Los artistas miran al pasado para buscar la inspiración. Para emprender su viaje, el monje Táng se inspiró en las enseñanzas budistas y el arte creado por los que vivieron antes que él. Su periplo, posteriormente, inspiró a diferentes artistas, exagerando sus vivencias y convirtiéndole en una leyenda. Esta leyenda se convirtió en una de las historias más populares de Asia, y 400 años después, Toriyama creció con ella y repitió todo el proceso creativo, dando a luz a Dragon Ball. Esto a su vez inspiró, posteriormente, a millones de personas a vivir al máximo, a convertirse en artistas y a perseguir sus sueños. Xīyóujì es el puente que conecta la vida real de Xuánzàng con la fantasía de Dragon Ball.
¿Por qué eligió Toriyama a Xīyóujì como modelo? En el Daizenshū 2 afirmó: “Dado que Dr. Slump se había ambientado en un escenario occidental, decidí cambiar esa impresión e impregnar un panorama chino en mi nuevo trabajo. Si iba a darle dicho toque, pensé que lo ideal sería basar la historia en Saiyūki. Saiyūki es absurdo y tiene elementos aventureros, así que supongo que decidí modernizarlo ligeramente. Pensé que sería más fácil si dicha historia me servía como base, ya que todo lo que tenía que hacer era organizar sus elementos.”
Hacer uso de Xīyóujì (Saiyūki) parece fácil, teniendo en cuenta los 5.000 años de cultura china que se cocinan en su historia. Parece sencillo, pues su cultura penetra en cada aspecto de la sociedad del Este Asiático, y su contenido, los personajes y el título del libro conforman la cultura popular. Y también parece fácil porque, aunque albergue una lección moral y espiritualidad, también es una obra absurda y despliega combates y poderes sobrenaturales.
Si vas a crear algo “chino”, entonces quizás es una buena idea utilizar como modelo la historia china más famosa de Japón. Basándose en la historia de Xīyóujì, adquirió el poder para llegar a una consciencia colectiva que reconociera su obra. El público sentía una sensación positiva por este manga antes de leerlo, pues ya amaban la historia original. Crecieron con Xīyóujì, así que estaban predispuestos a sentir lo mismo con la versión de Toriyama.
Pese a que Dragon Ball no sea un clon de Xīyóujì, los paralelismos abundan. A veces son obvios, como los nombres de Son Gokū y Sūn Wùkōng, pero en otros casos se prestan a que el propio lector identifique la fuente original en cuestión. Echemos un vistazo a cómo Xīyóujì inspiró la obra maestra de Toriyama, y cómo esta última inspiró, más tarde, a los fans de todo el mundo.
Suelo intercalar los títulos de Xīyóujì y Saiyūki porque Xīyóujì es el nombre chino original de la historia, mientras que Saiyūki es el equivalente japonés traducido a mediados del siglo XVII y principios del siglo XVIII.1 Estamos ante una historia china llena de cultura china, así que tiene más sentido que me refiera a ella con su idioma nativo. Sin embargo, a veces utilizo el otro nombre de manera excepcional, cuando Toriyama o alguno de los miembros del equipo que están detrás de Dragon Ball se refieren a la historia como Saiyūki. En ese caso la cito textualmente, porque Saiyūki se considera una historia japonesa en la cultura nipona.
¿En serio? Pues sí, al igual que hay personas que ven la serie de Dragon Ball y no se dan cuenta de que es japonesa, también hay japoneses que no saben que Saiyūki es chino. Saiyūki está tan ligado a la cultura japonesa que, para ellos, Mono y el resto de personajes son japoneses. Desconocen que todo viene de China, que todo tiene lugar en allí, que todos los personajes son chinos.
Por ejemplo, en 2013, conocí en Nueva York a una japonesa de unos 20 años que pensaba todo esto. Conforme caminábamos por Central Park, intenté decirle de manera educada que era una historia china, pero después de un par de intentos, pensé que lo mejor era dejarlo. Es un tema tan arraigado en la cultura japonesa que le fue difícil aceptarlo. Al final, creo que lo comprendió, pero le llevó un rato superar aquella idea.
Otra razón para utilizar los nombres chinos es que Sūn Wùkōng y Son Gokū resultan dinámicos. Son Gokū, en Dragon Ball, está inspirado en el Sūn Wùkōng de Xīyóujì, pero en el equivalente japonés Saiyūki, el nombre de Sūn Wùkōng es Son Gokū. Así que si usamos el nombre de Son Gokū para ambos personajes, sería confuso saber de quién estoy hablando sin el contexto. Utilizando diferentes nombres todo es más fácil de comprender.
Creciendo con Saiyūki
Como la mayoría de los niños japoneses, Akira Toriyama creció escuchando la historia de Saiyūki.
Toriyama es un fan del manga-ka Osamu Tezuka, y Tezuka creó una versión manga de una historia llamada Boku no Son Gokū (ぼくのそんごくう, “Mi Son Gokū”, 1953). Este exitoso manga se convirtió en una película animada titulada Saiyūki (西游记, 1960, conocida también como “Alakazam el Grande”, 1961).2
Fue producida por Tōei, la compañía que creó el anime de Dragon Ball 25 años después. Toriyama tenía 6 años cuando se estrenó, y probablemente la vio en televisión o leyó el manga siendo un niño.
Quizás también disfrutó de otras versiones de Saiyūki, pues esta historia se readaptó en incontables ocasiones en películas, videojuegos, programas de TV, anime, manga y obras de teatro.
Por ejemplo, una de las versiones chinas de Xīyóujì que se hizo más popular en el Este Asiático fue desarrollada por “Shaw Brothers”, los creadores del cine clásico gōngfu de Hong Kong. La obra se tituló Xīyóujì (西游记, “Mono viaja al Oeste”, 1966) y constaba de 4 películas de imagen real que utilizaban ropajes, paisajes alegres, números musicales, efectos especiales y trucos de cámara para representar diferentes momentos de la historia original. Aparte de esto, se emitió durante los años 70 una serie japonesa titulada Saiyūki.
Esta tendencia de lanzamientos para con Xīyóujì continuó durante los años 70, 80, 90… y todavía hoy sigue vigente. Cada dos años, una nueva versión de la historia sale a la luz en alguna parte del mundo. Por ejemplo, hay una película llamada Xīyóu Jiàngmó-piān (西遊·降魔篇, “Viaje al Oeste: La conquista de los demonios”, 2013), realizada por el director, escritor y actor de artes marciales hongkonés Stephen Chow (del chino: Chow Sing-Chi, 周星馳, nacido el 22 de junio de 1962).3
La película de Chow cuenta la historia de Xuánzàng con humor, realizando libres modificaciones en pos del efecto cómico. No solo se convirtió en la película china que más dinero recaudó en todo el mundo, con 215 millones de dólares,4 sino que a Toriyama le encantó. Para acompañar el estreno de la película en los cines japoneses, dibujó una ilustración de Sūn Wùkōng con su armadura tradicional, tal y como se representó en la película, junto a un mensaje en el que elogiaba su humor y brillante dirección. “¡Esto es lo máximo que podía esperar de mi cine palomitero ideal!”5 Concretamente, admiró cómo el largometraje hacía todo lo contrario al resto de adaptaciones, llegándolo a denominar “una maravillosa traición.” Por ejemplo, Sūn Wùkōng es el villano. Tal y como leerás en este capítulo, Toriyama siempre intentaba hacer lo contrario a lo que te esperabas, así que valoró que otro artista también hiciera eso, especialmente con esta historia. Y continuó diciendo: “¡¡Ha sido el Saiyūki más grande que he visto, tanto que no sé ni cómo expresarlo!!”
El caso es que es imposible no conocer Xīyóujì y Saiyūki si has crecido en Japón o en China.6 Todo el mundo conoce y ama la historia. Esto supuso una ventaja para Toriyama cuando decidió crear su propia versión.
Toriyama pensó que sería fácil usar Xīyóujì como el modelo de su historia porque todo lo que tenía que hacer era organizar sus elementos. Al final no resultó ser así y su perspectiva artística sacó lo mejor de él.
Eligió Xīyóujì para llegar a una consciencia colectiva que se sintiera familiar con la historia, pero creyó que siguiendo la obra original a raja tabla todo sería demasiado serio y aburrido, y nadie la leería al ser igual que la original. Así que cogió la esencia de la historia, el ambiente que hace posible la aventura (los combates, las deidades y el contenido cultural) y empezó a garabatear su propia historia con la mezcla de esos aspectos. Como buen artista, quería ser innovador, por lo que el comienzo de la historia se emplazaba en un territorio familiar para luego desembocar en nuevos horizontes. Por eso Dragon Ball se parece a Xīyóujì si estás familiarizado con su historia, pero a su vez, sigue siendo algo original que funciona por sí mismo, aunque desconozcas la obra en la que se inspira.
Toriyama escoge personajes, escenarios y personalidades de Xīyóujì de manera que encajen en el devenir de la historia. Conforme confeccionaba el argumento, tomaba prestados elementos de diferentes capítulos de la obra original. Personajes que originalmente eran hombres los convertía en mujeres, a los malvados los transformaba en buenos y los estereotipos se invertían por el bien del humor o la evolución de la historia. Con el avance de su obra, tomaba cada vez menos elementos prestados, pero seguía manteniéndose fiel a la temática y cosmovisión originales.
El espíritu de la versión de Toriyama es familiar y antiguo, y al mismo tiempo, desprende una esencia nueva y diferente.
Simplificado durante el tiempo
Xīyóujì es una aventura seria minada por el humor. Dragon Ball es una aventura llena de humor minada por incluso más bromas, pero por debajo de todos estos chistes, su historia tiene sentido. Esto se debe a que el éxito histórico de estas obras apunta a la simplificación y el humor, distanciándose del tono serio y religioso. Con cada evolución, la historia se vuelve más querida para el público llano, difundiéndose su lectura. Sin embargo, esto tiene un precio. La versión de Xīyóujì de Toriyama está tan simplificada y alejada de la fuente que si no estás familiarizado con la original, quizás no puedas reconocerla.
Cuando el Xuánzàng de la vida real recibió la visión divina y la llamada de la aventura, respondió con máxima seriedad. La compasión se desarrolló en su corazón y sintió que si podía traer de vuelta a China las palabras originales del Buddhā Śākyamuni, innumerables personas podrían escapar del ciclo saṃsāra. En su cabeza no había una empresa vital mayor.
Conforme la fama de los viajes de Xuánzàng ganaba prestigio, se fueron añadiendo elementos imaginarios, como los animales parlantes que le acompañaban, los demonios, los dioses y las bromas. El humor se añadió por el bien del entretenimiento, haciendo que las leyendas, las obras de teatro y el libro final de Xīyóujì fuera atractivo para todo el mundo y se convirtiera en un gran fenómeno. El libro utilizaba la misión divina como el vehículo para contar la historia, pero la capa de comedia la hacía atractiva, mereciendo la pena ser contada una y otra vez.
Cuando Toriyama hizo su propia versión de Xīyóujì, ofreció lo contrario de lo que esperaba el lector. La hizo menos seria, eliminó las referencias visuales que incluían los directores de cine, se centró en el humor, en pasarlo bien, creando una aventura desenfadada y desarrollándola sobre la marcha. Por esto se hizo más popular que Xīyóujì cuando se publicó por primera vez, y por ello es más conocida en todo el mundo que la aventura real de Xuánzàng.
Al igual que otros autores de la dinastía Míng, Wú Chéng’ēn esperaba que sus lectores estuvieran educados y albergaran un conocimiento general de los textos filosóficos y religiosos, de la historia, que fueran conscientes de su país y sistema político, de la cultura popular de aquel entonces y de los sucesos más recientes, y que tuvieran la voluntad de leer una novela larga en formato episódico. Todo esto supone en nuestra época una hazaña. Toriyama no podía seguir esos mismos pasos para su joven público japonés, chicos de los años 80, así que hizo una obra más simple para que fuera más accesible, más “fácil de comprender” y divertida.
Echando la vista atrás, podemos ver que la tendencia se alejaba del contenido religioso y se inclinaba más al humor. La cultura tradicional todavía seguía estando presente, pero más gente podía disfrutar de la historia si se eliminaba la doctrina y se utilizaba un lenguaje menos formal, con humor y conceptos visuales que lo simplificaran todo. Sin embargo, al elegir a Xīyóujì como modelo para Dragon Ball, Toriyama incorporó inconscientemente 5.000 años de cultura china en su historia, y si os interesa descubrirlo, tendréis evidencias en cada página.
Muchos fans de Dragon Ball solo son capaces de apreciar la historia de manera superficial. Después de leer Dragon Ball Cultura, el humor seguirá siendo divertido y los combates no dejarán de ser emocionantes, pero también podrás ver más allá del exterior y descubrir el corazón de su espiritualidad oculta.
¿Qué es más fácil de aceptar y comprender? ¿Un tomo de 2.500 páginas escrito en chino hace cientos de años? ¿Un manga para niños? ¿Un anime para niños? ¿Un taquillazo de Hollywood en el que hombres y mujeres atractivos utilizan las artes marciales para matar robots, los cuales contraatacan con pistolas y explosiones? Probablemente esto último es lo más interesante, ¿verdad?
Y aquí entra en acción Matrix (1999), una de las películas más espirituales jamás creadas, aunque la superficie esté protagonizada por un programador que lucha contra máquinas.
Muchos fans que vieron Dragon Ball quizás no se dieron cuenta de su contenido espiritual, y esto se debe a tres razones.
Primero, Toriyama evitaba mencionar la religión o la espiritualidad sectaria a menos que se tratara de una broma. Creó personajes y personalidades de diferentes creencias y cosmovisiones, pero los temas religiosos e históricos de Xīyóujì, aunque estuvieran presentes, nunca se explicaron.
Segundo, la espiritualidad en el arte se ha simplificado con el tiempo hasta ocultarse, así que los mensajes se introducen de manera sutil o encubierta, haciéndolos más aceptables para una audiencia más amplia. Aunque Toriyama dijera que su obra no tenía un tema o mensaje, estaba ahí implícito todo el tiempo.
Tercero, Dragon Ball está lleno de conceptos espirituales como la energía vital interna, los poderes sobrenaturales, los dioses y demonios, el cielo y el infierno, y otros temas que quizás puedas atribuir a la religión. Aunque todo esto está en la obra, Toriyama no los analiza. Simplemente los utiliza como gasolina para propulsar su argumento.
Cada uno de los vehículos artísticos mencionados arriba involucra a los combates. El peregrinaje espiritual original de Xuánzàng no implicaba mucha acción, salvo cuando tenía que salvar su propia vida de los bandidos. Era un budista después de todo. Pese a ello, siglos después de su regreso, se fueron incluyendo combates y poderes sobrenaturales a su historia. Su viaje espiritual solo fue posible gracias a los poderosos guerreros que mataban a los demonios que intentaban detenerle. Con el paso de los siglos, se hizo más énfasis en los combates, dejando a un lado la búsqueda espiritual. Finalmente, llegamos al punto en el que nos encontramos hoy con Dragon Ball y el cine, donde casi todo el peso recae, prácticamente al 100%, en la acción y el humor, dejándose el mensaje espiritual oculto dentro del subtexto de la historia. Los artistas marciales son el medio del mensaje, pues son intrínsecamente espirituales y están conectados con el paradigma de la mente-cuerpo. El proceso convencional del auto-conocimiento de un espiritualista se desarrolla internamente, pero los movimientos del artista marcial son visibles, ostentosos y atractivos. No se necesita comprender lo que ocurre en su interior para apreciar lo que ofrecen en el exterior, y por eso hay un gran público fuera de los reinos religiosos y espirituales que disfruta con estos conceptos. Y disfrutan porque todo se presenta de un modo diferente, alejado del método religioso. Los artistas marciales constituyen el puente que une lo secular y lo no religioso.
La acción, la emoción y el humor conforman una verdadera fiesta que llega a tu mente con su atractivo, para después explotar y revelar todo su contenido. Los aspectos éticos y espirituales siempre han estado ahí, pero quizás no fueron tan evidentes en tu juventud. Conforme maduras con ellos, tus experiencias vitales te obligan a pararte a reflexionar sobre lo que ves en la serie, a dibujar paralelismos entre ambos mundos. Entonces empiezas a darte cuenta de que las elecciones que has estado haciendo durante tu vida pueden alterarse para mejor, pensando en cómo un personaje de tu serie favorita adopta sus decisiones. Finalmente, la línea entre la serie y tu vida se difumina y empiezas a tomar a sus personajes y acciones como ideales. El momento en el que te influyen para cambiar tu vida en la dirección de sus valores es el momento en el que la espiritualidad de tu corazón aflora a la superficie.
Cuando Gokū se llevaba al límite, se enfrentaba al sufrimiento y salía victorioso de una larga batalla, te regalaba el ideal de la lucha. Es poderoso pero bondadoso, lucha para proteger a los demás y siempre quiere mejorar. Consigue que la gente quiera ser mejor y persevere con la adversidad.
Cada uno de los personajes de Dragon Ball representa un atributo interno ideal. El humor de Toriyama hace que su apariencia exterior sea justo lo contrario, velando su naturaleza oculta. Así que, solo cuando eres un fan que lleva muchos años siguiendo la obra puedes ver a estos personajes como realmente son, apuntando a su interior. Ahí es cuando todo se vuelve más claro y así de poderosa es esta serie. Entonces, cuando aplicas estos ideales en tu propia vida, se produce un cambio en ti.
He recibido cientos de historias de fans de todo el mundo, historias en las que me cuentan lo importante que es Dragon Ball para ellos, y sé que no están solos.
Por ejemplo, Michael, de Estados Unidos, compartió conmigo que durante su adolescencia había caído en una época muy oscura, y la oportunidad de ver a Gokū y sus amigos perseverar, pese a las situaciones más complicadas, le llenó de esperanza y le inspiró para seguir luchando, en busca de lo mejor para él. También me comentó que Gokū fue su gran modelo y su perspectiva ante la vida sigue con él a día de hoy.
Otro fan llamado Jed, de Filipinas, me dijo que la serie le inspiró para ser fuerte, no para luchar contra los demás, sino para ser fuerte consigo mismo. En su opinión, Dragon Ball era una representación de cómo abordar la vida diaria, sin rendirse y entrenando sin cesar para hacerse más fuerte. Me dijo que si lograbas tu meta con trabajo duro, seguirías entrenando incluso más duro, pues era consciente de que siempre había un obstáculo más duro a lo largo de la vida. De hecho, comentaba que cuando encontraras ese obstáculo, debías emocionarte, porque ese reto sería el mayor combate de tu historia, y así es cómo Son Gokū lo afrontaría.
Cuando Jed tenía 14 años, su padre le llevó de viaje a Fuji-san (富士山, “Monte Fuji”), en Japón. Cuando los dos estaban escalando la montaña con sus pesadas mochilas, Jed empezó a cansarse y sus piernas le empezaron a doler. Su padre le dijo que no pasaba nada si tenían que parar de escalar o volver atrás, pero Jed recordó cómo Gokū perseveró en su entrenamiento con el caparazón de tortuga a su espalda, y continuó avanzando paso a paso. Al igual que Gokū, Jed no cesó de caminar hasta que alcanzó la cima de la montaña. Aquella experiencia le hizo sentirse muy orgulloso de sí mismo. Dragon Ball fue una inspiración para él, para hacerse más fuerte, y no físicamente, sino para con su voluntad. Su vida siempre había sido dura y continuaría siéndolo. No podía esconderlo o huir de aquello, así que seguiría afrontando su destino de frente.7
Como puedes ver, los artistas marciales son el medio por el que se transmite el mensaje. Al igual que dijo Jed, no se trata de conquistar a los demás, sino de conquistarte a ti mismo.
Xīyóujì es una simplificación de la cultura popular de estas creencias tradicionales. Una vez, los secretos esotéricos de los monjes y la nobleza elitista, así como la perspectiva budista, taoísta y confuciana de Xīyóujì representaron la culminación de cientos de años de desarrollo cultural, en una historia épica adecuada a las masas. La filosofía profunda, al igual que los conceptos de mejora personal hacia una ascensión espiritual completa, se transformaron en un viaje externo, lleno de conflictos marciales y exámenes de tentación. Estas manifestaciones externas son reflejos del interior, y están escritas de tal manera que se pueden contar a cualquier persona de la actualidad, sin importar lo fantásticas que parezcan.
Dragon Ball hereda y transforma esta leyenda en una historia épica más simplificada, centrándose ante todo en las artes marciales y las relaciones cómicas. El resultado es una explosión de popularidad que continúa en ebullición por todo el globo, inspirando a millones de personas. Los principios esotéricos se volvieron superficiales para la masa y se popularizaron, aunque en esencia, su corazón espiritual sigue latiendo con fuerza. Esta es la espiritualidad oculta en Dragon Ball.
La fuente esencial de cultura que encontramos en Dragon Ball es una combinación de las eras Míng y Qīng en China. Esto se debe a que Wú Chéng’ēn escribió Xīyóujì durante la dinastía Míng (1368 – 1644 D.C.), mientras que la mayoría de las películas gōngfu tuvieron lugar en la dinastía Qīng (Qīng-cháo, 清朝, “dinastía de la claridad”, 1644 – 1912). Toriyama cogía referencias de una época y otra, así que a través de Dragon Ball verás elementos de ambas eras.
Estas dinastías tenían culturas y apariencias diferentes. La principal razón era porque la dinastía Míng fue fundada por el nativo étnico chino Hàn (漢, “lecho seco”), mientras que la dinastía Qīng fue un imperio extranjero fundado por los invasores yurchen de Manchuria, en el norte de China. A pesar de que gobernaron durante tres siglos, el Hàn chino siempre percibió a sus gobernantes como extranjeros, sin peso legítimo para el país. Esto desembocó en rebeliones, que combinadas con la presión exterior de los británicos, franceses, americanos, rusos y otras naciones, produjo la caída de la dinastía china en 1912.
La dinastía Qīng se percibía como un universo rudo y egoísta, dando a luz a los villanos perfectos para el cine gōngfu de los años 70 y 80, cuando los productores hacían películas con las que creció Toriyama. Así, verás que algunos de los villanos de Dragon Ball se parecen a los de la élite Qīng, vestidos con sus mejores galas, o bandidos con ropa militar, mientras que los tipos buenos lucen como los plebeyos que luchaban contra ellos. Por ejemplo, Tao Paipai (桃白白, “melocotón blanco blanco”), a quien conoceremos en la segunda parte de la aventura de Gokū, está sacado de una película de Jackie Chan.
Esta también era la época en la que las artes marciales florecieron y la fama de los Shàolín-sì (少林寺, “templo del bosque joven”) era sinónimo de gōngfu. Los cineastas de Hong Kong sentían atracción por la cultura tradicional y representaban las increíbles habilidades de los monjes Shàolín. Entonces, Toriyama recibió la inspiración de estas películas e imitó varias técnicas que lucían bien en papel, exagerando su efecto. Cogió estos conceptos cinemáticos, inspirado por la historia china, y los catapultó a otro nivel de entretenimiento. También utilizó la apariencia e historia de los Shàolín-sì para sentar las bases de Kuririn, a quien conoceremos en la primera parte de la obra.
Dragon Ball es fácil de comprender, pero cuanto más fácil de comprender es un libro, más complicado resulta escribirlo.
Que el manga de Toriyama sea fácil de leer es fruto de un gran trabajo. En la entrevista del tomo 5 de Dragon Ball Full Color (2013) dijo: “Dibujaba la obra sistemáticamente para que los chicos de primaria y secundaria la leyeran. Recuerdo que quería hacerla fácil de comprender a conciencia, alterando la historia cuando veía que el argumento podía complicarse.” En su entrevista para Terebaru afirmó: “Tenía planeado que Dragon Ball estuviera dirigido a lectores más mayores que los de Dr. Slump. Debatí la línea argumental con mi editor y creamos algunas historias, las cuales serían parecidas a Dr. Slump en lo que respecta la facilidad de comprensión.”
Esto no es fácil de conseguir teniendo en cuenta la fuente original de la obra. Toriyama lo logró centrándose en la acción, contando la historia a través de los actos de sus personajes, apoyados por el diálogo justo y necesario para conectar un suceso con el siguiente. La acción procede al argumento, por eso sientes una continua sensación de progresión. Incluso cuando los personajes solo están hablando unos frente a otros, captas una sensación de movimiento y que algo grande está a punto de pasar.
En la entrevista para la edición japonesa de Wired (1997) dijo: “No malgasto mucho tiempo haciendo parlotear a los personajes sobre cosas inútiles. Como norma, puedes comprender el contenido, hasta cierto punto, solo con imágenes, y las palabras no son nada más que un suplemento para ellas. Mi primer editor me dijo una cosa que se me quedó grabada, y era que si quería decir alguna cosa, tenía que reforzar mucho más la caracterización.”
Dado que la acción habla por sí misma, no necesitas ser un pesado con las palabras. En la mayoría de los capítulos puedes comprender la historia sin leer el diálogo, así que aunque no hables el idioma, puedes comprender los sucesos de cada página. Un solo puñetazo ya habla cantidad.
Uno de los grandes retos para un autor es escribir tal y como hablan las personas. Hay una tendencia a escribir diálogos complicados para hacer las cosas más interesantes, pero las conversaciones reales son simples y directas. Cuanto más simple y directo sea un autor, más fácil será de comprender. Cuantas menos palabras use, más rápido avanzará el argumento.
Toriyama escribía por su público. El diálogo tenía un tono conversacional y se sentía natural, con palabras comunes que se comprendían al instante. Escribiendo un diálogo eficiente y utilizando imágenes orientadas a la acción, Toriyama evitaba las trampas de la mayoría de los escritos y creaba algo que todo el mundo podía disfrutar. Gracias a esto, parecía que los personajes hablaban contigo, permitiendo que te centraras en las acciones que desempeñaban. También cobraba sentido dentro de la historia, porque la mayoría de los personajes eran artistas marciales sin educar, que solo recibían golpes en la cabeza. Incluso los científicos que vemos en la obra parecen personas reales, pero en realidad, no muestran todo su conocimiento por el bien de los lectores.
400 años antes, Wú Chéng’ēn hizo lo mismo cuando escribió Xīyóujì para la gente común, en lugar de las altas esferas. Al ser un hombre formado, podía escribir con estilo señorial o académico, pero prefirió utilizar el estilo báihuà (白話, “discurso plano”). El báihuà es una manera informal de escritura que se acerca a la manera de hablar de la gente. Xīyóujì es una historia basada en el ámbito oral y el teatro, así que cuando coges esta historia que todo el mundo conoce y la pasas al campo escrito, necesita mantener la calidad oral. Para hacer esto, utilizó expresiones cotidianas que eran comunes en la región de Huái’ān, aquella en la que creció. Al poder leerla más gente, se convirtió en un clásico popular.
Toriyama también utilizó expresiones informales que gustaban a los chicos, extraídas del lugar en el que creció, Aichi. Su escritura conversacional y local se aprecia en la versión japonesa, donde cada personaje tiene una voz, un acento y unos comportamientos diferenciados. Cada una de estas voces procede de una región diferente de Japón o un grupo o género específico. Así que cuando el lector escucha cada voz en su cabeza, la asocia a un estereotipo. Los estereotipos ayudan al lector a comprender quién es cada personaje, si es un pueblerino o un líder político.
Toriyama usa el método de los estereotipos, pero no cae en la trampa de muchos dibujantes que dependen de esto para innovar. Por ejemplo, Toriyama no le pone a un alien un acento australiano solo para darle una voz única, pues en su historia los extraterrestres vienen del espacio exterior, donde no hay nada parecido a Australia. Él solo incorpora acentos cuando tienen sentido y expresan la personalidad de los personajes. Cientos de personajes del manga tienen una voz y personalidad únicas, así que en lugar de ser un método vago, esto supone mucho esfuerzo y trabajo en sus expresiones.
El diálogo es simple, pero tiene profundidad. Dado que cada personaje tiene su propio acento y personalidad, sus expresiones pueden ser obvias, pero también sutiles si leemos entre líneas. Esta es una ventaja para el lector, porque se consigue que el personaje sea más cercano y contribuya a la riqueza de ese mundo. Algunos de ellos son granjeros, mientras que otros son reyes, camioneros u oficinistas.
Como resultado, solo tenemos que sortear una barrera muy pequeña para adentrarnos en un mundo muy valioso. Los niños pueden leer Dragon Ball, pero los adultos también lo pueden disfrutar. Haciéndolo accesible para todo el mundo, incluyendo a la gente con formación, Toriyama presenta una barrera mucho más asequible que la que presentó Wú Chéng’ēn en su época. Por esta razón, muchas personas de todo el mundo han atravesado el umbral de Dragon Ball, siendo el anime y manga más reconocido del mundo.
“El anime actual presenta personajes con relaciones complejas, así que simplifiqué todo esto, dejando la esencia de shōwa. Seré más feliz si pueden comprender el espíritu divertido de los personajes. ¡No se suele representar algo tan sencillo y puro, por lo que me gustaría que simplemente disfrutaran con algo que es fácil de entender!”
Toriyama escribió Dragon Ball para entretenerte.
Y nada más que eso.
En la entrevista del tomo 4 de Dragon Ball Full Color (2013) dijo: “Como norma general, mi obra nunca tiene un tema. Quiero que exclusivamente sea un medio de “entretenimiento”, que sea fácil de comprender para cualquiera que la lea. Hay muchos otros manga escritos con un estilo complejo, así que supongo que también por esa razón me gusta que sea puro entretenimiento.” En la entrevista de Asahi Shimbun Digital (2013) repetía la misma idea: “Creo que la misión de mi manga es exclusivamente entretener. Siento que si puedo entretener al lector, me da igual si se queda o no con algo del contenido, nunca he dibujado con la intención de transmitir un mensaje. Los mensajes y las escenas emotivas ya las dibujan otros manga-ka.”
Esperad un segundo. ¿No hay tema? ¿No hay mensaje? Esto no concuerda con el contenido cultural de la historia y el profundo mensaje implícito que muchos han captado, ¿verdad?
“¡El tema es que no hay tema! Escribí la obra, pero no para emocionar a la gente, sino para que siguieran animados tras haber consumido la obra. Mi objetivo apuntaba a simples argumentos que fueran fáciles de comprender para los niños, y creo que dedicarme exclusivamente a entretener es mi papel y seña de identidad. Intento evitar enseñar duras lecciones.”8
Esto es lo verdaderamente extraño de Dragon Ball, porque aunque es querido en todo el mundo, tanto por sus cualidades implícitas como por lo que hace sentir a la gente, Toriyama no tenía la intención de transmitir todo eso. Él creaba la historia sobre la marcha y niega que su obra tuviera un mensaje o tema principal. Quería algo desenfadado, sin profundidad. Quería algo simple, plano y sin emoción. Cuando los acontecimientos tendían a desembocar en una situación emocional, Toriyama daba un giro para evitarlo. Quería que te rieras, que sintieras una actitud más optimista y que continuaras con tu día a día. Todo lo demás ocurría de casualidad.
El guión original de Dragon Ball Z: Kami to Kami (2013) fue escrito por otro autor y se lo dieron a Toriyama para que lo revisara, y encontró lo que él llamó “escenas emotivas.” Por esta razón, reescribió aquellas escenas y terminó reescribiendo todo el guión. En la Entrevista especial V-Jump a Akira Toriyama (2013) dijo: “Hay muchas personas en el mundo que son buenas haciendo a la gente llorar y emocionando a los demás. En serio, yo pienso simplemente en entretener, ese es probablemente mi estilo.” También afirmó que cuando el público crea una conexión emocional con sus personajes, solo es fruto de su búsqueda incesante del entretenimiento.
La verdad es que Toriyama es solo una persona a la que le gusta pasarlo bien mientras hace el friki, ve la tele y construye maquetas. En su interior, es un obseso introvertido al que le gusta mezclar la ciencia ficción y los elementos fantásticos para hacer chistes malos. Se complica la vida para evitar las emociones, las lecciones o la integridad. En lugar de eso, se centra en el entretenimiento desenfadado. Y eso está bien. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos para evitar las emociones, Dragon Ball es una experiencia emocionante. Es una obra que te entusiasma, te pone nervioso, te hace llorar o incluso saltar de alegría. Para muchos lectores alberga un profundo mensaje. Conectas con la serie de manera que se convierte en parte de tu ser, cambiando tu percepción del mundo. Contiene una cualidad que el autor no quiere que exista, pero ahí está. A pesar de sus grandes esfuerzos para evitar transmitir un mensaje, transmite uno muy grande. Algunos fans entienden Dragon Ball como una forma de vida.
Esta es la gran ironía de su obra maestra. Es justamente lo opuesto a lo que él pretendía.
Toriyama siempre hace lo contrario de lo que esperas. Cuando en la entrevista para Gokū Densetsu le preguntaron cómo desarrollaba la historia, dijo esto: “Siempre la enfocaba haciendo lo contrario a lo que esperaban los lectores… Es una mala costumbre que tengo.”
¿Esperabas que la historia fuera emotiva? Pues te la hacía vacía. ¿Esperabas que Son Gokū se pareciera a Sūn Wùkōng? Pues te lo presentaba como un chico feliz, sin pelaje, sin armadura y sin corona. ¿Esperabas que el monje Táng llevara puesto ropajes budistas y montara a caballo? Pues te mostraba a una jovencita con falda montando en moto. ¿Esperabas que Gokū ganara la batalla? Pues hacía que perdiera. ¿Esperabas que tu personaje favorito sobreviviera a un fiero combate? Pues te lo mataba. De cualquier cosa que te pudieras esperar, te daba lo contrario.
Otra cosa que hace Toriyama es presentar a cada personaje con una imagen determinada para luego darle la vuelta, mostrando justo lo contrario, lo que oculta el interior de su personalidad. Le encanta tener personajes con múltiples caras y personalidades. Por ejemplo, Gokū parecía ser adorable e inocente, pero albergaba en su subconsciente una bestia furiosa y asesina. Ranchi parecía ser una chica tímida y femenina que cocinaba para sus amigos, pero su personalidad alterna presentaba una psicópata con una metralleta. Kuririn era un monje budista y un artista marcial, pero la razón por la que entrenaba duro era para conseguir una novia guapa.
Toriyama hacía contrastar las cualidades y apariencias de sus personajes entre sí. Los opuestos se unificaban en un solo personaje y se enfrentaban a otros personajes que también albergan personalidades opuestas en su interior. Esto es parte del encanto de su obra, facilitando la comprensión de la misma, haciendo ver que cada personaje tiene dos caras y pueden mostrarlas en cualquier momento.
Cada personaje es justo lo contrario de lo que parece por fuera, o tan solo lo opuesto a lo que podías esperar de él (consiguiéndose minimizar tus expectativas del mismo). Cuando los conoces, los personajes van intercalando sus lados “blancos” o “negros” durante la historia. Con este método, se vuelven dinámicos e interesantes, pero también fáciles de comprender al mismo tiempo. Cuando Toriyama te muestra una cara, te permite también que veas su lado oculto.
¿Por qué Toriyama prefiere hacer lo contrario? Por resto: “Un principio para ser manga-ka es evitar imitar a los demás tanto como sea posible.” La gente espera encontrarse lo que han visto o escuchado antes en una historia, pero Toriyama no quiere darles eso. A pesar de su deseo inicial por planear una historia simple de Xīyóujì, inmediatamente hace algo diferente. Esta mentalidad le acompañará desde el principio hasta el final de la obra.
No estoy seguro de dónde percibe esta idea. Quizás fuera Torishima-san, o podría ser cosa suya. Aunque encontramos lo mismo en Xīyóujì, donde los monjes budistas y sabios taoístas utilizan la violencia para resolver sus problemas y las deidades tienen defectos humanos. Si Toriyama adoptó la idea tras ver todo esto en Xīyóujì, no sorprende que la utilizara en su obra de manera inconsciente.
Además aplica esta misma mentalidad de opuestos en su propia vida. Se fuerza a salir de su zona de confort, aumentando su nivel de creatividad narrativa y argumental, al igual que sus personajes se superan con esfuerzo y entrenamiento para alcanzar su siguiente nivel. La razón por la que sus personajes tienen esta mentalidad es porque Toriyama tiene dicha mentalidad. Si el lector espera que un personaje haga algo, Toriyama hará lo contrario, aunque quiera lo mismo que el lector. Y si no le gusta algo o lo encuentra doloroso, pues hará lo mismo. Así, se esfuerza en presentar escenarios a los que no estaba acostumbrado, asegurándose que no se repitan sucesos. Eso sí, a veces opta por el camino más sencillo a la hora de crear, cuando todas estas innovaciones hacen su vida más difícil o malgasta demasiado tiempo con ellas. Incluso hay veces que repite alguna broma determinada, simplemente porque había olvidado que ya la había utilizado en la historia.
En resumen, cuando te esperas una de cal, Toriyama te da una de arena. Cuando quieres algo grande, te lo presenta de manera sutil. Da igual si tus expectativas pudieran “mejorar” la historia. Toriyama emprende su propio camino, y es lo que hace a su historia tan especial. Por ello tiene tantos fans, y personalmente, me encanta. Como consecuencia, nunca sabes lo que va a ocurrir y la historia permanece siempre fresca.
Volviendo a la idea de Dragon Ball como mero entretenimiento, es irónico que haciendo siempre lo contrario, e intentando hacer una historia poco significativa, pueda crear el efecto opuesto en la mente de los lectores. Sus fans consideran su obra una de las historias más significativas jamás contadas.
Todo esto es similar a cómo intentó evadir la fama, y durante el proceso, se convirtió en uno de los manga-ka más famosos de Japón. Los opuestos gobiernan la vida de Toriyama.
Los personajes de Xīyóujì tienen defectos, y por tanto también los de Dragon Ball.
Por ejemplo, Sūn Wùkōng es consumido por la rabia y el orgullo egoísta. Arma un alboroto en el cielo y asesina a la gente con su bastón mágico. El monje Táng es preso de su propia ingenuidad y las ilusiones creadas por los demonios. A Zhū Bājiè le consume la lujuria, el hambre y la pereza. Estos defectos son un reflejo de sus imperfecciones y la razón por la que no pueden regresar al cielo.
Toriyama continúa con este paradigma narrativo asegurando que cada personaje de Dragon Ball tenga una debilidad psicológica, una noción incorrecta o un rasgo que eclipse su fuerza. Por ejemplo, el artista marcial más grande del mundo es un busca faldas y es esclavo del confort. Buruma es excesivamente emocional a pesar de estar basada en un monje budista, supuestamente, liberado de toda emoción. Otros están llenos de ego y prepotencia, tienen miedo a la muerte u optan transitar el camino de la oscuridad en lugar del de la luz Toriyama afirmó que al darles defectos todo se vuelve más divertido y el humor llega a la historia. Además, nadie es perfecto, y por eso quiere mostrar que aunque todo el mundo tenga defectos, eso no significa que sean tan negativos.
Y lo mismo ocurre con los tipos malos. Toriyama describió su enfoque a la hora de crear villanos en la entrevista de Mando Kobayashi (2013): “Lo que quería era darles defectos entre esa imponencia, o hacer de ellos personajes en los que pudieras sentir su humanidad.” Así que pueden tener el papel de villanos, pero si tienen defectos, significa que son humanos, y los humanos pueden cambiar (con lo que puede que no sean villanos para siempre).
Igualmente, los héroes de Xīyóujì son antihéroes. No se ponen las manos en la cintura y dicen “la justicia ha llegado para derrotar al mal.” Son personajes ambivalentes, viven sus vidas según sus personalidades, y su significado como individuos está definido por sus relaciones con los personajes que les rodean. Lo mismo para las deidades, que tienen tantos defectos como las personas de la Tierra. Se supone que son figuras sagradas, pero Wú Chéng’ēn las hizo débiles como nosotros, y por tanto, más cercanas y proclives a los momentos cómicos.
De esta manera, los defectos de los personajes de Dragon Ball, ya sean héroes o villanos, solo tienen sentido dentro del contexto del resto de personajes. Es como una obra de teatro en la que “el bueno” o “el malo” dependen de la perspectiva y en qué parte de la historia les veas actuar.
Los defectos permiten a los personajes evolucionar. Conforme la historia avanza, ves cómo los personajes superan sus taras o permanecen estoicos, viendo cómo cambian los demás. De ahí viene todo el significado, es lo mismo que ocurre con nosotros en la vida real. Algunas personas cambian, pero otras se quedan igual. ¿Con qué personaje te relacionas?
A través de Dragon Ball podemos ver las partes más débiles y más fuertes de nosotros mismos.
La gran diferencia entre Xīyóujì y Dragon Ball es que una obra es una novela en prosa y la otra un manga ilustrado.
Toriyama era un artista gráfico y un diseñador antes de convertirse en manga-ka. Le encanta expresarse mediante su arte y capturar el mundo real con su pluma. Esto explica por qué sus diseños eran tan llamativos, incluyendo la creación de vehículos, armas, ropajes, armaduras y logotipos.
Xīyóujì también ha tenido ilustraciones, pero su arte palidece si lo comparamos con el de Toriyama, cuyas ilustraciones hacían la historia más accesible y no necesitabas leer nada para seguir el argumento. En lo que a mí respecta, su representación moderna y realista (aunque también abstracta) de los personajes es más creíble que aquellos que aparecen en películas basadas en Xīyóujì, ya sean en largometrajes creados antes o después.
Es el increíble arte de Toriyama lo que cautiva a la gente y les embarca en la aventura. Su inocente Gokū de ojos enormes es reconocido en todo el mundo (incluso se podría discutir si más que el propio Sūn Wùkōng).
Dragon Ball es uno de los manga más divertidos jamás escritos. Esto se debe al sentido del humor de Toriyama y al de Xīyóujì, que proporciona los cimientos de sus gags.
Cuando Toriyama se refiere a Xīyóujì como algo “absurdo”, creo que se refiere a sus chistes, payasadas y situaciones cómicas. La risa y el humor juegan un papel importante en la cultura china tradicional, burlándose de las costumbres sociales, remarcando la futilidad de las búsquedas humanas o recordando que hay tomarse las cosas a la ligera y tener fe en los dioses. Por ejemplo, la interacción cómica entre los monjes budistas y los sabios taoístas de la corte imperial es un tema recurrente en la historia. Repetidamente intentan superarse entre sí para ganarse el favor del emperador. Mientras, los peregrinos tienen que encomendar toda su fe al plan maestro de Guānyīn, a pesar de todas las dificultades y situaciones al borde de la muerte a las que se enfrentan. Sospecho que muchas de las situaciones cómicas de la historia se fueron añadiendo durante las representaciones teatrales para crear una atmósfera humorística para con el público. Y también nos encontramos el diálogo fraternal entre Sūn Wùkōng, Zhū Bājiè y los otros peregrinos. Se convierten en camaradas durante el largo viaje, insultándose mientras van armando jaleo. Cada uno de ellos aporta su encanto a un texto verboso y repetitivo.
Cuando Tezuka creó su versión de la historia en 1953, se desvió de la fórmula convencional añadiendo más humor y haciéndola más coloquial. Esto permitió que fuera más aceptada por la sociedad moderna japonesa de los años 50. Toriyama continuó con esta dinámica, haciendo la historia incluso más divertida y coloquial, siendo aceptada por la sociedad moderna japonesa de los 80. Por esta razón, el público de todo el mundo que probablemente desconoce la carga cultural sobre la que se cimienta la obra, puede entender todas las bromas y apreciar la acción.
Dicho esto, Toriyama inserta bromas pensadas para los jóvenes japoneses, a menudo inspiradas en su propia infancia. Estas partes se solían editar con la localización del texto al ser demasiado difíciles de traducir, así que a lo largo de este libro explicaré cada uno de sus chistes para vosotros. Al final, podremos reírnos de las mismas bromas que disfrutó el público japonés durante décadas.
Para el público de Wú Chéng’ēn, lo atractivo de Xīyóujì eran las normas morales acompañadas de combates y comentarios sociales, todo con un toque humorístico para que lo pasaran bien. Para la joven audiencia de Toriyama, es justo lo contrario: las bromas, las peleas y las aventuras son los factores que realmente importan, así que hacía la historia todo lo divertida que podía.
Otro punto del humor de Xīyóujì es cómo subvierte las expectativas de la propia sociedad confuciana. Considerando que hay un monje budista que viaja con seres mitad hombre y mitad animales que hacen papilla a sus adversarios… Desde el primer momento, algo no cuadra. Además, se repiten escenas sexuales de seducción, done el monje Táng o Zhū Bājiè son tentados por guapas mujeres o demonios disfrazados. Sus deseos les traicionan y caen en la trampa, y justo cuando están a punto de ser comidos vivos, Sūn Wùkōng echa la puerta abajo y destroza los cráneos de los demonios con su callado. Hace cuatrocientos años, estas escenas podían ser arriesgadas o chocar contra las expectativas sociales de la buena conducta. Un “buen” budista nunca habría caído en dichas trampas, ni habría arreglado ningún problema con violencia. Pero esto ocurre muchas veces en Xīyóujì, y por eso se nos presenta aparentemente un viaje muy serio, aunque subvertido en el fondo por las travesuras del personaje principal.
A Toriyama le encanta esto. Allá donde haya una oportunidad para subvertir tus expectativas, ahí estará él. Hace uso de los personajes y tropas más serias de Xīyóujì, pero luego lo trastoca todo para hacerlos divertidos. Por ejemplo, planifica que el héroe más poderoso de su historia sea un niño, transforma a los hombres en mujeres y convierte a los sabios en pervertidos. Hace gala de este humor distorsionado porque le gusta. Así, sus personajes juegan un papel similar a los del original, pero la seriedad termina eclipsándose por sus personalidades.
Xuánzàng y los otros peregrinos veneraban a Buddhā y Bodhisattva, pero Sūn Wùkōng tenía la costumbre de minar el ego de todo el mundo. Solo con su virtud, hacía estallar el ego de los demás, abriendo sus mentes y forzando a la gente a que afrontara la realidad. Fue él quien destacó que el emperador no llevaba ropa. Toriyama hizo esto mismo con Son Gokū, presentándolo con un revestimiento de inocencia e ingenuidad que trastocaba, con su naturalidad, la imagen que tenían todos de sí mismos. Toriyama utilizó a Gokū para asegurarse de que nada ni nadie era sagrado.
Toriyama, declarado por el mismo, es un pervertido. En la entrevista del volumen 1 de American Shonen Jump le preguntaron cuál era su personaje de Dragon Ball favorito, y dijo: “Goku, naturalmente. Por una razón, y es que soy un pervertido, así que me atrae un personaje tan puro e inocente como él.”
Esto suena fatal, pero en realidad es algo bueno, no en vano sus bromas pervertidas son divertidísimas. Aunque después negó que era un pervertido en numerosas entrevistas, cuando lees su manga, se aprecia alto y claro en las acciones y palabras de sus personajes. El estilo humorístico de libertinaje de Toriyama se aprecia especialmente en los primeros capítulos de Dragon Ball, cuando todavía seguía la senda de Dr. Slump.
La perversión de Toriyama tiene tres causas. La primera es que escribe para chicos jóvenes con la mente sucia. Yo también fui adolescente, así que puedo corroborarlo. Contar chistes subiditos de tono no está bien visto en casa, pero cuando estás fuera con los amigos hay barra libre. Se la juegas a tu amigo, tu amigo te la devuelve, y termináis hablando de cosas que no os atreveríais a decir en ninguna otra parte, y gracias a esto entabláis más amistad. Este tipo de chistes, que a menudo son circunstanciales o a costa de alguna persona, son crudos y divertidos, pero hay que cogerlos con pinzas. Las bromas pervertidas de Toriyama seguían esta naturaleza juguetona. Son profanas, y no te molestan o bloquean durante la trama. Es justo lo contrario, te hacen reír e invitan a seguir con la historia. Es otro de los encantos de Dragon Ball.
La segunda razón de la perversión de Toriyama es que su producto está destinado a una sociedad moderna japonesa, la cual contiene aspectos cuestionables que me producen escalofríos. No quiero juzgar, así que solo presentaré estos elementos cuando aparezcan en la historia, dejando que saquéis vuestras propias conclusiones. Una pista: tiene que ver con la ropa interior femenina.
La tercera razón tiene que ver con las películas gōngfu. Durante la investigación para este libro, he visto cientos de películas gōngfu, y hay una cantidad sorprendente de mujeres desnudas en estos largometrajes. No sé si los creadores creían que enseñar pechos en las películas ayudaba al argumento, ¿puede que realzaran el ambiente? ¿Quizás era una consecuencia de la mentalidad “progre” de la sexualidad en los años 70? En cualquier caso, había chicas sexys en estas películas solo porque eran atractivas, y dado que Toriyama veía innumerables películas gōngfu, no puedo más que pensar que esto le afectó. O podría ser que estas películas estuvieran destinadas a una audiencia joven y masculina, a la cual le gustaba mirar mujeres desnudas y escuchar chistes sucios. Así que Toriyama adoptó esta mentalidad e incluyó estos elementos en su trabajo.
Aunque todo esto esté ahí, Dragon Ball nunca se convirtió en algo manifiestamente sexual, y Toriyama no te intentaba persuadir como los demonios que seducían a Xuánzàng en Xīyóujì. En todo caso, las palabras de Xīyóujì eran más seductoras en el fondo que las ilustraciones de Toriyama por fuera, así como su humor. Eso sí, cuando te ponían las tetas delante de tus narices, no podías evitar reparar en ellas.
Este contenido pervertido no es un problema para la sociedad japonesa. Toriyama pretendía que su manga lo leyeran jovencitos, sus chistes e ilustraciones fueron aprobados por sus editores, se llevaron a imprenta y su obra fue leída por millones de niños cada semana. No pasaba nada. Nadie lloraba o sufría daños psicológicos. Todos se reían y seguían con su vida, pues así es la sociedad japonesa.
Un lugar en el que el humor pervertido de Toriyama tuvo problemas fue Estados Unidos. Por ejemplo, en 1999 la cadena de juguetes de Toys “R” Us dejó de comercializar el manga de Dragon Ball tras la queja de un padre en Dalas, Texas, sobre todos estos asuntos lascivos. Este hombre afirmó que rozaba la frontera del porno suave y no quería que, cada vez que fuera a Toys “R” Us, tuviera que revisar todo como si de un escáner porno se tratara.”9
Otro ejemplo ocurrió en octubre de 2009, en Wicomico, Maryland, cuando el manga se retiró de las bibliotecas de los institutos tras la queja de una madre.10 ¿Por qué? Porque el tomo 1 mostraba el desnudo inocente de un joven Gokū, a Buruma sin bragas (aunque vista de espaldas) y un humor pervertido cortesía de Kame-sennin. La madre se quejó al ver estas ilustraciones en el material de lectura de su hijo de 9 años.
Un comité se reunió para debatir la decisión. Joe Holloway, miembro del ayuntamiento de Wicomico, dio una presentación con las ilustraciones fotocopiadas, concluyendo en que los dibujos y los diálogos eran asquerosos. Era una obra “indecente” según él. El presidente del comité escolar, Mark Thompson, dijo: “Las imágenes que he visto, si estaban pensadas para un público adulto, sobrepasan la línea de la pornografía infantil. ¿Por qué se muestra esto a los niños?”11
Sí, Dragon Ball es “indecente”, tiene “pornografía infantil” y contenido inapropiado para los niños, a pesar de estar hecho para ellos.12
¿Qué significa esto? No quiere decir que la sociedad japonesa sea una tierra impía de adolescentes depravados y adultos hedonistas, sino que la sociedad americana tiene un problema con el humor juvenil pensado para los chicos japoneses.
¿Toriyama es un hombre horrible que dibuja pornografía infantil? No. ¿Debería censurarse su trabajo para los jóvenes americanos?13 Esto requiere un debate, pero opino que no. No creo en la censura del trabajo de un artista. O aceptas su obra al 100%, o no la compres ni la exhibas. No es lógico equiparar a los niños que aparecen en un manga con la dura pornografía, simplemente por ignorancia e intolerancia.
Es muy fácil señalar y decir que la “América puritana” tiene miedo de todo lo que considera inapropiado, pero creo que esto requiere una comprensión más sutil, y es que nos encontramos ante un encontronazo cultural. Estamos ante un conflicto entre las cosmovisiones disparatadas de la sociedad japonesa y americana, junto a la importación de obras extranjeras a las librerías escolares. Los padres americanos no quieren que sus niños lean algo que ni siquiera ellos mismos comprenden.
Es bueno que los padres se involucren en las lecturas de sus hijos, pero la causa real de esta decisión es la ignorancia y la intolerancia hacia otra cultura, combinada con una carencia de respeto a la capacidad que tienen sus hijos de aceptar y apreciar las cosas como son. Los niños no son los que tienen un problema con el manga, son sus padres.
Supongo que si coges las bromas de Toriyama fuera de contexto o simplemente echas un vistazo a las viñetas, como hicieron los miembros del ayuntamiento de Wicomico, podrían parecer inapropiadas. Pero todo tiene sentido dentro del contexto de la historia.
¿Es una decisión correcta o errónea? Te dejo que juzgues por ti mismo. La cuestión es que creo que es un asunto cultural.
No se puede negar que el contexto está ahí, y a través de este libro te mostraré por qué.
El manga shōnen se crea y distribuye en un capítulo semanal, quincenal o mensual, algo parecido a los episodios de las series de televisión. Dragon Ball se creó en un formato llamado shūkan (週刊, “semanal”), estaba formado por 14 páginas a la semana más la página de título y se distribuía en la Weekly Shōnen Jump. No fue la primera obra en hacer esto, pero dado que Dragon Ball tuvo una historia muy larga, es curioso apreciar que encontramos un formato episódico similar, siglos atrás, con Xīyóujì.
Wú Chéng’ēn escribió Xīyóujì con elementos entrelazados, conectando un capítulo con otro o haciendo referencia a los anteriores. Esto se debe a que las novelas tardías de la dinastía Míng compartían métodos similares de creación y características de distribución: tenían unos 100 capítulos, se dividían en 10 bloques narrativos y cada uno de ellos, a su vez, se dividían entre 2 y 4 episodios con subtramas.
Las subtramas tienen sus propios arcos argumentales llamados biān (編, del japonés: hen, “arco”, “parte de un libro”, “compilación”, “composición”, “arreglo” o “volumen”). Estos biān se introducen y concluyen con una narración al principio y al final de cada capítulo, junto a un comentario o poesía ocasional. La parte que los conecta entre sí es el gancho, donde el narrador te anima a que leas el capítulo siguiente, como si te dejara con un final con suspense.
Este era el formato popular de la era de Chéng’ēn y Toriyama hizo uso de ello con Dragon Ball, donde cada hen (“saga”) era una parte de una historia más grande, conectándolos entre sí con el uso de un narrador y un gancho.
Esto conseguía que pudieras leer una gran historia, la cual continuaba siempre donde se dejaba. Es como una serie de televisión actual pero centrada en los que siguen el lanzamiento de manga o anime.
¿Recuerdas lo que es que te cuenten una historia que has escuchado tantas veces que podrías contarla por ti mismo, pero aun así, prefieres sentarte y escucharla de nuevo? Pues justamente eso es Xīyóujì para un montón de fans, y por eso un narrador cuenta la historia.
Una narración que cuenta una historia de transmisión oral establece una conexión humana con el lector, haciendo que el contenido parezca genuino a pesar de ser excéntrico. Este estilo que hace de lo oral una prosa consigue que el lector participe de la historia y experimente lo que ocurre en sus páginas. Escribir prosa de esta manera no favorece la progresión de la historia, y de algún modo le resta valor, pero contribuye al disfrute del lector y la contemplación del texto.
Toriyama copia este estilo narrativo en Dragon Ball, utilizando su propio narrador. ¿Su nombre? Narēshon (ナレーション, “narración”). No sabemos nada del Narēshon porque nunca podemos verlo, pero es tan omnisciente como el de Xīyóujì. En ambas versiones comienza y finaliza cada capítulo, por lo que tenemos la sensación de que el narrador es quien dirige la historia.
Estos narradores saben todo sobre la historia, de principio a fin. Conocen a cada personaje y todo suceso. Saben los motivos y el trasfondo de las diferentes deidades y su complicada burocracia, y también conocen las vidas de la gente corriente, desde que nacen hasta que mueren (e incluso sus vidas anteriores y reencarnaciones). Son como el cuentacuentos que se sienta frente a la hoguera para contar tu leyenda favorita, o como los padres que leen a sus hijos una historia en la cama. Estamos ante la voz agradable que te guía a través de la aventura.
El papel del narrador te cuenta todo sobre la historia y, a través de la prosa o el verso, como ocurre en poesía, comenta y expresa el estado de ánimo de cada capítulo. También funcionan como una voz que ayuda a acrecentar las bromas, parodias y caracterizaciones que el autor quiere resaltar. Esta era una idea muy innovadora en la era de Wú Chéng’ēn, pues era lo contrario a la escritura académica. Al hablar directamente con el lector y facilitar la comprensión de las expresiones, el libro se volvía más disfrutable y ampliaba su público.
Toriyama hizo uso de todo esto por diversión, para intentar engancharte con el final de cada capítulo.
Los narradores de ambas historias utilizan el gancho, esto es, terminar un capítulo con suspense o de manera emocionante para que te preguntes qué ocurrirá en el siguiente.
Por ejemplo, un capítulo de Xīyóujì termina así: “¿Quieres saber cómo escaparon el mono y el cerdo de la muerte? ¡Sigamos leyendo!”
Toriyama utiliza este método en Dragon Ball con los primeros capítulos y esporádicamente con el resto. Cuando un capítulo termina, introduce un pequeño pergamino, en el que encontramos una tipografía antigua, que expresa los pensamientos del Narēshon ante el final o lo que está por llegar.
Lo mismo ocurre en el anime cuando el Narēshon articula en los episodios: “Por fin, la Tierra ya está en paz, aunque…” Entonces es cuando tienes que esperar al próximo episodio para ver qué peligro les aguarda. Esto se refuerza en la versión americana de Dragon Ball, en la que el narrador grita su famosa línea: “¡Descubre qué ocurrirá en el próximo y emocionante episodio de Dragon Ball!”
Si no hay otra opción, el Narēshon utiliza la expresión tsuzuku (つづく, “continuará”) para hacer que vuelvas a la obra. Esta es una manera común de finalizar un capítulo en una serie manga, y contrasta con los finales conclusivos del yomikiri (“historieta independiente”).
El narrador de Xīyóujì sabe todo lo que acontece, pero a veces actúa como si no estuviera seguro de lo que ocurrirá después, y esto se da bastante en Dragon Ball. Cuando el Narēshon está sorprendido por lo que acaba de pasar o siente curiosidad por el próximo episodio, es cosa de Toriyama, pues es él quien se sorprende con su propia historia y el que crea todo sobre la marcha. Toriyama se lo pasaba bien hablando a través del Narēshon, al ser él mismo el que te contaba la historia y creaba cada página, haciéndose el despistado.
El gancho es un método perfecto para conectar al lector con Xīyóujì, la fuente original, esta vez de una manera fresca y divertida.
El arte es un reflejo del artista. Wú Chéng’ēn y Toriyama son artistas de diferente naturaleza y época, pero sus obras de arte sirven como vehículos para reflejar su mentalidad y visión del mundo.
Una gran parte de la historia de Wú es satírica y saca a relucir los puntos negativos de la sociedad. Su Xīyóujì muestra cómo las clases más ricas de la dinastía Míng derrochaban comida, tenían manía a los pobres y sus líderes eran unos incompetentes. Del mismo modo, las deidades del cielo desprendían un aire fastuoso y ceremonial, pese a que fueran incapaces de defenderse del salvaje Mono. Ante todo, aporta un retrato de lo que es ser un humano.
Wú utiliza el vehículo establecido por las leyendas y religión de Xuánzàng para expresar su tristeza ante la vida y sociedad. A través de la historia observamos cómo brilla su perspectiva del mundo. Wú se presenta a sí mismo como un producto de la pobreza, tras haber crecido en una familia mercantil humilde durante el alzamiento del capitalismo. También nos advierte de cómo la sociedad acabará perdiendo el rumbo si se centra en el dinero y la política sin sentido. Venía a decir que era mucho mejor seguir la Ley Buddhā y el Tào.
Toriyama hizo algo parecido con Dragon Ball, no en el ámbito de las enseñanzas morales o la religión, sino en el uso de su obra como vehículo para su expresión artística, a través de bromas y aventuras. Quería contar una historia y entretener al público, aunque fuera mediante el humor, la perversión, su fascinación por las maquetas, las películas gōngfu, las estrellas del cine de acción, los alienígenas y la ciencia ficción. En lugar de criticar lo negativo de la sociedad, Toriyama parecía decir: “Este es el mundo ideal que hay en mi cabeza.”
Leer Dragon Ball es nuestra oportunidad para ver qué hay dentro.
La vida inspira al arte, el arte da a luz a las leyendas y las leyendas generan más arte. Gracias a la vida de Xuánzàng y su impacto en la sociedad china, Wú Chéng creó Xīyóujì, y gracias a Xīyóujì y su impacto en la sociedad japonesa, Toriyama creó Dragon Ball.
Ahora puedes ver que Dragon Ball es una historia que se lleva gestando desde hace miles de años. Xuánzàng fue inspirado por el arte y la cultura budista. Después, sus aventuras vitales dieron lugar a leyendas chinas que se convirtieron en obras de teatro e historias dignas de un campamento. Esta cultura popular desembocó en Xīyóujì, una nueva forma de contar historias con elementos budo-taoístas capaces de hablar a la masa de una manera sencilla. Esto dio lugar a Dragon Ball 400 años después, con una historia más accesible y simplificada a través de un formato ilustrado de gran popularidad, transmitiendo su mensaje (ya fuera intencionado o no) por medio de las artes marciales. Durante el proceso, Toriyama creó una nueva obra de arte, convirtiéndose en una nueva fuente de inspiración y entretenimiento.
¿Qué descubriremos en el próximo y emocionante episodio? ¡Ven conmigo a explorar el Dragon World de Toriyama!
1 De acuerdo con The Indiana Companion to Traditional Chinese Literature: Volume 1 (1986, por William H. Nienhauser, Jr., p. 304), la traducción de Xīyóujì al japonés data de 1758, con varias entregas entre 1758 – 1831, y probablemente, varios traductores. La traducción formal, dejando a un lado los simples derivados, fue iniciada por un grupo de intelectuales en Edo, fundado por Ogyū Sorai (荻生 徂徠, 21 de marzo de 1666 – 28 de febrero de 1728). Esto revelaba las políticas a puerta cerrada del gobierno de Tokugawa, pues se necesitaron 235 años para que Xīyóujì recibiera una traducción completa en japonés, a pesar de su fama e importancia en China durante los siglos XVII y XVIII. Debido a su llegada tardía a Japón, es también reveladora la calidad de Saiyūki, que se hizo muy popular rápidamente.
2 Saiyūki (西游记, “Viaje al Oeste”, 1960) se rebautizó como “Alakazam el Grande” (1961) en Estados Unidos, pues albergaba tanta cultura oriental que resultaba difícil que el público occidental la pudiera aceptar. O al menos esto es lo que pensó el estudio de producción, American International Pictures (AIP, fundado en 1954) cuando localizaron el largometraje. Cambiaron toda la cultura oriental al equivalente occidental. Por ejemplo, el nombre de Son Gokū se cambió por Alakazam, y en lugar de aprender las artes inmortales taoístas bajo un maestro budo-taoísta llamado Xūpútí, aprendía magia gracias a “Merlín el Encantador.” En lugar de desatar el caos en el cielo, ocasionó un revuelo en “Tierra Majutsu”, y en vez de desafiar a Buddhā, fue derrotado por el humano “Rey Amo.” Luego fue obligado a convertirse en el guardaespaldas del “Príncipe Amat”, en lugar de proteger al famoso monje budista, y fue ayudado por la “Reina Amass”, Guānyīn Bodhisattva. Los cambios no cesaron ahí, pues a Zhū Bājiè le nombraron “Señor Quigley Broken Bottom.” La película no fue un éxito, a pesar de la impresionante animación japonesa, el extenso argumento y los actores de doblaje de primer nivel de Hollywood, tales como el rompecorazones americano de los años 60, Frankie Avalon (nacido el 18 de septiembre de 1940), que doblaba a Gokū cuando cantaba. Creo que esto sirve como ejemplo de cómo un producto cultural extranjero se puede llegar a localizar hasta despojarlo de toda su esencia. Sin embargo, es divertido verla, especialmente cuando la comparas con la historia que se supone te están contando.
3 Chow Sing-Chi (周星馳) es el nombre cantonés de Stephen Chow. En mandarín se pronuncia Zhōu Xīngchí.
4 La recaudación en taquilla de Xīyóu Jiàngmó-piān: http://www.boxofficemojo.com/movies/?page=intl&id=journeytothewest.htm
5 La ilustración de Sūn Wùkōng de Toriyama y su elogio a la película de Stephen Chow: http://www.kanzenshuu.com/2014/11/07/akira-toriyama-draws-sun-wukong-in-support-of-chow-film/
6 Una popular versión cinematográfica de Xīyóujì fuera del Este Asiático fue Gōngfu zhīwáng (功夫之王, “El reino prohibido”, 2008) protagonizada por Jackie Chan y Jet Li (del chino: Lǐ Liánjié, 李连杰, nacido el 26 de abril de 1963). Esta producción chino-americana fue la primera película en reunir a estas dos superestrellas de las artes marciales, y fue una adaptación norteamericana de la historia original, realizada para agradar al público occidental.
7 Las historias completas de Michael y Jed, junto a otras 100 más, las encontrarás en mi libro Dragon Soul: 30 Years of Dragon Ball Fandom (2015).
8 “¡Me gustaría que disfrutaran simplemente de algo que es fácil de entender!” y “¡El tema es que no hay tema!” son citas extraídas de las entrevistas de Official Battle of Gods Website y Akira Toriyama × Shōko Nakagawa Interview (2013).
9 El artículo de Toys “R” Us: http://cbldf.org/banned-challenged-comics/case-study-dragon-ball/ and archive: https://web.archive.org/web/20090724143629/http://www.cbldf.org/pr/000317-texasdragballz.shtml
10 La decisión del colegio de Maryland: http://www.animenewsnetwork.com/news/2009-10-07/maryland-school-library-to-remove-dragon-ball-manga y http://www.wboc.com/Global/story.asp?S=11321353
11 Citas del comité escolar de Maryland: http://www.delmarvanow.com/article/20091008/NEWS01/910080338/ y artículo de la web de noticias de Maryland: http://www.delmarvanow.com/article/20091007/NEWS01/910070391/1002/Schools-library-book-pulled-for-sexual-content
12 Viz, la compañía americana encargada de localizar el manga de Dragon Ball y filial de Shūeisha, catalogó para mayores de 13 años el manga que estaba en el sistema escolar de Wicomico. Que la obra estuviera disponible en la escuela de primaria es debatible. Sin embargo, el manga a menudo se suele vender a los niños, así que provoca confusión entre el personal de biblioteca y los padres.
13 Viz también publicó una versión censurada de Dragon Ball.