Comienza a declarar el sigundo grado de oración, que
es ya dar el Señor a el alma a sentir gustos más
particulares: decláralo para dar a entender cómo son ya
sobrenaturales. Es harto de notar.
1. Pues ya queda dicho con el trabajo que se riega este vergel y cuán a fuerza de brazos sacando el agua del pozo, digamos ahora el sigundo modo de sacar el agua que el Señor del huerto ordenó para que con artificio de con un torno y arcaduces sacase el hortolano más agua y a menos trabajo y pudiese descansar sin estar contino trabajando. Pues este modo aplicado a la oración que llaman de quietud,1 es lo que yo ahora quiero tratar.
2. Aquí se comienza a recoger el alma, toca ya aquí cosa sobrenatural, porque en ninguna manera ella puede ganar aquello por diligencias que haga. Verdad es que parece que algún tiempo se ha cansado en andar el torno y trabajar con el entendimiento y henchídose los arcaduces; mas aquí está el agua más alto, y ansí se trabaja muy menos que en sacarla del pozo: digo que está más cerca el agua porque la gracia dase más cláramente a conocer a el alma. Esto es un recogerse las potencias dentro de sí para gozar de aquel contento con más gusto, mas no se pierden ni se duermen; sola la voluntad se ocupa de manera que, sin saber cómo, se cativa°; sólo da consentimiento para que la encarcele Dios, como quien bien sabe ser cativo de quien ama. ¡Oh Jesús y Señor mío, qué2 nos vale aquí vuestro amor!, porque éste tiene el nuestro tan atado que no deja libertad para amar en aquel punto a otra cosa sino a Vos.
3. Las otras dos potencias ayudan a la voluntad para que vaya haciéndose hábil para gozar de tanto bien; puesto que algunas veces, an estando unida la voluntad, acaece desayudar harto; mas entonces no haga caso de ellas, sino estése en su gozo y quietud, porque, si las quiere recoger, ella y ellas perderán, que son entonces como unas palomas que no se contentan con el cebo que les da el dueño del palomar, sin trabajarlo ellas, y van a buscar de comer por otras partes, y hallan tan mal que se tornan; y ansí van y vienen a ver si les da la voluntad de lo que gaza. Si el Señor quiere echalles cebo, detiénense, y si no, tornan a buscar; y deben pensar que hacen a la voluntad provecho, y a las veces en querer la memoria u imaginación representarla lo que goza, la dañará. Pues tenga aviso de haberse con ellos, como diré.
4. Pues todo esto que pasa aquí es con grandísimo consuelo y con tan poco trabajo que no cansa la oración anque dure mucho rato; porque el entendimiento obra aquí muy paso a paso, y saca muy mucha más agua que no sacaba de el pozo; las lágrimas que Dios aquí da, ya van con gozo; anque se sienten, no se procuran.
5. Este agua de grandes bienes y mercedes que el Señor da aquí hacen crecer las virtudes muy más sin comparación que en la oración pasada; porque se va ya esta alma subiendo de su miseria y dásele ya un poco de noticia de los gustos de la gloria. Esto creo las hace más crecer y también llegar más cerca de la verdadera virtud, de donde todas las virtudes vienen, que es Dios; porque comienza Su Majestad a comunicarse a esta alma, y quiere que sienta ella cómo se le comunica.
Comiénzase luego, en llegando aquí, a perder la codicia de lo de cá y ¡pocas gracias!, porque ve claro que un momento de aquel gusto no se pude haber acá, ni hay riquezas, ni señoríos, ni honras, ni deleites que basten a dar un «cierra ojo y abre»3 de este contentamiento, y porque es verdadero, y contento que se ve que nos contenta, porque los de acá, por maravilla me parece entendemos adonde está este contento, porque nunca falta un «si-no»;4 aquí todo es «si» en aquel tiempo; el «no» viene después, por ver que se acabó y que no lo puede tornar a cobrar, ni sabe cómo; porque si se hace pedazos a penitencias y oración y todas las demás cosas, si el Señor no lo quiere dar, aprovecha poco. Quiere Dios por su grandeza que entienda esta alma que está Su Majestad tan cerca de ella, que ya no ha menester enviarle mensajeros, sino hablar ella mesma con Él, y no a voces, porque está ya tan cerca que en meneando los labios la entiende.
6. Parece impertinente decir esto, pues sabemos que siempre nos entiende Dios y está con nosotros. En esto no hay que dudar que es ansí; mas quiere este Emperador y Señor nuestro que entendamos aquí que nos entiende, y lo que hace su presencia, y que quiere particularmente comenzar a obrar en el alma en la gran satisfación interior y esterior que la da, y en la diferencia que, como he dicho, hay de este deleite y contento a los de acá, que parece hinche el vacío que por nuestros pecados teníamos hecho en el alma. Es en lo muy íntimo de ella esta satisfación, y no sabe por dónde ni cómo le vino, ni muchas veces sabe qué hacer, ni qué querer, ni qué pedir. Todo parece lo halla junto y no sabe lo que ha hallado, ni aún yo sé cómo darlo a entender; porque para hartas cosas eran menester letras, porque aquí viniera bien dar aquí a entender qué es aujilio° general u particular,5 que hay muchos que lo inoran: y cómo este particular quiere el Señor aquí que casi le vea el alma por vista de ojos, como dicen, y también para muchas cosas que irán erradas, mas como lo han de ver personas que entiendan si hay yerro, voy descuidada; porque ansí de letras como de espíritu sé que lo puedo estar, yendo a poder de quien va, que entenderán, y quitarán lo que fuere mal.
7. Pues querría dar a entender esto, porque son principios, y cuando el Señor comienza a hacer estas mercedes, la mesma alma no las entiende, ni sabe qué hacer de sí. Por que si la lleva Dios por camino de temor, como hizo a mí, es gran trabajo, si no hay quien la entienda y esle gran gusto verse pintada, y entonces ve claro va por allí. Y es gran bien saber lo que ha de hacer para ir aprovechando en cualquier estado de éstos; porque he yo pasado mucho, y perdido harto tiempo por no saber qué hacer; y he gran lástima a almas que se ven solas cuando llegan aquí; porque, anque he leído muchos libros espirituales, anque tocan en lo que hace al caso, decláranse muy poco, y si no es alma muy ejercitada, an declarándose mucho, terná° harto que hacer en entenderse.
8. Querría mucho el Señor me favoreciese para poner los efetos que obran en el alma estas cosas que ya comienzan a ser sobrenaturales, para que se entienda por los efetos cuando es espíritu de Dios. Digo «se entienda» conforme a lo que acá se puede entender, anque siempre es bien andemos con temor y recato; que, aunque sea de Dios, alguna vez podrá trasfigurarse el demonio en Ángel de luz;6 y si no es alma muy ejercitada, no lo entenderá; y tan ejercitada, que para entender esto es menester llegar muy en la cumbre de la oración.
Ayúdame poco el poco tiempo que tengo, y ansí ha menester Su Majestad hacerlo; porque he de andar con la comunidad y con otras hartas ocupaciones, como estoy en casa que ahora se comienza,7 como después se verá; y ansí es muy sin tener asiento lo que escribo, sino a pocos a pocos,8 y esto quisiérale, porque cuando el Señor da espíritu, pónese con facilidad y mijor. Parece como quien tiene un dechado delante, que está sacando aquel labor,9 mas si el espíritu falta, no hay más concertar este lenguaje que si fuese algaravía, a manera de decir, aunque hayan muchos años pasado en oración. Y ansí me parece es grandísima ventaja, cuando lo escribo, estar en ello; porque veo claro no so yo quien lo dice, que ni lo ordeno con el entendimiento ni sé después cómo lo acerté a decir. Esto me acaece muchas veces.
9. Ahora tornemos a nuestra huerta u vergel, y veamos cómo comienzan estos árboles a empreñarse para florecer y dar después fruto; y las flores y claveles lo mesmo para dar olor. Regálame esta comparación, porque muchas veces en mis principios (y plega el Señor haya yo ahora comenzado a servir a Su Majestad; digo «principio» de lo que diré de aquí adelante de mi vida), me era gran deleite considerar ser mi alma un huerto y al Señor que se paseaba en él. Suplicábale aumentase el olor de las florecitas de virtudes que comenzaban, a lo que parecía, a querer salir y que fuese para su gloria y las sustentase, pues yo no quería nada para mí, y cortase las que quisiese, que ya sabía habían de salir mijores. Digo «cortar» porque vienen tiempos en el alma que no hay memoria de este huerto; todo parece está seco y que no ha de haber agua para sustentarle, ni parece hubo jamás en el alma cosa de virtud. Pásase mucho trabajo, porque quiere el Señor que le parezca a el pobre hortolano que todo el que ha tenido en sustentarle y regarle va perdido. Entonces es el verdadero escardar10 y quitar de raíz las yerbecilas, anque sean pequeñas, que han quedado malas. Con conocer no hay diligencia que baste si el agua de la gracia nos quita Dios, y tener en poco nuestra nada, y anque sea menos que nada, gánase aquí mucha humildad; tornan de nuevo a crecer las flores.
10. ¡Oh Señor mío y Bien mío! ¡Que no puedo decir esto sin lágrimas y gran regalo de mi alma! ¡Que queráis Vos, Señor, estar ansí con nosotros, y estáis en el Sacramento (que con toda verdad se pude creer, pues lo es, y con gran verdad podemos hacer esta comparación), y si no es por nuestra culpa nos podemos gozar con Vos, que Vos os holgáis con nosotros, pues decís ser vuestro deleite estar con los hijos de los hombres!11 ¡Oh, Señor mío! ¿Qué es esto? Siempre que oiga esta palabra, me es gran consuelo, aun cuando era muy perdida. ¿Es posible, Señor, que haya alma que llegue a que Vos la hagáis mercedes semejantes y regalos, y a entender que Vos os holgáis con ella, que os torne a ofender después de tantos favores y tan grandes muestras del amor que la tenéis, que no se puede dudar, pues se ve clara la obra? Sí hay por cierto, y no una vez, sino muchas, que so yo. Y plega vuestra bondad, Señor, que sea yo sola la ingrata, y la que haya hecho tan gran maldad y tenido tan ecesiva ingratitud: porque an ya de ella algún bien ha sacado vuestra infinita bondad; y mientras mayor mal, más resplandece el gran bien de vuestras misericordias. ¡Y con cuánta razón las puedo yo para siempre cantar!
11. Suplícoos yo, Dios mío, sea ansí y las cante yo sin fin, ya que habéis tenido por bien de hacerlas tan grandísimas conmigo que espantan a los que las ven y a mí me saca de mí muchas veces para poderos mijor alabar a Vos; que estando en mí sin Vos, no podría, Señor mío, nada sino tornar a ser cortadas estas flores de este huerto, de suerte que esta miserable tierra tornase a servir de muladar,12 como antes. No lo primitáis, Señor, ni queráis se pierda alma que con tantos trabajos comprastes y tantas veces de nuevo la habéis tornado a rescatar y quitar de los dientes del espantoso dragón.
12. Vuesa merced me perdone,13 que salgo de propósito; y como hablo a mi propósito, no se espante, que es como toma a el alma lo que se escribe, que a las veces hace harto de dejar de ir adelante en alabanzas de Dios, como se le representa, escribiendo, lo mucho que le debe. Y creo no le hará a vuesa merced mal gusto, porque entramos, me parece, podemos cantar una cosa, aunque en diferente manera; por que es mucho más lo que yo debo a Dios, porque me ha perdonado más,14 como vuesa merced sabe.