La palabra portal nos hace pensar de inmediato en la entrada de un edificio respetable y sólido. También el edificio de la filosofía ha cobrado dimensiones casi inabarcables en dos mil quinientos años de historia. Son muchos los que se inhiben de entrar a ese edificio. Sus pasillos son demasiado intrincados, y parece difícil familiarizarse siquiera con algunas de sus partes. Una gran obra filosófica, dentro de esa casa, es como un piso decorado con buen gusto. Algunos de sus inquilinos habituales, las personas duchas en filosofía, se ocupan a menudo durante décadas de un único nicho dentro de ese edificio, y son ellos los que van a insistir siempre en que solo es posible conocer una obra clásica de la filosofía si uno la estudia durante un tiempo prolongado y repetidas veces, por lo que rechazarán toda pretensión de que una obra de esa índole pueda entenderse e interpretarse solo de un modo aproximativo.
No obstante, debería permitírsenos hacer de vez en cuando un primer recorrido, echar un vistazo breve a algunas de las dependencias de esa casa, las más llamativas e interesantes, a fin de poder hacernos una idea de su ubicación, su arquitectura y sus decorados. Después de ese primer recorrido, cada cual debería poder decidir hacia qué punto de la casa desea regresar para pasar algún tiempo allí. Y es precisamente a uno de esos recorridos a los que pretenden invitar a los lectores los dieciséis ensayos reunidos en este libro. No debe esperarse, de esta incursión, que los visitantes salgan bien pertrechados o entrenados en cuestiones filosóficas, y mucho menos debe aspirarse a obtener título o diploma alguno.
El objetivo del paseo no es el análisis profundo, sino el tener un primer contacto de conocimiento en medio de una atmósfera relajada. Por lo demás, algunos libros secos e inaccesibles pueden mostrarse, gracias a este viaje, desde su lado más atractivo: todos ellos tienen una historia propia y muy personal, y todos se ocupan de cuestiones que, una vez liberadas del polvillo académico, se nos aparecen bajo una nueva luz, una luz, además, más interesante.
El portal, por muy sólido y robusto que pueda parecernos, es la forma natural y más cómoda de entrar a un edificio. Quien hasta ahora se haya cohibido de cruzar su umbral comprobará que el portal de los filósofos se abre para cualquiera que traiga consigo curiosidad, interés y un poquito de tiempo. Tras unos pocos pasos notará que las habitaciones de esta casa no fueron erigidas para un pequeño cenáculo de elegidos, sino para todos los que estén dispuestos a dejarse llevar por ideas que a primera vista resultan tal vez poco habituales, pero que, bien miradas, revelan ser muy dignas de atención. Algunas de ellas, incluso, tal vez no estén muy distantes de nuestros propios pensamientos.
No faltarán expertos que señalen el gran número de obras significativas que no han sido consideradas en este libro. De hecho, se trata efectivamente de una selección muy pequeña, sin pretensiones de exclusividad o de exhaustividad. Cualquier selección de esta índole es siempre discutible. No siempre se ha entrado a considerar obras que están en el centro de los seminarios universitarios, sino más bien aquéllas que ejercieron una influencia específica y encontraron lectores más allá del ámbito de la filosofía, con lo cual, es de esperar, puedan despertar el interés de nuevos lectores tras esta primera visita. El portal de los filósofos no es solamente la entrada a un edificio grande, sino a un edificio abierto y vivo.