera saben qué conductas están codificadas como maltrato. Al no identificarlo, no pueden romper con el ciclo de la violencia doméstica. Otras lo ven como algo natural, pues fue lo que vieron en sus hogares desde que eran unas niñas. Hay mujeres que prefieren ignorar el maltrato por temor a perder a su esposo, bien sea por codependencia, por miedo a la soledad o por temor a no poder cubrir sus gastos y los de sus hijos. El caso es que permitir el maltrato pone en grave riesgo sus vidas, las de sus hijos y hasta las de otros familiares.
La revista Selecciones del mes de marzo de 2008, publicó un interesante artículo sobre la violencia doméstica en el que define las diferentes clases de abuso de acuerdo a la Línea Nacional de Violencia Doméstica, el Centro Nacional para Víctimas del Crimen y WomensLaw.org.4
Identifica si estás viviendo algunas de estas situaciones, para que seas consciente de lo que sucede y de esa forma puedas romper con el ciclo del maltrato.
1. Abuso físico. Este incluye empujones, puños, bofetadas, represión física, estrangulamiento, golpes con objetos, sacudidas o cualquier daño físico.
2. Abuso sexual. Cualquier forma de acoso, explotación, ataque, actividad sexual forzada o alguna conducta sexual no deseada o consentida.
3. Abuso económico. Involucra el control de sus gastos, retener el dinero, obligarla a entregar su sueldo, impedirle que trabaje, controlar dónde trabaja y usar su tarjeta de crédito sin autorización.
4. Abuso emocional. Incluye todo tipo de abuso verbal como burlas, insultos, amenazas, gritos y crítica continua. También se considera abuso el aislamiento social, la explotación, la persecución y la intimidación.
5. Abuso psicológico. Es cuando alguien infunde temor por medio de algún tipo de intimidación. Esto incluye destrucción de propiedad, hacerle daño a sus hijos, familiares, amigos o mascotas, y obligarla a aislarse de su familia o amigos.
Asumir una actitud de víctima. Puede que el diálogo interior de esta mujer sea: «¡Pobrecita de mí, que soy buena esposa y mira cómo me pagas!». ¿Sabías que para lograr resultados positivos en cualquier relación interpersonal, no puedes desempeñar el papel de víctima? Una víctima es aquella persona que no puede salir de una situación. Sin embargo, no importa la circunstancia triste en que te encuentres en la vida, puedes hallar salida; y si no la ves, siempre puedes recurrir a la ayuda de Dios, a la de un profesional de la salud mental o a un consejero espiritual que te ayude a encontrarla. Jamás te mires como víctima porque ese es el principio de tu muerte emocional. Mientras haya vida hay esperanzas y fuerzas para salir adelante y dejar todo aquello que te está esclavizando al dolor y al sufrimiento. En todo momento debes demostrar que estás en control y sabes lo que quieres. Nunca olvides que el hecho de que no veas salida a tu situación, no significa que no la haya. La puerta de salida está, pero no la has visto, porque estás concentrada solo en tu problema y te has victimizado.
ESTRATEGIAS PARA QUE LA MUJER FLOREZCA
Comunícate con asertividad. En lugar de criticar, llorar, hablar palabras soeces y gritar, comienza hoy a comunicarte sin juzgar. Por ejemplo: «Tú eres un hombre maravilloso en _________, _________ y _________, pero necesito que hagas un esfuerzo por cambiar _________ y _________. Lo necesito, porque cuando me dices _________ y _________ me siento de esta manera: _________». Si te comunicas siguiendo este ejemplo, te darás cuenta de que lo que expresas no hiere la autoestima ni la dignidad, porque únicamente le estás informando cómo tú te sientes. Nadie te puede discutir lo que sientes. Este tipo de comunicación le informa a tu pareja tu sentir, lo que necesitas y lo que él puede hacer para cubrir tu necesidad. Decide hoy expresar tu disgusto con dignidad y elimina de raíz la cantaleta. El cantaleteo hace que te pierdan el respeto, porque cada vez que tu esposo te oye dice para sí: «Esa es otra balacera más» y se queda indiferente. Expresarse dignamente significa que no hablarás nada que te denigre a ti ni a la otra persona. Señalarás lo que te disgusta sin ningún tipo de insulto ni amenaza, pero demostrando con la firmeza de tus palabras que no permitirás que esa acción se repita. Si es una conducta que se sigue repitiendo y que afecta la estabilidad o la seguridad de la familia, podrías tomar decisiones hasta de separación. Lo ideal siempre es preservar el matrimonio, pero cuando una mala conducta —como lo es el maltrato físico, el maltrato emocional, la infidelidad o los problemas de adicción, entre otras— atenta contra la vida y la salud mental, entonces ya no hay que seguir hablando sobre mismo tema. ¡Toma acción! He conocido casos que por veinticinco años toleraron maltrato y hoy están en el mismo lugar. El matrimonio es para toda la vida mientras ambos cumplan el contrato de amarse y protegerse. ¿Para qué prolongar un matrimonio que vive una relación maltratante?
Piensa antes de hablar. Sabes que estás cantaleteando cuando repites lo mismo una y otra vez, y no observas cambios positivos. No prometas ninguna disciplina que no estés dispuesta a cumplir. Si le dices que te separarás de él si vuelve a serte infiel y, efectivamente, vuelve a engañarte, debes separarte de él como ya le habías advertido. Jamás caigas en la trampa de la ira amedrentándolo con consecuencias que vayan en contra de la ley o de tu integridad moral.
Decide abandonar el papel de víctima; atrévete a actuar. Del árbol caído todo el mundo parte su pedacito para hacer leña, pero nadie se acerca a buscar leña del árbol fuerte y robusto que se exhibe orgulloso en el bosque. Cuando escuches que la gente se refiere a ti como «pobre fulanita», es que estás desempeñando el papel de víctima; quiere decir que estás como el árbol caído. Si no encuentras cómo liberarte de tu problema, busca ayuda de un profesional competente y confía en seguir sus recomendaciones. El gran problema de muchas mujeres es que saben lo que deben hacer, pero no lo hacen. Mientras te sientas presa de la pena y del «¡ay bendito!», llegarás hasta el final de tus días con el mismo problema. ¡Deja vacante tu infelicidad! Tú, sí tienes la capacidad para lograr los cambios que tú propongas en tu corazón y para motivar a los demás a hacerlo también. La vida se vive solo una vez; no te permitas estar ensayando una y otra vez, porque este drama es en vivo.
Conviértete en ejemplo de comportamiento y dignidad. Demuéstrale a tu cónyuge con tus hechos, que eres capaz de practicar con tu vida y la de tu familia lo que le pides a él. Nunca exijas que otros hagan lo que tú no estás dispuesta a hacer.
En lugar de criticar, alaba los buenos actos que él haga. Fíjate como en Sea World premian los buenos actos que hacen las ballenas, dándoles pececitos y una palmadita por el costado. Si eso es con los animales, ¡cuánto más lo necesitan los seres humanos!
EJERCICIOS REFLEXIVOS PARA LA MUJER
1. Mírate en el espejo:
¿Tienes cara de víctima o de protagonista? Las víctimas lucen incapaces de enfrentar las circunstancias, tristes, inseguras, con pocas fuerzas y sin brillo en los ojos. Las protagonistas reflejan entusiasmo y alegría en la mirada, y se ven muy seguras al expresar sus ideas.
¿Proyectas seguridad o inseguridad?
¿Eres asertiva en la comunicación o hablas fuerte, gritas y pataleas?
2. Si tus contestaciones anteriores son negativas, decide hoy asumir una postura de seguridad, da ejemplo y no permitas un comportamiento mediocre de tu pareja, cuando tú estás haciendo lo excelente. Lo que te hace ser respetable y tener autoridad no son los títulos, es tu integridad.
3. Medita unos minutos, evalúate y menciona qué áreas de tu vida pueden fortalecerse:_________ , _________, _________ .
SEMILLAS DE AMOR
Expresa siempre con palabras y hechos tu amor y tu cariño. Tal vez mañana ya no puedas hacerlo.