En que trata cuán siguro camino es para los
contemplativos no levantar el espíritu a cosas altas si el
Señor no le levanta; y cómo ha de ser el medio para la más
subida contemplación la humanidad de Cristo. Dice de
un engaño en que ella estuvo un tiempo. Es muy
provechoso este capítulo.
1. Una cosa quiero decir, a mi parecer importante; si a vuesa merced le pareciere bien,1 servirá de aviso, que podría ser haberle menester; porque en algunos libros que están escritos de oración tratan2 que, aunque el alma no puede por sí llegar a este estado, porque es todo obra sobrenatural que el Señor obra en ella, que podrá ayudarse levantando el espíritu de todo lo criado y subiéndole con humildad, después de muchos años que haya ido por la vida purgativa, y aprovechando por la iluminativa.3 No sé yo bien por qué dicen iluminativa; entiendo que de los que van aprovechando. Y avisan mucho que aparten de sí toda imaginación corpórea y que se alleguen a contemplar en la divinidad; porque dicen que, aunque sea la Humanidad de Cristo, a los que llegan ya tan adelante, que embaraza u impide a la más perfeta contemplación. Train lo que dijo el Señor a los apóstoles cuando la venida del Espíritu Santo —digo cuando subió a los cielos—4 para este propósito. Paréceme a mí que si tuvieran la fe como la tuvieron después que vino el Espíritu Santo, de que era Dios y hombre, no les impidiera, pues no se dijo esto a la madre de Dios, aunque le amaba más que todos. Porque les parece que como esta obra toda es espíritu, que cualquier cosa corpórea la puede estorbar u impidir,° y que considerarse en cuadrada manera5 y que está Dios de todas partes y verse engolfado en Él, es lo que han de procurar.
Esto bien me parece a mí, algunas veces; mas apartarse del todo de Cristo y que entre en cuenta este divino cuerpo con nuestras miserias ni con todo lo criado, no lo puedo sufrir. Plega a Su Majestad que me sepa dar a entender.
2. Yo no lo contradigo, porque son letrados y espirituales, y saben lo que dicen, y por muchos caminos y vías lleva Dios las almas; como ha llevado la mía quiero yo ahora decir —en lo demás no me entremeto— y en el peligro en que me vi por querer conformarme con lo que leía. Bien creo que quien llegare a tener unión y no pasare adelante —digo a arrobamientos y visiones y otras mercedes que hace Dios a las almas— que terná lo dicho por lo mijor, como yo lo hacía; y si me hubiera estado en ello, creo nunca hubiera llegado a lo que ahora, porque a mi parecer es engaño. Ya puede ser yo sea la engañada; mas diré lo que me acaeció.
3. Como yo no tenía maestro y leía en estos libros, por donde poco a poco yo pensaba entender algo (y después entendí, que si el Señor no me mostrara, yo pudiera poco con los libros deprender,6 porque no era nada lo que entendía hasta que Su Majestad por espiriencia me lo daba a entender, ni sabía lo que hacía), encomenzando a tener algo de oración sobrenatural, digo de quietud, procuraba desviar toda cosa corpórea, aunque ir levantando el alma yo no osaba, que, como era siempre tan ruin, vía que era atrevimiento. Mas parecíame sentir la presencia de Dios, como es ansí, y procuraba estarme recogida con Él: y es oración sabrosa, si Dios allí ayuda, y el deleite mucho.Y como se ve aquella ganancia y aquel gusto, ya no había quien me hiciese tornar a la Humanidad, sino que, en hecho de verdad, me parecía que era impedimento. ¡Oh Señor de mi alma y bien mío, Jesucristo crucificado! No me acuerdo vez de esta opinión que tuve, que no me da pena; y me parece que hice una gran traición, aunque con inorancia.
4. Había sido yo tan devota toda mi vida de Cristo (porque esto era ya a la postre, digo a la postre, de antes que el Señor me hiciese estas mercedes de arrobamientos7 y visiones) y en tanto estremo duró muy poco estar en esta opinión. Y ansí siempre tornaba a mi costumbre de holgarme con este Señor, en especial cuando comulgaba. Quisiera yo siempre traer delante de los ojos su retrato y imagen, ya que no podía traerle tan esculpido en mi alma como yo quisiera. ¿Es posible, Señor mío, que ocupo en mi pensamiento ni un hora que Vos me hablades de impidir para mayor bien? ¿De dónde me vinieron a mí todos los bienes, sino de Vos? No quiero pensar que en esto tuve culpa, porque me lastimo mucho, que cierto era inorancia; y ansí quisistes Vos, por vuestra bondad, remediarla con darme quien me sacase de este yerro, y después con que os viese yo tantas veces, como adelante diré, para que más claro entendiese cuán grande era, y que lo dijese a muchas personas que lo he dicho, y para que lo pusiese ahora aquí.
5. Tengo para mí que la causa de no aprovechar más muchas almas y llegar a muy gran libertad de espíritu, cuando llegan a tener oración de unión, es por esto. Paréceme que hay dos razones en que puedo fundar mi razón, y quizá no digo nada, más lo que dijere helo visto por espiriencia, que se hallaba muy mal mi alma hasta que el Señor la dio luz. Porque todos sus gozos eran a sorbos y, salida de allí, no se hallaba con la compañía que después para los trabajos y tentaciones. La una es, que va un poco de poca humildad, tan solapada y ascondida que no se siente. ¿Y quién será el soberbio y miserable como yo, que cuando hubiere trabajado toda su vida con cuantas penitencias y oraciones y persecuciones se pudieren imaginar, no se halle por muy rico y muy bien pagado cuando le consienta el Señor estar a el pie de la cruz con San Juan?8 No sé en qué seso cabe no se contentar con esto, sino en el mío que de toda manera fue perdido en lo que había de ganar.
6. Pues si todas veces9 la condición u enfermedad, por ser penoso pensar en la Pasión, no se sufre, ¿quién nos quita estar con Él después de resucitado, pues tan cerca le tenemos en el sacramento, adonde ya está glorificado y no le miraremos tan fatigado y hecho pedazos, corriendo sangre, cansado por los caminos, perseguido de los que hacía tanto bien, no creído de los apóstoles? Porque, cierto, no todas veces hay quien sufra pensar tantos trabajos como pasó. Hele aquí sin pena, lleno de gloria, esforzando a los unos, animando a los otros, antes que subiese a los cielos, compañero nuestro en el Santísimo Sacramento, que no parece fue en su mano apartarse un momento de nosotros. ¡Y que haya sido en la mía, apartarme yo de Vos, Señor mío, por más serviros! Que ya cuando os ofendía, no os conocía; ¡mas que conociéndoos pensase ganar más por este camino! ¡Oh qué mal camino llevaba, Señor! Ya me parece iba sin camino, si Vos no me tornárades a él, que en veros cabe mí he visto todos los bienes. No me ha venido trabajo que mirándoos a Vos cual estuvistes delante de los jueces, no se me haga bueno de sufrir. Con tan buen amigo presente, con tan buen capitán que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir. Es ayuda y da esfuerzo; nunca falta; es amigo verdadero; y veo yo claro, y he visto después, que para contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes, quiere sea por manos de esta Humanidad sacritísima, en quien dijo Su Majestad se deleita.10 Muy, muy muchas veces lo he visto por espiriencia. Hámelo dicho el Señor. He visto claro que por esta puerta hemos de entrar,11 si queremos nos muestre la soberana Majestad grandes secretos.
7. Ansí que vuesa merced, señor,12 no quiera otro camino, anque esté en la cumbre de contemplación; por aquí va siguro. Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes. Él lo enseñará, mirando su vida; es el mijor dechado. ¿Qué más queremos de un tan buen amigo a el lado, que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones,13 como hacen los de el mundo? Bienaventurado quien de verdad le amare y siempre le trajere cabe sí. Miremos a el glorioso San Pablo, que no parece se le caía de la boca siempre Jesús, como quien le tenía bien en el corazón. Yo he mirado con cuidado, después que esto he entendido, de algunos santos, grandes contemplativos, y no iban por otro camino. San Francisco da muestra de ello en las llagas. San Antonio de Padua, el niño. San Bernardo se deleitaba en la humanidad; Santa Catalina de Sena... otros muchos que vuesa merced sabrá mijor que yo.
8. Esto de apartarse de la corpóreo bueno debe ser, cierto, pues gente tan espiritual lo dice; mas, a mi parecer, ha de ser estando el alma muy aprovechada; porque hasta esto está claro se ha de buscar el Criador por las criaturas.14 Todo es como la merced el Señor hace a cada alma, en eso no me entremeto. Lo que querría dar a entender es que no ha de entrar en esta cuenta la sacratísima Humanidad de Cristo. Y entiéndase bien este punto, que querría saberme declarar.
9. Cuando Dios quiere suspender todas las potencias, como en los modos de oración que quedan dichos hemos visto, claro está que, aunque no queramos, se quita esta presencia. Entonces vaya enhorabuena; dichosa tal pérdida que es para gozar más de lo que nos parece se pierde; porque entonces se emplea el alma toda en amar a quien el entendimiento ha trabajado conocer, y ama lo que no compreendió, y goza de lo que no pudiera también gozar si no fuera perdiéndose a sí, para, como digo, más ganarse. Mas que nosotros de maña y con cuidado nos acostumbremos a no procurar con todas nuestras fuerzas traer delante siempre —y pluguiese a el Señor fuese siempre— esta sacratísima Humanidad, esto digo que no me parece bien y que es andar el alma en el aire, como dicen; porque parece no trai arrimo, por mucho que le parece anda llena de Dios. Es gran cosa, mientras vivimos y somos humanos, traerle humano, que éste es el otro inconveniente que digo hay. El primero, ya comencé a decir, es un poco falta de humildad de quererse levantar el alma hasta que el Señor la levante, y no contentarse con meditar cosa tan preciosa, y querer ser María antes que haya trabajado con Marta.15 Cuando el Señor quiere que lo sea, aunque sea desde el primer día, no hay que temer; mas comidámonos nosotros, como ya creo otra vez he dicho. Esta motita de poca humildad, anque no parece es nada, para querer aprovechar en la contemplación hace mucho daño.
10. Tornando a el sigundo punto, nosotros no somos ángeles, sino tenemos cuerpo; querernos hacer ángeles estando en la tierra —y tan en la tierra como yo estaba— es desatino, sino que ha menester tener arrimo el pensamiento para lo ordinario: ya que algunas veces el alma salga de sí u ande muchas tan llena de Dios, que no haya menester cosa criada para recogerla, esto no es tan ordinario, que en negocios y persecuciones y trabajos, cuando no se puede tener tanta quietud, y en tiempo de sequedades, es muy buen amigo Cristo, porque le miramos Hombre y vémosle con flaquezas y trabajos, y es compañía y, habiendo costumbre, es muy fácil hallarle cabe sí, anque veces vernán que lo uno ni lo otro se pueda. Para esto es bien lo que ya he dicho: no nos mostrar a procurar consolaciones de espíritu; venga lo que viniere, abrazado con la cruz es gran cosa. Desierto quedó este Señor de toda consolación; sólo le dejaron en los trabajos; no le dejemos nosotros que, para más subir. Él nos dará mijor la mano que nuestra diligencia y se ausentará cuando viere que conviene y que quiere el Señor sacar el alma de sí, como he dicho.
11. Mucho contenta a Dios ver un alma que con humildad poner por tercero a su hijo y le ama tanto, que an quiriendo Su Majestad subirle a muy gran contemplación —como tengo dicho—, se conoce por indino,° diciendo con San Pedro: «Apartaos de mí, Señor, que soy hombre pecador».16
Esto he probado; de este arte ha llevado Dios mi alma. Otros irán —como he dicho— por otro atajo. Lo que yo he entendido es que todo este cimiento de la oración va fundado en humildad y que mientra más se abaja un alma en la oración, más la sube Dios.17 No me acuerdo haberme hecho merced muy señalada, de las que adelante diré, que no sea estando deshecha de verme tan ruin; y aun procuraba darme Su Majestad a entender cosas para ayudarme a conocerme, que yo no las supiera imaginar. Tengo para mí que cuando el alma hace de su parte algo para ayudarse en esta oración de unión, que anque luego parece la aprovecha, que como cosa no fundada se tornará muy presto a caer; y he miedo que nunca llegará a la verdadera pobreza de espíritu, que es no buscar consuelo ni gusto en la oración —que los de la tierra ya están dejados—, sino consolación en los trabajos por amor de él que siempre vivió en ellos; y estar en ellos y en las sequedades quieta. Anque algo se sienta, no para dar inquietud y la pena que a algunas personas, que, si no están siempre trabajando con el entendimiento y con tener devoción, piensan que va todo perdido, como si por su trabajo se mereciese tanto bien.
No digo que no se procure y estén con cuidado delante de Dios; mas que si no pudieren tener an un buen pensamiento, como otra vez he dicho, que no se maten; siervos sin provecho somos;18 ¿qué pensamos poder?
12. Más quiere el Señor que conozcamos esto y andemos hechos asnillos para traer la noria de el agua que queda dicha, que, anque cerrados los ojos y no entendiendo lo que hacen, sacarán más que el hortolano con toda su diligencia. Con libertad se ha de andar en este camino, puestos en las manos de Dios. Si Su Majestad nos quisiere subir a ser de los de su cámara y secreto, ir de buena gana; si no, servir en oficios bajos y no sentarnos en el mijor lugar, como he dicho alguna vez. Dios tiene cuidado más que nosotros y sabe para lo que es cada uno. ¿De qué sirve gobernarse a sí quien tiene dada ya toda su voluntad a Dios? A mi parecer, muy menos se sufre aquí que en el primer grado de la oración y mucho más daña; son bienes sobrenaturales. Si uno tiene mala voz, por mucho que se esfuerce a cantar no se le hace buena; si Dios quiere dársela, no ha él menester antes dar voces. Pues supliquemos siempre nos haga mercedes, rendida el alma, aunque confiada de la grandeza de Dios. Pues para que esté a los pies de Cristo la dan licencia, que procure no quitarse de allí; esté como quiera; imite a la Madalena, que de que estuviere fuerte, Dios la llevará a el desierto.
13. Ansí que vuesa merced, hasta que halle quien tenga más espiriencia que yo y lo sepa mijor, estése en esto. Si son personas que comienzan a gustar de Dios, no las crea, que les parece les aprovecha y gustan más ayudándose. ¡Oh, cuando Dios quiere, cómo viene a el descubierto sin estas ayuditas!; que, aunque más hagamos, arrebata el espíritu, como un gigante tomaría una paja, y no basta resistencia. ¡Qué manera para creer que, cuando él quiere, espera que vuele el sapo por sí mesmo! Y an más dificultoso y pesado me parece levantarse nuestro espíritu, si Dios no le levanta; porque está cargado de tierra y de mil impedimentos, y aprovéchale poco querer volar; que, anque es más su natural que de el sapo, está ya tan metido en el cieno, que lo perdió por su culpa.
14. Pues quiero concluir con esto: que siempre que se piense de Cristo, nos acordemos del amor con que nos hizo tantas mercedes y cuán grande nos le mostró Dios en darnos tal prenda del que nos tiene; que amor saca amor. Y aunque sea muy a los principios y nosotros muy ruines, procuremos ir mirando esto siempre y despertándonos para amar; porque si una vez nos hace el Señor merced que se nos imprima en el corazón este amor, sernos ha todo fácil y obraremos muy en breve y muy sin trabajo. Dénosle Su Majestad —pues sabe lo mucho que nos conviene— por el que él nos tuvo y por su glorioso Hijo, a quien19 tan a su costa nos le mostró, amén.
15. Una cosa querría preguntar a vuesa merced: cómo en comenzando el Señor a hacer mercedes a un alma, tan subidas, como es ponerla en perfecta contemplación, que de razón había de quedar perfeta del todo luego (de razón, sí por cierto, porque quien tan gran merced recibe no había más que querer consuelos de la tierra), pues ¿por qué en arrobamiento y en cuando está ya el alma más habituada a recibir mercedes, parece que trai consigo los efetos tan más subidos y mientra más, más desasida, pues en un punto que el Señor llega la puede dejar santificada, como después, andando el tiempo, la deja el mesmo Señor con perfeción en las virtudes?
Esto quiero yo saber, que no lo sé; más bien sé es diferente lo que Dios deja de fortaleza cuando a el principio no dura más que cerrar y abrir los ojos y casi no se siente sino en los efetos que deja, u cuando va más a la larga esta merced.Y muchas veces paréceme a mí si es el no se disponer del todo luego el alma, hasta que el Señor poco a poco la cría y la hace determinar y da fuerzas de varón, para que dé del todo con todo en el suelo, como lo hizo con la Madalena con brevedad, hácelo en otras personas, conforme a lo que ellas hacen en dejar a Su Majestad hacer, no acabamos de creer que an en esta vida da Dios ciento por uno.20
16. También pensaba yo esta comparación; que puesto que sea todo uno lo que se da a los que más adelante van que en el principio, es como un manjar que comen de él muchas personas, y las que comen poquito, quédale sólo buen sabor por un rato; las que más, ayuda a sustentar; las que comen mucho, da vida y fuerza; y tantas veces se puede comer y tan cumplido de este manjar de vida, que ya no coman cosa que les sepa bien sino él; porque ve el provecho que le hace, y tiene ya tan hecho el gusto a esta suavidad, que querría más no vivir que haber de comer otras cosas que no sean sino para quitar el buen sabor que el buen manjar dejó.
También una compañía santa no hace su conversación tanto provecho de un día como de muchos; y tantos pueden ser los que estemos con ella, que seamos como ella, si nos favorece Dios. Y en fin, todo está en lo que Su Majestad quiere y a quien quiere darlo; mas mucho va en determinarse a quien ya comienza a recibir esta merced, en desasirse de todo y tenerla en lo que es razón.
17. También me parece que anda Su Majestad a probar quién le quiere, si no uno si no otro, descubriendo quién es con deleite tan soberano, por avivar la fe —si está muerta— de lo que nos ha de dar, diciendo: «Mirá que esto es una gota de el mar grandísimo de bienes», por no dejar nada por hacer con los que ama, y como ve que le reciben, ansí da y se da. Quiere a quien le quiere; ¡y qué bien querido, y qué buen amigo! ¡Oh Señor de mi alma, y quién tuviera palabras para dar a entender qué dais a los que se fían de Vos y qué pierden los que llegan a este estado y se quedan consigo mesmos! No queréis Vos esto, Señor, pues más que esto hacéis Vos, que os venís a una posada tan ruin como la mía. ¡Bendito seáis por siempre jamás!
18. Torno a suplicar a vuesa merced que estas cosas que he escrito de oración, si las tratare con personas espirituales, lo sean, porque si no saben más de un camino, u se han quedado en el medio, no podrán así atinar. Y hay algunas que desde luego las lleva Dios por muy subido camino, y paréceles que ansí podrán los otros aprovechar allí y quietar21 el entendimiento y no se aprovechar de medios de cosas corpóreas, y quedarse han secos como un palo. Y algunos que hayan tenido un poco de quietud, luego piensan que como tienen lo uno pueden hacer lo otro; y en lugar de aprovechar, desaprovecharán, como he dicho. Ansí que en todo es menester espiriencia y discreción. El Señor nos la dé por su bondad.