El 25 volví a tomar la palabra, por segunda vez, en el Ordensburg2 de Crössinsee, ante un público formado por los jefes de distrito.3 Fue una enorme satisfacción comprobar cómo me escuchaban y también cómo me entendieron cuando desmonté una serie de opiniones sobre cuestiones históricas que aún están muy extendidas. Aunque mi rigor mental me ha costado durante años luchas y «lastres», lo cierto es que, interiormente, me ha ayudado a alcanzar la victoria en todas las batallas del partido.
Por la noche conversé largamente con los jefes de distrito: sus continuas preguntas reflejaban su compromiso interno en la lucha por una conc.[epción] del m.[undo]. El jefe del distrito de Eifel4 me explicó, entre otras cosas, que yo no soy en absoluto consciente de cuánto se me venera en esa «católica región». De hecho, durante las elecciones ocurrió lo siguiente: un sacerdote católico, de sesenta y dos años de edad, se le acercó y le dijo: «Señor jefe de distrito, he llegado a la convicción de que hay que continuar la lucha contra Roma hasta el final. Nunca más habrá un papa alemán. Además, los nombramientos de cardenales de los últimos tiempos demuestran que hoy en día el papado es una religión nacional romana, con la que ya no tenemos nada que ver». Es decir, propuso exactamente lo que yo presenté en mi Mito como una idea de futuro que merecía todos nuestros esfuerzos. Y hay que tener en cuenta que en 1932 ese mismo sacerdote ordenó que se tocaran las campanas durante una asamblea que estábamos celebrando en la plaza del mercado de la localidad, para impedir que se oyeran las palabras del ponente.
Este relato me recordó otro: el de un antiguo nazi que mantenía una buena relación con el rector de un seminario católico. Pues bien, este rector, cada vez que lo recibía, sacaba del fondo del cajón inferior de su escritorio un ejemplar de El mito.
El 24, el Führer inauguró los tres Ordensburgen y yo tuve el placer de comprobar que mis declaraciones del día anterior coincidían punto por punto con las suyas. Al principio, explicó que en el pasado fueron las iglesias las que guiaron al pueblo, algo que, sin embargo, hoy son ya incapaces de hacer, como se ha puesto de manifiesto en la lucha contra el marxismo. Por eso, el nacionalsocialismo ha asumido esta herencia. El Führer concluyó asegurando: «El Ordensburg del pueblo alemán es el movimiento nacionalsocialista».
Hace seis años me referí ya a la idea de las órdenes como un elemento de cohesión. En 1934 pronuncié en el castillo de Mariemburgo un discurso sobre el estado de la Orden Teutónica.5,6 Hoy en día, se avanza en su realización, como fundamento de una estructuración duradera de nuestra idea. Con la construcción de estos centros, sin embargo, Ley ha conseguido importantes beneficios de orden práctico en relación con el partido.
Antes de pronunciar su discurso, mostré al Führer los planos de mi Casa de la Orden, que se convertirá en el centro del trabajo espiritual de todos los Ordensburgen. No se construirá en Mecklemburgo, sino en el lugar que corresponde: en las proximidades de Múnich.
Ayer hablé en Stuttgart ante 9.400 jefes de las SA del Grupo del Suroeste. La sala municipal, llena de hombres vestidos con el mismo uniforme, tenía un aspecto imponente. Pero lo que de verdad me conmovió fue el saludo del jefe de grupo Ludin.7 Me dio la bienvenida no solo como enviado del Führer, sino también como encarnación de un programa. Un programa de valor, de claridad espiritual y de rectitud. Y aseguró que las SA del Suroeste me apoyan sin reservas en mi lucha.
Fueron palabras alentadoras, pero que también me obligaban a estar a la altura. Más adelante, Ludin volvió a agradecerme mi discurso y me prometió «luchar contra todos los retrógrados de nuestro tiempo». Después volví en avión a Berlín.
Ayer hablé en Stuttgart ante diez mil jefes de las SA. La sala municipal estaba decorada con la debida solemnidad. Puse todo mi empeño en devolver a las SA la confianza en sí mismas y la convicción de que aún tienen una tarea por delante: defender el carácter de las víctimas que cayeron hasta el año 1933. Me agradecieron profundamente este aliento, que, por desgracia, sigue siendo necesario. Me conmovieron las palabras de bienvenida del jefe de grupo Ludin: mi nombre lo dice todo. Expresa un programa de valor, de claridad espiritual, de lucha contra la hipocresía política y cultural. Una actitud militar interna. Y las SA del Suroeste se reconocen en esa actitud y en mi propia lucha.
Del Sr. Von Bruck9 nos llega un informe sobre el éxito de las negociaciones comerciales en Belgrado. Otro avance que hay que atribuir al Ministerio de Economía ante el Führer. Fuimos nosotros los que invitamos a Listisch, el representante de la congregación yug. [oslava]10 a través del que llevamos a cabo las negociaciones. Ahora el asunto pasa a manos oficiales. Como ha ocurrido ya en muchos otros casos: es la APA quien ha sentado las bases para el tratado brasileño y los éxitos en Persia y Afganistán.
Los textos para Rumanía se han compilado y pronto se publicarán. Las insignias están listas. Ya hemos acordado la forma de organización del partido. Si derribamos desde aquí a Titulescu, la Pequeña Entente saltará por los aires y Alemania tendrá oxígeno en el área del Danubio.
Ayer, en la residencia del Führer, me encontré con Rust. La conversación volvió a girar en torno al Instituto de Prehistoria del Reich. Dado que Rust ha aceptado mis propuestas, lo único que queda por resolver es la visita del consejero part.[icular] Wiegand.11 Cuando el Führer oyó que estábamos de acuerdo, se echó a reír, con alegría: ¡no quiero escuchar nada más, estoy conforme! Así pues, Rust me escribirá una carta y confirmará todo, algo que resulta ahora más necesario y urgente que nunca, dado que hace unos días los antiguos arqueólogos de Bonn intentaron imponernos, a través de varios contratos, una solución diferente, que consistía en crear, después de dos años y medio de denodados esfuerzos, un puesto de trabajo que, con un poco de energía, se podría haber generado cómodamente en apenas tres meses dentro del entorno de Rust. Después de casi tres años peleando contra la indecisión y el sabotaje del profesor Reinerth, he conseguido ofrecer al profesor Frank, también en este caso con una un gran esfuerzo, una oportunidad para sus investigaciones.12 ¡Dos centros de investigación para escribir al fin una historia del pueblo alemán, y no una historia de las ideologías católicas, protestantes o liberales! Y, sin embargo, habríamos podido conseguir lo mismo sin tantos costes...
El Führer habló entonces del crecimiento del comunismo en Polonia y explicó que la situación se les está complicando tanto que a la larga este país no supondrá ningún peligro para nosotros... Respondí que la Contrarreforma le arrebató a los polacos su mejor sangre y que la posterior desmembración había favorecido una selección de los peores elementos.
El 30 de abril vino a visitarme el ministro italiano Rossoni para hablar acerca de nuestras ideologías.13 Quiere volver a verme en Múnich, pero, en vista de la situación general, la verdad, no me apetece demasiado.
Ay Hoy han vuelto los directores de instrucción de las JH que se reunieron en Potsdam. Me saludaron con la siguiente consigna: mi camino es también el camino de las JH. Les recomendé que combinaran el rigor interno con el autocontrol externo y les expuse las tareas de nuestros Ordensburgen y de mi Casa de la Orden.
He vuelto a analizar con detenimiento el discurso de G.[oebbels]. Resulta que ahora se ha apropiado también del concepto de «conservación del arte» que acuñamos nosotros. En sí, está bien. La única pega es que su Consejo Cultural del R.[eich] se compone, en un 25 %, de gente que no tiene nada que ver con nosotros y que, como «portadores de nuestra conc.[epción] del mundo», son una vergüenza para la verdadera «conservación del arte». También los jefes de instituciones más locales, muchos de los cuales no tienen ni la más remota idea de arte, abren de par en par las puertas a nuestros enemigos (Hannover, Essen). Le he escrito una carta muy clara sobre este asunto a Terboven.14 Como es uno de los jefes de región administrativa más limitados, pero también más insolentes, es seguro que hará cualquier cosa para ponerme trabas en secreto.
Como no tengo talento alguno para escribir regularmente mi diario, voy a intentar al menos resumir lo que está sucediendo. Ocurren tantas cosas que es posible que en el futuro esta tarea de ir registrando el proceso de transformación de todas las instituciones de peso no esté exenta de interés. Además, algunos asuntos parecen tan fundamentales que quiero dejar constancia de mi punto de vista actual.
Aún existen muchas diferencias de temperamentos y opiniones en todo lo que concierne a la modelación cultural. Más que antes de 1933, cuando solo unos pocos hablaban del tema. Hoy, en cambio, el terreno de la vida espiritual y cultural parece a menudo un lugar de recreo para aquellos que ya han segado otros campos. De manera premeditada, Goebbels ha intentado convertir su Cámara de la Cultura en un centro sumamente representativo y con capacidad de estructuración nacionalsocialista, por encima de lo corporativo, lo cual es muy útil de cara al exterior, pero poco práctico desde el punto de vista interno. No se puede pedir a un solo instrumento que consiga el mismo efecto que una orquesta completa. Ya aporté pruebas de todo ello hace tiempo, en un intercambio de cartas (el caso de R.[ichard] Strauss, el de Hindemith, etc.).15 Finalmente, en un escrito dirigido a todos los líderes del Reich, califiqué al «Consejo Cultural del Reich» como un ejemplo de degeneración del carácter. Pero el espíritu servil está muy presente en muchos de los nac.[cionalsocialistas]: cuentan con las competencias ejecutivas del ministro de Propaganda en diferentes ámbitos y, por eso, no quieren exponerse. Se quedan ahí, mirando, mientras yo lucho... He remitido al Führer un memorándum sobre el Consejo Cultural del Reich y después también le he expuesto verbalmente mi idea de que esta fusión supone una burla a la concepción nacionalsocialista del mundo. Me ha dicho: «Tiene usted razón... Encontraremos el camino... Tal vez sea bueno que las cosas hayan sucedido así...». Pero, entretanto, G.[oebbels] ha seguido construyendo tranquilamente su ejecutivo y sus flagrantes fracasos no parecen perjudicarle. En el Festival de Heidelberg, con ocasión de la conmemoración del seiscientos cincuenta aniversario, la Cámara de la Cultura organizó un baile ante el castillo. ¿Y qué hubo? ¡Csárdás,16 danza polaca, claqué de negros! Rust y Frank estaban furiosos. ¡Llevamos años luchando contra las formas negras y ahora permitimos que estén presentes en nuestros festivales de danza! Rust se retiró de la fiesta sin ni siquiera despedirse.
Durante la Comunidad Cultural Nacionalsocialista en Múnich [el texto se interrumpe en este punto].
En los Juegos Olímpicos hemos contado con la presencia de multitud de invitados. Pese a que yo apenas tenía relación con el asunto, he recibido varias visitas no exentas de interés. Entre ellas, la de Goga, que había emprendido el viaje con el objetivo de comprobar si mi apoyo merecía la pena. Su mayor deseo era conseguir una audiencia con el Führer. La imp[ortance] des apparences.17 Quería hablar conmigo de política. El rey Carlos había formulado una «protesta» contra la injerencia alemana en la política de Rumanía, como volvió a explicarme el Führer durante el almuerzo, en el que me hizo la correspondiente descripción del monarca... Así que no me quedaron muchas ganas de recibir a Goga. Sin embargo, cuando me comunicó que Carlos había autorizado su viaje a Berlín, no vi inconveniente alguno en recomendarle al Führer que le diera audiencia. Él me preguntó: «¿Cree usted que tendría sentido hacerlo? He rechazado a los rumanos con tal de no tener que recibir a Titulescu». Objeté que, tal y como están las cosas (Grecia), Rumanía tendrá que adoptar una decisión. Y Titulescu no es inmortal. Recibir a Goga equilibraría sus energías. La Cancillería del Presidente del Reich intentó impedir aquella audiencia, pero logré imponerme. Goga me lo agradeció con lágrimas en los ojos (ver acta sobre las visitas al Führer y a Hess [en el original no figura dicha acta]). Solo nosotros definiremos el futuro tratado político entre Al.[emania] y Rum.[anía]. Malletke presentará el acuerdo comercial.18 Un mediodía se mantuvieron estas reuniones y, al despedirse, Goga no quería soltarme la mano. Me prometió la máxima fidelidad en la alianza para la gran lucha.
Después de tres años, volví a ver a Vansittart en la residencia de Hess. A diferencia de Londres, donde, en 1933, mantuvo una actitud gélida, ahora se mostraba muy jovial. Aparentemente. Al igual que todos los británicos, se declara muy indignado con el tema de los negros de Estados Unidos, que les están dando una paliza tremenda a los ingleses en los Juegos Olímpicos. Sonriendo, le pregunté: «¿Y por qué esos «prejuicios raciales»?». A Él V.[ansittart] se le consideraba y se le considera, con razón, como nuestro enemigo. Es católico. Y francófilo. Y ahora, este vanidoso caballero parece dudar —por España— de su sabiduría. Intenté sonsacarle a su mujer información sobre sus presuntos parientes políticos de origen judío. Cuando también ella puso el grito en el cielo por el tema de los corredores negros de Estados Unidos, le dije que, en general, representan un peligro para ese país: son la reserva comunista. Y añadí que algún día los judíos pagarían por aquella revuelta negra y comunista. Me sorprendí ante su respuesta: «Tiene usted razón».
El secretario de Estado Rendsburg —un bóer— me ha transmitido saludos del ministro de defensa de Suráfrica, Pirow, al que conocí aquí hace un par de años.19 También él ha leído mis libros e insiste en que está de acuerdo con mis ideas y en que le alegraría mucho que lo recibiese en audiencia.
Hay algo profundamente satisfactorio en el hecho de que personas de todos los países conozcan mi trabajo. Hace unos meses, en una velada de la APA, se dirigió a mí otro surafricano. Había aprendido alemán en seis meses y leía una y otra vez El mito. «Creo —me dijo— que dentro de mil años su obra seguirá viva. Para mí y para muchos se ha convertido en la nueva Biblia.» Hace mucho tiempo un jeque de Irán, que había luchado hombro con hombro con el actual sah [Reza Pahlavi], me regaló una pitillera decorada con motivos similares a los de los mosaicos, en el centro de los cuales aparecía una cruz gamada. Después me mostró imágenes de las obras en Irán en las que también figura la cruz gamada.20 El actual ministro plenipotenciario iraní ha hablado de la renovación aria de su país. El ministro de Asuntos Exteriores afgano, al que ofrecí un desayuno, está escribiendo una extensa obra sobre monumentos arios en Afganistán. Desde Estados Unidos recibo cartas de personas a las que no conozco de nada y que, sin embargo, me transmiten su entusiasmo. Se acaba de traducir al francés El mito. Voy a leerlo. Cuando se publique, se va a armar un buen alboroto entre el clero de Francia.
Mañana: desayuno con el príncipe heredero de Suecia.21 Después, cena con el heredero de la corona de Grecia,22 que quiere formar, en secreto, a una falange de griegos en Al.[emania]. Le ofreceré mi asesoramiento. Al mismo tiempo, la conversación me permitirá preparar mi visita a Atenas, prevista para el mes de octubre, por invitación del ministro Louvaris, y durante la cual me entrevistaré con el rey.23
Del Ministerio de Asuntos Eclesiásticos llega la noticia de que, aparentemente, Kerrl tendrá que resignarse a suprimir las comisiones de las iglesias. Siempre he contemplado con suma calma este experimento frente a ciertas personas que pierden los nervios y que creen que deben recurrir a mí en busca de protección. Al principio, cuando Kerrl no disponía de trabajadores, aceptó a tres destacadas personas que yo había elegido. Más adelante pensó que debía tomar otro rumbo. La rutina de la vieja burocracia y el intento de presentar un «ordenamiento organizativo» como un éxito hicieron su parte. A ello se añade que los discursos piadosos de Kerrl no respondían al deseo de aplicar una táctica inteligente en un tiempo de transición, sino que, en realidad, reflejaban sus convicciones morales. Y eso era y es un peligro, porque tenemos aquí a un nacionalsocialista que está intentando desandar lo andado, procediendo a un verdadero retroceso. Las ideas filosóficas de Kerrl son realmente primitivas y sus pensamientos religiosos se corresponden, en lo esencial, con las teorías de los Cristianos Alemanes. Es muy dueño de actuar así en lo personal, pero en lo oficial no tiene ningún derecho de intentar colar esto como el credo del movimiento. Es posible que su pensamiento conformista sirva para las escaramuzas, dado que, a corto plazo, no queremos abrir la lucha contra las iglesias. A nivel estatal se debe hacer lo que resulte absolutamente imprescindible. A partir de ahí, mantengo en las asambleas de las regiones administrativas y en las ocasiones importantes una posición completamente coherente. Toda la parte sana del partido me sigue en este sentido y contempla al Ministerio de Asuntos Eclesiásticos como lo que es: un mal necesario que, no obstante, cada vez se ve menos como una necesidad. En todo el país, el partido se siente furioso porque las comisiones eclesiásticas se están esforzando en sustituir en las regiones administrativas a gente de buena voluntad por «fieles a su confesión». Pero también es positivo todo lo que está ocurriendo: finalmente, esto desembocará en el cauce que yo ya había previsto.
Evidentemente, a Kerrl no le gusto. Es nacionalsocialista en lo político, pero se opone a las consecuencias que ello implica para la concepción del mundo y se empeña en poner al Führer de su lado. A veces no tengo más remedio que reír ante sus grotescos intentos. Tengo un ejemplo muy representativo en este sentido: en la noche del 29 de marzo estuve en la Cancillería del Reich para participar en la alegría del Führer por el éxito obtenido en las elecciones.25 Hitler estaba en las escaleras de la entrada de su residencia, rodeado de numerosos compañeros de partido. El Führer me saludó desde lejos, sonriente: «Bueno, Rosenberg, ¿qué tiene usted que decir ante esto? ¿Acaso no he encontrado un discurso electoral adecuado? ¡Hasta los obispos han tenido que ceder ante el ambiente en el Rin y han ordenado que repiquen las campanas!». Le felicité. Añadió, aún sonriente: «Pero no habríamos obtenido el mismo resultado si hubiéramos votado sobre El mito». Le respondí: «No. Y no podremos hacerlo hasta dentro de cien años». Entonces, el Führer preguntó por la tirada de la obra: ¡47.000 ejemplares! Poco después, me enteré de que Kerrl estaba contando este episodio, muy satisfecho de sí mismo, y, con su espíritu conformista, aseguraba que yo «me había ruborizado». Más tarde,26 le preguntó al Führer: «¿También yo le he dado motivos para preocuparse?». El Führer le dio una palmadita en el hombro y le respondió: «No, querido Kerrl, usted nunca me ha dado motivos para preocuparme». Y K.[errl] se siente especialmente orgulloso de ello, sin comprender que son precisamente las personas que carecen de ideas propias y de una posición firme las que nunca dan motivos para «preocuparse».
Por lo demás, cuando escucho ese croar del estanque de ranas, renuncio a utilizar en mi provecho los comentarios que ha hecho el Führer en mi presencia. Sé muy bien que esta época no está preparada para oírme. Pero a veces siento amargura al ver a la gente administrar cosas a las que yo he dado una forma espiritual. En cierta ocasión se lo confesé al Führer, que me objetó: «¿Cree usted que es casualidad que yo le haya llamado dos veces para que pronuncie grandes discursos en el Día del Partido? Me resulta difícil decírselo así, pero si alguien me pregunta por usted, le contestaré que es la mente más profunda del movimiento. Usted es el padre de la iglesia del Nacionalsocialismo».
Ahora bien, si Kerrl le cuenta a diferentes personas de su Ministerio que el Führer ha dicho de mi obra que es una porquería y un absurdo, eso sobrepasará todos los límites del descuido limitado o de la limitación descuidada que se puede esperar de Kerrl. En su momento, aclararé lo que sea necesario.
El Führer ha nombrado a Ribbentrop embajador en Londres. Me parece que se trata, en todos los sentidos, de una acertada solución a la cuestión sobre la que llevamos semanas trabajando. R.[ibbentrop] no quería irse. De ninguna manera. Prefería quedarse aquí, mantenerse firme en su voluntad, asumir el puesto de Neurath y estar constantemente cerca del Führer. Durante diez años, mientras nosotros luchábamos, R. era representante de la fábrica de vino espumoso Henckell —a la que había accedido a través de su familia política— y de una planta de fabricación de whisky.27 Estableció numerosas relaciones comerciales con Londres, con Papen, etc. Su mediación en 1932 fue muy importante para el Führer, que se siente verdaderamente en deuda con R. Si en el tiempo que pase en Londres R. consigue algo para Alemania, todos lo reconoceremos con alegría. De todas formas, no es un secreto para nadie que él mismo, al actuar con tanta vanidad y arrogancia, se tira piedras sobre su propio tejado. En las cartas dirigidas a él, he hecho comentarios sobre la actitud que ha adoptado tan pronto como el sol ha empezado a iluminarlo.28 También otras personas tienen una impresión parecida, así que su reputación en los clubes londinenses se ha visto muy perjudicada. Su comienzo ha sido bueno: tras los acontecimientos de España, hasta los gobernantes de Londres, que hasta ahora no tenían ni idea de bolchevismo, comienzan a comprender qué supone tal movimiento. Si R. no es demasiado torpe, podrá aprovechar este viento que sopla a su favor. Por lo demás, sus funciones en L.[ondres] están definidas y delimitadas. Allí no podrá actuar como un debutante, como lo ha hecho hasta ahora. Su «negociado» quiere llegar a todo el mundo, pese a que no cuenta con personas bien informadas.
R. también ha hablado con Goga, que me ha preguntado: «¿Quién es exactamente el señor v. R.? Se pasa el tiempo hablando de un modo sentimental de los compañeros de armas germano-húngaros y plantea muchas preguntas sobre Rumanía que son verdaderamente propias de un principiante».
Le he presentado al Führer una propuesta para organizar en Al.[emania], llegado el caso, un congreso internacional contra el bolchevismo.29 Parece que nuestra época está ya preparada para ello. Además, es imprescindible que mantengamos nuestro liderazgo en esta lucha, que solo nosotros hemos sabido reconocer con claridad. No puedo ir a la Cancillería del Reich porque una inflamación en el pie me mantiene enclaustrado en casa: vuelvo a padecer un hematoma en la articulación del dedo gordo del pie. Pero al menos tengo tiempo para escribir un poco.
El Führer me ha pedido en dos ocasiones que prepare un informe sobre las probabilidades de que Rusia ataque. Le he entregado dos memorandos al respecto. Existen algunos análisis aislados sobre el tema y ahora es necesario ampliarlos. Pero se trata simplemente de un trabajo bibliográfico. En la práctica, esto significa que hay que unir a los estados del Ostraum, desde la cuenca del Danubio hasta Afganistán y, después, hasta Japón. La Sociedad Nórdica, a la que asesoro y que últimamente ha despertado el máximo interés (setecientos escandinavos en Lübeck), contribuye a la consecución de la primera parte del objetivo. Para la segunda, contamos con la denodada colaboración de Cuza-Goga, así como con las negociaciones, en el terreno económico, con Yugoslavia, Irán, etc.30 El ministro afgano de Asuntos Exteriores de Defensa31 ha expresado su agradecimiento a mi colaborador Malletke, en un discurso de diez minutos: solo gracias a la APA su país podrá penetrar en Europa y ser reconocido internamente.
Tumbado, leo las obras de Gorch Fock.32 Una persona muy clara, que analiza de un modo imparcial la tergiversación cristiana de mil años de historia. En un momento dado, argumenta con mucho acierto que el cristianismo no conoce la risa y que en ninguna parte se menciona que su fundador se hubiera reído alguna vez. Recuerdo que mi pastor de la confirmación, Hahn, también lo sostenía, pero ¡se sentía muy orgulloso de que así fuera!33
En el trabajo de Fock se aprecia tanta alegría de crear que el lector se ve arrastrado enseguida por el entusiasmo. Puedo entender su gozo interior cuando explica que, en una travesía por Noruega, al ver su novela Seefahrt sobre una tumbona, exclamó: «¿Acaso no es esto como un vino joven para mí?». Verdaderamente, hallar ante nosotros la progenie de nuestro espíritu provoca un sentimiento especial. En mis viajes a Baden o a Renania, cuando almuerzo, los propietarios de los restaurantes se acercan a mí o y me ruegan que les firme un ejemplar de mi libro. En Gdansk, una persona que me había reconocido se fue corriendo a su casa, cogió El mito, volvió a mí y me pidió un autógrafo. El vigilante del aparcamiento de Kolberg había leído en profundidad la obra tres veces... En todas las librerías de Alemania, mis libros aparecen junto al del Führer.
Para terminar: en Núremberg se está levantando el mayor palacio de congresos del mundo. Allí, en los años y siglos venideros, se hará profesión de la fe en una Alemania eterna. Y en la piedra angular de este gigantesco edificio, habrá dos obras grabadas para siempre: Mi lucha y El mito.
Ningún envidioso del mundo, de esos que se nutren de mis pensamientos pero son demasiado pequeños como para reconocerlo, podrá conseguir ese logro jamás.
¡Desde hace unos días vuelvo a estar en Hohen-Lychen! La intensa inflamación de la articulación del pie que sufro desde hace tiempo ha vuelto, acompañada del típico dolor que padezco desde hace incluso más tiempo aún, y los músculos dorsales se rebelan de nuevo. Igual que hace un año, cuando tuve que pasar casi tres meses en cama. Y esto, cuando falta poco para que se celebre el Día del Partido. Encuentro cierto consuelo en saber que también Darré ingresó ayer aquí, con una tendinitis. Hoy he dictado mi discurso para la asamblea cultural: breve, pero claro en lo esencial. Tal vez demasiado claro, pero todavía lo puedo matizar en algunos puntos.
Me ha sorprendido recibir hoy una carta de Ludendorff. Ha decidido hacer caso omiso de sus «reparos personales» y me envía una nueva obra, que ha escrito junto con su mujer: Die Bibel nicht Gottes Wort. He leído el texto. Es bastante mejor que otros trabajos chapuceros de Mathilde, difícilmente superables en pomposidad y falta de gusto. Es una pena que L.[udendorff] haya caído en manos de semejante filósofa modernista. Con cincuenta años, se está planteando preguntas sobre las que otros empezaron a trabajar ya a la edad de quince años. Al hablar de la maldad de los sacerdotes, va de un sobresalto a otro. Se enfrenta como un soldado a problemas que, en realidad, no necesitan resolverse a cañonazos. Y el paraguas filosófico que abre Mathilde para resguardar su texto no es en modo alguno el adecuado. Pero él no se atreve a dejarse asesorar por hombres y pelea como un sectario en defensa de «la mayor filósofa del pueblo alemán».
L. tiene miedo —y no sin motivo— de que el artículo 166 del relativo a la protección de confesiones sea adoptado en la forma prevista en estos momentos. Cuando vi su astuta redacción actual, que carga sobre nuestros hombros la responsabilidad de proteger a nuestros enemigos juradosg y que incluso nos obliga a mantener la boca cerrada, remití inmediatamente a Hess una protesta enérgica y fundamentada. La cuestión se estudió. Además, se envió a la comisión encargada del texto relativo a las iglesias una argumentación más detallada para solicitar su denegación. Un tiempo después, Hess organizó una asamblea para fijar el criterio del partido. A ella envié a Ziegler, como portavoz de nuestra propuesta, que fue aprobada por unanimidad35 y que establece que solo se puede brindar una única protección a las convicciones religiosas del pueblo. No se admitirán excepciones que favorezcan a determinadas confesiones que, por su parte, son lo suficientemente arrogantes como para insultar todo aquello que impida que su visión rancia se presenten se presente como la solución definitiva.
En este ámbito, la actitud de los sacerdotes protestantes es casi más desafiante que la de los sacerdotes de Roma. Hace prácticamente un año que tengo sobre mi escritorio un manuscrito en el que, bajo el doloroso título Protestantische Rompilger («Protestantes en peregrinación a Roma»), hablo de ellos.36 Es posible que lo termine y que lo publique para agitar aún más a ese lodazal en el que croan... Hay imbéciles que incluso escriben algo así como «¿y por qué no responde R.[osenberg] al libro de Künnets?».37 Pues tendrán su respuesta. Sencillamente, quiero esperar a una ocasión importante para publicar este Rompilger. En seis meses, los «retrógrados» han lanzado una tirada de 650.000 ejemplares.38
El príncipe heredero de Grecia39 me ha escrito una nota muy simpática en la que lamenta profundamente que no pueda acudir al desayuno y expresa su deseo de reunirse conmigo en otro momento. Está muy satisfecho de que yo haya informado puntualmente a Schirach y a Hierl sobre la juventud y el servicio de trabajo.40,41
Ya se ha corrido la voz de que planeo viajar a Atenas. Goga le preguntó a Malletke por este asunto. Es evidente que se había enterado por el ministro plenipotenciario de Rumanía, que a su vez se había enterado por el de Grecia. ¡Qué discreción, la de estos diplomáticos! De todas formas, el profesor Louvaris ya no tiene la cartera de Educación y Ciencia, pero la invitación se mantiene. Quién sabe, es posible que para octubre haya vuelto a su cargo...
Schickedanz informa de que Lecca ha hablado en Viena con Goga y le ha contado todos los detalles del trabajo que hemos realizado hasta ahora. Además, ha recorrido Checoslovaquia junto con el nuevo jefe de Siguranza,42 que le ha confesado en privado que Berlín no debería tomarse de un modo tan tremendista la protesta del rey: ¡relresulta que Carlos quería ser mediador! Es interesante saberlo. El rey está animando a la oposición nacionalista para se ponga en contacto con nosotros. O sea, que avanzamos con sumo cuidado pero, cuando el monarca considera que el movimiento está adquiriendo unas dimensiones desproporcionadas, protesta. Y ahora que las cosas parecen marchar sin contratiempos, quiere volver a participar personalmente. Todavía es posible que viaje, con la ayuda de Cuza-Goga, a Bucarest. Estoy dispuesto a hacerlo. El peligro sería que Carlos se dirija a otras instancias que no están al tanto de nuestro trabajo. Estas incursiones de gente no informada solo podrían traernos complicaciones.
No podré intervenir en la asamblea del Instituto para el Extranjero de Stuttgart. He dictado un discurso que puede leerá el Sr. Leibbrandt.
Hoy me he enterado de los motivos por los que el cap.[itán] Fürstner, que se ha encargado de la organización de la Villa Olímpica, ha sufrido caído en un «accidente».44 Se había, desde Hace algún tiempo se demostró45 que tenía sangre judía. Fue Por eso se le ha apartó.46 Prestó sus servicios hasta el final de los Juegos Olímpicos. Después, sufrió una crisis nerviosa y se suicidó. Uno de esos muchos y trágicos casos límite. Seguramente su parte germana ayudó a que su genética profunda no se expresara en sus rasgos. Máximo respeto hacia su acción.
Hace poco, el «Santo Padre» ha incluido en el Índice de libros prohibidos las obras de un sacerdote católico.47 He encargado que me las traigan y las he leído. El texto Vom Christentum zum Reiche Gottes se ha publicado, con autorización eclesiástica, en la editorial católica Pustet, de Ratisbona, que hasta ese momento solo ofrecía entusiastas y complacientes textos de profesores y obispos católicos, entre otros autores. Ahora, sin embargo, aparece el anatema. Huber es piadoso. Precisamente por eso, porque es piadoso, y no un jurista insolente, resulta comprensible que la Roma jesuita se esfuerce por acabar con este ingenuo intento, más auténtico y más libre, de llegar al alma.
Un par de frases: «Hay un rancio caldo moral que se ha etiquetado con la palabra “verdad”, que se ha vendido como si fuera “cristianismo”, ¡así que no debe extrañarnos que el apetito se dirija ahora hacia otros platos!».
Resulta amargo para los obispos y cardenales, vestidos con sobrepellizas empapadas de ese caldo.
Sigo citando: «Sí, a menudo, y sin que lleguemos a sospecharlo, hay mucho sí en quien dice no y mucho no en quien dice sí, mucha creencia en el incrédulo y mucha incredulidad en el crédulo. Si entendemos este acertijo psicológico, comprenderemos también que a menudo, en determinadas situaciones, el ser humano debe decir no, precisamente debido al sí. Por eso, hemos de cambiar la idea que tenemos ahora acerca de ciertos “enemigos del cristianismo”».
Lo que dice es algo profundamente humano. Por eso, es probable que los Faulhaber y sus consortes, que sueltan sus verdades absolutas hinchados como pavos, sientan estas palabras como una bofetada. Y los máximos curanderos de Roma han recurrido a la congregación del Índice.
¿Un ser humano en Roma? ¡Al diablo con él!
Por la tarde he estado en varias reuniones oficiales. He dictado a U.[rban] el discurso para el congreso del partido. Una vez más, sobre bolchevismo. Ahora los gobernantes de la diplomacia democrática empiezan a entender algo de la historia del mundo. Pero todavía poca cosa.
Además, intervención ante el Instituto Al.[emán] para el Extranjero, al que no he podido acudir.
Por lo demás, he terminado de leer las obras de Dreiser, el estadounidense.48 Un hombre con un característico descuido artístico, que emborrona todo, pretende pasar por «arte» algo que no lo es, explica a Velasquez [sic] y Sargent en un pispás y dedica miles de páginas a tipos que no tienen el más mínimo interés.49 Va a tener que pasar mucho tiempo hasta que Estados Unidos comprenda dónde empieza el arte.
Darré está inmovilizado, con una escayola, debido a un desgarro en el tendón de Aquiles.50 Hablamos acerca de todo lo que podemos. La conversación se centra especialmente en la bicefalia Múnich-Berlín. Pase lo que pase, Múnich quedará apartado de la política, ya que Berlín sigue siendo el centro político. Se trata de un problema sobre el que muchos de nosotros estamos reflexionando. Le he dicho que también me planteé este tema precisamente durante los Juegos Olímpicos, que son un gran acto propio de Esparta. También Grecia tenía dos polos: Atenas y Esparta. Lo malo fue que el polo artístico quiso dominar también en lo político. Alemania contaba con Weimar-Potsdam y hoy, con Múnich-Berlín. Por positivo que sea edificar en Múnich las sedes del partido que trabajan en asuntos que van más allá de la actividad del día a día, Berlín sigue siendo la central política y, en este sentido, necesita disponer de construcciones mucho más monumentales. Además,51 sería un error pensar únicamente en convertir a la Atenas de Alemania en un centro de liderazgo político. Su misión es otra. El hecho de que el Führer proceda del sur permite difundir entre los alemanes la idea de que la Esparta alemana es Berlín, y no Múnich.
En su lucha contra El mito, la [editorial] Germania ha inventado un nuevo truco: ha extraído de la obra de un tal Arkas Die Kunst anständig zu sein una serie de párrafos sobre el honor bajo el título Ihre Stellung im Rang der Werte,53 que empiezan así: «En un mundo que no se guía conforme a Dios, el honor se contempla como el más elevado de los valores éticos. Sin embargo, cuando Dios es la referencia, este valor carece de sentido». Es un error utilizar las palabras «Honor a Dios en las alturas», entre otras cosas porque en latín no se habla de «honor», sino de «gloria».54
Este intento es revelador y muy significativo. Referirse al mayor valor ético como un elemento que carece de sentido desde el punto de vista religioso refleja una teología moral antigermánica. Superarla ha de ser nuestra tarea más urgente. En consecuencia, según Germania, los «valores» de la sumisión está están relacionados con Dios y son los únicos «con sentido». Estamos aquí ante la relación entre amo y esclavo, que es precisamente lo que necesitan los sacerdotes, en calidad de «representantes» del amo. Con la idea del honor como verdadera luz divina de altura espiritual y, en consecuencia, religiosa, para que los esclavos de Roma no pueden hacer gran cosa.
Al final del párrafo, el honor se define como la armonía entre la enseñanza y la acción. De no existir dicha armonía, se pierde el honor. Una observación peligrosa, dado que en ninguna parte el abismo entre humildad y orgullo, entre pobreza enseñada y ostentación vivida, es tan profundo como en la iglesia de Roma.
Por desgracia, el texto guarda silencio sobre la posición que corresponde en realidad al honor en la vida religiosa. Evidentemente, hay miedo a hablar con claridad.
Estoy leyendo Jude u. Arbeiter, del Instituto para el Estudio de la Cuestión Judía.55 Datos históricos que se conocen desde hace tiempo, pero también algunos nuevos. Sigo enfureciéndome cada vez que pienso en lo que ese pueblo parásito judío le ha hecho a Alemania. En este caso, el instinto y la planificación se han unido en una obra que lleva en marcha muchos siglos. No obstante, hay algo de lo que me siento satisfecho: me alegra haber contribuido a poner de manifiesto esta traición. Como siguen explicándome los antiguos jefes de regiones administrativas Rust, Sauckel, Röver, etc., ellos han acudido a miles de asambleas llevando en el bolsillo mis artículos en el VB, la «lucha mundial».56 Es en estos textos donde encontraron orientación y material para el combate. He ordenado que se transcriban mis artículos publicados en el VB desde 1920. Estos textos son abundantes y hacen gala de una seguridad en los objetivos que hoy día incluso a mí me resulta sorprendente. Y también muestran una osadía tal que extraña que la República de Weimar los tolerara.57
Estoy pensando en reunir todos mis escritos y publicarlos. Al fin y al cabo, se han convertido en parte de la historia alemana y, ahora que ha vencido Hitler, también de la historia del mundo, porque son la base permanente de cientos de miles de frases repetidas en los discursos que han desmoronado el marxismo y la democracia. De A través de El mito, Roma verá cómo su espina dorsal se quiebra o, al menos, se dobla.
En España, el general Franco no quiere saber nada de antisemitismo. No está claro si por respeto a sus judíos marroquíes, que tienen que pagar diligentemente, o porque todavía no ha comprendido que hoy en día el judaísmo se está vengando de Isabel y Fernando.58 Hace un año, el joven Primo de Rivera vino a visitarme.59 Un tipo inteligente y claro: católico (pero no clerical); nacionalista (pero no dinástico). Tampoco él se pronunció sobre la cuestión judía. Ojalá el delirio asesino de los judíos no se salga con la suya. Es comprensible que los españoles sientan rabia hacia la iglesia, que ha embrutecido y explotado a su pueblo y lo ha consolado con la promesa del cielo.60 Ahora, el bolchevismo judío está azuzando esa lógica rabia para sus propios intereses. Si los generales ganan, ¿sabrán distanciarse de la iglesia?
Como el fascismo tampoco «reconoce ninguna cuestión judía», me ha llamado la atención una conversación con Suvich, antiguo secretario de Estado de Asuntos Ext.[eriores] de Italia, que me ha venido ahora a la cabeza.61 Aquí se decía que este Suvich, uno de nuestros enemigos declarados, era un judío de Trieste. Hace un par de años vino de visita a Berlín y me lo encontré en casa de Göring. Me saludó asegurando que yo era el padre espiritual del pacto de las Cuatro Potencias, habida cuenta de que en mi discurso durante el congreso europeo que se celebró en Roma en 1932 adelanté ya esta idea. (De hecho, Mussolini le dijo a quien posteriormente se convertiría en el lord Russel Rodd: «El discurso más importante de esta conferencia ha sido el que ha pronunciado el señor R.[osenberg]».) De repente, Suvich pasó a hablar de Los protocolos de los sabios de Sión y observó: sean estos verdaderos o no, en cualquier caso reflejan la política internacional judía tal y como es en realidad. En aquel momento me sentí muy sorprendido al oír tales opiniones precisamente de alguien como Suvich. Tal vez lo único que quería era tantear el terreno. Sea como fuere, debemos concatenar el bolchevismo a los judíos, de acuerdo con la realidad, e impedir que, de repente, estos últimos se conviertan también en «antibolcheviques» y vuelvan a envenenar al victorioso nacionalismo de nuestro tiempo.
La prensa belga publica un artículo del conde de Baillet-Latour sobre los Juegos Olímpicos de Berlín.62 «Demasiadas celebraciones», se titula. En él, asegura que las animadas recepciones no han dejado espacio para la calma y que ello supone un riesgo para el espíritu olímpico, ya que los estados más pequeños pueden sentirse intimidados e incapaces de mantener ese ritmo. El conde de Baillet-Latour ya se había para expresado en el mismo sentido en Berlín. ¡En las recepciones tuvo que pronunciar 25 discursos! ¡Y tiene toda la razón en sus críticas! Habría bastado con una recepción del Führer, una recepción oficial del gobierno del Reich, una fiesta de clausura con el responsable de deportes del Reich63 y una serie de almuerzos más modestos con las autoridades correspondientes. Pero, una vez más, todos rivalizaban entre sí: Funk organizó su «acto de estado» en el Museo de Pérgamo; Göring y Goebbels, la recepción de estado; Goebbels, una recepción para la prensa en la que al final estaban las mismas personas; a todo ello se sumaron una enorme fiesta al aire libre en la isla Pfaueninsel, otra enorme fiesta al aire libre en casa de Ribbentrop (con seiscientas personas), una fiesta al aire libre en casa de Göring...64
Además, un sinfín de cenas y veladas en embajadas y sedes de ministros plenipotenciarios, una velada para los miembros de los diferentes ejércitos, una velada para los funcionarios (!), etc.
La propaganda que promueve el Führer se mantiene siempre dentro de sus formas; pero los eventos que a menudo se organizan oficialmente son actos masivos, un exceso. Al final, no se consigue el efecto deseado. Es lo mismo que ocurre cuando nos atiborramos de comida. Llega un momento en que nadie se siente satisfecho, sino cansado y aburrido. Esta experiencia, que, en cualquier caso, era algo previsible, debería servirnos para reflexionar.
Caer en lo masivo constituye un riesgo también en el caso de la educación del partido: he tenido tensos enfrentamientos con el señor Ley, que quiere trasladar con toda su energía el principio de las manifestaciones en masa y de la KdF a la formación. Incluso le he escrito dos cartas muy claras al respecto,65 que se ha tomado muy mal. Quiere hacerlo todo ya y con ello nuestra estructura está empezando a desdibujarse. Fui yo quien implantó la idea de una organización en órdenes, pero ¡es que ahora Ley quiere construir casas del orden para mil hombres! Con ello se desvirtuaría la idea de la orden así que. He advertido sucintamente de este peligro al Führer, que me ha respondido: «R.[osenberg], ¡tiene usted toda la razón!». Estoy curioso por saber cómo responderá Ley.
Schickedanz viaja mañana hacia Zúrich para reunirse allí con Goga. Ayer se debatió todo, incluidos los aspectos prácticos de la cuestión.
Schickedanz ha vuelto de Zúrich. Ha hablado largo y tendido con Goga sobre cómo seguir colaborando. Los vehículos deben de estar de camino. En octubre habrá una marcha de doscientos mil hombres en Bucarest. La reunión con Goga acerca de su visita a Berlín fue positiva: y claramente. se determinó que había que adoptar una decisión clara a favor o en contra del bolchevismo. Aseguró que la decisión ya estaba tomada y que, debido a la inviolabilidad de las fronteras rumanas, deseaba llegar a un entendimiento con la Alemania antibolchevique. Se ha informado al Führer del contenido de la reunión.
Esta noche la radio ha informado de la renovación del gobierno de Tatarescu, ¡en el que no estará Titulescu!67 Si es cierto que este hombre al fin ha caído, el Partido Nac.[ionalista] Crist.[iano] habrá obtenido su mayor logro. Goga volverá a hablar con el rey. No obstante, no está claro si este se decidirá a dar más pasos inmediatamente. He hecho saber a Goga que Carlos también ha negociado con Codreanu.68 Siempre el mismo juego en el que el peso se reparte entre varios actores. Es algo que se pueden permitir los reyes fuertes, pero no los débiles.
Se ha solicitado a Lecca, por vía telefónica, que se ponga en contacto con Berlín. Es extraño que no se haya anunciado a Goga. Ojalá los temores expresados no acaben siendo una realidad...
En los últimos días he estado leyendo el libro de Josef Bernhard Der Vatikan, der Thron der Welt.69 Su autor es un antiguo sacerdote que contrajo matrimonio, pero sigue siendo cien por cien papista. La táctica más moderna: añadir «humanidad», indignarse desde el punto de vista moral, pero mantener intactos los dogmas originales y las pretensiones de carácter megalómano. Lo que añade B.[ernhart], sin embargo, coincide totalmente con mis afirmaciones —que la iglesia, furiosa, ha calificado de calumnias—. Si se calculara cuánto tiempo han gobernado papas que incluso B. reconoce como criminales, incapaces o violentos, cuánto tiempo han durado las interrupciones y cuánto tiempo han peleado los papas entre sí, no se puede sino concluir que el espacio de los buenos gobiernos papales ha sido más que limitado. Finalmente, de la obra de B. se deduce también que, si el papado se ha mantenido, no ha sido por su «divinidad», sino por la buena voluntad de los pueblos, que creyeron una vez y que se mantienen fieles a su idea. Estos tipos repugnantes, vestidos con los hábitos papales, no son merecedores de ese núcleo de buena voluntad de los pueblos europeos.
Nuestra época debe extraer las correspondientes conclusiones de todo ello. Y también B. nos empuja a hacerlo. Al final, nombra a los enemigos del papado: el bolchevismo y el fascismo. Además, se refiere al segundo como el peor de ellos. La política del Vaticano lleva tiempo orientándose conforme a esta idea (y entendiendo que el «fascismo» consiste, fundamentalmente, en el nacionalsocialismo). Aun cuando los rojos estén disparando contra los sacerdotes como si fueran conejos. Piensa: ya ha habido mucho sacco di Roma.70 Roma lo tolera, porque permite crear miles de mártires nuevos y anima a los creyentes a levantar sus ojos hacia ella, a quien están destinadas esas víctimas. Sin embargo, que un mundo adopte una nueva forma sin Roma, eso sí que es un delito, frente al que incluso se está dispuesto a pactar, caso a caso, con los bajos fondos del bolchevismo. El clerical teniente de alcalde de Viena ha hecho un llamamiento por escrito a todas las creaciones de «Occidente» (el catolicismo, la democracia, el bolchevismo) para que se unan en una alianza contra nosotros.
Estos tipos se merecen que se los trate como en Madrid y Barcelona. La iglesia de Roma es la principal culpable del desamparo de España. Por eso, asisto a la tragedia española con sentimientos contradictorios. Si el clericalismo acaba venciendo, se vengará de un modo infame. Si los generales vencen, espero que sean capaces de comprender las necesidades de nuestra época y mantengan el catolicismo de su pueblo —porque el catolicismo es la religión nacional de los españoles y los italianos— pero mantengan lejos aparten para siempre a los sacerdotes del estado y del gobierno popular.
De lo contrario, el gran inquisidor, el inquisidor general de Schiller, volverá a dedicarse a reducir almas.71
Desde el Día del Partido del Reich, de nuevo en Hohenlychen.72 He pasado estas jornadas mejor de lo que pensaba. En el Día del Partido los asistentes se mostraron más unidos que nunca. El Führer se siente feliz y ha recuperado todas sus energías.
Oficialmente, mi discurso en la asamblea cultural fue unos pasos por delante en su concepción del mundo. El pasaje en el que invité a admirar serenamente la estética del ideario de antaño se comprendió bien. Algún día se entenderá que Nietzsche, Wagner y Lagarde también obraron oficialmente como profetas.73 Acto seguido, el gran discurso del Führer sirvió para reforzar mi lucha encarnizada, especialmente en la idea decisiva de que, de la misma manera que una época cristiana tiene un arte cristiano, ¡una época nacionalsocialista ha de tener un arte nacionalsocialista! Además, se abordó abiertamente la necesidad del relevo de una época por parte de otra.
Por la tarde, antes del discurso, fui a ver al Führer a su habitación para resolver la cuestión de la firma de los certificados de los premios. Me comentó: «Sus dos discursos han sido realmente excelentes. Espero que el mío le guste». Y me dio una palmadita en el hombro, sonriendo.
Esos valientes que están deseando ver cómo se derrumba la «era Rosenberg» van a tener que cambiarse ahora de chaqueta, por lo menos durante un tiempo.
Me correspondía a mí inaugurar el congreso, pronunciando el primer discurso, que se retransmitió a través de todas las emisoras. Schaub me dijo después que el Führer había asegurado: R.[osenberg] es nuestra mejor cabeza, no necesito ni revisar sus discursos, son tan transparentes que no hay que cambiar ni una coma. La intervención tuvo una repercusión mundial. El nacionalsocialismo ha demostrado ya en el terreno de la política internacional que sus tesis son acertadas. En esta ocasión, Goebbels pronunció un discurso con una estructura más firme y aportó pruebas estremecedoras de los crueles actos que se están cometiendo en España. Combinados, ambos discursos se han convertido en uno de los golpes más duros que ha sufrido el judaísmo bolchevique mundial. Por eso sus representantes en Moscú están chillando ahora como perros apaleados.
He tenido que atender a unos sesenta invitados, algunos de ellos muy importantes, como un grupo de destacados británicos a los que llevé ante el Führer para que conocieran de primera mano sus reclamaciones coloniales. Algunos de los presentes fueron lord Apsley, parlamentario que venía en representación del ministro británico de Defensa; lord Inskip; el general Carlsleke; el almirante Burmester, antiguo comandante de la flota del Mediterráneo; el general Smuten, inventor de las armas para tanques; el almirante Nicholson, y el comandante Dutton, que suele acompañar a la casa real británica, es amigo de Neville Chamberlain, futuro primer ministro, así como de Ormsby Gore, ministro de las Colonias, y ejerce el cargo de delegado del gobierno en el norte de Rodesia.74 El Führer hizo hincapié en que las colonias no son una cuestión de prestigio, sino un tema puramente económico. (Más adelante registramos sus observaciones por escrito.)75 Dutton me buscó después y estuvimos dos horas hablando de opciones y del procedimiento (he levantado acta al respecto).76 Después, informé al Führer de aquel encuentro. Él volvió a darme las gracias y me invitó a viajar a Obersalzberg a principios de octubre, estancia que quiero aprovechar para informarle pormenorizadamente de muchos asuntos y pedirle que adopte una decisión.
Hemos obtenido un éxito que ha suscitado una enorme satisfacción: el Führer, preocupado por actuar del modo más oportuno para que alcancemos nuestros objetivos, no ha querido que el cuerpo de los dirigentes del partido abandone las iglesias. Por eso, ha dejado esta cuestión a nuestro propio criterio. Inmediatamente, Bormann ha hecho llamar a los representantes de la Policía para que den fe de que ha firmado su declaración de renuncia.77
Al igual que otros miles de personas, me doy cuenta ahora de las consecuencias que tendrá que se difunda la noticia de esta autorización. Hace ya tiempo que todos nosotros sabemos que no se trata de una cuestión derivada de un conflicto de conciencia, sino de una reflexión acerca de la conveniencia desde el punto de vista político.
En el Día del Partido hablé también con el secretario de Estado húngaro Mikosch.78 De nuevo, el viejo tema: convencer a Hungría para que renuncie a su revisión oficial de las fronteras tanto del lado rumano como del yugoslavo. Es algo que le he dicho incansablemente a cada húngaro que me he encontrado. Aquí van a encontrarse con un discurso unánime. Mikosch me dirigió un reproche: para que eso sea posible, es preciso conceder cierta autonomía a la minoría húngara que vive en Rumanía. Conversación en el mismo sentido con v. Mecsér, que añadió, por cierto, ¡que Gömbös padece atrofia renal!79 Explicó que quería visitarlo en Múnich, pero que no tiene muchas esperanzas de conseguirlo. Le pedí que saludara a Gömbös de mi parte. Así pues, Hungría va a vivir una crisis de presidencia. Todos sostienen que será difícil reemplazar la autoridad de Gömbös.
En cambio, al profesor rumano Manoiliscu, al que conozco desde 1932 (del congreso europeo que se celebró en Roma), le he recomendado la reconciliación con Hungría.80 Lo que necesitamos, le indiqué, es crear un bloque antibolchevique. Como «amigo», Rumanía se está convirtiendo en una víctima de Moscú y en la actualidad incluso se encuentra bajo la amenaza de Praga. No os queda otra elección, añadí. Nosotros, por nuestra parte, les facilitaremos el camino garantizándoles, llegado el caso, protección frente a Hungría. M.[anoilescu] se mostró interesado en viajar inmediatamente a Núremberg, a visitar al rey. Me ha dejado uno de sus libros sobre el corporativismo político, con la «manifestación de su admiración hacia mi personalidad y mi obra». Por tanto, Carlos va a recibir presión desde un nuevo frente para que actúe con sensatez. Le pregunté a M., entre otras cosas: «¿Cree usted que el rey tendrá la suficiente capacidad resolutiva como para aliarse con un bando o, en realidad, el monarca piensa que podrá seguir jugando en varios bandos al mismo tiempo?». La respuesta de M.: «Esa pregunta demuestra que usted conoce muy bien la situación». Yo: «Creo que sí. En tiempos como estos, sin embargo, los reyes pierden sus coronas cuando piensan que van a ser capaces de gobernar entre los grandes grupos».
M. trasladará, a su manera, esta idea a Carlos.
Además de estas, mantuve otras conversaciones. Es evidente que los contornos se van definiendo con claridad. La enorme capacidad resolutiva del Führer, que habla ya en N.[úremberg] con plena conciencia de ser el líder espiritual de Europa, tendrá sus efectos.
Ayer R. Strunck regresó de España.81 Era tal la preocupación que sentía ante determinados acontecimientos que decidió tomar un vuelo directo a Berlín. Mañana viajará de vuelta. Ha expuesto su preocupación en un extenso memorándum. Ojalá consiga su propósito. No entraré a explicar aquí los detalles de su informe, porque no tendría mucho sentido hacerlo, pero sí diré que lo que cuenta es espantoso. Ha sido testigo de terribles mutilaciones a los nacionales, a veces con en formas que revelan patologías sexuales prácticamente imposibles de describir. El estado en el que se ha encontrado a las monjas asesinadas es terrible. Y resulta difícil hacerse una idea del modo en que se han profanado los altares...
Strunck ha conseguido sobrevolar el Alcázar junto con el «especialista de Toledo».82 Todos los expertos habían descartado la posibilidad de lanzar víveres a un patio de 60 × 40 metros. Pero alguien logró hacerlo, desde una altura de 25 metros: el teniente v. M. [oreau]),83 un hombre cuyo nombre no se dará a conocer hasta dentro de mucho, mucho tiempo. Otra novedad es que las tropas fascistas han expulsado a los rojos de Baleares. Malzahn me ha informado desde Roma de que en los círculos de los dirigentes fascistas se habla constantemente de la intención de Italia de anexionarse estas islas.84 En su posición actual, será interesante ver si se podrá volver a empujar a Italia y, de ser así, con qué medios será posible hacerlo. Los franceses cada vez brindan más apoyo a las tropas de Madrid. Quieren convertir a la gente de las milicias en auténticos soldados. Franco se afana por evitar que se llegue a una guerra de trincheras, ya que los marroquíes están especializados en la guerra de movimientos. Por lo demás, Strunck no duda de que los generales obtendrán la victoria. Calculan que la guerra civil durará unos dos meses más.
Evidentemente, la información sobre las tensiones que, sin duda alguna, existen en las filas de los nacionales ha despertado mi interés. Strunck me ha confirmado mi impresión de que en el norte la iglesia y la Restauración quieren presentarse como herederas de las víctimas. Los carlistas están obligados a asistir diariamente a misa y se pasean por ahí con un montón de amuletos colgados; ¡hasta los burros llevan imágenes de Cristo alrededor del cuello! En cambio, los falangistas atraen cada vez a más personas y Franco los ayuda considerablemente. Por tanto, hay que dar por descontado que después de la victoria se desencadenará una lucha, lo que supone que será necesario apoyar a Franco con todos los medios posibles si queremos evitar que España viva otros treinta años de dominio eclesiástico y se repita la situación actual o el país acabe pudriéndose. El joven Primo de Rivera se encuentra preso en Alicante. Se tiene la intención de liberarlo (¡si es que aún está vivo!).85
Por lo demás, la gente está deseando recibir periódicos y películas alemanas. Nos piden maestros para organizar el partido, etc. Basta con decir que se es al.[emán] para que los españoles griten de júbilo. Hitler es un mito. Todas las esperanzas están puestas en Alemania...
Le he presentado Strunck a Darré, que quiere enviar inmediatamente a España a un hombre que analice en detalle la situación del campo y prepare para Franco una reforma agraria adecuada para el país. Hay algo que está muy claro: las 34 familias a las que pertenece España deberán entregar, como dueños absolutos, el 50 % de sus tierras sin imponer demasiadas condiciones. Hay que suprimir la segunda causa de la revolución.86
Le he dicho a Strunck que debe explicarles a Franco y a los líderes falangistas lo siguiente: inmediatamente después de la victoria, la iglesia iniciará una salvaje campaña de difamación contra nosotros, la «Alemania pagana». Por eso, queremos dar nuestra respuesta desde ahora mismo: la tradición de Al.[emania] es diferente de la de España. Se trata de un país mayoritariamente protestante, que hoy cuenta con nuevo conocimiento, del que extrae ciertas lecciones para sí misma. Pero únicamente para sí misma. Reconocemos el catolicismo como religión del pueblo español y nadie desea inmiscuirse en ese terreno. Hay que dejarlo claro desde ya para que los falangistas puedan dar una respuesta a los clericales.
Por lo demás, resulta interesante que los españoles quieran saber menos del fascismo que de nosotros. Tienen un temperamento muy parecido al nuestro y esperan de nosotros que los complementemos y, así, los ayudemos. Han elegido autodenominarse nacionalsindicalistas.
Así pues, en este rincón de Europa se está librando una nueva y decisiva batalla. Una España aliada de Alemania significaría, a ojos de París, el desgarro de un flanco que siempre ha considerado seguro. Para Inglaterra, supondría la posibilidad de que a las espaldas de Gibraltar gobernase en estas circunstancias un amigo de Italia. Por eso, los franceses y los ingleses harán todo cuanto esté en sus manos para, al menos, convertir a Cataluña en un estado de contención.
Desde ayer, Francia está trasladando cuadrillas de bombarderos de su frontera este a su frontera sur...
El martes recibí un informe complementario sobre España, elaborado por el principal representante de la prensa de Hearst, C. v. Wiegand,87 que ha estado todo este tiempo en Madrid. Quiere explicarme un montón de cosas interesantes y hablar con el Führer. En 1923, Wiegand fue el primer periodista de renombre que habló de Adolf Hitler. En aquella época tuvimos ocasión de almorzar dos veces juntos. Wiegand, que ya no es nada joven, ha estado en todas partes: desde Manchukúo hasta Shanghái, pasando por Turquía. Un tipo que solo cuya mirada sobre las cosas tal vez no sea siempre profunda, pero sí nítida.
Hace unos días, el comandante Krikukis vino a visitarme, por encargo del ministro plenipotenciario de Grecia.88 Presentó sus disculpas: aseguró que él se había limitado a preparar mi viaje a Atenas, pero que no sabía absolutamente nada del viaje de G.[oebbels], que tuvo lugar en secreto, junto con el director regional nacionalsocialista, en Atenas. Metaxas le ha confirmado por vía telegráfica que G. no ha sido invitado por el gobierno.89 La prensa ateniense se ha hecho eco, en cuatro páginas, de esta visita: «Llegan G. y veinte turistas». Evidentemente, se propuso a G. devolverle la visita de cortesía, se le invitó a desayunar...
Krikukis insiste en su invitación para principios de 1937 y agradece todo lo que mi Negociado ha hecho a favor del entendimiento entre Alemania y Grecia. Asegura que mi nombre es muy valorado en G.[recia] y que para ellos sería un placer recibirme en su país. Se ha comprometido a acompañarme de forma oficial.
El Reich vive una situación embarazosa debido a los modos que ha empleado G. en su viaje.
Como es lógico, la reanudación del trabajo en Berlín me ha impedido escribir de forma regular, así que voy a repasar brevemente lo más importante.
Poco después de la Fiesta de Acción de Gracias por la Cosecha, me dirigí a Obersalzberg, donde tuve ocasión de visitar por primera vez la nueva casa del Führer. Como todo lo que él construye, de un gusto muy refinado. La gran sala, con vistas a las montañas, en dirección a Salzburgo, es maravillosa. El Führer me condujo enseguida a una zona más privada para mantener conmigo una conversación más extensa. Durante una hora y media recorrimos la sala de arriba abajo, mientras él me exponía con todo detalle sus ideas sobre Italia, Inglaterra, España y demás. Me explicó de forma gráfica los conflictos que podrían sucederse en los próximos años. Yo le informé de lo que había dicho a los británicos. Los días siguientes fueron tranquilos y en ellos dedicamos menos tiempo a hablar de política.
El Führer me enseñó, emocionado, sus cuadros, su despacho. Cuando yo estaba contemplando el retrato de Schreck, su difunto chófer, me dijo: empezamos a quedarnos solos.90 Muchas cosas se pueden reemplazar, pero, desde luego, no es el caso de los recuerdos comunes. Entonces le conté cómo había conocido a Dietrich Eckart.91 Él comentó que precisamente la primera vez que me vio fue en casa de E.[ckart], donde «usted llevaba la chaqueta de terciopelo negro que solía usar en aquella época». Después se acordó del bueno de E. Ganzer, que acababa de sufrir una apoplejía.92 Emociona la fidelidad que G.[ansser] nos mostró al principio, pero otras de sus características nos hacen reír.
Después le expuse durante tres horas la situación actual. Primero, el plan para garantizar protección a todos los estados que lindan con la Unión Soviética; después, los avances de nuestro trabajo en Oriente Próximo, en Rumanía, en Hungría, en Yugoslavia; más tarde, la situación etnológica de la Unión Soviética; por último, las cuestiones de educación. El Führer me explicó que tenía miedo de que en Francia las cosas se precipitaran antes de que nosotros hayamos acabado.93
Aseguró que el trabajo contra el bolchevismo mundial debe ser la acción más importante y se declaró sorprendido por la superficialidad con la que se contempla este problema en el extranjero. Somos los únicos que lo hemos entendido. Y, entre nosotros, continuó, la persona que mejor lo conoce y lo domina soy yo. Por eso quiere otorgarme un poder que me acredite como su representante en esta cuestión. El mundo tiene que saber que el centro espiritual y organizativo para la defensa frente a esta destrucción mundial se encuentra en Alemania. Si el pacto germano-japonés94 se publica ahora, el embajador de Japón debe poder remitirse, por ejemplo, a un cargo que disponga de competencias suficientes para dirigir el trabajo. Y ese cargo soy yo.
Le respondí que me gustaría ocuparme de esa misión. Sin embargo, para que saliera bien, sería necesario disponer de competencias ejecutivas claras frente a todas las instituciones científicas relacionadas con el Este, etc. Quedaba pendiente la cuestión de la forma. El Führer señaló que en estos momentos aún resultaría difícil optar oficialmente por una estructura ministerial, pero habría que actuar a nivel estatal para facilitarme la ejecución, y añadió, refiriéndose a mi descripción del estado en el que se encuentran la instrucción y la educación: «También en esta materia le otorgaré un poder general».
A continuación, el Führer me presentó pormenorizadamente el papel de Alemania y la evolución que prevé para Europa...
Al día siguiente, le envié el borrador de las disposiciones sobre la misión prevista para mí. El Führer quiere analizarlo, junto con Lammers, para resolver ciertas cuestiones desde el punto de vista de la legalidad del estado.95
Nuestra velada para diplomáticos ha tenido más afluencia de público que nunca. Se conoce que la prensa internacional y los diplomáticos valoran muy positivamente estas comparecencias regulares. Entretanto, se han enterado de que he pasado varios días en casa del Führer y esperan descubrir en mi intervención algún dato importante para el futuro. El presidente del Consejo de Estado de Grecia, que se encuentra en Berlín, me ha felicitado por mis obras, que ha «leído con gran admiración». También han acudido otros extranjeros, como invitados de sus ministros plenipotenciarios. Phipps cree que «en Francia las cosas van mejor», que Blum quiere alejarse de los comunistas y que también los socialistas radicales están en la oposición.96 ¿Tendría sentido tal vez explicarles a estos británicos qué significa el judío Blum? Cuando Dos días más tarde, Phipps me invitó a desayunar con él y empezó de nuevo a hablarme de sus esperanzas. ¿Quería quizá sondearme, pensando encontrar en mí el eco de lo que yo pudiera haberle oído al Führer? Me limité a decirle que, «ideológicamente», Blum tiene tantos compromisos que parece difícil que pueda saltar sobre una zanja que ha cavado él mismo.
En estos días he hablado con Bruel, de Estados Unidos (es presidente de la Asociación para la Política Exterior de EE. UU.), acerca de cómo cubrir la plaza de profesor titular de Filosofía en Múnich; he pronunciado un discurso en Sarrebruck (en respuesta al obispo Hudal) y un discurso en Ulm sobre la asamblea de la Liga del Reich para la Prehistoria Al.[emana].97 En el Ayuntamiento se organizó una recepción en honor del «abanderado de la idea», como se me denominó, y se me entregó un bonito regalo: dos obras de Fortenbach, arquitecto de Ulm, de mediados del siglo XVII.98 En los próximos días Angelitti llegará en avión desde Italia.99
Además, he mantenido una serie de conversaciones preliminares sobre la gran misión que se me podría encomendar. Si se organiza de la forma que he propuesto, será verdaderamente importante para la historia del mundo. Por ahora, no obstante, habrá que esperar.
Cuando estaba en Obersalzberg, exponiendo la situación actual, el Führer me autorizó para que ejerciera presión con el fin de acelerar las negociaciones con Afganistán e Irán. Ahora, todo está en orden, así que Ritter, que no deja de urdir intrigas contra el Min. de Ext., ha exclamado, sonriendo: «Se debe prestar mucha más atención a estas cuestiones de lo que se ha hecho hasta ahora». Ya está listo el contrato con Afganistán, de 22 millones, de los que 15 corresponden a suministros para el ejército, que los afganos pagarán en un 20 % con divisas. El acuerdo germ.[ano]-iraní se eleva a 80 millones. La APA ha impuesto con tenacidad el tercer acuerdo comercial, simplemente porque las «personas con experiencia» saben a la perfección cuáles son sus objetivos políticos. Ahora nos ocupamos de nuevos asuntos (conexión aérea con Kabul) y Blomberg quiere implicar a nuestro agregado en Ankara para ir haciendo desaparecer progresivamente la resistencia de los turcos. El 4 de noviembre llegará el primer ministro afg.[ano], al que yo recibiré. Hemos recibido el único ejemplar original del borrador de un contrato de concesión de petróleo que se está negociando con los estadounidenses. Si a nosotros nos interesa este tema, ese contrato no se firmará.
Los rusos se han enterado de nuestro acuerdo. En venganza, han retenido ciento ochenta mil ovejas afg.[anas] de raza karakul que habían atravesado la frontera para pastar en su territorio.
Ayer y hoy he estado a mediodía con el Führer, a quien he expuesto estos pormenores. Él se ha mostrado muy satisfecho y me ha pedido que haga una lista por escrito de los representantes judíos de nuestras empresas en Rumanía. Va a prohibir al Min.[isterio] de Def.[ensa] del Rei.[ch] que mantenga esta situación.
Sobre mi memorándum acerca de la misión de la que estuvimos hablando, sostiene: «Es extenso; lo entiendo y, lógicamente, lo valoro. Sin embargo, en él solicita que se le permita sacar de un ministerio al funcionario que usted elija. Esta exigencia me resulta muy inusual y considero que no es posible llevarla a la práctica en la forma propuesta». Le expliqué lo que había querido decir: no es que yo vaya a elegir al funcionario, sino que la persona designada por el ministerio correspondiente para trabajar sobre las cuestiones del Este actuará como hombre de enlace con mi Negociado y me mantendrá informado. El Führer observó que este asunto requerirá mantener unos treinta encuentros, dado que, como es lógico, habrá que dar respuesta a las reticencias que vayan surgiendo. Algo similar ocurrirá con la misión «relativa al liderazgo de Alemania en la concepción del mundo», en sus propias palabras, con el fin de ir incorporando progresivamente a todos los territorios. Aseguró que con esta misión desea evitar que cada vez que aparezca una discrepancia se acuda a él. Además, ha ideado el encargo de forma que sea yo quien acuda a él —es decir, a la Cancillería del Reich— como su delegado. Sin embargo, si se procede de esta forma, todas las reuniones que mantenga con las personas correspondientes tendrían que celebrarse en su casa y, al final, la gente no haría más que importunarlo. En cualquier caso, está dándole muchas vueltas al asunto. Yo dije que no será el partido en su conjunto el que pondrá pegas, sino solo algunos jefes superiores, porque debatir acerca de la construcción de casas de campo no es tan malo como aceptar un liderazgo espiritual. Es posible que nuestros compañeros de partido de alto nivel creen más dificultades que los ministros no nacionalsocialistas. El Führer se echó a reír: nada, acabarán entrando en razón.
En estos días: entrevista sobre la Judea Soviética100 para un tal Angelitti, del Inst.[ituto] de Política Exterior de Milán;101 recepción de un diputado japonés; reunión con la Oficina de Política Colonial para abordar cómo acabar en el futuro —en caso de que se consigan nuevas colonias— con el trabajo de las misiones que cultivan el bolchevismo. He dispuesto que se recopilen de forma muy meticulosa las noticias sobre la situación. Han venido el profesor Shotwell, del Carnegie Institute, que anda buscando temas científicos, pero que, aparentemente, está demasiado ciego como para verlos102 y no se entera de los que le pongo delante. Todavía no he encontrado ningún negociador estadounidense de altura. Además, conversaciones sobre una comunidad de trabajo sobre etnología para lograr un acuerdo dentro del partido y expulsar a los clérigos, etc., de las asociaciones que trabajan en esta disciplina. Por otra parte, velada para los líderes de las ligas estudiantiles. Tema: universidad o escuela técnica. Les expliqué cuáles son las grandes misiones de la filosofía nacionalsocialista y les hice ver que la investigación ha de sentirse de nuevo orgullosa y no tolerar ningún sentimiento de inferioridad frente al predominio de la política. Los jóvenes se despidieron, sintiendo una valentía renovada.
Ayer hablé en Magdeburgo ante cinco mil jefes de las SA.
En mi día a día, también he mantenido varias conversaciones sobre las dificultades existentes en el terreno de la cultura y sobre una serie de pequeñas diferencias personales. Además, revisión del proyecto de construcción de una casa para la instrucción de la APA.
Schickedanz me ha informado hoy de que ha llegado un representante de Goga para abordar la cuestión del pacto económico que se cerrará con Rumanía en caso de que él llegue al poder. El negociador ha explicado que su yerno, director de la empresa Waggon-Lits, quiere renunciar, pero no se ha encontrado a una persona que lo sustituya. Sch.[ickedanz] lo ha interrumpido inmediatamente: quédese aquí hasta mañana. Informaremos a la mayor brevedad a Kleinmann, director de la Compañía de Ferrocarriles del Reich, que se encuentra en Leipzig.103 Mañana vendrá. Si todo va bien, la alemana Mitropa se incorporará a la Waggon-Lits.104 Ello supondría una nueva irrupción dentro del sistema francés en Rumanía.
Mañana viajaré a Braunschweig y pronunciaré un discurso sobre el arte y el pueblo en el Festival de Música de las JH.
Los días se suceden rápidamente. Por las noches siempre estoy tan cansado que me siento incapaz de poner por escrito lo que la vida nos depara. Aún padezco los síntomas de mi vieja enfermedad.
Recibí al primer ministro afgano, a quien una compañía de honor de las SS le dio la bienvenida con música. El ministro plenipotenciario de Afganistán me dijo después: señor Reichsleiter, no se hace usted una idea de cuánto le agradezco que nos haya recibido de un modo tan hermoso y que haya sido tan amable en todo momento. El afgano, tío del rey, tiene verdaderamente el porte de un líder natural, con una figura esbelta, distinguida y típicamente oriental. Hace doce años estuvo ya aquí. Mientras tomábamos el té, me comentó: «Su Führer no solo es el Führer de Alemania, sino también el hombre más grande del mundo. No necesitan de ninguna propaganda para difundir sus ideas. Al igual que la electricidad sustituyó a los antiguos métodos de iluminación, así el nacionalsocialismo reemplazará, en el terreno de la política, a los métodos aplicados hasta ahora».
El ministro afgano de Asuntos Exteriores parecía algo contrariado. Es evidente que preferiría mantener una actitud abiertamente conciliadora hacia Moscú.
Las jornadas del 8 y del 9 de noviembre se desarrollaron de una forma muy digna. En la fiesta se aprecia cada vez más unión. Como ya ocurrió hace trece años, me mantuve un paso por detrás del Führer. Cuando la guardia desfiló por delante de nosotros, él me dijo: «Ya no vienen con sus antiguos santos». Yo respondí: «Esta es la procesión del Corpus germano». Una expresión que ya ha empezado a hacerse popular.105
El día 8 comenzó la marcha sobre Bucarest, que se llevaba preparando desde hacía mucho tiempo. Durante más de seis horas, al menos cien mil partidarios de Cuza/Goga desfilaron ante ellos portando estandartes con la cruz gamada. Goga exclamó: ¡Jamás pactaremos con la Rusia soviética! La Francia de Blum no puede ayudarnos. Pero hay un estado que ha preparado el frente para luchar contra el b.[olchevismo]: ¡Alemania! No podemos permitirnos ignorarlo. Si nuestras fronteras se reconocen, nada se interpondrá entre Rumanía y Alemania.
Colosal aplauso.
Fue el primer signo claro de cambio tras quince años de política de entente. Mi tenaz trabajo de tres años comienza a dar sus frutos.
Hoy publico el artículo sobre la política revisionista que el Führer calificó de muy bueno la. Goga y Cuza podrán citar su contenido para su causa. Los húngaros deben anunciar a Praga sus revisiones; en el caso de los rumanos, no tenemos motivos alguno para dejarnos arrastrar por Budapest.
Este mediodía he estado con el Führer para entregarle un memorándum sobre la configuración de la cultura. Él me ha hablado de la historia alemana: asegura que resulta difícil averiguar cuáles son los motivos internos que llevaron a los grandes señores a realizar sus acciones. Es inútil criticar demasiado en este sentido. El estado es el medio para crear un pueblo a partir de varias tribus. Hoy, ese pueblo es el centro del estado. Ese único Reich y ese único pueblo conforman la historia de Al.[emania], no la historia de los Hohenzollern.106 También Daun y Laudon forman parte de ella, ya que, cuantos más héroes tengamos, mayor será hoy nuestra conciencia.107
Bömer ha vuelto de Londres, adonde había viajado para asistir a la boda del comandante Dutton.108 Se ha encontrado con una acogida maravillosa, aunque es cierto que las declaraciones de Göring y Goebbels acerca de las colonias se han tomado allí muy mal. A Göring lo llaman ya «el nuevo Tirpitz», un sobrenombre peligroso.109 Tienen razón de sobra cuando dicen que nos robaron nuestras colonias, pero una afirmación como esta no puede sino provocar una gran repercusión en Londres. A nosotros, que los Baldwin justifiquen su rearme aludiendo al «peligro alemán» nos parece una mentira. Tienen que darse cuenta de que también nosotros podemos sentirnos ofendidos.
Pese a todo, cabe cuestionarse si era oportuno que Göring hablase públicamente de esta forma.
Igual de torpe fue la primera declaración que hizo Ribbentrop tan pronto como pisó suelo inglés en calidad de embajador. En cuanto llegó a la estación, intentó forzar a Inglaterra, en una entrevista, en la lucha contra el bolchevismo. Es verdad que ello forma parte de su cometido, pero ha caído muy mal este intento de aleccionamiento delante de toda la opinión pública. También se le reprocha que, como embajador en Ingl.[aterra], haya frecuentado durante tanto tiempo a Lloyd George, a quien se quiere apartar de una vez por todas. En tercer lugar, ha molestado que R.[ibbentrop] haya dejado pasar unos dos meses desde su nombramiento para decidirse al fin a asumir en la práctica su cargo. Fuentes cercanas al rey me aseguran que este ha llegado a preguntarse: «Pero ¿por qué no viene? ¿Debo interpretarlo como un desprecio? Esto Un comportamiento como este no le habría gustado nada a mi bisabuela».
En cualquier caso, se está intentando emparedar a R. Pese a que las circunstancias son favorables, ha empezado mal.
Como explicó B.[ömer], Winterbotham ha realizado un viaje por todo el frente español por encargo del Estado Mayor de Generales de la Aviación del Reino Unido. Asegura que los franceses se sienten furiosos porque los cazas Heinkel al.[emanes] son claramente superiores a los Dewoitine. Los rusos cuentan con buenas máquinas, pero con malos aviadores. Siempre vuelan en línea recta, así que a los enemigos ágiles les resulta fácil dar en el blanco.
Además, los temas correspondientes al «Comité de No Intervención»...110
Hoy me ha visitado el ministro plenipotenciario de Bélgica, el conde Davignon,111 que me ha expuesto la posición de su país y me ha trasladado su evidente alivio después de que el rey haya conseguido librarse de la influencia franco-soviética. Le remití a un artículo de B. [ertrand] de Jouvenel, recientemente publicado, en el que revela la verdad sobre este pacto: en caso de una colaboración entre Alemania y Chequia, Francia intervendría inmediatamente contra nosotros.112 ¿Cuál sería entonces el interés de los belgas? D.[avignon] da impresión de ser inteligente y perspicaz, pero, de repente, se muestra apocado y aturdido. Espera que en algún momento lo invite a desayunar para hablar con más detenimiento sobre este asunto.
Por la tarde ha venido Bratianu,113 que había estado con el Führer y se mostraba visiblemente contento de poder viajar en estas condiciones a Rumanía. El Führer no tardó en hablarle de mi artículo sobre la revisión que se había publicado el domingo en el VB114 y en el que di cuenta de los «matices alemanes» con respecto al discurso de Mussolini en Milán. B.[ratianu] ha protestado enérgicamente contra estas declaraciones del Duce: toda la prensa judía está en pie de guerra, lo que afecta también a Alemania. Además, ha hecho hincapié en la posición antibolchevique de su partido —joven liberal— y se ha referido con ironía al destituido Titulescu.
Por la tarde, extenso informe desde Jena sobre el «holismo», una nueva palabra con la que se nos quiere apartar de la esencia de nuestro pensamiento. Trabajaremos para adoptar una posición precisa y evitar así nuevas confusiones al estilo Othmar Spann.
La asamblea de jefes de las oficinas de las regiones administrativas, celebrada en el centro de Vogelsand, ha sido extraordinariamente exitosa e instructiva.115 Los jef.[es] de reg.[iones] administr.[ativas] no son unos polluelos recién salidos del cascarón: en sus numerosas intervenciones, han demostrado estar a la altura de los líderes del movimiento. La pena es que la señora Scholz-Klinck, célebre mujer, haya cometido el error de querer colar sus sermones cristianos a los hombres,116 lo que ha provocado encendidas quejas. Una lección muy buena: no hay que sacar los pies del terreno de trabajo de las mujeres. Tras la clausura, hablé con un senador de Gdansk, que sostenía que muchas de las declaraciones de Goebbels «no [habían] sido convincentes». De hecho, en su juego de preguntas y respuestas, ha habido una respuesta que ha sentado mal, en general: a la pregunta de por qué no se reducen las contribuciones al Frente Alemán del Trabajo, G.[oebbels] respondió: si se hiciera, ¡los trabajadores sobrecargarían el mercado de productos alimentarios!... Otro acto de propaganda.117 En la clausura, el Führer pronunció un discurso extraordinario, además de claro:
La monarquía y la iglesia ya no funcionan. En ninguna parte: ni en Rusia ni en Al.[emania] ni en España. Sí, al oponerse a la higiene de razas han alimentado la mediocridad. Si en España esos animales están quemando curas, hacen lo único que han de hacer. Pero que se hayan convertido en lo que hoy son es culpa de los poderes que han dominado en España: la monarquía y la iglesia. Antaño, el cristianismo constituía una base común de sentimientos. Sin embargo, cuando se vio arrastrado desde el exterior, se dividió en multitud de confesiones. Además, se sumó a los dogmas propios de las ciencias naturales, que en sí no tenían nada que ver con la religión. A medida que la ciencia fue avanzando, la iglesia tuvo que plantearse si debía enmendarse o insistir en su dogma. Eligió el segundo camino y eso llevó a muchos a alejarse de ella. Hoy, se defiende del conocimiento de las razas, al que ella nosotros no vamos a renunciar. «Todas las iglesias, toda la cristiandad, es incapaz de combatir el bolchevismo —asegura el Führer—; para eso se requiere una nueva concep.[ión] del mun.[do].»
Más tarde los compañeros del partido me dijeron: sabíamos que Rosenberg tiene una línea clara, pero otros decían cosas distintas. El discurso del Führer ha supuesto una brillante confirmación de las ideas de R.[osenberg].
Ayer hablé en la Ópera Kroll acerca de la ciencia y la concepción del mundo.118 Una ardua explicación sobre investigación exacta y s crítica al conocimiento. Creo que estuvo bien.
Mi artículo sobre el revisionismo ha tenido una enorme repercusión en el sureste. Los húngaros están furiosos, precisamente ahora que el discurso de Mussolini ha despertado nuevas ilusiones. Van a tener que volver a ser razonables si no quieren perderlo todo. Los periódicos rumanos publican traducciones de ciertos fragmentos del artículo. Goga ha concedido una extensa y cordial entrevista. Ayer recibí un telegrama abierto de él: fuerte apretón de manos en nombre de mi gran pueblo. Próximamente, carta. O.[ctavian] G.[oga].
Hoy ha venido Comnen, el ministro plenipotenciario rumano, perfumado como un viejo barbero y todo amabilidad. Se ha deshecho en agradecimientos (acta adjunta).119
Recorte de la prensa rumana adjunto.120
El profesor Günther se ha quejado del excesivo aumento121 de «la naturaleza del Este», como ha dicho en ciertos círculos de funcionarios.122 Por desgracia, recurrir de forma desmedida123 al organismo ha provocado muchos resultados de este tipo. Además, se ha cubierto el puesto de director de la Sociedad Filosófica.
Por otra parte, visita del nuevo presidente de la Comunidad Alemana de Investigación, el profesor Mentzel.124 Más adelante, este órgano pasará a estar sólidamente integrado en la estructura ministerial. El objetivo es estatalizar áreas que considero importantes, con el fin de posibilitar un trabajo efectivo.
En los últimos tiempos mi agenda ha vuelto a estar repleta de reuniones interminables, algunas de ellas sumamente fastidiosas, sobre las que se debe retener lo esencial, dado que a menudo los temperamentos y las convicciones discrepan entre sí en lo esencial. Los discursos a lo largo del país tienen cada vez más energía y refuerzan la confianza. Por ejemplo, en Núremberg, ante el cuerpo de dirigentes de las SA de Franconia. Allí, en la antigua iglesia de Catalina, hablé a los jefes de las SA llegados de dos regiones administrativas125 acerca de la lucha de su institución y de nuestra concepción del mundo. V. Obernitz me dio una cálida bienvenida y aseguró: «Su nombre para nosotros representa el programa y la ley».126 Y todos me escuchaban con la máxima atención. «Ahora volverán a casa llenos de energía gracias a lo que usted nos ha dado», afirmó O.[bernitz].
En estos días me ha visitado el profesor Zankoff, de Bulgaria, ex primer ministro.127 Hacía tiempo que me conocía por mis obras. Me pidió que le explicase en mayor profundidad el principio de nuestra lucha y me habló de sus planes. Su aspecto es simpático, aunque muy de profesor. En principio, no da la impresión de ser un futuro posible128 dictador.
He hablado por teléfono con la agencia Domei acerca del tratado entre Alemania y Japón, así como del peligro que representa el bolvechismo para el mundo.129
He mantenido una conversación con el director Kleinmann sobre las posibilidades de suministrar vagones de Mitropa a los ferrocarriles rumanos, en lugar de vagones franceses. Me ha respondido exponiéndome con precisión las condiciones contractuales, que Francia ha sabido establecer de un modo sumamente refinado. En estas circunstancias, hay que atenerse a la cláusula 14 [¿19?]: en caso de que no sea posible mantener la situación.
Desde Rumanía, Deleanu ofrece campos para las explotaciones petrolíferas,130 así como para el cultivo de cereales.131 Se dirige también al Ministerio de Alimentación y a Göring.
Goga m[e] ha escrito una extensa carta de agradecimiento y me ha prometido mantener con la máxima firmeza la línea acordada.
Lawaczek informa pormenorizadamente acerca de los inventos y el sabotaje de I. G. Farben. Acudió a Backe, que, tan pronto como comprendió lo que estaba sucediendo, le prometió todo su apoyo.132
Entrevista con el principal periódico sueco acerca del peligro bolchevique. Recepción del nuevo ministro plenipotenciario de Bolivia. (Han empezado las negociaciones preliminares del acuerdo comercial.)
Velada de la APA. Comnen comenta que ha hablado con el ministro plenipotenciario ch.[eco]. Mastny me va a visitar para hablar acerca de la mejora de nuestras relaciones.133
He acompañado al Führer a la botadura del Gneisenau. Un espectáculo maravilloso. Al final, hemos vivido una experiencia que jamás olvidaré: mientras el Führer estaba estrechando las manos a cada uno de los supervivientes de un submarino hundido, un marinero sacó una fotografía de Hitler, corroída por el agua del mar y con un marco lleno de arañazos. Precisamente en un momento en el que su vida corría peligro, aquel marinero había rescatado la imagen y la había estrechado contra su cuerpo. Y allí estaba, pidiéndole al Führer un autógrafo. En el futuro, esa fotografía será la tradición más querida de un nuevo submarino.
Por otra parte, he acudido a la velada de la Soc.[iedad] Nórd.[ica]. Discurso del director de los Ferrocarriles del estado Danés.
Ayer pronuncié un discurso en el antiguo Ayuntamiento de Münster ante la Wehrmacht y el partido. Después, unas palabras en una asamblea masiva. En mi intervención fui prudente y no perdí de vista la necesidad de avanzar hacia el cumplimiento de nuestras reclamaciones. A continuación, una excelente velada entre compañeros.
Amann ha estado aquí para trasladarme su inquietud con respecto a la nueva Ley de Prensa. G.[oebbels] sigue temiendo que se le «recorten sus derechos». A.[mann] lo describe constantemente como una persona que se dedica a robar a los demás sus los resultados de su trabajo. Después, me ha informado acerca de un judío, L., del Ministerio de Hacienda, por cuyas manos pasan las facturas de los asuntos más confidenciales de la defensa del país y que, pese a todo, no ha perdido sus apoyos. Ahora se ha hecho lo necesario. Ha añadido que había hablado con el Führer, quien se había referido a mí, entre otras personas, diciendo: «R.[osenberg] es una mente privilegiada. La pena es que tenga demasiados representantes que pretendan igualarlo». A. también me ha contado una conversación que mantuvo con el Führer cuando se publicó mi obra. A. fue a verle y le dijo: «Señor H.[itler], si usted quiere leer algo verdaderamente grande, lea el libro de R.». El Führer ya lo conocía: «Sí, cuando los restos mortales de R. hayan perdido su color, aún se seguirá hablando durante mucho tiempo de esta obra».
Tan pronto como ha recuperado su salud, Kerrl se ha lanzado a difamar El mito entre su gente. Los cortos de espíritu siempre sienten cualquier logro como un reproche. Además, le ha mandado una carta a Rust que ha dejado a este verdaderamente ojiplático: en su afán por torpedear la nueva Ley sobre Educación, Kerrl le ha escrito que, en el marco del nacionalsocialismo, es lógico que las134 clases de religión sean obligatorias. Rust se ha comprometido a romper con su viejo amigo.
La vida acaba sacando a la superficie todo aquello que en muchos casos no vimos durante la lucha política. En el caso de Kerrl, ha salido a la luz su espíritu servil.135 He recibido un acta sobre sus últimos desahogos tras su convalecencia... Dos horas se ha pasado farfullando cosas sin ton ni son, con un total rechazo a las consecuencias del pensamiento nacionalsocialista.
Gürtner ha remitido la circular ministerial relativa a la Ley sobre Blasfemias, ¡en cuyo segundo párrafo se contempla una protección completa para las confesiones dominantes!136 Hay que evitar que salga adelante. El Estado Mayor de Hess se ha retirado, así que la cuestión se mantiene sin problemas, supuestamente porque G.[ürtner] habría conseguido la autorización del Führer. Pero ya sabemos lo fácil que es conseguir este tipo de «aprobaciones» en el procedimiento circular. Tan pronto como tenga ocasión, le preguntaré al Führer al respecto.
El primer ministro afgano ha tenido en estos días una audiencia con el Führer, en la que he estado presente. Ha expresado su agradecimiento por todo lo que ha encontrado. También ha declarado su admiración por Al.[emania]. Del Führer ha dicho que debe de tratarse del hombre más feliz, visto lo mucho de bueno que ha hecho no solo para Al., sino también para todos. Ayer volví a hablar con él. Me dio las gracias por haberlo preparado todo tan bien y por haberles dado una acogida tan cálida.
Hoy he tenido una reunión de dos horas con Göring, después de mucho tiempo sin verlo. Hemos resuelto ciertos malentendidos y hemos delimitado las áreas de trabajo de cada cual. Él va a remitir a la APA todo lo que concierna al noreste y al sureste, es decir, al territorio comprendido entre Finlandia y Afganistán a lo largo de la frontera rusa. En los Balcanes, G.[öring] se ha reservado Yugoslavia, dado que mantiene relaciones directas con este país. Más adelante se tendrá ocasión de pactar estos asuntos con mayor detalle.
Durante las vacaciones he leído la correspondencia entre Cosima W.[agner] y Chamberlain, que es algo que me propuse hace ya tiempo.137 Esta relación resulta conmovedora. La dedicación de Ch.[amberlain] a Bayreuth revela una gratitud profundamente humana. Vuelvo así a enfrentarme al problema de Bayreuth, que tanto nos preocupa a todos, especialmente a nuestros jóvenes. El Führer ha dado a Bayreuth el máximo apoyo. Si Wagner fue para Chamberlain el «sol de su vida», para el joven Adolf Hitler, tan parecido al138 compositor en temperamento, pasión y capacidad de reacción, significó un revulsivo. Y así como Ch. agradeció a Bayreuth por haberle brindado la gran experiencia de su vida, también el Führer expresa a Wagner su agradecimiento y el de toda Alemania. De este modo, Bayreuth sigue siendo un lugar de peregrinación para muchos que ansían llegar a la otra orilla en el vivir de su día a día.
Y, entretanto, han pasado ya casi cincuenta años. Unos años que han estremecido al mundo. Y se ha puesto de manifiesto que el intento de calificar de eternas a todas las obras de Wagner por igual se encuentra con una resistencia cada vez más clara. Algunas observaciones que hice en este sentido en El mito han sentado muy mal, pero, como ya tuve ocasión de comprobar, no son sino la expresión de un sentimiento generalizado.
En toda la correspondencia se refleja la preocupación y el amor por el Tannhäuser. Volvimos a verlo en Weimar, en la representación con la que se conmemoró el décimo aniversario del Día del Partido, que empezó a celebrarse en 1926. Habitualmente, yo me iba después del segundo acto, pero en aquella ocasión todos nos quedamos hasta el final. Sin embargo, después de aquello, ¡nunca más volveré a hacerlo! Expliqué entonces: «Los intentos de presentarlo exclusivamente de forma artística no funcionan. La ética de la obra es tan grande y tan lejana a nosotros que inmediatamente surge la contradicción». El contraste absoluto ya no resulta dramático, sino teatral y artificial. El báculo que se blande y del que brotan hojas verdes, el milagro en sí, nos resulta hoy cargante. El compungido caballero Tannhäuser y su relato sobre Roma nos son ajenos. Y todo ello se manifiesta de un modo tan intenso que la maravilla del segundo acto no consigue contrarrestar este efecto.
Y me digo a mí mismo: ¿no es injusto exigir que todo lo que ha creado este genio (aun cuando sea el mayor de todos) sea eterno? ¿Acaso son eternas todas las obras de Goethe o de Schiller? ¿Y las de Schopenhauer?139
Tampoco aquí Wagner puede constituir una excepción. Bayreuth haría bien en reconocerlo, pero la señora Winifred, que ha empezado a inclinarse hacia la herejía, se está encontrando con la hostilidad de la familia W.[agner]140 y ya no entra en casa de Wahnfried (también está Daniela. ¿Tal vez Eva?).141 Hace algún tiempo me llegaron quejas desde Bayreuth: ¿por qué se da hoy tanta relevancia a Nietzsche, algo que se entiende como un agravio a Wagner?
Estas protestas se comprenden si se estudia la correspondencia. Cosima W. califica a N.[ietzsche] de «monstruo o loco». Ch.[amberlain] encuentra en él directamente un elemento patológico. En el caso de H.[einrich] v. Stein, considera que su decisión de «encargarse de la educación de Siegfried» tiene «mayor relevancia que todos los escritos de N.[ietzsche] juntos».142 Lo interesante aquí es que el 9 de marzo de 1901 (!) Ch. escribió a Cosima: «Tengo que confesarle que no conozco en absoluto a N.».
Estaba Está muy claro que a priori Ch. veía en cualquier enemigo de Wagner también un enemigo personal suyo. Una hermosa muestra de su constante fidelidad, pero también de lo mucho que incluso los grandes hombres están condicionados por su época. Por aquel entonces, W. estaba triunfando como artista sobre N., a quien le arrebataba todos los hombres selectos de aquella era industrial. Aquello, en mayor medida que sus dolores de cabeza, arrastró a N. a la desesperación, primero, y a la amargura y los ataques objetivamente injustos, después. Contra todos. Hoy la evolución espiritual de Alemania permite restablecer el correcto equilibrio entre ambos. N. no se ha rendido; por eso es lógico que se blandan contra él figuras como Tannhäuser o Parsifal. «También tú, también tú, un vencido.»143 Por eso, N. vuelve a formar parte de los grandes profetas y hoy tiene a su favor a todos aquellos a los que antaño buscó en vano. Lo que había en él de condicionamiento de su época, de pathos ajeno, cae.
Hoy ambos son, para nosotros, inmortales. Las riñas de los abuelos no bastan ya para justificar el enfrentamiento entre partidarios de Wagner y partidarios de Nietzsche. Y Bayreuth no tendrá más remedio que tolerar —o, incluso, reconocer— a Nietzsche. Por eso, este año, en la asamblea cultural del Día del Partido, he mencionado a tres precursores espirituales del nacionalsocialismo: Nietzsche, Wagner y Lagarde. Justo en ese orden, porque W. ya había gozado de su triunfo.
Ese intercambio de cartas encierra muchas cosas hermosas y me ha hecho pensar en la historia del nacimiento de los «fundamentos».144 Otra «casualidad» que esta obra ha provocado. Bruckmann propuso a Ch. que escribiera algo sobre el siglo XIX.145 ¡Y en ese momento se le ocurrió la gran idea!
Así pues, Ch. era más alemán que esos millones de personas que se arrastran de rodillas ante Roma o ante los judíos. Por eso, las cartas a Cosima son un tierno y maravilloso testimonio de la grandeza interior de ese hombre al que tanto debemos. Después de 1925 tuve ocasión de ver el lecho en el que yació cuando estuvo enfermo, pero entonces me pareció una profanación acercarme a él como un curioso que, al mismo tiempo, era ajeno a su figura. Así, alentado por el propio Bruckmann, escribí en la cárcel una breve valoración de su obra. Poco antes de que se editara el texto, aquel hombre murió. Con él, Bayreuth perdió a su hijo más importante. Guardaré en mi biblioteca un lugar especial para su correspondencia con Cosima, sobre la que volveré a menudo.