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¿Van a cambiar las células madre el mundo de la medicina?

«En este momento todavía ignoramos todas las posibilidades que encierra la investigación con células madre, y no debemos sobreestimarlas. Pero los científicos creen que estas células diminutas tienen el potencial de ayudarnos a comprender, y tal vez curar, algunas de nuestras enfermedades más devastadoras. [...] En el trabajo científico no existe una línea de meta. La carrera siempre está en marcha, como la urgencia de dar fundamento a la esperanza y respuestas a las plegarias, de llegar al día en que palabras como “terminal” o “incurable” desaparezcan por fin de nuestro vocabulario».

 

BARACK OBAMA

 

 

Los titulares no pueden ser más eufóricos: LAS CÉLULAS MADRE CURAN A UN PACIENTE DE SIDA. CÉLULAS MADRE CURAN A UN NIÑO DE 2 AÑOS DE UNA ENFERMEDAD GENÉTICA POTENCIALMENTE MORTAL. LAS CÉLULAS MADRE CURAN LA DIABETES TIPO II. CÉLULAS MADRE SALVAN LA VIDA PERMITIENDO QUE UNA TRAQUEA VUELVA A CRECER. La gran diferencia entre todas estas extraordinarias afirmaciones y las muchas otras que oímos o escuchamos todos los días es que éstas son ciertas. Todas y cada una de ellas.

Pocas cosas han causado tanto revuelo —y tanta polémica— en medicina como las células madre. Las células madres son como los ladrillos del cuerpo. Cuando se forman en nuestra médula ósea se llaman células indiferenciadas, lo que quiere decir que no tienen una función específica, pero con el tiempo, al igual que los reclutas terminan convirtiéndose en soldados, se transforman en alguna de las doscientas clases de células que se encuentran en nuestro organismo y conforman los tejidos y los órganos. Literalmente estas células madre indiferenciadas se convierten en células del corazón, del hígado, del cerebro o de la piel, y realizarán todas las funciones requeridas de dichas células. Debido a que las células madre se dividen y multiplican, el cuerpo las usa como una suerte de equipo de asistencia técnica, enviándolas allí donde son necesarias. El sueño de los científicos es que con el tiempo podremos programar las células madre para que se transformen en la clase de células que queremos, de forma que puedan emplearse para reparar tejido dañado, reprogramar sistemas deteriorados o incluso crear órganos nuevos y sanos como corazones, hígados o pulmones.

Hay dos clases de células madre: embrionarias y adultas. Y éste es el origen de la controversia que tiene dividida a la sociedad. Una célula madre adulta, que puede obtenerse de varias partes del cuerpo, ya ha asumido determinadas características específicas, cosa que limita su aplicación. Las embrionarias, en cambio, que teóricamente pueden ser programadas con factores de crecimiento y nutrientes para que se conviertan en la clase de célula deseada, sólo se obtienen de embriones de siete días de edad. Los científicos también han tenido éxito parcial a la hora de transformar células madre adultas en células pluripotentes inducidas, que son capaces, una vez más, de evolucionar hasta convertirse en varios tipos de célula, pero se trata de una tecnología altamente compleja que, sin embargo, probablemente se perfeccionará en el futuro.

La controversia ha surgido a partir del hecho de que la extracción de células madre embrionarias pasa por la destrucción del embrión. Son muchas las personas convencidas de que la vida comienza en el momento mismo de la concepción, y que extraer células madre de embriones equivale a destruir vidas. Y hay mucha otra que cree que un embrión tan pequeño aún no es una vida humana. El temor de quienes consideran que las células madre embrionarias están vivas es que con el tiempo los científicos crearán embriones con el único fin de cultivar sus células madre, y que se terminará por crear vidas humanas sólo para poder disponer de sus partes.

La cuestión ética que se ha convertido en uno de los principales temas de discusión política en Estados Unidos en la última mitad de siglo es: ¿deben sacrificarse embriones para la investigación o tal vez incluso para tratamientos médicos? Durante la Administración de George W. Bush la experimentación estaba reducida a un pequeño número de células madre, lo que limitaba bastante la investigación. Los científicos ni siquiera estaban autorizados a usar microscopios subvencionados por el gobierno para estudiar las células madre en programas de financiación privada. Una de las primeras medidas del presidente Obama fue levantar esta prohibición, aunque la cuestión sigue siendo objeto de debate para expertos en bioética y políticos. Dado que las células madre embrionarias son sustancialmente más valiosas para la investigación que las adultas, llegará un momento en que tengamos que decidir hasta dónde estamos dispuestos a llegar para tratar de curar algunas de las enfermedades más devastadoras a que se enfrenta la humanidad.

En la actualidad aquellos que tratan de impedir la investigación con células madre señalan que hasta el momento no existen pruebas de que éstas harán realidad algún día la promesa que encierran. Citan el hecho de que, en contra de lo que se ha afirmado, las células madre embrionarias no han curado todavía una sola enfermedad, ayudado a una persona con lesión de médula espinal dar un solo paso o permitido que un diabético se salte una inyección de insulina. Aunque los avances que se han producido en el laboratorio son prometedores, hasta el momento muy pocos de ellos han tenido éxito fuera de él.

Los defensores de la investigación con células madre señalan que Isabel la Católica podría haber usado un argumento similar para oponerse a que Colón partiera hacia el Nuevo Mundo. Aducen que la política ha entorpecido la investigación, que la falta de apoyo ha llevado a muchos científicos estadounidenses a abandonar el país y evitado que se realicen nuevos progresos. De hecho, hasta enero de 2009 la FDA no aprobó los primeros ensayos con células madre embrionarias para tratar a un pequeño número de pacientes con lesiones en la médula espinal.

Así pues, ¿a qué se debe todo este alboroto alrededor de las células madre? ¿Qué pruebas hay de que puedan proporcionar la cura milagrosa en el futuro?

Tal y como señala el doctor David T. Scadden, codirector del Harvard Stem Cell Institute y profesor de Medicina en Harvard: «La terapia con células madre no es algo nuevo. Llevamos haciendo transplantes de células madre —de la médula— durante más de cincuenta años, y con ello hemos salvado innumerables vidas». La capacidad única que tienen las células madre de reparar lesiones en el cuerpo se demostró hace más de un siglo, cuando los médicos empezaron a realizar transplantes rudimentarios de médula para tratar —y curar— la leucemia. La leucemia es un cáncer de los glóbulos blancos y los investigadores se embarcaron en una terapia novedosa para tratar de librar al cuerpo de las células enfermas. Extraían células sanas de la médula espinal de un donante y las almacenaban, a continuación exponían al paciente con leucemia a dosis de radiación para destruir su sistema inmune y, con él, las células cancerosas. Después le implantaban médula del donante. Aunque la existencia de las células madre entonces se desconocía, la sustancia misteriosa en el interior de la médula del donante restauraba el sistema inmune del enfermo, eliminando así el cáncer. El peligro del posible rechazo de las células del donante, una enfermedad llamada injerto contra huésped, seguía siendo alto.

Hasta principios de la década de 1980 no se consiguió aislar células madre y empezaron las investigaciones. La tecnología ha avanzado, y también lo ha hecho el conocimiento. Los científicos han informado de algunos resultados extraordinarios (aunque, hay que decirlo, la mayoría se han obtenido sólo en el laboratorio). Las células madre han permitido a ratones con múltiples columnas vertebrales volver a andar, también han reconstruido corazones dañados de ratones, y han permitido a ratones con enfermedad de párkinson mejorar sus funciones motoras. También han reparado córneas dañadas y ayudado a ratones diabéticos producir su propia insulina.

Parece evidente que el descubrimiento de las células madre es probablemente lo mejor que les ha pasado nunca a los ratones. Pero las aplicaciones a seres humanos se llevan la palma. Entre los muchos campos en que las células madre han demostrado tener grandes posibilidades están las lesiones de columna vertebral, la diabetes, las enfermedades coronarias, el alzhéimer, la enfermedad de Lou Gehrig, afecciones pulmonares, artritis, anemia falciforme, sida y fallo de órganos.

Tal y como lo explica el doctor Scadden: «Hay tres aplicaciones potenciales decisivas de las células madre. Una es generar células que puedan usarse para reemplazar partes del cuerpo, como hemos estado haciendo con las células sanguíneas durante los últimos cincuenta años. Las células sanguíneas deben encontrar solas el camino a casa, saben cómo integrarse en el organismo, y nuestra esperanza es que otro tipo de tejidos llegue a hacer lo mismo. La segunda es desarrollar medicamentos que reactiven células normalmente inactivas y que sabemos están presentes en muchos tejidos, pero que durante la mayor parte del tiempo se encuentran en modo de mantenimiento. Si logramos aprender a activarlas, podremos reparar esos órganos dañados haciendo crecer sus células. La tercera es emplear células madre en el laboratorio para desarrollar fármacos más eficaces para combatir enfermedades. Por ejemplo, si conseguimos grandes cantidades de estas células de alguien que padece la enfermedad de Lou Gehrig, podemos testar medicamentos que afecten únicamente a esas células y así diseñar terapias más eficaces para dolencias que a día de hoy son intratables. Estamos muy lejos de poder reproducir corazones, pero muy cerca de encontrar maneras de emplear la biología de las células madre para tratar enfermedades. Por ejemplo, un colega mío se preguntó si podía extraer alguna enseñanza de las células madre y aplicarla para convencer a la parte digestiva del páncreas de que produjera insulina en un animal con diabetes. Tomó tres genes que fabrican insulina y los injertó en el páncreas del animal. Éste empezó a producir células de insulina. La diabetes no desapareció, pero el nivel de azúcar del animal descendió significativamente».

Hasta el momento sólo se han dado unos pocos casos aislados de curación de seres humanos usando células madre. Por ejemplo, en 2007 una mujer joven canadiense enferma de tuberculosis se encontraba muy grave después de sufrir un colapso parcial de la tráquea. Los médicos extirparon la tráquea a un cadáver, lo despojaron de todas las células que tenía y después permitieron que células madre de la paciente lo usaran como plataforma para generar células nuevas. Al cabo de un tiempo se transplantaron cincuenta milímetros de esta tráquea a la mujer, que recuperó sus vías respiratorias y pudo hacer vida normal.

En 2008 JAMA hizo público que médicos habían transplantado un tipo específico de célula sanguínea a veintitrés pacientes brasileños a los que recientemente se había diagnosticado diabetes tipo I. De ellos, veinte pudieron dejar de ponerse inyecciones de insulina durante varios periodos de tiempo y doce de ellos durante dos años y medio seguidos.

La posibilidad de que las células madre se conviertan en una poderosa herramienta en la guerra contra el sida salió a relucir en un caso de 2007. En lo que resultó ser una increíble coincidencia, médicos alemanes que trataban a un paciente seropositivo con leucemia descubrieron que el donante de las células madre que le iban a ser transplantadas al paciente eran las de alguien perteneciente al 3 por ciento de la población mundial que tiene una anormalidad genética que les hace inmunes al sida. Después de destruir el sistema inmune del paciente seropositivo con radiación, se le hicieron dos transplantes de células madre del donante inmune al sida. El receptor reconstruyó su sistema inmune, copiando el del donante y se volvió, como éste, inmune al sida. Transcurridos dos años del transplante ya no requería tratamiento para el VIH y en su organismo no había rastro del virus. Dado que estos tratamientos requieren que donante y receptor sean compatibles, lo que quiere decir que deben coincidir numerosos factores biológicos, no se trata de una terapia viable para la mayoría de los infectados con el VIH, pero desde luego abre la puerta a nuevas y prometedoras investigaciones.

También se atribuye a las células madre la salvación de un niño de 2 años de Minneapolis nacido en 2007. Tenía una enfermedad genética de nacimiento poco común, carecía de la proteína colágeno tipo VII y a resultas de ello tenía la piel tan frágil que no toleraba ninguna prenda de vestir y le era imposible digerir comida sólida. Las víctimas de esta extraña enfermedad mueren de malnutrición, infecciones o de cáncer de piel y su breve existencia está marcada por el dolor; hasta hace poco no había cura para este trastorno y el único tratamiento era mantener a estos niños envueltos en vendas que les protegieran la piel. Pero después de recibir un transplante de células madre obtenidas del cordón umbilical y la médula ósea de un donante, el organismo de este niño empezó a producir su propio colágeno tipo VII, la piel se le fue regenerando y fue capaz de alimentarse correctamente. Por primera vez en su vida ¡se comió una galleta!

Hubo un gran revuelo en febrero de 2009 cuando un equipo de la Northwestern University dirigido por el doctor Richard Burt anunció: «Por primera vez en la historia del tratamiento de la esclerosis múltiple, hemos logrado revertir la discapacidad». La esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmune en la que el sistema inmune del enfermo ataca a su propio sistema nervioso. El equipo de Burt extrajo células madre de la médula ósea de veintiún pacientes en las primeras fases de la enfermedad, a continuación destruyó químicamente los sistemas autoinmunes de los pacientes y por último reintrodujo las células madre maduras y convenientemente programadas. De los veintiún pacientes, diecisiete dieron muestras de mejoría significativa y se están realizando nuevos ensayos clínicos de esta clase. Tal y como dijo más tarde uno de los pacientes: «Es una bendición, mi enfermedad se ha detenido».

Médicos en Estados Unidos, España e Italia han experimentado con éxito con transplantes de células madres para tratar la enfermedad de Crohn, un desorden inflamatorio crónico de los intestinos que puede ser discapacitante. Hasta el momento, doce estadounidenses con síndrome severo de Crohn han sido tratados y once de ellos han respondido favorablemente. En Italia tres de cada cuatro pacientes han mostrado resultados positivos y en España los seis pacientes tratados en 2006 se beneficiaron del tratamiento.

La relación de usos potenciales de las células madre es larga. Por ejemplo, investigadores estadounidenses informaron en 2009 de que infusiones de células madre de la médula ósea mejoraban de forma sustancial las funciones cardiacas en pacientes que se están recuperando de un ataque al corazón. Así que hay muchas razones para ser optimistas sobre el valor de la terapia con células madre, pero sólo estamos asistiendo al principio de una revolución en el campo de la medicina y nadie sabe hasta dónde llegará ni en qué dirección irá. A principios de 2009 había más de dos mil quinientos ensayos clínicos con células madre reclutando participantes o ya en marcha, la mayoría relacionados con el cáncer y empleando células madre extraídas de médula ósea. Sólo cuatro días después de que el presidente Obama jurara su cargo, la FDA aprobó el primer ensayo clínico que empleaba células madre embrionarias en pacientes con lesiones en la columna vertebral. En la primera fase del test, unos pocos pacientes con un tipo específico de lesión vertebral recibieron estas células. El doctor Thomas Okarma, director general de Geron, la compañía de biotecnología que conduce los ensayos, anunció: «Asistimos al principio de lo que es potencialmente un capítulo nuevo en la historia de la medicina terapéutica, uno que lleva a los fármacos a una dimensión en la esfera de la curación: la restauración de órganos y tejidos gracias al injerto de células de reemplazo sanas».

Hay una segunda fuente de controversia en todo este nuevo campo de la investigación y se refiere al valor de almacenar sangre del cordón umbilical para su posible uso en el futuro. Esta sangre, que permanece en el cordón umbilical después de que el bebé ha nacido y por lo general se tira, es rica en células madre embrionarias, que en teoría podrían resultar enormemente valiosas en el futuro si el donante o algún miembro de su familia requiriera un trasplante de células. Desde mediados de 1990 se han fundado varias docenas de empresas dedicadas a recoger y almacenar esta sangre, un servicio por el que cobran más de mil dólares, además de una tarifa anual más reducida[59].

El doctor Steven R. Goldstein, profesor de Obstetricia y Ginecología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York, responde así a los pacientes que le piden su opinión: «Esta gente se está aprovechando de sus mayores miedos, a saber: que algún día su hijo padecerá una enfermedad terrible que sólo podrá tratarse con sus propias células madre. Sencillamente no hay pruebas de que cuando (y si) su hijo necesite dichas células serán viables o de que el procedimiento funcione, y si las células madre funcionan es posible que también haya otras formas de tratamiento. Básicamente les aconsejo que dediquen ese dinero a la educación de su hijo».

Tal y como apunta el doctor Goldstein, la estrategia de marketing que siguen estas compañías es asustar a los padres haciéndoles creer que las células madre del cordón umbilical salvarán algún día la vida de sus hijos, y que en el futuro se arrepentirán de no haber tomado la decisión. Tal y como lo expresa un anuncio: «La primera y más importante inversión en la salud de su bebé».

Lo cierto es que se trata de una tecnología nueva cuyo éxito está aún por demostrar y la American Academy of Pediatrics sugiere a los médicos que la desaconsejen a sus pacientes, a no ser que tengan un familiar enfermo susceptible de beneficiarse de ella.

Créame, conozco perfectamente la presión a que están sometidos los padres para hacer todo lo posible por asegurar la salud futura de sus hijos. Un importante abogado de Boston me llamó en una ocasión y me explicó que su mujer estaba embarazada y que quería saber mi opinión sobre el almacenamiento de sangre del cordón umbilical. En aquel entonces yo no sabía gran cosa del tema, así que leí lo publicado al respecto y consulté a varios expertos, cuya opinión valoro. Todos coincidieron: a día de hoy el valor de esta técnica no está probada y yo no la recomendaría. Llamé a mi amigo y se lo conté. Su respuesta fue: «Sanjiv, me decidí y lo he hecho. Me puedo permitir pagar los tres mil dólares y si resulta que algún día sirve de algo me sentiría culpable por no haberlo hecho».

De hecho, mi coautor de este libro, el doctor Lotvin, también tiene almacenado en un banco de sangre las células del cordón umbilical de sus hijos, con el argumento de que lo único que tiene que perder es dinero, y que en cambio los beneficios potenciales son muchos.

La realidad es que las células madres aún no han salido del laboratorio para emplearse de forma generalizada en la práctica médica. Pero la promesa de que algún día puedan revolucionar la atención sanitaria es tal, que no puede ser ignorada. Cualquier enfermedad resultado de la pérdida del funcionamiento de uno o más órganos puede ser algún día tratada con células madre, desde regenerar músculos del corazón a la osteoartritis. De forma que, mientras el jurado alcanza un veredicto, las pruebas se amontonan.

 

 

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El consejo del doctor Chopra

 

Imaginen como debió de sentirse Thomas Edison al ver iluminarse la primera bombilla una noche, o Henry Ford al ver formarse el primer modelo T en la cadena de montaje. Ahí es donde está ahora mismo la ciencia médica respecto a las células madre. Los científicos están convencidos de que hay un nuevo mundo de posibilidades de tratamiento, pero ahora mismo su aplicación práctica es todavía limitada. Se están realizando numerosos experimentos en todo el mundo y cada vez sabemos más sobre cómo usar las células madre y sobre sus posibilidades. Están apareciendo nuevos negocios, como los bancos que almacenan sangre del cordón umbilical. En este momento todavía desconocemos cuándo serán las células madre médicamente viables o hasta qué punto transformarán la ciencia médica. Lo que está claro es que la revolución sólo acaba de empezar.

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