XIV
¿Sirve la hormona del crecimiento de terapia antienvejecimiento?
«La ciencia médica moderna considera el envejecimiento una enfermedad tratable y que se puede prevenir [...] que puede detenerse y revertirse manteniendo unos niveles determinados de hormonas del crecimiento».
Anuncio de la hormona del crecimiento humana
«Cada minuto nace un crédulo».
Atribuido a P. T. BARNUM
La búsqueda del elixir de la eterna juventud capaz de detener o al menos ralentizar el proceso de envejecimiento, y tal vez incluso revertirlo, tiene al menos seis mil años de antigüedad. Esta mítica fuente de la juventud era el santo grial que buscaba Alejandro Magno, la razón por la que el explorador Ponce de León descubrió Florida y el argumento que esgrimían los alquimistas cuando juraban que el oro que conseguirían producir proporcionaría juventud eterna. En la historia reciente la promesa de un producto capaz de prolongar la vida o hacernos parecer más jóvenes ha generado jugosos beneficios para las industrias cosméticas y farmacéutica. Desde pociones vendidas en la parte de atrás de un carromato hasta el furor que causa el bótox, nada genera más excitación que la posibilidad de detener el proceso de envejecer.
Una de las afirmaciones que más entusiasmo ha suscitado en los últimos años es que por fin se ha encontrado este elixir y que se llama hormona del crecimiento humana o HGH (por sus siglas en inglés). La HGH es una hormona proteica, similar a la insulina. La mayoría de nosotros nacemos con reservas suficientes de ella. La produce la glándula pituitaria situada en la base del cerebro y su principal función es estimular el crecimiento y el desarrollo del cuerpo desde la infancia. Pero a partir de los 20 años su actividad empieza a declinar. Sin embargo, hay gente que nace con una insuficiencia de hormonas del crecimiento y por tanto no alcanzan su estatura máxima.
Aunque la función de la hormona del crecimiento se conoce desde la década de 1920, hasta 1958 el endocrinólogo de la Universidad de Tufts Maurice Raben no logró purificar una procedente de un cadáver y utilizarla con éxito para tratar a un adolescente con deficiencia hormonal. Fue entonces cuando nació una nueva rama de la medicina que no dejaría —literalmente— de crecer. Pero la dificultad que entraña obtener suficientes hormonas del crecimiento de cadáveres limitaba seriamente el número de niños que podían ser tratados. Con el tiempo los atletas descubrieron que estas hormonas les ayudaban a curarse antes de sus lesiones y, tomadas en combinación con esteroides, a aumentar su masa muscular. Para satisfacer la creciente demanda del mercado los científicos empezaron a extraer hormonas del crecimiento de gorilas además de cadáveres, lo que resultó ser extremadamente peligroso. Hay rumores persistentes de que la estrella de fútbol americana Lyle Alzado murió a los 43 años de un tumor cerebral causado por hormonas de gorila. El descubrimiento en 1985 de que la HGH procedente de cadáveres podía causar la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, una afección cerebral extremadamente rara y mortal, puso fin a este uso. Por fortuna en 1981 ya se había creado en el laboratorio la hormona del crecimiento sintética, y pasados cinco años la producción era suficiente como para que los científicos hicieran con ella variedad de experimentos.
El primer ensayo clínico que suscitó el interés del gran público sobre las posibilidades médicas de la HGH se realizó en el Medical College de Wisconsin en 1990. En este estudio veintiún varones sanos de edades comprendidas entre los 61 y los 81 fueron examinados durante seis meses para establecer un punto de partida. A continuación, durante los seis meses siguientes doce de ellos recibieron inyecciones de hormona del crecimiento tres veces a la semana, los otros nueve no. Al cabo de los seis meses el primer grupo había aumentado su masa muscular y ósea, reducido su nivel de grasa corporal y su masa. Y, algo asombroso, la densidad de su piel se había recuperado en más de un 7 por ciento, es decir, ¡tenía el grosor de una persona de 50 años! Los investigadores concluyeron que «los efectos de seis meses de tratamiento con hormona del crecimiento humano en masa corporal magra y en masa de tejido adiposo eran equivalentes en magnitud a los cambios ocurridos entre diez y veinte años de envejecimiento».
Era como si Ponce de León hubiera verdaderamente encontrado la fuente de la juventud. Pero eran sólo doce sujetos, una cifra muy baja. Así pues, aunque los resultados de este pequeño estudio son sin duda interesantes, en la realidad el margen de variaciones aleatorias es mucho mayor.
En la década siguiente floreció en todo el mundo un mercado negro de hormonas del crecimiento y la HGH pasó a conocerse como «cirugía plástica embotellada». Médicos y atletas no tardaron en descubrir que esta hormona parecía acelerar el metabolismo, lo que hacía que las lesiones sanaran antes —y para los atletas que debían pasar controles antidopaje, las noticias eran aún mejores— porque la HGH se comportaba como una hormona natural y el sistema la absorbía con rapidez, por lo que no había un método fiable de detectarla. Un director de la American Academy of Anti-Aging Medicine (Academia Estadounidense de Medicina antienvejecimiento) proclamó: «Con la HGH los llamados signos de envejecimiento pueden ser revertidos» y la sustancia se convirtió en el producto estrella de las terapias antiedad.
Kirk Radomski, un antiguo empleado del club de los New York Mets y que se convirtió en uno de los principales proveedores de hormonas del crecimiento para los jugadores profesionales de béisbol y que acabó testificando sobre el uso de esta sustancia y de esteroides ante el congreso estadounidense, explicó el atractivo que tenía para los deportistas: «La gente cree, erróneamente, que las hormonas del crecimiento mejoran el rendimiento físico, pero no es así. No son esteroides, no aumentan la masa muscular. Lo que hacen es acelerar el metabolismo para ayudar a los atletas a reponerse antes. La temporada de béisbol deja a los jugadores agotados, la hormona del crecimiento les permite dar el máximo en todo momento. Si resultan lesionados, les ayuda a volver antes al campo. Si estás pagando a un jugador millones de dólares, ¿no es eso lo que querrías, que volviera al campo cuanto antes? A los jugadores les encantaba porque les permitía jugar. Y en todos los años que estuve metido en ello no vi que ninguno tuviera problemas físicos».
Esta fuente de la juventud científica no sólo revertía el proceso de envejecimiento y permitía a los deportistas rendir el máximo en todo momento, de acuerdo a determinados anuncios publicitarios, también cura «las hemorroides, las enfermedades autoinmunes, la degeneración macular, las cataratas, la flibromialgia, la angina, la fatiga crónica, la neuropatía diabética, la hepatitis C, el estreñimiento crónico, la hipertensión, la ciática, el asma y los síntomas de la menopausia, ayuda a los pacientes de diálisis y en la recuperación de derrames cerebrales».
Fantástico, asombroso... e increíble. Sencillamente porque ninguna de estas cosas es cierta. Ah, sí, la compañía responsable de esta publicidad admite al final del anuncio: «Estas afirmaciones no han sido evaluadas por la FDA».
No hace falta que lo digan. La FDA ha aprobado el uso de la HGH únicamente para el tratamiento de desórdenes del crecimiento en niños y deficiencias en adultos. Pero debido a anuncios como éste así como a su popularidad entre deportistas y culturistas, la hormona se ha convertido en un producto de lo más popular. Se trata de uno de esos medicamentos para los cuales la FDA ha aprobado un uso determinado pero después los médicos la recetan para otras cosas. En Estados Unidos todo el mundo sabe lo que ocurre pero nadie habla de ello, es como un secreto a voces[36]. Sin embargo, estas medidas no han detenido su consumo ni su demanda, en respuesta a la cual muchas compañías fabricantes de suplementos ofrecen sustancias supuestamente naturales que, afirman, duplican los efectos de la hormona del crecimiento.
Así pues la HGH se ha convertido en un producto muy rentable. Si introducimos en Google las palabras «comprar hormona del crecimiento» obtendremos miles de entradas. Aunque muchas personas que la han tomado hablan de sus ventajas, las pruebas actuales indican que sus supuestas propiedades antienvejecimiento son más bien dudosas. Cuando investigadores de la Universidad de Stanford empezaron a indagar sobre esta cuestión, según el doctor Hau Liu, «nuestra mayor sorpresa fue comprobar lo poco que se había investigado en este campo. Tan sólo unos quinientos pacientes han participado en ensayos clínicos serios y menos de doscientos de ellos habían tomado la verdadera hormona del crecimiento».
Para este metaanálisis, los investigadores de Stanford localizaron treinta y un estudios previos que incluían a doscientos veinte pacientes que habían tomado la hormona. Sus conclusiones, publicadas en Annals of Internal Medicine en 2007, establecían que las hormonas del crecimiento podían «asociarse a pequeños cambios en la composición corporal y a tasas crecientes de efectos adversos. A partir de las pruebas de que disponemos no recomendamos su uso en terapias antienvejecimiento».
El doctor Liu también participó en un estudio de 2008 destinado a determinar los efectos de la HGH en deportistas. El informe Mitchell, una investigación sobre el uso de esteroides y hormonas del crecimiento en los jugadores de la Liga Mayor de béisbol en Estados Unidos, había concluido que el uso de los mismos estaba extendido y que los jugadores creían que la hormona les ayudaba a recobrarse antes de sus lesiones y a sentirse mejor. Consideraba la combinación de HGH y esteroides una fórmula para mejorar el rendimiento. El análisis de la Universidad de Stanford incluía veintisiete estudios que sumaban más de trescientos participantes. Aunque los investigadores admitían que los estudios examinados «podían no reflejar las dosis consumidas en el mundo real» concluían que «las afirmaciones de que la hormona del crecimiento potencia el rendimiento físico no tienen base en la literatura científica. Aunque lo limitado de las pruebas disponibles sugiere que la hormona aumenta la masa corporal magra, ello no quiere decir que también aumente la fuerza. Además, puede empeorar la capacidad de hacer ejercicio y desencadenar efectos adversos».
En cuanto a sus beneficios cosméticos, el doctor Richard Ross, profesor de Endocrinología de la Universidad inglesa de Sheffield, señala: «Los niveles de hormona del crecimiento caen a partir de los 40 años, pero hasta la fecha nadie ha logrado demostrar que aumentarlos elimine las arrugas. Puede tener un efecto marginal, pero en ningún caso milagroso».
Y sin embargo, con toda la atención que recibe este asunto por parte de los medios de comunicación, mucha gente se pregunta si no deberían investigarse sus supuestos beneficios. Lo que no suele mencionarse es que esos supuestos beneficios vienen acompañados de peligros considerables. Puesto que los ensayos clínicos sobre el uso a largo plazo de la hormona del crecimiento biosintética en adultos sanos son escasos, no se ha podido demostrar su seguridad en el tratamiento de problemas que no sean desórdenes de crecimiento. De hecho, hay hipótesis según las cuales la reducción natural de los niveles de hormona del crecimiento en el organismo que se produce con la edad puede brindar cierta protección frente a enfermedades relacionadas con el envejecimiento. Las personas que la consumen con regularidad, por ejemplo los culturistas, advierten de que, puesto que hace crecer todo en nuestro cuerpo, incluidos los órganos, también puede acelerar la progresión de tumores. Hay pruebas que apuntan que dosis altas de HGH o el consumo prolongado de la misma puede causar infecciones, hipertensión, retención de líquidos y arritmia, dolor e inflamación de las articulaciones, agrandamiento de pies y manos, trastornos de la glándula pituitaria y también diabetes.
Puesto que su uso no hospitalario es ilegal, muchos médicos en Estados Unidos se niegan a recetarla salvo en casos obvios de trastornos de crecimiento. Pero ello no impide que quienes quieran tomarla la obtengan por otras vías. Comprarla por Internet puede conducir a problemas. El doctor Alan Rogol, testificando ante un comité del Congreso de Estados Unidos en la Endocrine Society, afirmó: «Las revistas e Internet rebosan de anuncios de sustancias identificadas como hormona del crecimiento. La HGH sólo es efectiva si se inyecta y muchos de esos preparados son orales, así que es imposible que sean HGH». Así pues, es posible que esas sustancias contengan ingredientes potencialmente peligrosos, entre ellos esteroides anabolizantes que, se sabe, favorecen el crecimiento de tumores.
Quizá llegue el día en que sepamos más acerca de los beneficios reales y los peligros de las terapias con hormonas del crecimiento, pero en este momento su uso sólo está indicado en niños y adolescentes con desórdenes que incluyen deficiencia de hormona del crecimiento, baja estatura idiopática y baja estatura asociada a enfermedades poco frecuentes como los síndromes de Turner y de Prader-Willi.
La HGH también puede ser beneficiosa para adultos con deficiencia documentada de la hormona del crecimiento así como para enfermos de sida con trastornos debilitantes graves, como caquexia. Y aunque su consumo en gimnasios y clínicas estéticas es bastante extendido en muchos países, no existen pruebas de que sus beneficios excedan sus posibles riesgos. Es importante no olvidar eso. Las hormonas del crecimiento se han vuelto muy populares en el mundo del deporte profesional y mueven un negocio clandestino de lo más lucrativo. Los medios de comunicación publican noticias sobre el tema todos los días. Pero hasta que no veamos los resultados de un estudio aleatorio, de doble ciego y controlado por placebo que demuestre que la hormona del crecimiento ayuda no sólo a los atletas, sino a todo el mundo a recuperarse de lesiones, debemos ser extremadamente cautelosos, y desde luego no comprarla nunca por Internet. Los productos que venden las compañías de Internet pueden contener otras sustancias adictivas, incluso esteroides, sin que tengamos manera de saberlo.
Sé que la HGH despierta gran curiosidad entre adolescentes deportistas, sobre todo jugadores de fútbol, en Estados Unidos. Y soy consciente de que muchos la toman. A estas personas les diría que sus supuestas bondades no han sido probadas, que se trata de un producto caro y que desconocemos muchos de sus posibles efectos secundarios, pues no contamos con estudios que muestren su comportamiento a largo plazo. Y que no les corresponde a ellos descubrirlo experimentando con sus cuerpos.
El consejo del doctor Chopra
La hormona del crecimiento parece encerrar grandes posibilidades. Pero de momento eso es todo. Se ha demostrado que favorece el crecimiento en niños con problemas y el estudio de casos aislados sugiere que puede tener otras propiedades. Pero hacen falta ensayos clínicos que lo demuestren. Si con el tiempo se confirma que esta hormona puede acelerar los procesos de curación sin riesgos asociados, entonces será de gran valor para la sociedad. Entre sus beneficios potenciales estarían acortar las estancias hospitalarias, lo que salvaría vidas y también ahorraría mucho dinero. Pero esta hormona debe atenerse a las mismas normas que regulan cualquier otro fármaco y a día de hoy su valor clínico ha de ser demostrado científicamente. Hasta que eso ocurra, lo único que hace crecer la hormona del crecimiento son las cuentas bancarias de quienes comercian con ella.