CAPÍTULO 9

¿Neonazis sin causa?

La paciencia y el tiempo hacen más que la fuerza y la violencia.

JEAN DE LA FONTAINE

El gobierno de cualquier país debe desplegar estrategias de manipulación para evitar que los jóvenes descubran la capacidad de “pensar por sí mismos” abanderando manifestaciones contra el Sistema. De ahí que el Estado utilice todos los medios a su alcance para aletargar a la juventud. El mantenimiento de organizaciones neonazis se enmarcarían dentro de esta estrategia oculta.

LAS CONEXIONES ENTRE GRUPOS NEONAZIS y servicios de inteligencia no significan ninguna novedad; son un hecho sobradamente conocido por los historiadores e investigadores del fenómeno del mismo modo que lo son las relaciones entre las directivas de clubes de fútbol y sus peñas deportivas integradas por skinheads. La existencia de estos vínculos responde a una lógica que, más allá de lo meramente anecdótico, invita a una seria reflexión sobre la licencia que cualquier estado –democrático o autoritario– puede atribuirse impunemente para manipular a los elementos que considera más “desestabilizadores” en la sociedad: los jóvenes. Es evidente que, para mantener las estructuras del sistema y continuar beneficiándose de su status en el poder, cualquier estado debe impulsar estrategias que le permitan controlar al sector de la juventud y aletargar un idealismo que impida rescatar el espíritu de otro “mayo del 68”.

Este soterrado plan de control y manipulación de determinados ámbitos sociales, compartido igualmente por cualquier gobierno independientemente de cuál sea su orientación ideológica –ya se sabe que cuando un partido de “izquierdas” alcanza el poder se hace automáticamente de “derechas”– encuentra sus cauces a través de una serie de elementos que constituyen los auténticos hilos de la manipulación social: control de medios de comunicación, emisión de programas telebasura84, mantenimiento de grupos sectarios, instrumentalización del terrorismo, difusión de prensa “rosa”85… y desarrollo de organizaciones “ultra”.

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Pegatina de Ofensiva Autónoma, grupo heredero de la plataforma Bases Autónomas. ¿No parece la ilustración de un anuncio de ultracongelados?

En España, el origen y mantenimiento de grupos neofascistas impulsados por los servicios de inteligencia se remonta, posiblemente, al año 1963. En esas fechas tiene lugar la creación del colectivo Defensa Universitaria (DU) –precursora de lo que seis años más tarde se convertiría en Guerrilleros de Cristo Rey–, una plataforma que, aglutinando en su seno a distintos grupos –incluyendo a militantes de Joven Europa–, sería concebida como “fuerza de choque” orientada a frenar cualquier tipo de manifestación reivindicativa estudiantil86.

Pero el mantenimiento de agrupaciones donde el espíritu combativo de los estudiantes pudiera ser debidamente canalizado a favor del Régimen y en detrimento de los grupos de izquierda no se convertiría en una necesidad imperiosa hasta poco después del mayo francés del 68. Es a partir de entonces cuando, en un intento de evitar que se reprodujera una protesta estudiantil como la acaecida en el país vecino, los servicios secretos del Régimen –Servicio Central de Documentación de Presidencia del Gobierno (SECED)– auspiciaron la proliferación de este tipo de grupos dentro de los ambientes universitarios.

A partir de ese momento, comenzaron a articularse una serie de contactos en el que la acción de los grupos de extrema derecha terminará confundiéndose con los intereses de los servicios de inteligencia. Tal y como reconocería en su momento uno de los principales líderes de la ultraderecha en España, “los servicios de información buscaron gente en esta casa. Personas que, entre defender el ideal que nosotros defendíamos aquí o hacerlo en los servicios paralelos del oficialismo, optaron por lo último. Es absolutamente cierta la conexión de algunos de ellos con nosotros antes de la época del partido”87.

Aparte de Defensa Universitaria, entre las agrupaciones universitarias de corte fascista y patrocinadas de algún modo por el interés del Régimen, destacarán, entre otras, Acción Universitaria Nacional (AUN) –no confundir con la agrupación liderada por Ynestrillas–, o el Bloque Nacional de Estudiantes (BNE) con el objetivo de combatir la infiltración del marxismo dentro de la universidad.

Esta estrategia de manipulación de la población universitaria a través de organizaciones estudiantiles se evidenciaría años después cuando, en el ocaso del régimen franquista, un grupo de militares progresistas apartados del ejército desvelaba algunas de las oscuras intenciones que motivaron la creación del SECED que, según algunas fuentes, habría surgido como una ramificación de la CIA en España, un hecho que nunca se ha podido demostrar fehacientemente: “lo que sí se ha probado de una forma rotunda –leemos en el documento redactado por este grupo de militares–, es su participación (a través de grupos ultra por ellos subvencionados) en actos vandálicos realizados contra revistas, librerías, teatros e incluso personas88.

La posibilidad de que los servicios de inteligencia americanos estuviesen desplegando una serie de operaciones secretas orientadas a controlar políticamente a la sociedad española mediante la instrumentalización de grupos neofascistas dejó de ser un rumor desde la primera mitad de los ochenta. Coincidiendo con el ascenso al poder del socialista Andreas Papandreu en el gobierno griego, un colectivo de abogados y periodistas conocido como Emake tuvo acceso a la desclasificación de una serie de documentos secretos que evidenciaban las actividades desarrolladas por la CIA en los países bañados por el Mediterráneo89. En dichos documentos se destacaba un notable interés por mantener la Península Ibérica dentro del estratégico mapa geopolítico de la OTAN.

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“Más allá de las banderas no cabe pensar”, dicen los skinheads. Y sin neuronas, tampoco.

En el marco de una operación secreta bautizada como “Planes opcionales para España”, la Agencia de Información de la Defensa (DIA) junto con la CIA habría mantenido, desde los años sesenta, una serie de contactos con los servicios de información franquistas con el pretexto de “facilitar” la transición hacia la democracia. Dentro de este plan, coordinado desde la embajada norteamericana en Madrid, se desarrollaron una serie de misiones orientadas, según un documento confidencial, a “equilibrar las fuerzas políticas en la España actual y evitar cualquier tentación reformadora de los gobernantes socialistas” con el objetivo principal de “lograr que España no salga de la OTAN”.

Según los letrados griegos, el control de los servicios secretos norteamericanos se extiende “tanto en lo que se refiere a la actuación sobre partidos políticos, como a la actuación sobre empresas periodísticas y sobre los distintos ejércitos aliados. Pero donde destaca su actuación y su control es sobre los múltiples servicios de información y sobre las innumerables organizaciones de extrema derecha, controladas directamente, y sobre todo, a través de la famosa WACL90. Recordemos que, dentro de la WACL se integra gran parte del entramado neonazi internacional en el que se vinculan plataformas en cuyo seno se nutre la densa constelación de grupos “ultra”.

Se cuenta, por ejemplo, que alguno de estos grupos neonazis habría sido adiestrado en la Escuela de Contrainsurgencia, un campamento secreto de entrenamiento paramilitar que los norteamericanos mantienen en territorio panameño. Dentro de lo que en su momento se conoció como Operación Retorno, tras la tentativa del 23-F se sospechó la posibilidad de que los servicios de inteligencia norteamericanos estuvieran contribuyendo a gestar un nuevo golpe de Estado en España tras el cual se asegurarían su ingreso definitivo en la OTAN91.

La comisión de actos vandálicos así como la reivindicación de atentados terroristas a cargo de organizaciones “ultra” propiciará un ambiente de incertidumbre. Esta situación, gestada en el ocaso del Régimen y prolongada durante la época de la transición hasta los primeros años de la democracia, se enmarcaría dentro de lo que algunos han bautizado como “estrategia de la tensión”. Pero, ¿qué motivación puede impulsar a los servicios secretos de un gobierno a generar y mantener grupos radicales cuya actividad desencadene un clima de tensión social?

84 La posibilidad de que programas de televisión basura sean utilizados por el Estado como una especie de “experimento sociológico” para controlar como cobayas a la población no es gratuita. Curiosamente, dos de los programas telebasura más emblemáticos –Gran Hermano y Crónicas Marcianas– se han apropiado del referente de dos de las más destacadas obras literarias que versan sobre el desarrollo de medios orientados al control y la manipulación sociales. ¿Casualidad? En este sentido, resulta tremendamente revelador el hecho de que, a pesar de haber superado un supuesto “filtro” durante el proceso de selección, concursantes del programa Gran Hermano abanderen ideas de corte fascista y xenófobo. Cfr. Sánchez, A. (2001, 2 al 8 de abril). “Jóvenes franquistas en Gran Hermano”. Interviú, n.º 1301, pp. 24-28.

85 El contenido de la prensa rosa se orienta a elevar como paradigmas de imitación a personajes que alcanzan dinero, fama y popularidad sin necesidad de madrugar como el resto de españoles. A través de la difusión de su “obra y milagros”, se consigue que gran parte de la sociedad empatice con las motivaciones de estos personajes –muchos de ellos simpatizantes con la ultraderecha– y exima sus posibles defectos. Un ejemplo emblemático lo encontramos en la fallecida Carmina Ordóñez, de quien la prensa rosa destaca lo “divinamente” maravillosa que fue en vida para omitir sus años de militancia con grupos neofascistas, que encontraron en su imagen un icono de la “femeneidad” que debía imperar entre sus mujeres.

86 Cfr. Sánchez Soler, M. (1993). Los hijos del 20-N, Madrid: Temas de Hoy (1996), pp. 141-150

87 Cfr. Piñar, B. (1987, 14 al 28 de marzo). “En 1982, FN tenía una deuda de 228 millones. Hoy no debemos ya ni una peseta”, Fuerza Nueva, n.º 934, pág. 11. Citado en Casals, X. (1998). La tentación neofascista en España. Barcelona: Plaza y Janés, pág. 206.

88 Cfr. Unión Militar Democrática (1975.) Los militares y la lucha por la democracia. Madrid. Fuente citada en Sánchez Soler, M. (1993) Op. cit. pág. 149.

89 Cfr. Morales, J. L. (1984, 4 al 10 de diciembre). “La CIA conspira contra España” Interviú, n.º 399, pp. 40-45.

90 Cfr. Ibíd. pág. 42.

91 Cfr. Morales, J. L., Cerdán, M. Del Campo, J. L. y Gallego, G. (1983, 2 al 8 de diciembre). “Ultras, banqueros y militares juntos contra la democracia”. Interviú, n.º 390, pp. 6-11. De hecho, se sabe que la CIA tenía perfecto conocimiento de lo que iba a acontecer el 23-F pero prefirió no advertir al gobierno español. A este respecto puede consultarse Camacho, S. (2003). 20 grandes conspiraciones de la historia. Madrid: La Esfera de los libros, pp. 239-258.