Nocturno (16)
Oh luna, cuántas veces consintiendo al dolor,
a través de los ávidos vidrios de las ventanas,
y en los reflejos húmedos que en tus luces desgranas
esperé conmover el alto resplandor
de tu lumbre que he amado.
Cuántas veces, herida de amor te he contemplado
dentro de los secretos puros de tus jardines
que entrañan musicales perfumes de jazmines
sintiendo que la pena me había abandonado
en el mundo que encantas.
Cuántas veces me viste morir entre las plantas
y buscarte entre nardos rosas y querubines
como te busco ahora para que me ilumines
y penetres en mi alma, cuando en las ramas cantas,
derramando tu lumbre.
Cuántas veces temblando seguí con pesadumbre
los rayos serenísimos de tu luz con horror
aspirando en la dulce claridad de un albor
con esplendor de joya tu aviesa mansedumbre
que me hacía llorar.
Ah, cuántas veces triste, tratando de olvidar
al que olvida toqué con mis manos tus hebras,
tu zafiro en el agua cuando quieta celebras
en medio de las sombras el silencio del mar.
16- Hay otro poema con este título, véase pág. 275 de Poesía Completa II.