Capitalismo: ¿diversidad, variedad o abigarramiento ? 1
Bob Jessop
Universidad de Lancaster (Reino Unido)
El interés teórico y práctico en la diversidad capitalista y las variedades específicas de capitalismo no es nuevo. El centro de aquella literatura cambia con diferentes estadios y fases en el desarrollo capitalista y, más específicamente, con crisis y otros desafíos que conducen a diferentes respuestas desde diferentes tipos de capitalismo. Dos suposiciones la guían. Primero, además de los estudios especializados en imperialismo comparativo (ver debajo), la mayoría de los trabajos sobre variedades de capitalismo (VC) deja sin definir al capitalismo, concebido como sistema y modo de producción, centrándose en su lugar en distintas familias de capitalismo, y descuidando sus interrelaciones. Segundo, todas las variedades de capitalismo son tratadas como analíticamente iguales o, si un tipo prueba ser superior, las presiones competitivas obligarán a las variedades menos exitosas a copiarlo, adaptarse o morir. La visión alternativa presentada en este capítulo identifica un núcleo racional que se interesa en la variación, pero rechaza la idoneidad de ambas suposiciones para analizar las complejidades de la economía global.
Primero, esto destaca los límites de la variabilidad entre tipos de capitalismo coexistentes en el mercado mundial. Segundo, esto argumenta que, mientras las variedades pueden ser de igual interés analítico intrínseco, algunas son sustantivamente más importantes que otras. De ello se deduce que se centra en las comparaciones ‘horizontales’ de variedades de capitalismo locales, nacionales o regionales, lo cual desvía la atención de las relaciones “verticales” que vinculan economías del centro y la periferia (Radice, 2000) tanto como de otras capacidades asimétricas no despreciables de diferentes variedades que dan forma al mercado mundial (Jessop, 2012). En consecuencia, mi contribución critica el trabajo de la corriente principal sobre la diversidad de variedades de capitalismo desde una perspectiva inspirada por la crítica de economía política de Marx. Esto muestra también que los enfoques de VC y diversidad del capitalismo son especialmente inapropiados, por estas y otras razones, para el estudio de América Latina.
Sobre el estudio de diversidad y variación
Los númerosos estudiosos existentes –algunos de los cuales ya se tocaron en la introducción al presente libro– emplean vocabularios, enfoques y métodos bastante diversos para estudiar la diversidad del capitalismo (DC) o sus variedades. Existen cuatro amplias estrategias de investigación:
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La clasificación de diferentes clases, modelos, tipos y variedades de capitalismo de acuerdo a las semejanzas familiares. Mientras las taxonomías ideales deben ser claras y comprehensivas, la mayoría de los ejemplos no son exhaustivos. Algunos analistas optan por unos pocos taxones (el caso límite son dos, ilustrado en la perspectiva VC por Hall y Soskice, 2001). Otros multiplican los taxones a medida que miran más allá de las economías capitalistas “avanzadas” hacia otros casos o hacia otras escalas inferiores, superiores o transversales respecto a la escala nacional. Así, siguiendo el esquema Hall/Soskice, más familias son identificadas o el conjunto inicial es subdividido (por ejemplo, sobre el postsocialismo, Myant y Drahokoupil, 2011; Nölke y Vliegenthart, 2009; sobre América Latina, Schneider 2013; Bizberg 2014; y, más extenso y críticamente, Ebenau, 2012 y en este libro).
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En contraste a la precisión de las taxonomías, la construcción de tipos ideales presupone impureza, hibridez y otras formas de complejidad del mundo real, en tanto propone varios tipos puros para propósitos heurísticos específicos. Los tipos ideales son constituidos a través de la acentuación tendenciosa de ciertas características empíricas de casos reales para describir una entidad lógicamente factible (pero quizás inexistente) con características mutuamente consistentes (Weber, 1979: 90). Luego, ellos son utilizados para revelar aspectos comunes y especificidades en los análisis históricos y/o comparativos del capitalismo. A partir de la consideración de las cuestiones a ser exploradas, el número y el rango de tipos ideales varían. Por ejemplo, Max Weber discutió seis clases de orientación por el lucro, distinguiendo tres clases políticas, así como el capitalismo tradicional comercial, el capitalismo moderno productor de ganancias y el capitalismo financiero (Weber, 1968: 160-4). Posteriormente, consideraré la relevancia de estas clases de capitalismo político.
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Los análisis estadísticos de casos empíricos seleccionados revelan cómo ellos pueden ser agrupados dentro de un pequeño conjunto de características compartidas y fuertemente correlacionadas (por ejemplo, Amable, 2003). Estas características son frecuentemente más latentes que manifiestas, “descubiertas” a través de las prácticas codificadas y las técnicas analíticas empleadas (para un análisis de un conjunto de economías en desarrollo, incluyendo varios casos de América Latina, ver Rougier y Combarnous, 2017). En este sentido, los conjuntos resultantes no son ni taxones empíricamente observables ni son tipos ideales. En general, el número y el carácter distintivo de los conjuntos (y sub-conjuntos) depende de la muestra, los datos y las técnicas estadísticas utilizadas (para una discusión sobre aspectos metodológicos, Ahlquist y Breunig, 2009).
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Los análisis lógico-históricos perfeccionan conceptos de forma sistemática y gradual en –y mediante su aplicación a una variedad de– casos históricos. La elaboración de conceptos parte desde los más abstractos y simples hacia aquellos más concretos y complejos; mientras los primeros derivan de forma lógica, las relaciones entre los segundos son históricamente contingentes y varían coyunturalmente. El objetivo es producir una descripción consistente de casos específicos en los cuales las similitudes y las diferencias reciban el debido peso. Este enfoque rechaza la taxonomía (la cual se inclina a la estática comparativa) para la dinámica, en tanto es favorecida por algunos análisis marxistas y, en parte, por el institucionalismo histórico y/u organizacional (Jessop, 2002; Jessop y Sum, 2006).
En general, los estudios de la literatura VC, ampliamente concebida, prefieren taxonomías restringidas y que, por lo tanto, tienden a ignorar las principales diferencias entre regímenes capitalistas sobre la base de que reflejan una variación dentro del tipo o de lo contrario no son importantes. A la inversa, los estudios que enfatizan la diversidad pluralista están más dispuestos a reconocer la diferencia, la heterogeneidad e incluso el desorden del/de los capitalismo/s existente/s y, como es de esperar, sus estrategias de análisis tienden a reflejar esta predisposición. Este contraste está vinculado a diferencias metodológicas (para más detalles, ver Jackson y Deeg, 2006).
Diversidad y variación
A pesar de las diferencias metodológicas entre los enfoques recientes, ellos comparten cuatro serias debilidades que obstruyen un análisis más integrado y dinámico de la acumulación del capital a escala mundial. A continuación, presentaré cuatro críticas a toda la gama de estudios de VC y DC al tiempo que resaltaré las características distintivas de mi propio enfoque. Un análisis más detallado podría identificar potenciales superposiciones.
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La literatura VC está demasiado preocupada en los distintos (familias de) modelos nacionales de capitalismo, tratándolos como rivales compitiendo sobre el mismo terreno por las mismas inversiones, e ignorando potenciales complementariedades entre estos modelos dentro de una división internacional del trabajo más amplia. Esto da a entender que cada modelo (o familia de modelos) tiene sus propias características distintivas que están atadas a su particular economía territorialmente organizada (típicamente concebida a escala nacional). Este centro territorial desvía la atención del espacio de flujos que está implicado en el desarrollo del mercado mundial (Arrighi, 1994; Harvey, 2005). Dicho problema se agrava cuando se agrupan casos de todo un continente, como con las supuestas variantes latinoamericanas o asiáticas del capitalismo (ver Schneider, 2013 2 y Carney, Gedajlovic y Yang, 2009, respectivamente). Esto conduce al descuido de la inserción diferencial de las variedades de capitalismo dentro de los circuitos de capital imperiales y/o sub-imperiales u otras formas de relación de dependencia (ver Marini, 1973, 1978; Shaw, 1979; Luce, 2015; Cardoso y Falleto, 1979; Bizberg, 2014; Sotelo Valencia, 2014). Ello no solo constituye un serio defecto en relación al Sur Global sino también desvía la atención del colonialismo interno, los circuitos sub-imperialistas y demás en el Norte. Una fijación en lo nacional también ignora las configuraciones socio-espaciales alternativas tales como los bloques supranacionales, las redes de ciudades globales o las cadenas globales de mercancías.
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Las supuestas variedades de capitalismo son frecuentemente estudiadas desde el punto de vista de sus respectivas formas de coherencia interna (consideradas en términos de isomorfismo institucional o complementariedades institucionales). Ello reposa sobre las falsas suposiciones de que esas variedades coexisten, en gran medida, en mutuo aislamiento y que sus ventajas comparativas son generadas pura y exclusivamente en el ámbito doméstico. Esto es inapropiado para los espacios económicos que dependen fuertemente del comercio mundial, ya sea por importaciones o por exportaciones. Dos casos contrastantes son la exportación de bienes de capital y bienes de consumo de alta calidad de Alemania; y la exportación de minerales, recursos energéticos, productos forestales y productos agrícolas en las economías extractivistas y neo-extractivistas de América Latina (sobre este último, ver Burchardt y Dietz, 2014). Este problema no puede ser resuelto meramente por señalar el papel clave de los Estados nacionales en la configuración de las estructuras institucionales y regulatorias en sus respectivas economías, especialmente porque los Estados a otras escalas y los regímenes internacionales se han vuelto más importantes en estos aspectos (como ya señalado por Fernández y Ebenau y Bazza y desarrollado más detalladamente por Ebenau y Suau Arinci en este libro). Otro problema es que la implicación de los ritmos y horizontes temporales de una variedad determinada son internos, específicos, a corto o mediano plazo y sin relación con los shocks externos, las externalidades positivas o negativas derivadas de la integración en el mercado mundial o la dinámica global del capital a largo plazo con su desarrollo desigual, sus ondas largas y sus tendencias a crisis (ver también el siguiente punto).
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Los estudios sobre VC se inclinan hacia el análisis estático de las complementariedades entre diferentes formas institucionales descuidando, primero, la articulación inter-temporal entre varios órdenes institucionales que afectan la acumulación diferencial y, segundo, los problemas arraigados en las contradicciones fundacionales del capital. Esto debilita su enfoque en relación a la periodización, el desarrollo desigual y combinado, la sucesión de los principales sectores y los principales espacios nacionales y regionales, y las tendencias a entrar en crisis.
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La literatura sobre VC también tiende a suponer que las diferentes variedades simplemente surgen para ocupar diferentes lugares en un conjunto definido de posibles casos y, si uno es más “productivo” o “progresivo” que los otros, este podría y debería ser copiado, exportado o incluso impuesto en otra parte. Esto ignora hasta qué punto cualquier modelo, especialmente el modelo dominante, podría generalizarse a escala global sin que se socaven sus propias condiciones de existencia. En efecto, las afirmaciones sobre la superioridad de uno u otro modelo de capitalismo frecuentemente se abstraen de su implantación en contextos específicos y de la dependencia de su éxito en su articulación con otras variedades. Por ejemplo, no todas las economías pueden establecer su moneda nacional como la moneda mundial y contraen masivos y crecientes déficits comerciales; ni todos los estados nacionales podrían ser los amos militares en un mundo unipolar. Esto no es sólo una cuestión de compossibility lógica. También involucra una compossibility discursiva-material y espacio-temporal, es decir, el ajuste sustantivo (o no) entre variedades de capitalismo (compossibility denota la posibilidad –o no– de dos cosas, en este caso ciertas variedades o modelos de capitalismo, de co-existir; véase abajo para una definición más acabada del término). En resumen, la creciente integración del mercado mundial hace que sea inapropiado estudiar las VC como formas diferenciadas y autosuficientes que se interrelacionan tan sólo a través de la competencia externa y posterior a su conformación.
Estas cuatro críticas remiten a la creciente importancia del mercado mundial en la acumulación del capital. Un defensor del enfoque de VC podría responder que el mercado mundial aún está asociado a una pluralidad de Estados nacionales que buscan gobernar sus respectivos espacios nacionales. También podría agregar que la integración del mercado mundial está lejos de ser completa incluso en la era neoliberal debido a la cruda realidad de la geografía física y los efectos dependientes de la trayectoria (path dependent) de modos pasados de inserción en la división global del trabajo y la jerarquía global de Estados. Estos son puntos válidos y, como tales, indican que indudablemente existe un núcleo racional en los análisis de VC que, en este caso, es generalmente un núcleo nacional. Estos estudios reflejan la naturaleza de un terreno económico global más “puntiagudo” que “plano”, con diversas fricciones asociadas a las fronteras nacionales, las especificidades institucionales nacionales, el desarrollo notablemente desigual y las capacidades dispares para aprovechar oportunidades ofrecidas por el mercado mundial emergente. Pero una mirada parcial sobre variedades (nacionales) deja de lado la coexistencia de variedades dentro de un orden político y económico más amplio que surge, y se configura, desde sus respectivos lugares e interacciones dentro de ese orden.
Estudiar el mercado mundial en términos de “capitalismo abigarrado” perfecciona las afirmaciones vinculadas a que: (1) las distintas variedades de capitalismo coexisten en una economía mundial inevitablemente heterogénea y pueden ser estudiadas en sus propios términos; o (2) existe una economía mundial integrada en la cual la competencia empuja a todos los capitales y a sus “economías espaciales” asociadas a converger en un único modelo de capitalismo. El enfoque de capitalismo abigarrado ( variegated capitalism ) busca trascender (y contradecir) estas alternativas. A este respecto el concepto de capitalismo abigarrado tiene más afinidad con el análisis de sistemas mundiales que con las dos primeras posiciones, pero también difiere significativamente de este enfoque. Este postula un sistema mundial duradero (emergente en 1450-1650) con una lógica preestablecida por medio de la cual los espacios económicos y sus Estados asociados compiten de la mejor manera posible en términos tecno-económicos y político-militares para posicionarse dentro de los tres niveles del sistema mundial, es decir, el centro, la semiperiferia y la periferia (Wallerstein, 2000). Sobre todo, el enfoque de capitalismo abigarrado considera la dinámica del mercado mundial como un resultado contingente del acoplamiento estructural y la co-evolución de diferentes variedades de capitalismo dentro de un conjunto complejo y cambiante de relaciones espacio-temporales (ver debajo). En este sentido, está más cerca de las contingencias históricas de algunas versiones de la teoría de la dependencia (por ejemplo, Ebenau et al., 2013; Sotelo Valencia, 2014). Las respectivas diferencias y similitudes pueden ser vistas en cuatro respuestas del planteo de capitalismo abigarrado a las críticas al trabajo sobre variedad y diversidad del capitalismo.
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El nacionalismo metodológico que se observa en muchos trabajos sobre VC encuentra dos problemas. Primero, frecuentemente hay una amplia variación entre sectores y/o regiones dentro de cualquier economía nacional individual, lo que arroja dudas sobre la economía nacional como unidad analítica válida. Pocas economías nacionales son dominadas por sus sectores o aglomerados competitivos representativos. Hay muchas otras actividades económicas que reflejan herencias históricas, campos emergentes, servicios no comerciables, actividades públicas y del sector terciario. Algunas de estas pueden apoyar o complementar los sectores y aglomerados competitivos, otros pueden coexistir más o menos armoniosamente con ellos, mientras otros pueden ser subsidiados, antagonistas o parasitarios de ellos. Las ondas largas de crecimiento económico, el desarrollo regional desigual y los roles cambiantes del Estado en el ámbito doméstico y externo son importantes aquí. Este problema es a veces explorado en el alternativo y, en ese sentido, superior trabajo sobre DC. El nacionalismo metodológico es engañoso porque las performances económicas no sólo dependen de los marcos institucionales nacionales y la forma y las acciones de los Estados nacionales sino también del gobierno y la gobernanza que se encuentra por encima, por debajo y de manera transversal a la escala nacional. Esto tiene importancia por al menos dos razones. Por un lado, la escala nacional ha perdido la presupuesta primacía de la cual disfrutaba en la organización económica y política de posguerra en las economías capitalistas avanzadas y, por otro lado, el desarrollo de las economías capitalistas dependientes está fuertemente influenciado por los poderes coloniales, las potencias imperialistas y las instituciones internacionales.
tabla1
Una crítica relacionada es el descuido de cómo los tratos inusuales con la autoridad política, el capitalismo predatorio y los beneficios asegurados a través de la fuerza y la dominación contribuyen a la variegation (Weber, 1968). Estas clases de capitalismo político son especialmente importantes en América Latina debido a las herencias de colonialismo dependientes de la trayectoria (path dependence ), los regímenes políticos autoritarios, el desarrollo dependiente y las intervenciones imperiales a través de la fuerza y la dominación y/o debido al poder de los bancos transnacionales y de las instituciones financieras internacionales. Segundo, el período de la primacía de la escala nacional ha resultado relativamente corto en términos históricos mundiales, incluso en los candidatos más obvios: los Estados capitalistas avanzados de posguerra, los Estados desarrollistas basados en las exportaciones y los Estados comprometidos con la industrialización por sustitución de importaciones para superar la dependencia. En términos más generales, un enfoque centrado en las economías nacionales ignora las configuraciones socio-espaciales alternativas tales como los bloques supranacionales emergentes, las redes de ciudades globales, las relaciones centro-periferia o las cadenas globales de mercancías. Estas otras configuraciones son importantes en América Latina, ya sea por la naturaleza semiperiférica de muchas economías latinoamericanas, el impacto del extractivismo, su integración dentro de las cadenas globales de valor o de mercancías (con una creciente presencia continental de China en estos aspectos y su desafío a Estados Unidos y, por el extractivismo, al dominio canadiense) y las nuevas formas de sub-imperialismo.
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En lugar de describir cada variedad como si ocupara su propio silo, los eruditos deberían examinar el alcance de la rivalidad, la competencia, el antagonismo, la complementariedad o la co-evolución entre las diferentes variedades. Además, como se ha señalado anteriormente, el énfasis de la literatura VC sobre las comparaciones “horizontales” desvía la atención de las relaciones “verticales” entre centro, semiperiferia y periferia; economías sub-imperiales y periféricas; regiones dominantes y dependientes; metrópolis y satélites; etc. Esto es un asunto serio cuando “América Latina es hoy, y ha sido desde el siglo XVI, parte de un sistema internacional dominado por las naciones ahora desarrolladas” (Bodenheimer, 1971: 157). Su desarrollo económico ha sido configurado desde el comienzo por relaciones de dependencia, ya sea a través de la colonización, el control externo del comercio y la recaudación de impuestos, la inversión extranjera directa en tierra, minería, infraestructura, servicios públicos, manufacturas y servicios, así como la deuda pública y privada, la intervención militar extranjera o a través de la diplomacia de los cañones o las instituciones financieras internacionales y la imposición de políticas de ajuste estructurales. En relación a ello, las comparaciones horizontales ignoran las principales asimetrías en la competencia y la co-evolución de las variedades de capitalismo que están fundadas en las desiguales capacidades para configurar el mercado mundial y para aprovechar, desplazar y/o diferir sus respectivos problemas, conflictos y tendencias a crisis.
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El trabajo de la corriente dominante a menudo insinúa que la competencia entre variedades de capitalismo es esencialmente pacífica porque es mediada por las fuerzas del mercado. Al separar las cuestiones del monopolio y del poder monopólico estatal, la competencia también se da a través de la depredación, la dominación estructural y el uso de medios militares (aquí son relevantes los estudios de variedades de imperialismo y los análisis de Weber sobre el capitalismo político). Esto destaca el papel del Estado y las formas del régimen político (por ejemplo, dictaduras militares, regímenes autoritarios burocráticos, “populismo”) en la organización de la acumulación, la apropiación del excedente y la asignación de recursos a los grupos de clientes. El hecho de no incluir al Estado como actor clave es una crítica común del trabajo inspirado por el enfoque de Hall y Soskice sobre Latinoamérica, Asia y, en efecto, casos europeos como Francia (por ejemplo, Bizberg, 2014; Schmidt, 2009). En términos más generales, deberíamos considerar la compleja “ecología” de regímenes de acumulación, modos de regulación y arreglos espacio-temporales. Una performance económica superior en ciertos espacios depende no sólo de condiciones internas y externas favorables, sino también –y de forma crucial– de la capacidad para desplazar o diferir contradicciones y tendencias a crisis hacia el futuro y/o hacia zonas de relativa incoherencia, inestabilidad e incluso catástrofe. Por el contrario, la débil performance de un espacio económico puede ser el resultado de ser un “consumidor de problemas” en lugar de un “fabricante de problemas” y de esa forma convertirse en el sitio donde las externalidades negativas de otros espacios se desplazan y/o difieren.
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Las temporalidades de los diferentes modelos de capitalismo deben ser exploradas para evaluar su compatibilidad. El sitio más obvio de conflictos es entre el cálculo a corto plazo del capital dinero y el énfasis en el valor de cambio y los horizontes de tiempo a más largo plazo del capital productivo con su vehemencia en la apropiación y transformación de la naturaleza. Esto se refleja en la literatura sobre VC en la medida en que examina las relaciones entre bancos e industrias pero, incluso entonces, hay una tendencia a considerar a los bancos públicos y privados (junto con los mercados bursátiles) principalmente como intermediarios en la asignación de capital a actividades no-financieras (potencialmente) rentables y en la gestión del riesgo. Por lo tanto, existe un limitado reconocimiento, sí es que lo hay, de los roles de las finanzas y la especulación financiera, incluido el control del fraude y la “crimininnovación” financiera, los cuales han sido fundamentales para la acumulación dominada por las finanzas tan importante desde la década de 1980 y el alcance resultante para que los regímenes dominados por las finanzas se disocien del capital productivo. No resulta nada sorprendente, entonces, que la crisis financiera del Atlántico Norte no se haya previsto en gran parte dentro de la literatura sobre VC (así como en la economía ortodoxa) y esta laguna haya requerido alguna rápida jugada para disimular o remediar este fracaso teórico. Más significativo desde la perspectiva del Sur Global es el descuido en la literatura sobre VC de las implicancias de las asimetrías en las relaciones acreedor/deudor, su enredo con las jerarquías de divisas (las monedas principales como la libra esterlina en el siglo XIX o el dólar desde 1945, las monedas dominantes como la libra esterlina en el imperio británico o el euro en la Unión Europea, y las monedas negociadas donde el regateo político y las transacciones económicas mantienen su uso) y el papel de la deuda y las jerarquías monetarias en la dominación económica y política a diferentes escalas (sobre jerarquías de divisas, ver Strange, 1971). Finalmente, el trabajo sobre VC también tiende a focalizarse en la organización racional de la producción y el comercio en mercados libres y, por lo tanto, tiende a ignorar el rol del capitalismo político, refiriéndose en el mejor de los casos al “capitalismo clientelista” en economías de mercado emergentes o dependientes sin reparar en su papel en el capitalismo avanzado.
La especificidad histórica del modo de producción capitalista
Estos comentarios pueden desarrollarse aún más proporcionando una explicación más sólida del capitalismo y la improbabilidad de la acumulación del capital que se basa en las contradicciones inherentes al modo de producción capitalista. Desarrollaré este argumento en tres etapas: (1) una definición de capitalismo que identifica su carácter inherentemente contradictorio; (2) un contraste entre el tratamiento de estas contradicciones en el trabajo de la corriente principal y en la economía política crítica; y (3) una elaboración de tres conceptos que han sido marginalizados o están completamente ausentes en el trabajo de la corriente principal pero son cruciales para un análisis del capitalismo abigarrado en un mercado mundial, a saber, los arreglos espacio-temporales, la compossibility y el dominio ecológico 3 .
Definiendo capitalismo como modo de producción
Los análisis comparativos presuponen una definición genérica de capitalismo como base para identificar su diversidad o variación. Aunque son raras las definiciones sólidas y explícitas (véanse las críticas de Bohle y Greskovits, 2009; Bruff y Horn, 2012), y más aun las que refieren a la explotación económica y la dominación de clase, cuando éstas se ofrecen, la lista de características raramente excede la propiedad privada, la producción de mercancías, el trabajo asalariado, el intercambio mercantil, la competencia y una orientación al beneficio. Para Marx, sin embargo, lo que más distingue al modo de producción capitalista de otras formas de producción de mercancías es la generalización de la forma mercancía que alcanza a la fuerza de trabajo, es decir, su tratamiento como si esta fuese una mercancía. Es crucial aquí la distinción entre el trabajo asalariado considerado como un factor de producción y la fuerza de trabajo considerada como el trabajo vivo que por sí solo genera plusvalía. La literatura dominante sobre VC o DC frecuentemente se focaliza sobre el trabajo asalariado, los mercados de trabajo, las relaciones industriales, los niveles de cualificación, etc. Pero esto pasa por alto la explotación y la expropiación de la fuerza de trabajo en el proceso laboral, así como la complejidad multidimensional de la competencia, la cooperación y el conflicto dentro y entre el capital y el trabajo como fuerzas económicas. En otras palabras, tiende a perder lo que es crucial desde una perspectiva marxista acerca de estos fenómenos. Marx exploró la naturaleza dual de la producción como un proceso de apropiación material y transformación de la naturaleza a través de prácticas laborales concretas y, simultáneamente, como un proceso organizado para valorizar el trabajo abstracto y el plusvalor apropiado dentro de los circuitos generales de capital. Tratar la fuerza de trabajo como si fuera una mercancía determina algunos aspectos de las relaciones de producción social capitalistas, sus contradicciones centrales, sus tendencias a las crisis y los problemas básicos de regulación y dirección que deben ser resueltos, aunque sólo sea de manera temporal y parcial para facilitar la reproducción ampliada. Este proceso tiene una lógica emergente que funciona a espaldas de los productores. Esto no es reducible, como sugieren el enfoque centrado en la empresa de Hall y Soskice y la teoría social fundante de aquel, la de elección racional, a los “juegos” micro-nivel con agentes representativos cuyas identidades e intereses están preestablecidos y donde la cooperación y la coordinación son mutuamente beneficiosas. Esto margina, si no niega implícitamente, el alcance del antagonismo de clase dentro y más allá de la esfera de la producción. Por lo tanto, pasa por alto cómo estas contradicciones contribuyen a la fragilidad de los compromisos institucionalizados que sostienen las variedades estables del capitalismo (Jessop, 2011b; Becker y Jäger, 2012) y cómo esta lógica específicamente capitalista subordina todas las fuerzas sociales, incluso las más poderosas actualmente, a sus leyes (tendenciales) de movimiento, lo cual implica algo más que la competencia entre capitales individuales y/o variedades de capitalismo.
Marx (2008) identificó una contradicción esencial en la forma de valor de la mercancía entre sus aspectos de valor de uso y valor de cambio. El valor de uso refiere a su utilidad material y/o simbólica para el comprador; el valor de cambio hace alusión al valor monetario mediado por el mercado de una mercancía para el vendedor. Sugiero que todas las formas de relación de capital en el modo de producción capitalista encarnan versiones diferentes pero interconectadas de esta contradicción básica y que ellas impactan de diferentes maneras sobre (diferentes fracciones de) el capital y sobre (diferentes categorías y niveles de) el trabajo en diferentes tiempos y espacios. Cada contradicción tiene sus propios aspectos y es actualizada de formas específicas en diferentes contextos institucionales y socio-temporales. Esto se cumple en términos generales y para casos individuales. Por lo tanto, el capital productivo es tanto un stock concreto de los activos específicos del tiempo y el lugar ya invertidos en el curso de la valorización como un valor abstracto en movimiento (especialmente en la forma de beneficios realizados disponibles para la reinversión); el trabajador es tanto un individuo concreto (o, de hecho, un miembro de una fuerza laboral colectiva particular) con cualificaciones más o menos específicas, conocimiento y creatividad capaces de producir bienes y servicios particulares como una unidad abstracta de fuerza de trabajo sustituible por otras unidades (o, en efecto, por otros factores de producción); el salario es a la vez una fuente de demanda y un costo de producción; el dinero circula como monedas nacionales sujetas a ciertas medidas de control estatal (con la moneda de la economía dominante que tiende a convertirse en el punto de referencia para el dinero mundial) y como dinero potencialmente mundial (idealmente en un espacio sin Estado); las funciones de la tierra como un recurso natural (modificado por acciones pasadas) que es más o menos renovable y reciclable y como una forma de propiedad (basada en la apropiación privada de la naturaleza) asignada en términos de ingresos esperados en forma de renta; el conocimiento es un recurso colectivo (el patrimonio intelectual) y también apuntala el desarrollo y la expansión de los derechos de propiedad intelectual. Del mismo modo, el Estado no sólo tiene la tarea de mantener la cohesión en una sociedad pluralista y dividida sino también de reproducir la fuerza de trabajo como una mercancía ficticia y asegurar otras condiciones clave para la valorización. A su vez, los impuestos son tanto un medio para financiar la inversión colectiva y el consumo para compensar las “fallas del mercado” como una deducción improductiva de los ingresos privados (ganancias de la empresa, los salarios, los intereses y las rentas). Y así sucesivamente (Jessop, 2000).
¿Cómo aborda estos asuntos la corriente principal de VC y DC?
La literatura dominante sobre VC y DC no es consciente de estas contradicciones estructurales y sus dilemas estratégicos asociados o, en caso los reconozca, asume que ellos pueden ser armonizadas de forma relativamente efectiva, al menos en formaciones capitalistas avanzadas, desarrollando y manteniendo instituciones para resolver los problemas de coordinación asociados. Estas instituciones frecuentemente se desarrollan a través de intentos de prueba y error para regularizar y gobernar la acumulación diferencial y pueden culminar en complementariedades institucionales mutuamente reforzadas (como en la literatura sobre VC) o en un repertorio de diversas instituciones que proveen resiliencia (como en la literatura sobre DC) (Crouch, 2005). En ambos casos, sin embargo, la literatura tiende a focalizarse unilateralmente sobre los problemas de coordinación social en relación a la producción y el intercambio de valores de uso y descuida su relación con la auto-valorización del capital a través de la subsunción de la producción bajo el control capitalista y los imperativos para vender mercancías con un beneficio. Por ejemplo, la investigación sobre VC examina la organización del mercado, la formación profesional y el papel del trabajo organizado en la coordinación económica como uno entre varios grupos productores. Considera el trabajo como un factor pasivo de producción o como capital humano y trata a la organización de la producción como un potencial juego de suma positiva en el que ambos lados (o todos) podrían/deberían cooperar en un juego jugado conjuntamente contra la naturaleza, las firmas competidoras, las redes de firmas, las regiones o las naciones para construir una ventaja comparativa y maximizar la riqueza disponible para la división entre las partes cooperantes. Así, los compromisos institucionalizados, donde ellos son examinados, son tratados como relaciones entre agentes del mercado o grupos productores en lugar de fuerzas de clase.
Tres conceptos clave para estudiar el abigarramiento en el mercado mundial
Con base en estos argumentos, el presente enfoque asume un emergente y único capitalismo abigarrado 4 , pero organizado de forma fractal 5 , que se constituye a la sombra de una variedad de capitalismo. Este abigarramiento es el producto de un acoplamiento estructural y una co-evolución entre tipos o variedades de capitalismo. Estos procesos establecen límites a las variedades que son compossible dentro de una envoltura espacio-temporal dada, ya sea local, regional, nacional, supranacional, internacional o global. Para comprender mejor cómo el abigarramiento es mediado, necesitamos explorar cómo las instituciones configuran tipos o variedades de capitalismo y median su co-existencia en una envoltura espacio-temporal específica o en un conjunto de tales envolturas. Esto es considerado en la siguiente sub-sección.
Arreglos institucionales espacio-temporales
Cada forma básica de la relación de capital implica un nexo contingente de instituciones que da expresión a la misma, que le brinda cierta estabilidad a través de la institucionalización y configura la matriz institucional en la cual pueden darse los conflictos en torno a esa forma. Estos órdenes y conjuntos institucionales pueden ser estudiados como arreglos institucionales y espacio-temporales entrelazados. Un arreglo institucional comprende un nexo de instituciones que, a través del diseño institucional, la imitación, la imposición o la simple evolución casual, proporciona una solución temporal, parcial y relativamente estable a los problemas de coordinación implicados en asegurar el orden económico, político o social. La dimensión espacio-temporal concierne su capacidad para externalizar los costos metabólicos y sociales de asegurar esa coherencia más allá de las fronteras espaciales, temporales y sociales del arreglo institucional, ya sea desplazándolos (dentro de zonas de inestabilidad) y/o difiriéndolos (pateando el problema hacia adelante). Estos arreglos institucionales espacio-temporales establecen límites espaciales y temporales dentro de los cuales, en la medida en que esto ocurra, se asegura la coherencia estructural relativa, incompleta y provisional (y, por lo tanto, las complementariedades institucionales) de un orden determinado. Identificar tales arreglos es esencial para captar la diversidad y/o variedad de los regímenes de acumulación, su regulación y gobierno, y su integración dentro de configuraciones sociales más amplias.
Sobre esta base, un análisis lógico-histórico abordaría la variación, diversidad o, mejor aún, el abigarramiento del capitalismo en el marco del mercado mundial. Desde esta perspectiva, urge investigar cómo los regímenes económicos específicos manejan diferentes contradicciones y dilemas. Entre las estrategias relevantes, podemos enumerar:
jerarquización (tratando algunas contradicciones como más importantes que otras),
priorización (dando prioridad a algunos aspectos de una contradicción o dilema por sobre el otro),
espacialización (contando con diferentes escalas y sitios de acción para abordar una u otra contradicción o aspecto, o desplazando los problemas asociados con el aspecto descuidado a un espacio, lugar o escala marginal o liminal), y
temporalización (alternando regularmente entre el tratamiento de diferentes aspectos o focalizando unilateralmente sobre un subconjunto de contradicciones, dilemas o aspectos hasta que sea urgente abordar lo que hasta la fecha se había descuidado).
Por lo tanto, una etapa o una variedad dadas diferirían en términos de los pesos atribuidos a las diferentes contradicciones o dilemas (jerarquización), la importancia concedida a sus diferentes aspectos (priorización), el rol de los diferentes espacios, lugares y escalas en estas consideraciones (espacialización) y los patrones temporales de su tratamiento (temporalización). Si estas soluciones son coherentes, y de qué manera, son preguntas cruciales en el estudio del capitalismo abigarrado en el mercado mundial. Y, como se destacó anteriormente, el enfoque de capitalismo abigarrado no implica que estos arreglos sean exclusivamente nacionales. Más bien, son configuraciones multi-espaciales complejas (Jessop, 2016).
La relación de capital se produce –en la medida en que lo es– a través de una agencia social y conlleva formas, intereses y sitios de conflicto y lucha específicos. Esto significa que los arreglos institucionales espacio-temporales nunca son puramente técnicos, sino que están típicamente vinculados a diferentes patrones de conflicto y compromiso institucionalizados. Esto implica la construcción de apoyo en y a través de muchos campos conflictivos y disputados por las estrategias de acumulación correspondientes, sus proyectos estatales asociados y, cuando proceda, las visiones hegemónicas. Esta disputa implica diferentes fuerzas económicas, políticas y sociales y diversas estrategias y proyectos; conduce a la inclusión-exclusión diferencial, a la consecución de ventajas y desventajas por parte de clases particulares, fracciones de clase, categorías sociales y otras fuerzas. Esto es también un proceso frágil y experimental. De hecho, dada la naturaleza incompleta, contradictoria y dilemática de la relación de capital, las condiciones específicas necesarias para la acumulación tienden a ser opacas, indeterminadas y variables. Esto otorga una fuerza especial al rol de la semiosis, los imaginarios y los discursos en la configuración, mediación y orientación de los esfuerzos de prueba y error para regularizar y gobernar la acumulación, los proyectos y las estrategias.
Debido a que las contradicciones y dilemas básicos son incomprensibles e involucran relaciones sociales antagónicas, todos los arreglos son parciales, provisionales e inestables. Cuando el circuito del capital se rompe, por cualquier conjunto de causas, el espacio se abre hacia diferentes trayectorias. Además, por muy bien institucionalizadas que estén las instituciones particulares, los conjuntos particulares de complementariedades institucionales y los arreglos espacio-temporales e institucionales particulares, no pueden evitar que los conflictos sociales los desborden. Las contradicciones eventualmente se intensificarán, cambiarán sus formas de apariencia, producirán efectos ‘rebote’ o generarán una resistencia que socavará estos arreglos, arrollará las rutinas de gestión de crisis o, en caso de resistencia, debilitarán, neutralizarán o derrocarán las formas de explotación y dominación prevalecientes.
Compossibility
Compossibility significa que “no todo lo que es posible es compossible ” (capaz de existir simultáneamente) y, como tal, sugiere límites importantes para la combinación de variedades de capitalismo y/o para la diversidad del capitalismo a escala mundial. El mercado mundial está marcado por muchas asimetrías para nada despreciables, con sus propias formas de complejidad estructurada. Por ejemplo, algunos Estados territoriales (por ejemplo, Estados Unidos, la República Popular China, Alemania), algunos lugares (por ejemplo, las ciudades globales interconectadas), algunas escalas (por ejemplo, la Unión Europea) y algunos espacios de flujos (por ejemplo, la negociación extrabursátil de contratos de tipos de interés) importan más que otros. La compossibility implica algo más que una coexistencia fugaz debido a la posibilidad de variación: depende del alcance real de la co-selección, luego de la co-retención y, más tarde, de la co-institucionalización de las características institucionales y sus apoyos sociales.
La literatura sobre VC considera la compossibility , en todo caso, dentro de una variedad dada (con su isomorfismo o, alternativamente, con sus complementariedades institucionales que se refuerzan mutuamente). Esto se refleja en la afirmación de que los híbridos no funcionan tan bien como las formas puras. Una cuestión más importante se refiere al grado en el cual las diferentes variedades pueden coexistir en el mismo espacio económico y, donde ellas sean compossible , ¿tiene esto efectos benignos, neutrales o negativos sobre la performance económica individual y colectiva (o sobre algunos otros criterios, tales como la legitimidad democrática, el bienestar social, o la degradación ambiental)? Estas diferentes formas de asimetría pueden también combinarse dentro de espacios económicos bilaterales o multilaterales relativamente distintos, con sus propias dinámicas relativamente distintas. Dos ejemplos negativos son la patológica co-dependencia de Estados Unidos y China ( Chinamerica ) a nivel del mercado mundial y la creciente articulación disfuncional del Modell Deutschland con el resto de la Eurozona, en especial pero no únicamente, con el sur de Europa. Se pueden extraer otros ejemplos de las relaciones (sub-)imperiales - imperiales en América Latina. Un caso reciente es el rol sub-imperial de Brasil como relevo regional de las políticas neoliberales, otorgando legitimidad a un proyecto que emana de los centros imperialistas (Misoczky e Imasato, 2014). Estas interdependencias asimétricas implican más que una eficiencia económica relativa ya que, además de la mano invisible del mercado (la cual es socavada por el poder oligopólico y monopólico), la competencia también depende del ejercicio implícito o real del poder blando, la fuerza y la dominación que afectan la acumulación diferencial.
Dominio ecológico
La compossibility se relaciona, a su vez, con la sospecha de que algunas variedades son más iguales que otras. En parte, esto implica la capacidad diferencial del Estado y las fuerzas políticas para utilizar el poder blando, la fuerza y la dominación para imponer patrones específicos de valorización, apropiación y desposesión. También implica un “dominio ecológico”. Este último término refiere al peso relativo de varios regímenes económicos en el mercado mundial considerado como un sistema ecológico auto-organizado que comprende diferentes variedades de capitalismo y/o el impacto relativo de diferentes circuitos de capital en la dinámica general de la acumulación del capital. El dominio ecológico se manifiesta en las externalidades positivas y negativas que cada variedad genera para los demás, tanto en los tiempos “buenos” como en los “difíciles”. Esto revela hasta qué punto las variedades son fabricantes o consumidores de problemas (Jessop, 2011a). El carácter fractal del capitalismo abigarrado crea lugar y oportunidad para que otras variedades desarrollen sus propias hegemonías regionales o el dominio a escalas por debajo de la global (por ejemplo, a través de relaciones sub-imperiales) pero su impacto global aún depende de su inserción en el mercado mundial.
Examinar el capitalismo abigarrado en términos de relaciones centro-periferia así como en términos de simple diferenciación nacional plantea importantes preguntas socio-espaciales acerca de las capacidades estatales. Además, partiendo de la tipología de modos de Erwerbsorientierung de Weber, podemos agregar que el dominio ecológico implica algo más que la eficiencia económica relativa de las variedades de capitalismo consideradas como modos de capitalismo racional. Esto también depende del papel del Estado y los vínculos con el capitalismo político, lo cual se refleja en la “acumulación por desposesión” (incluido el saqueo políticamente permitido de fondos públicos y del patrimonio intelectual), en la historia (de variedades) del imperialismo clásico basado en la fuerza y la dominación y, más recientemente, en los “acuerdos especiales con la autoridad política” que facilitaron la desregulación del capital industrial y financiero en la era neoliberal. El mercado mundial no constituye un simple “sistema mundial” con una lógica preestablecida (como la teoría del sistema mundial a veces presupone) sino que comprende una jerarquía enmarañada y en desigual desarrollo de mercados locales, regionales, nacionales, transnacionales y supranacionales correspondientes a territorios estatales particulares conectados a través de varios espacios de flujos. Mientras el mercado mundial tiende a unificarse e integrarse a través de la competencia orientada al beneficio y mediada por el mercado, sobre la base del comercio, los flujos financieros y la producción mercantil (capitalista), el orden político mundial aún se encuentra caracterizado por una “diversidad variopinta” de Estados que pueden ser “hermanos hostiles” o enemigos mortales, y que varían en tamaño, capacidades y aptitudes para configurar el funcionamiento del mercado mundial así como defender sus respectivos capitales y/o aquellos que operan en su espacio económico.
Esto invita a la consideración de las “variedades de imperialismo” tanto como a las “variedades de capitalismo”, su acoplamiento estructural y, de hecho, su coordinación estratégica. Tomando los casos de Estados Unidos y Alemania como representativos de las economías de mercado liberales y coordinadas respectivamente, por ejemplo, hay importantes contrastes entre el poder estructurador de la economía estadounidense y el Estado norteamericano en el mercado mundial y el del Modell Deutschland en relación con la Unión Europea y más allá. En ningún caso, como demuestran la crisis financiera global y la crisis de la Eurozona, lo que es bueno para Estados Unidos o Alemania necesariamente beneficia a la economía mundial o al espacio económico europeo, respectivamente.
Al combinar los conceptos de compossibility y dominio ecológico, uno podría preguntarse acerca del desarrollo desigual y el acoplamiento estructural de diferentes regímenes capitalistas en una división regional o global del trabajo (por ejemplo, las relaciones de dependencia entre América Latina y Europa o, más tarde, Estados Unidos o los modelos de mercado renano, nórdico y liberal en el espacio económico europeo, o el dominio del liberalismo en el mercado mundial); o, nuevamente, acerca del dominio relativo del capital comercial, industrial y financiero dentro de los circuitos de capital a diferentes escalas (lo cual podría proporcionar la base para una periodización de la dependencia latinoamericana). Estos aspectos están normalmente interrelacionados. Entonces, uno podría argumentar que el dominio ecológico de la coordinación del mercado neoliberal refleja el relativo predominio de la acumulación dominada por las finanzas en las economías neoliberales en el mercado mundial y del dominio ecológico relativo del capital financiero en los circuitos globales del capital (Jessop, 2011). La lógica de financiarización transforma el papel de las finanzas de su función intermediaria convencional, siempre propensa a la crisis, en el circuito del capital, a un rol más dominante orientado a la extracción de rentas a través de la influencia excesiva, el arbitraje financiero y la innovación. Esto debilita la primacía de la producción en la lógica general de acumulación de capital y, finalmente, se enfrenta contra los límites de un papel parasitario, más que intermediario. Tales cuestiones han sido ignoradas por el enfoque de variedades de capitalismo de Hall/Soskice, en el cual las mismas están centradas en las firmas y las economías nacionales son consideradas como los centros analíticos primarios.
Conclusiones
El enfoque de capitalismo abigarrado desarrollado aquí parte del mercado mundial como la presunción, así como el postulado (resultado) de la acumulación de capital. Además, la creciente integración del mercado mundial hace aún menos apropiado el estudio de las “variedades de capitalismo” como regímenes distintos y autosuficientes que participan en la competencia externa que resultará más o menos eficiente y competitiva de acuerdo con la despiadada auditoria ex post de las fuerzas del mercado. La creciente importancia del mercado mundial requiere, en su lugar, focalizarse en cómo los regímenes de acumulación a diferentes escalas y sus modos de regulación-gobernanza interactúan dentro del mercado mundial. Tomar el mercado mundial como horizonte de análisis no implica que haya una lógica singular operando con una direccionalidad particular a nivel global (el error en las versiones crudas de la teoría del sistema mundial). Por el contrario, la dinámica del mercado mundial tiene una lógica emergente, tendencial, sintética y contradictoria basada en el creciente “dominio ecológico” global de la acumulación de capital. De hecho, cuanto más estrechamente integrada está la economía mundial, más fuertemente entran en juego las contradicciones del capital a escala mundial (Marx, 1973: 227). Dicho de otro modo, esto subraya el papel del acoplamiento estructural, la co-evolución y las mutuas complementariedades-exclusividades entre diferentes VC y su impacto en la acumulación global.
Un paso más allá en el análisis del capitalismo abigarrado está explorar los efectos positivos y negativos del dominio ecológico de algunas variedades de capitalismo (o regímenes de acumulación) sobre otras. Cómo esto funciona depende no sólo de la fuerza relativa de los diferentes circuitos de capital y su articulación a las llamadas variedades de capitalismo sino también de las formas, el alcance y la intensidad de la resistencia que esto genera desde la escala local hasta la global. Recordemos aquí que estas ponderaciones no son un resultado automático y mecánico de las fuerzas del mercado, sino que dependen de estrategias económicas y políticas específicas, las cuales pueden incluir el uso de la violencia, así como la manipulación de las reglas del mercado. Comparado con el trabajo sobre VC y DC, esto requiere horizontes de análisis espacio-temporales más complejos tanto como atención a la dinámica de crisis. De hecho, como se señaló anteriormente, mientras el último horizonte de acumulación es el mercado mundial, es evidente que la variegation , la compossibility y el dominio ecológico son fenómenos fractales , es decir, que surgen e interactúan de maneras (auto) semejantes en muchos sitios y escalas.
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1
Este capítulo proviene de una investigación financiada por el Consejo de Investigación Económica y Social de Gran Bretaña (RES-051-27-0303) y ha sido completado durante una beca para invitados en el programa WISERD sobre sociedad civil financiado por ESRC (ES / L009099 / 1). Las limitaciones de espacio evitan la referencia completa de la literatura analizada (ver Jessop, 2011b y 2012). Se han recibido comentarios valiosos por parte de Matthias Ebenau. Traducción a cargo de Carina Davies.
2
Schneider analizó Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú.
3
Variegation y el mercado mundial fueron introducidos anteriormente. Los otros tres conceptos adquieren significado e importancia en relación con estos dos conceptos.
4
Peck y Theodore (2007) también utilizan el concepto de “capitalismo abigarrado” en su crítica a la literatura sobre VC pero ellos no lo relacionan con las contradicciones de la relación de capital ni con el mercado mundial como horizonte en el cual la variegation se desarrolla.
5
Está fractalmente organizado en el sentido de que la variegation opera en muchas escalas, no es solo evidente a escala global.