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PARA ABRIR LOS CANALES
DE LA CURACION

En el Ayurveda la meta más importante es volver a ponerse en contacto con el cuerpo mecánico cuántico. Llamamos a este proceso “curación cuántica”. Según lo entiende la medicina moderna, las posibilidades curativas del cuerpo son casi infinitas, pero la curación cuántica es infinita. El flujo de inteligencia que burbujea desde el cuerpo mecánico cuántico puede ser canalizado de incontables maneras para lograr cualquier resultado en el cuerpo físico, incluyendo la curación de enfermedades graves que presenten peligro de muerte, y hasta la reversión del proceso de envejecimiento.

Esto será tratado en detalle en las páginas siguientes, cuando analicemos las principales técnicas curativas del Ayurveda. Todas son técnicas médicas utilizadas en nuestras clínicas, pero en su mayor parte tienen también versiones domésticas, que usted puede aprender de este libro o con algunas horas de instrucción por parte de un médico bien preparado en el Ayurveda. El término “técnica curativa” debería ser tomado en su sentido más amplio; no se aplica sólo a los enfermos, sino a quienquiera que desee acercarse a la salud perfecta. Las ocho técnicas a describirse son:

Panchakarma Terapia de los marmas
Meditación trascendental Terapia de la bienaventuranza
Sonido primordial Terapia de los aromas
Diagnóstico por el pulso Terapia musical Gandharva

PANCHAKARMA: PURIFICACION DEL CUERPO

Las impurezas físicas se esfuerzan mucho por ocultarnos nuestra naturaleza perfecta, como el polvo en un espejo. Pero tales impurezas se depositan en un plano mucho más profundo que el polvo, y sus efectos no son sólo físicos, ya que toda nuestra psicología puede alterarse por obra del dolor y el sufrimiento. El valor del panchakarma consiste en que ofrece un tratamiento sistemático para desalojar y eliminar las toxinas de todas las células, utilizando los mismos órganos de eliminación que el cuerpo emplea naturalmente: las glándulas sudoríparas, los vasos sanguíneos, las vías urinarias y los intestinos.

Los textos antiguos alaban al panchakarma como tratamiento estacional para asegurar el equilibrio, en un año. Pese a las elevadas normas de salud por las cuales los norteamericanos se sienten casi siempre sanos, rara vez llegan a la ancianidad libres de enfermedades. En realidad no hay siquiera uno de tres ancianos que no presente señales de cáncer, trastornos cardíacos, artritis, diabetes, osteoporosis y otros trastornos degenerativos, endémicos de la edad avanzada. Todas estas enfermedades carecen de una causa específica; a los ojos de un médico occidental son complejas dolencias que se acumulan a lo largo de toda una vida, algo así como la bola de nieve, al rodar, va acumulando copos diminutos. No hay un único copo de nieve que sea el causante de la bola; sin embargo, con cada uno la bola sigue creciendo. Cuando nos referimos al cuerpo, los copos de nieve son diminutos fragmentos de ama (toxinas) y no podemos pensar en el perfecto equilibrio a menos que sean retirados tan pronto como se los recoja.

Pasos de panchakarma

Aunque panchakarma se traduce literalmente como “las cinco acciones”, en realidad comprende una compleja serie de pasos ajustados a cada tipo físico y requiere una cuidadosa supervisión en el curso de una semana poco más o menos. Ha llevado aproximadamente cinco años clarificar estos procedimientos y adaptarlos para su uso en Occidente. Como ocurrió con otros aspectos del Ayurveda tradicional, el panchakarma ha sido alterado por la confusión y por los diferentes modos en que se practica en toda la India. En el Ayurveda, el panchakarma sigue los siguientes pasos:

Oleación (sneehana). El paciente toma ghee (mantequilla refinada o algún otro aceite medicinal) durante varias mañanas seguidas para suavizar los doshas y reducir a un mínimo la acción digestiva. En términos ayurvédicos, lo que estamos haciendo es apagar momentáneamente a agni, el fuego digestivo.

Laxante (virechana). Se toma un laxante para limpiar el intestino, con lo cual se baja a Pitta y se disminuye más a agni.

Masaje con aceite (abhyanga). Los técnicos aplican un abhyanga en todo el cuerpo, como el que se realiza diariamente en casa, pero doblemente prolongado y mucho más completo. El aceite se combina con hierbas según el tipo físico. Se emplea más energía para aflojar el exceso de doshas y dirigirlos hacia los órganos de eliminación. También existe un tratamiento relacionado con este, llamado shirodhara, en el cual se deja gotear sobre la frente un hilo de aceite de sésamo con hierbas para relajar profundamente el sistema nervioso y equilibrar al Prana Vata, el sub-dosha de Vata que ejerce mayor control sobre el cerebro.

El shirodhara tranquiliza profundamente el sistema nervioso

Tratamientos de sudor (swedana). El vapor de hierbas abre los poros y comienza a liberar al cuerpo de impurezas a través de las glándulas sudoríparas.

Lavativa (basti). Se emplean lavativas medicinales de las cuales el Ayurveda cuenta con más de un centenar por diversos motivos específicos; en general, se aplica este tratamiento para eliminar los doshas desprendidos por el conducto intestinal.

Aplicaciones nasales (nasya). Se inhalan aceites medicinales o mezclas de hierbas, lo cual despeja los pasos sinoidales, libera la mucosidad excesiva y disminuye el Kapha acumulado, que tiende a concentrarse en la cabeza.

Aproximadamente el ochenta por ciento de la eficacia del tratamiento panchakarma se debe a la basti (lavativa medicada). Eso se debe a que el sitio primario de Vata es el colon; retirar su exceso es muy importante para guiar a los otros doshas hacia el equilibrio. Tradicionalmente, el Ayurveda sostiene que los desequilibrios de Vata, Pitta y Kapha se producen en proporción de 4:2:1; de acuerdo con ello es vital equilibrar a Vata si se quiere detener a la generalidad de las enfermedades en su etapa inicial. Sin embargo, deberíamos observar que los enemas domésticos de agua caliente se consideran de mínima utilidad en el Ayurveda, puesto que no han sido preparados con hierbas ni precedidas por las etapas preliminares, en las que se ablandan las impurezas del cuerpo y, ya maduras, se las empuja hacia los órganos de eliminación. No recomendamos ningún tratamiento con enemas que no se haga dentro del panchakarma. Los enemas domésticos, administrados con torpeza o con demasiada frecuencia, pueden ser perjudiciales para el cuerpo.

La enumeración de estos pasos apenas sugiere lo efectivo que puede ser el panchakarma. Los dos casos siguientes pueden proporcionar una idea más aproximada.

Hace diez años, Daniel Frazier, un contratista que se aproximaba a los cincuenta años, comenzó a sufrir dolores de espalda recurrentes. Como ocurre con frecuencia, a los médicos les resultó difícil aislar una causa de ese dolor. Aunque para él eran torturantemente reales, las radiografías no revelaban nada problemático. Después de consultar con varios especialistas, se resignó a vivir con un dolor imposible de diagnosticar. Cuando se presentaba un ataque, permanecía en su casa, en cama, y vivía gracias a una serie de relajantes musculares hasta que pasaba.

Un médico del Ayurveda examinó a Daniel y le informó que su dolor parecía deberse a un desequilibrio de Apana Vata, el subdosha de Vata que controla la parte inferior de la espalda y los intestinos. Se le indicó una rutina tranquilizante para Vata y dos semanas de internación para aplicar panchakarma. Aunque lo normal es un período de una semana, las sesiones se pueden prolongar si el médico lo ordena. Al terminar el tratamiento, el dolor había desaparecido por completo por primera vez en una década. Desde entonces, Daniel no ha sufrido casi dolores; regresa a intervalos regulares para someterse a un panchakarma adicional a fin de evitar cualquier repetición posible de su trastorno.

Cheryl De Luca cayó en un modelo adolescente típico a la edad de diecisiete años, cuando comenzó su problema de acné. Sin embargo, aún lo padecía a los treinta y un años, lo que ya no era absolutamente típico. Por suerte, sus erupciones eran relativamente leves y no la desfiguraban de manera permanente. Aun así, vivir con acné crónico era difícil para ella y le provocaba una gran timidez. Como suele ocurrir, los remedios de venta libre le habían servido de muy poco; reducir el consumo de chocolate, tomates, alimentos fritos y otras comidas sospechosas tuvo escaso efecto.

Alrededor de los veinticinco años, el dermatólogo recetó a Cheryl tetraciclina, un antibiótico ampliamente utilizado para el acné de los adultos. Experimentaba ocasionalmente leves efectos colaterales: molestias estomacales y sensibilidad a la luz diurna potente. Su médico consideraba que era poco precio a pagar a cambio de mantener la enfermedad controlada. A Cheryl, por su parte, le preocupaba la idea de tomar antibióticos diariamente y por tiempo indeterminado. Cuando consultó a una clínica del Ayurveda, su trastorno fue diagnosticado como desequilibrio de Pitta. Uno de los cinco subdoshas de Pitta, Bhrajaka Pitta, da brillo a la piel cuando está en equilibrio, pero suele ser responsable de los problemas epidérmicos cuando lo pierde.

El tratamiento fue muy simple. Se indicó a Cheryl una dieta moderadora para Pitta y se la instruyó en la rutina ayurvédica diaria. Pasó una semana en la clínica de Fairfield, Iowa, para someterse al panchakarma. Su acné empezó a ceder y desapareció por completo en el curso de seis meses. Hace ya un año que está libre de su trastorno y no toma medicación.

Cuándo y cómo practicar el panchakarma

En la India actual, el tratamiento de panchakarma estacional es algo reservado a los ricos y a aquellos pocos que respetan fielmente la tradición ayurvédica. Sin embargo, los textos clásicos establecen claramente que todo el mundo necesita del panchakarma. Lo mejor es hacerlo tres veces al año, al comenzar la primavera, el otoño y el invierno. También se recomienda someterse a él como paciente interno, pues el cuerpo descansa mejor si uno no está obligado a trasladarse hasta la clínica y hacer el viaje de regreso todos los días. Aun así, el tratamiento externo es muy efectivo. Como mínimo, las personas que gozan de buena salud deberían recibir una semana de panchakarma todos los años. Los enfermos sólo pueden someterse al tratamiento como pacientes externos con el asesoramiento de un médico del Ayurveda. En cuanto a los niños menores de doce años, no es habitual someterlos a él a menos que así lo recomiende un médico.

Para mayor información, véase el Apéndice A.

MEDITACION TRASCENDENTAL:
UNA TECNICA PARA IR “MAS ALLA”

La meditación no consiste en obligar a la mente a que se tranquilice sino en buscar la tranquilidad que ya posee. De hecho, si examina el trasfondo estático de culpabilidad, preocupación, resentimiento, frustración, fantasía, deseos no realizados y sueños que habitan en su cabeza, encontrará evidente que el diálogo interior sencillamente le controla. Cada uno es víctima de su memoria; así lo diagnosticaron los sabios ayurvédicos hace miles de años.

Detrás de la pantalla de nuestro diálogo interno existe algo completamente diferente: la paz de una mente que no es prisionera de su pasado. Es ese el silencio al que queremos invocar a través de la meditación. ¿Por qué es tan importante? Porque en el silencio está la cuna de la felicidad. Es allí donde nos brota la inspiración, los sentimientos más tiernos de compasión y solidaridad, la capacidad de amar. Son emociones delicadas y se pueden ahogar fácilmente por el caótico rugir de nuestro diálogo interior. Pero, cuando se descubre la paz de la mente, deja de ser necesario prestar atención a las imágenes que despiertan preocupación, ira y dolor.

Si quiere adquirir todos los beneficios espirituales de la meditación, es importante conseguir un maestro cualificado cuya tradición espiritual usted respete. Pero también existen técnicas de meditación para llegar a la paz interna que puede aprender rápidamente ya que básicamente son técnicas fisiológicas. Estas técnicas usan la paz natural que existe cuando el sistema de mente-cuerpo está relajado.

Cuando esté dispuesto a comenzar, siéntese tranquilamente con sus manos a los lados o sobre su falda. Ahora, con los ojos cerrados, comience a respirar de una manera leve y pausada. Preste atención a su respiración. Sienta cómo el aire entra por la nariz y desciende hacia los pulmones. No inhale bruscamente ni aguante el aire; simplemente respire con naturalidad. Cuando exhale, enfoque la atención en el aire a medida que asciende desde los pulmones y sale suavemente por la nariz.

Nada es forzado en este método. La respiración ocurre gentil y suavemente; usted la sigue como con la suavidad de las hojas que se mueven en lo alto de los árboles. A medida que el ritmo sea más leve, respire aun más suavemente. Le repito: no se esfuerce, deje que la respiración adquiera un paso más relajado y tranquilo. Si empieza a sentir falta de aire, no se preocupe. Eso indica que necesita más aire ya que las preocupaciones están saliendo a la superficie. Quizás esté forzando la respiración a un ritmo más lento del que quisiera tener. Regrese al ritmo con que su cuerpo se sienta más cómodo y natural.

Continúe el ejercicio durante dos a cinco minutos, simplemente dejando los ojos cerrados y concentrándose en el aire a medida que entra y sale de su cuerpo.

Muy bien. ¿Qué le ha ocurrido durante este ejercicio? Seguramente se ha dado cuenta de que, al prestarle más atención a su respiración, se sumergió más en la relajación, y a medida que se relajaba, su mente se mostraba más serena. ¿Se dio cuenta de ello? Si es así seguramente experimentó unos instantes de paz total de los que quizá no se percató porque no le pedí que los buscara. Si se hubiera empeñado en buscarlos no los habría encontrado. Me imagino que hubo períodos en que perdió la noción del tiempo, lo que indica que se estaba acercando a la meta. Mucha gente recibe pensamientos mucho más ligeros de lo normal, otro síntoma de relajación.

Sentado en posición relajada para meditar

A medida que gane más experiencia con la meditación, comenzará a sentir la reaparición de una energía juvenil y una vitalidad que brota desde lo más profundo del sistema nervioso. Este es un cambio muy significativo y la verdadera fuente de la juventud.

La mente se cura a sí misma

La vida de Matt cambió profundamente en el último año de secundaria, época en que sus padres comenzaron a atravesar un agrio divorcio. Desde un principio él había sido un excelente estudiante, capaz de obtener las mejores notas con un mínimo de esfuerzo; gracias a sus calificaciones académicas, había obtenido una beca completa para estudiar en el MIT. Sus padres lo adoraban. La decisión de divorciarse fue difícil para toda la familia; Matt recuerda que, estando acostado, oía las violentas discusiones de sus padres a través de la pared.

Al prolongarse estas disputas, el muchacho comenzó a tener dolores de cabeza. En vez de sentirse alerta y concentrado, notó que caía en períodos de depresión. Abandonó el hogar para ir a la universidad, pero su alejamiento agudizó los síntomas. Los dolores de cabeza se hicieron insoportables; sufría dolor agudo, mareos y vómitos. Su depresión se acentuó; antes de concluir el primer semestre había tenido que abandonar los estudios. A duras penas lograba concentrarse lo suficiente para leer un periódico o escuchar música.

Matt fue a vivir con su padre, un eminente abogado profundamente desilusionado por lo que le había ocurrido a su hijo. Contrató a Matt como empleado de su firma y lo envió a la atención de psiquiatras, que intentaron la terapia de diván a la vez que le administraban antidepresivos. Nada obtenía resultados felices ni siquiera por poco tiempo. El tratamiento médico tampoco logró curar las cefaleas. Al cumplir los veintiún años, Matt estaba aún tan deprimido que debía luchar contra la idea del suicidio.

Por entonces un amigo le habló de la meditación; su médico estuvo de acuerdo en que podía serle útil y le aconsejó que probara. Matt supo entonces que la meditación es una técnica puramente mecánica, empleada durante veinte minutos por la mañana y al atardecer. Uno se sienta tranquilamente en una silla con los ojos cerrados, utilizando como se le ha enseñado una palabra especial, llamada mantra, que no se elige por su significado, sino estrictamente por su sonido. Ese sonido, por sí, atrae a la mente y la guía, sin esfuerzo y naturalmente, hacia un nivel ligeramente más sutil del proceso de pensamiento.

A medida que el mantra viene y va por la conciencia, comienza a buscar niveles aún más sutiles del pensamiento, hasta que todo pensamiento queda atrás. A esta altura decimos que la mente ha trascendido. Como ya no está atrapada en pensamientos de ningún tipo, la mente queda expuesta a su propia y más profunda naturaleza: la conciencia pura. El silencio de la conciencia pura es muy refrescante para la mente, a quien le resulta cada vez más fácil no aferrarse a los viejos patrones de pensamiento; las rígidas maneras de pensar y sentir empiezan a desprenderse por cuenta propia. Cuando esto ocurre, la mente está aprendiendo, en realidad, a curarse sola.

Después de meditar algunas veces, Matt comenzó a notar un cambio evidente en su estado mental. Empezaban a aparecer pequeñas islas de claridad, en las cuales se sentía totalmente alerta, libre del embotamiento de la depresión y pleno de felicidad. Con el tiempo las islas fueron creciendo más y más; Matt vivía para los momentos en que las encontraba. Sin embargo, las islas de claridad se limitaban a sus meditaciones. Cuando estaba activo la depresión volvía con toda su fuerza. Al cabo de unos cuantos meses vino a consultarme.

—Lo que estás experimentando —le dije— son diferentes niveles de conciencia. Tu trabajo está en un nivel; los dolores de cabeza, en otro; tus islas de claridad, en un tercero. La meditación te está llevando progresivamente al fondo de ti mismo, hasta que llegues a la zona que la enfermedad no toca. Esa es una parte muy real de ti mismo.

“En la medida en que sigas meditando, estos momentos de claridad se expandirán y llegarán a ser lo normal. En este momento estás fijado en ciertos modelos de tu conciencia, y tu cuerpo lo sabe. Tu depresión ha capturado tu atención, y por eso te resulta difícil, si no imposible, concentrarte en otras cosas.”

“Pero, como ya has visto, puedes dejarte ir. La meditación es una especie de dejarse ir, dejarse existir, simplemente. Y cuando permitas que esto ocurra, tu atención volverá siempre a ese plano silencioso, apacible, inalterable, que llamamos sencillamente el ser. El ser es el punto de partida de la mente; al volver a él llenas tu mente de esa misma paz, de ese mismo silencio.”

Dibujé un diagrama simple.

“Utilizando la técnica de la trascendencia, uno lleva la mente de la actividad al silencio. Al cabo de pocos segundos o minutos la mente resurge naturalmente, como el buzo que vuelve a la superficie del agua. ¿Qué la trae de regreso? Los mismos impulsos que nos guían todos los días: nuestros deseos. Un leve deseo causa un murmullo de actividad dentro del silencio; ese murmullo se expande y, a su debido tiempo, tienes un pensamiento completo.

“Sin embargo este pensamiento no es como los de antes. Tendrá un aura de felicidad y frescura, sólo porque lo has obtenido de un nivel más profundo de ti mismo.”

Matt mencionó que recientemente había aparecido un nuevo fenómeno. Cuando experimentaba un momento de claridad veía súbitamente versos. Estos formaban un poema completo, que no venía a él palabra por palabra, ni tampoco por el proceso de pensamiento ordinario. Simplemente, aparecía.

“Es una buena señal —le dije—. Según te vas aproximando a tu propio centro creativo, todo tu estilo de pensamiento cambia. En vez de aparecer por trocitos, las cosas se presentan como un todo. En lugar de conflictos preocupantes no hay conflicto alguno. El ser es un paisaje diferente, un nuevo panorama que la mente debe absorber. Mientras estés en ese paisaje experimentarás tu propio ser como algo completamente distinto.”

En tono suave, agregué:

“El intenso sufrimiento que experimentas en tu mente es una distracción que te aparta de la realidad. La realidad es que puedes ir a esas islas apacibles cuando quieras. Son partes permanentes de tu ser; si vivieras permanentemente en ellas la depresión no podría afectarte. Lo que la meditación te está enseñando es que la realidad, en el sentido de totalidad, tiene una atracción poderosa. Trata de llamarte al hogar. Ya comienzas a tener confianza en este proceso, ¿verdad?”

Matt admitió que así era. Agregó que sus dolores de cabeza habían disminuido notablemente y que comenzaba a estudiar la posibilidad de dedicarse al sueño de toda su vida: convertirse en escritor.

“Esa confianza es otra buena señal —dije—. Te estás acordando de ti mismo. Encontrar tu propio ser es un proceso muy profundo, que no tiene fin. Tu cuerpo escucha ahora señales más saludables. Mientras continúes llevando tu mente de regreso a su fuente, una y otra vez, las señales serán cada vez más saludables. Has hecho un descubrimiento decisivo; curarte es sólo cuestión de tiempo.”

La meditación como medicina

Esta es la alentadora historia de un solo paciente, pero la aplicación de la meditación a trastornos mayores es también muy prometedora. Uno de los mejores ejemplos es el de la presión elevada o hipertensión, el infame “asesino silencioso”, que casi no presenta síntomas, pese a estar relacionado con gran parte de los ataques cardíacos.

No menos de la tercera parte de los norteamericanos adultos están en el límite de la hipertensión. Se calcula que treinta millones han recibido ya una advertencia de su médico, pero no siguen ningún tratamiento. La hipertensión fronteriza suele responder muy bien a la meditación. Esto fue demostrado por primera vez en un estudio realizado en 1974 en la Escuela de Medicina de Harvard. Se observó a veintidós pacientes hipertensos mil doscientas veces, antes y después de que aprendieran a meditar. En un período comprendido entre un mes y cinco años, sus lecturas promedio descendieron de 150/94 a 141/88. Esto fue suficiente para que la cifra baja —presión diastólica— descendiera de lo fronterizo a una lectura aceptable; no bajó lo suficiente la cifra alta —presión sistólica—, que se considera normal entre 120 y 130, pero al menos había una mejoría significativa. Estos resultados repetidos posteriormente en muchos otros estudios eran independientes de que los sujetos estuvieran o no medicados para regular la presión sanguínea.

Se puede pensar que reducir una leve hipertensión no es un gran logro; sin embargo, hasta una leve elevación de la presión sanguínea se considera muy peligrosa a largo plazo. Uno de cada dos fallecimientos asociados con la hipertensión pertenecen a la zona fronteriza. Para las compañías de seguros la hipertensión es el indicador más importante de la expectativa de vida. Un hombre de edad madura con presión normal —120/80— tiene probabilidades de vivir dieciséis años más que alguien con hipertensión moderada —150/100—. Con sólo practicar meditación, la mayoría de las personas menores de cuarenta años podrían descender por debajo del límite fijado para la hipertensión fronteriza, que es de 130/90.

La meditación también puede bajar los niveles de colesterol anormalmente altos. El colesterol es un factor de riesgo primario de ataques cardíacos, pues el exceso de colesterol en la sangre tiene una relación directa con las placas de grasa depositadas en las arterias que conducen al corazón. Superficialmente parece asombroso que la mente pueda controlar el colesterol sérico. El colesterol sérico está determinado por una compleja interacción de diversos factores, todos ellos físicos: la dieta, la edad, la herencia, la eficacia digestiva y el funcionamiento del hígado desempeñan una parte importante. Pero en 1979 los investigadores israelitas M. J. Cooper y M. M. Aygen seleccionaron veintitrés pacientes con niveles de colesterol elevados; a doce se les enseñó la meditación, que practicaron durante once meses; a los once restantes, no.

Al terminar este período, el grupo meditador mostraba un evidente descenso en el nivel de colesterol, de un promedio de 255 a 225 —una lectura de 220 es lo normal entre los adultos de los Estados Unidos—. Los no meditadores no presentaban ninguna disminución significativa. Los sujetos fueron seleccionados de modo tal que la edad, la dieta, el peso y el ejercicio no fueran factores. En un estudio aparte realizado por el mismo equipo se obtuvieron reducciones similares; en esta oportunidad se demostró que se podía bajar el nivel de colesterol en personas que tenían topes más normales.

Estos descubrimiento sugieren que se puede influir sobre todo el sistema mente-cuerpo mediante una simple técnica mental. Los resultados alentadores obtenidos con la hipertensión y el colesterol se han expandido recientemente a muchas otras enfermedades. En 1987, el doctor David Orme-Johnson, psicólogo investigador de la Universidad Internacional Maharishi, examinó la salud de dos mil meditadores. Todos los sujetos seleccionados por Orme-Johnson pertenecían a una póliza de seguro de salud grupal para meditadores. Para poder inscribirse cada uno firmaba un documento en el que declaraba que meditaba con regularidad; también se prestaba a un chequeo periódico, por el que se verificaba que estuviera meditando correctamente. Esta póliza estaba respaldada por una compañía aseguradora que cubría a otros cientos de grupos. No había requisitos previos en cuanto a dietas o estilos de vida.

Orme-Johnson quiso saber con qué frecuencia el meditador típico consultaba al médico comparado con el promedio. La diferencia resultó asombrosa. Los meditadores recurrían al tratamiento médico:

46,8% menos durante la niñez y la adolescencia (0 a 19 años).

54,7% menos durante la juventud (19 a 39 años).

73,7% menos durante la edad avanzada (de 40 años en adelante).

Esto representa una sorprendente mejoría en la salud. El meditador de edad madura, por ejemplo, concurre a la consulta una vez por cada cuatro veces que lo hace una persona común. También resulta significativo que la gente mayor sea la más beneficiada. En cuanto a las enfermedades específicas, el estudio descubrió que los ataques cardíacos y el cáncer, las dos principales causas de fallecimiento en Norteamérica, se reducían muy por debajo de lo normal. Los meditadores tenían:

87,3% menos de hospitalizaciones por trastornos cardíacos.

55,4% menos de hospitalizaciones por tumores benignos y malignos de cualquier tipo.

Nadie ha visto reducciones como esta con el empleo de las técnicas de prevención convencionales. Si una droga reductora de colesterol pudiera reducir los ataques cardíacos en un cincuenta por ciento, todos los diarios del mundo lo publicarían en primera plana —obviamente no ha sido así—. Y esto tiene doble validez en cuanto a las cifras de cáncer. Cualquier reducción en este terreno constituiría un descubrimiento revolucionario. Tras cincuenta años de investigaciones que cuentan con grandes fondos, la tasa media de cáncer permanece inalterada en los Estados Unidos y el tiempo de vida de los pacientes a partir del diagnóstico no se ha extendido significativamente. Esto vale para los pacientes como grupo; como individuos, desde luego, pueden tener mejor suerte que la indicada por las estadísticas; en ciertos tipos de cáncer, como la leucemia infantil y el cáncer de mama localizado, la medicina ha logrado grandes progresos.

Para que la comparación fuera justa, Orme-Johnson utilizó a seiscientos mil miembros de la misma compañía de seguros de salud. Examinó todas las reclamaciones presentadas en los cinco años comprendidos entre 1980 y 1985 para asegurarse de que no estaba ante una pasajera desviación de lo normal. En total, el meditador medio —fuese niño, joven, adulto o anciano— visitaba al médico la mitad de veces de lo que lo hacía el norteamericano común.

Como aprender a meditar

Como es una técnica sutil y especializada, la meditación debe ser aprendida de un instructor calificado; no se puede aprender de un libro. La técnica se enseña en diversos centros en los Estados Unidos y Canadá. En páginas anteriores expliqué una simple técnica de meditación que le puede brindar enormes beneficios.

Sé que otros libros se han propuesto enseñar la técnica de la meditación. Quienes la aprenden debidamente tienen una buena posibilidad de continuar practicándola; en cambio, quienes la adquieren a través de un libro suelen abandonarla al cabo de algunos días o de pocas semanas; a lo sumo, habrán recibido un dudoso beneficio. Una instrucción calificada garantiza que se enseñe la técnica correctamente, en todos sus detalles, y que se la ajuste a las necesidades de cada individuo.

Recientemente me invitaron a formar parte del Centro de Medicina Mente-Cuerpo de la ciudad de San Diego en calidad de director ejecutivo. Varias de estas técnicas se enseñan en el Centro. Damos cursos de meditación y de otras técnicas que hemos presentado en este libro. Para más información sobre estos cursos consulte con el Apéndice A. El Centro de Medicina Mente-Cuerpo de la ciudad de San Diego provee cuidado a pacientes y ofrece educación y consejería. Además conduce experimentos y estudios sobre las técnicas mente-cuerpo y otros asuntos ayurvédicos.

SONIDO PRIMORDIAL: LAS VIBRACIONES
MAS FINAS DE LA NATURALEZA

Una vez que una persona aprende a trascender, su mente se abre a sí misma de una manera nueva. Esto es muy beneficioso, como ya hemos visto, pero la historia no se reduce a ello. También se puede aprender a manipular los estratos sutiles de la mente. Para eso existen técnicas especiales, la primera de las cuales se denomina “sonido primordial”. Toma su nombre de las leves vibraciones que se pueden detectar cuando la mente está casi totalmente en silencio. Según el Ayurveda, esos levísimos sonidos no son casuales: de ellos está compuesta toda la naturaleza. En el completo silencio del universo mecánico cuántico, los sonidos primordiales nacen, forman modelos y, con el tiempo, florecen en materia, energía y en toda la infinita variedad de las cosas hechas de materia y energía: estrellas, árboles, rocas y seres humanos.

La teoría en la que se apoya el tratamiento por sonidos primordiales es que la mente puede retornar al nivel cuántico, introducir ciertos sonidos que se pueden haber distorsionado en algún punto del trayecto y, de este modo, ejercer en el cuerpo una profunda influencia curativa.

Realidad cuántica

Puesto que este concepto resulta tan extraño a las personas arraigadas en la realidad material, como lo estamos todos, tomemos un momento para poner en perspectiva el sonido primordial. Los médicos occidentales ya saben que en el plano más profundo del mundo natural encontramos el campo cuántico. Se define el cuanto como la unidad más pequeña de luz, electricidad u otra energía que pueda existir. La palabra cuanto proviene del latin, quantum, que significa “¿cuánto?” La realidad cuántica desafía los conceptos del sentido común. Por ejemplo, en ella no hay materia sólida. Antes se consideraba que el átomo era la partícula más pequeña de materia de toda la creación. En realidad, la palabra átomo proviene del griego y significa “que no puede ser dividido”. Sin embargo, visto de cerca, el átomo está compuesto de trocitos de materia aún más diminutos, que giran a deslumbrante velocidad alrededor de un espacio vacío, tan vacío que rivaliza con el abismo del espacio intergaláctico; el intervalo entre dos electrones es proporcionalmente más grande que el existente entre la Tierra y el Sol.

Si enfocamos estos pequeños trozos de materia subatómica descubrimos que no son materiales en absoluto, sino meras vibraciones de energía que han tomado cierto aspecto de solidez. Este descubrimiento de que la materia es una fluctuación de la energía con diferente disfraz, impulsó la revolución cuántica encabezada por Einstein y sus colegas a principios de este siglo. En vez de confiar en partículas sólidas que se movían como bolas de billar en una mesa, los físicos se encontraron frente a fantasmales vibraciones que parecían sustanciales ahora y abstractas un momento después.

La revolución cuántica produjo un inevitable cambio en nuestra visión del mundo. La física cuántica demostró que la infinita variedad de objetos que vemos a nuestro alrededor —estrellas, galaxias, montañas, árboles, mariposas y amebas— está conectada por infinitos, eternos, ilimitados campos cuánticos, una especie de cobertor invisible en el cual está cosida toda la creación. Los objetos que nos parecen individuales y claros están, en realidad, bordados en el diseño de este vasto edredón. Los duros límites de cualquier objeto, tal como una mesa o una silla, son una ilusión que nos imponen los límites de nuestra vista. Si tuviéramos ojos afinados con el mundo cuántico, veríamos que estos bordes se tornan borrosos hasta fundirse, dando paso a ilimitados campos cuánticos. Descubrir este plano cuántico de la naturaleza ha tenido sus aplicaciones prácticas ya que nos ha brindado los rayos X, los transistores, los superconductores y el láser, elementos que eran inconcebibles antes de que la ciencia profundizara más en la trama de la creación.

Ahora creemos que existe un solo supercampo, llamado el campo unificado; esa es la realidad última que yace en toda la naturaleza. Como el árbol, cuyas pequeñas ramas llevan a tallos, los tallos a ramas y estas a un tronco principal, toda la multiplicidad de la naturaleza se une en este único campo que todo lo abarca. Puesto que nosotros también integramos la naturaleza, debemos ser parte del campo unificado. Está en nosotros y a nuestro alrededor en todo momento.

Es posible experimentar este campo totalizador en nuestra propia mente gracias a la meditación. Un practicante de MT describe así la experiencia:

Siento que los límites de la mente se corren hacia afuera, como la circunferencia de un círculo cada vez más amplio, hasta que el círculo desaparece y sólo queda el infinito. Es una sensación de gran libertad, pero también de naturalidad, mucho más real y natural que permanecer confinado en un espacio reducido.

Sin duda se trata de un profundo cambio de conciencia, merced al cual la mente capta una verdad nueva y profunda: que el ser humano no es sólo un paquete de carne y sangre localizado en el tiempo y en el espacio. En realidad, tenemos dos hogares: uno, local; el otro, infinito. Si nos volvemos hacia la física, descubrimos que el mundo de nuestros sentidos, los electrones, los quarks y otras partículas elementales también parecen estar localizados en el tiempo y en el espacio. Pero, una vez que nos aventuramos más allá del umbral cuántico, cada partícula es el borde de una ola que se extiende infinitamente en todas direcciones a través del espacio-tiempo. Esto significa que no podemos ver adecuadamente nuestro propio ser sino cuando cobramos conciencia de ambas identidades.

El mismo meditador continúa:

A veces la sensación de infinito es tan fuerte que pierdo la sensación del cuerpo o de la materia en una conciencia infinita, ilimitada, un eterno y a la vez cambiante continuo de conciencia.

Es bastante improbable que esta descripción sea sólo una ilusión subjetiva. Las hay registradas en cantidad incontable en toda la tradición espiritual del hombre, tanto en Oriente como en Occidente.

El sonido como medicina

Surge la pregunta obvia: ¿cómo nos conectamos con el campo unificado? Por medio de “hebras” invisibles compuestas de leves vibraciones: lo que el Ayurveda denomina sonido primordial. Esto también es posible desde el punto de vista de la física moderna. Es obvio que, cuando dos electrones se mantienen juntos en un átomo de helio, pese al inmenso vacío que los separa, está presente un vínculo invisible pero muy potente. Este vínculo también debe contener un elemento de designio, puesto que cada átomo del universo es perfecto y permanece perfecto para siempre.

Los sabios del Ayurveda aseguraban haber detectado esos vínculos, que actúan como pegamento del universo, mediante sonidos que llegaban a su propia conciencia. Por haberlos oído, los sabios también pudieron reproducirlos y trasmitirlos a otros. Un sonido primordial puede ser emitido o cantado en voz alta; es incluso más poderoso si se utiliza interiormente como sonido mental. La prueba de que el sonido primordial es verdadero consiste en su aplicación. Si el cuerpo está básicamente unido por sonidos, tal como sostenían los sabios, la presencia de una enfermedad significa que algunos sonidos deben de haberse desafinado.

Sólo al cumplir los ochenta años comenzó Agnes Reiner a tener dificultades con el corazón. A esa edad empezó a experimentar ataques recurrentes de sordos dolores en el pecho; se le diagnosticó una angina de pecho. Agnes no tenía que hacer esfuerzos excesivos para provocarse un ataque; podía sufrirlos estando sentada y quieta, o despertar jadeando en plena noche.

Su diario registra sesenta episodios entre enero y marzo al manifestarse la angina; eso equivale a un ataque cada tres días. Algunos eran leves y pasaban al cabo de dos o tres minutos; otros, mucho más graves, se presentaban como dolores que emanaban del centro del pecho durante diez minutos, dejándola jadeante y débil. “Si llegué a esta edad, no fue preocupándome por mis problemas”, decía a sus amigos. Aun así, la experiencia la asustaba.

Cuando visitó a su cardiólogo los exámenes no descubrieron ningún bloqueo grave en las arterias coronarias. Como casi todos los ancianos tenía las arterias algo endurecidas, pero sin grandes depósitos de grasa que privaran de oxígeno al músculo cardíaco. Sin embargo, existe una segunda clase de angina que resulta de espasmos en las arterias coronarias; eso era lo que Agnes padecía. Sus arterias eran lo suficientemente estrechas como para que la más leve tensión, aunque fuera imperceptible, las oprimiera al punto de provocarle un ataque de angina.

—No sabemos demasiado sobre este trastorno —le dijo el médico—. Desde ahora, modérese.

—Cuando una tiene ochenta y ocho años —le espetó Agnes— no hace otra cosa que moderarse.

Le dieron la medicación habitual: píldoras de nitroglicerina, que aliviaban el dolor, aunque sin ofrecerle ninguna posibilidad de cura. Las drogas más recientes, como los bloquea-dores beta, suelen ser muy efectivas para estabilizar los espasmos de la angina, pero hubo que descartarlas, pues Agnes había sufrido de asma; de cualquier modo, esas drogas tampoco son curativas.

A principios de junio, por consejo de su hijo, Agnes se convirtió en nuestra paciente. Después de tomar un historial clínico completo, la instruimos en sonido primordial. Como Agnes ya practicaba Meditación Trascendental, estaba familiarizada con el empleo de sonidos interiores.

—Un sonido primordial funciona del mismo modo —le dije—, pero su finalidad es algo diferente. Si contemplamos cualquiera de los procesos que se producen en nuestro cuerpo, se puede reducir a una serie de pasos que forman una secuencia exacta: uno, dos, tres, cuatro, cinco, etcétera. En otras palabras, todo tiene un principio, un medio y un fin, precisamente dispuestos de modo tal que ninguna de las partes puede salir de su sitio. Por el momento dejaremos a un lado lo que son esos pasos en realidad; los números podrían representar un esquema de neuronas disparándose en el cerebro, la liberación de un neuropéptido, la secreción de una enzima, y así sucesivamente.

“Nuestro ADN no es, en sí, sino una serie de átomos muy comunes: primordialmente, carbono, hidrógeno y oxígeno, ligados entre sí por cierta secuencia de vibraciones demasiado sutiles para ser medidas con instrumentos vulgares. Pero esa misma sutileza las hace poderosas; a la menor desviación, aunque sea de una millonésima de milímetro, la exquisita inteligencia que hace tan milagrosa la molécula de ADN se desintegraría. En un sentido muy real, esas vibraciones minúsculas e invisibles que ligan al ADN, milenio tras milenio, son las ataduras más potentes de la naturaleza.

“Intelectualmente no se pueden analizar todas estas vibraciones, pero ahora sabemos que existen y que la naturaleza las combina en perfecta armonía. Sin embargo, a veces ocurre que una secuencia sale de su línea. En ese caso, el Ayurveda nos indica que apliquemos un sonido primordial específi-camente elegido, como un molde que deslizáramos sobre las células perturbadas para ponerlas en línea, no en el sentido físico, sino reparando la secuencia de sonido que hay en el centro de toda célula.

“En el caso de un trastorno como la angina, sabemos que el cerebro envía señales específicas que contraen las arterias, operando a través de moléculas mensajeras que estimulan las células nerviosas y musculares de las capas intermedias de los vasos sanguíneos. Los espasmos son provocados por algún tipo de mensaje indebido. Ciertas medicinas —los bloqueadores beta, por ejemplo— aprovechan esto al inhibir la acción de los mensajeros químicos del cerebro de modo que no lleguen a entregar su mensaje. Pero la verdadera fuente de estas moléculas está en la mente. Si uno fuera sin rodeos al proceso de pensamiento y corrigiera los impulsos del cerebro, el tratamiento sería más efectivo y más suave. Esa es la finalidad del sonido primordial.”

Agnes quedó encantada con estos nuevos conceptos. Después de enseñarle la técnica le recomendé que la empleara todos los días durante un período determinado; también podía recurrir a ella en cuanto se presentara un ataque de angina. Se le aconsejó que continuara poniéndose una tableta de nitroglicerina bajo la lengua, lo cual eliminaría cualquier dolor en pocos minutos.

Dos meses después, Agnes me envió una alegre carta que comenzaba diciendo: “¡No tengo más dolores!” Los ataques de angina habían cesado el mismo día en que aprendió la técnica de sonido primordial sin presentarse jamás. Sus palabras traslucían deleite y alivio. Ahora se siente cómoda en actividad, aunque los enfermos de angina suelen preocuparse mucho por no hacer esfuerzos, ni siquiera leves. Ya no lleva píldoras de nitroglicerina en su bolso, y este verano, en una decisión audaz, se inscribió como estudiante en la universidad. Me cuenta con orgullo que es la estudiante más anciana en toda la historia de la institución.

* * *

El grado de curación logrado por el sonido primordial varía de una persona a otra. Después de prescribirlo durante tres años, he presenciado cientos de casos en los que pacientes que padecían de enfermedades cardíacas, cáncer, esclerosis múltiple y hasta sida han experimentado alivio del dolor, nerviosismo y varios síntomas inquietantes más. Todos son informes anecdóticos, lo cual significa que no han sido estudiados estadísticamente, utilizando los controles necesarios para su validación científica. Por tanto, no se pueden ofrecer como prueba de que esta cura mental sea efectiva; según las normas de la medicina científica, hay mucho camino por recorrer antes de que se disponga de pruebas indiscutibles.

Por otra parte, el enfoque ayurvédico arraiga en milenios de experiencia; su uso puede complementar los beneficios del tratamiento médico habitual.

Cómo aprender el sonido primordial

La técnica del sonido primordial es un tratamiento médico, que enseña un médico del calificado Ayurveda, después de un diagnóstico completo del estado del paciente. Como alternativa es posible inscribirse en un programa especial de sonido primordial, seminario de medio día que se imparte en nuestras clínicas y en el que se enseña la teoría sobre la cual se apoya este enfoque. El programa de sonido primordial se enseña a personas saludables y enfermas por igual sin que se requiera diagnóstico médico.

Descubrir que el cuerpo humano es fundamentalmente una trama de sonidos surge como revelación; cuando se pone en práctica la teoría rinde resultados notables. En cuestión de pocas horas cambia por completo la imagen que de nosotros mismos tenemos; con frecuencia la gente habla de transformaciones extraordinarias en sus poderes de percepción. El sonido primordial es una ilustración perfecta del viejo dicho ayurvédico: “El mundo es tal como eres tú”. Cuando se abre nuestra percepción “aquí dentro”, lo mismo ocurre con todo lo de “allí fuera”.

DIAGNOSTICO POR EL PULSO:
MENSAJES DEL CUERPO
MECÁNICO CUÁNTICO

Más allá de nuestras células, tejidos y órganos, existe una abundante actividad de la que apenas tenemos conciencia, si acaso la tenemos. Forma complejos esquemas, tan sutiles y tan importantes para nuestra existencia como el sonido primordial, pero que se perciben por el sentido del tacto. Si tuviéramos que investigar esta actividad pequeño trozo a pequeño trozo, sería interminablemente complejo —tan complejo como desentrañar cada uno de los tres mil millones de fragmentos genéticos codificados en cada fibra de nuestro ADN—. Por suerte, el Ayurveda dice que todas estas señales se encuentran convenientemente agrupadas en un mismo punto: el pulso.

Según la teoría ayurvédica, cada célula envía su propia e inigualable señal al corazón por medio de la sangre. Estas señales individuales se comprimen luego en una sola “frecuencia portadora”: el pulso, que se puede decodificar para saber qué está pasando en el hígado o en el estómago, en el ventrículo derecho del corazón o la parte izquierda de la tiroides. Basta una onda de radio para trasmitir una sinfonía entera; de la misma manera, la naturaleza ha ideado el modo de trasmitir todas las actividades del cuerpo por medio del pulso.

Un maestro del diagnóstico

El pulso es la entrada al cuerpo mecánico cuántico. Y puesto que el cuerpo cuántico se extiende en todas direcciones al campo cuántico, el pulso recibe la influencia de lo que ocurre en todo el universo. Un médico ayurvédico puede detectar inmediatamente con sólo tocarnos la muñeca cualquier desequilibrio de Vata, Pitta y Kapha. Un renombrado experto en esta técnica —conocida como Nadi Vigyan— es el doctor B. D. Triguna, a quien presentamos en el capítulo tres. En una de sus frecuentes visitas a los Estados Unidos, Trigunaji fue consultado por Hal Ashley, un contratista que sufría de dolores crónicos en la zona lumbar desde hacía varios años. Cada vez que su espalda era atacada por espasmos, Hal quedaba completamente incapacitado durante varios días seguidos. Como suele ocurrir, sus médicos no hallaban en su espalda ningún daño orgánico evidente. Sólo contaba con grandes dosis de relajantes musculares para aliviar sus espasmos y calmantes para reducir el dolor.

Sin conocer estos datos, el doctor Triguna tomó el pulso a Hal unos segundos y anunció que, varios años antes, su espalda había sufrido una herida. Hal reconoció que sus dolores habían comenzado poco después de que él cayera de una escalerilla en una obra en construcción. Ese golpe, dijo Trigunaji, no había dañado de gravedad los músculos, pero sí desequilibró a Apana Vata, el subdosha localizado en el abdomen. Esta es una de las más comunes entre las causas de dolores de espalda que no se pueden diagnosticar.

El Apana Vata desplazado a su vez atraía el ama a la parte inferior de la espalda, facilitando el desequilibrio de Vata y dificultando el regreso al equilibrio de esa parte del cuerpo. Eso explicaba el hecho de que los dolores de Hal fueran cada vez más frecuentes y severos. Triguna detectó que Hal, que era un tipo Pitta, tenía ahora una vikriti —tipo físico desequilibrado— Vata-Pitta como resultado de su prolongado agravamiento de Vata.

La solución para todo esto fue, en primer término, un tratamiento de panchakarma, a fin de retirar las toxinas acumuladas en los músculos de la espalda; a eso siguió una estable rutina de dieta apaciguadora para Vata, largos períodos de reposo, hábitos de descanso regulares, masajes diarios con aceite de sésamo, etcétera. También se recetaron a Hal hierbas específicas, aconsejadas por el Ayurveda para su estado. El cumplió con el consejo de Triguna. Para su alegría, los dolores crónicos desaparecieron el mismo día en que concluyó el tratamiento de panchakarma en la clínica. En los meses siguientes los espasmos se reiteraron pero con mucha menor frecuencia. El siguió con su rutina moderadora de Vata y se sometió al panchakarma dos veces más. Ha pasado un año y, desde entonces, Hal no ha sufrido espasmos en la espalda.

El diagnóstico por el pulso es asombrosamente amplio. He visto al doctor Triguna detectar no sólo el tipo físico de una persona y el estado de desequilibrio de cualquier dosha —eso es cosa de rutina para él, cuyos descubrimientos han sido repetidamente verificados por los médicos que presencian su trabajo—, sino también las diversas cualidades de los doshas: rápido, lento, caliente, frío, áspero, oleoso, etcétera. Le he oído enumerar a sus pacientes dolores crónicos, anormalidades en el nivel de azúcar y la digestión, problemas cardíacos, de hígado o de riñón y úlceras, todo sin conocimiento previo. Puede percibir tumores no diagnosticados, de los cuales describe la localización y el tamaño; también sabe determinar si son malignos o benignos. Más aún: es capaz de tomar toda una historia clínica por medio del pulso, pues descubre qué enfermedades ha sufrido el paciente en el pasado y cuáles puede presentar en el futuro. Sus pronósticos incluyen la gravedad de la futura enfermedad y la facilidad, dificultad o imposibilidad de curarla. (Como consideramos que los diagnósticos muy desfavorables, sobre todo con respecto a enfermedades que pueden ser mortales, disminuyen la capacidad del paciente de recuperarse, nunca los comunicamos.)

Cómo se toma el pulso ayurvédico

Como el cuerpo mecánico cuántico no se puede ver ni tocar, la única manera segura de verificar su existencia es utilizar tecnología basada en él. El diagnóstico por el pulso es parte de esta tecnología. Cuando un experto nos toca la muñeca, lo que hace es sondear profundamente nuestro estado de salud general. Para comenzar, el pulso está intimamente relacionado con el tipo físico. Se dice que un tipo Kapha característico tiene un pulso lento y deslizante, simbolizado por un cisne. El pulso de Pitta es más rápido y se siente con potencia, palpitante, parecido a una rana. El pulso Vata es el más rápido de todos y parece irregular, hasta vacilante; por eso se le compara con una serpiente. Por tanto, lo primero que debe aprender el intérprete del pulso es a distinguir la serpiente de la rana y del cisne para dar una clave vital del tipo físico del paciente.

En realidad los tres pulsos distintos están presentes en todos, pero el más destacado indica el tipo físico particular. El diagnóstico por el pulso puede diferenciar a una persona Pitta-Vata de una Vata-Pitta, detectando que la rana es más fuerte en el primero y la serpiente en el segundo. En la ilustración se ve que se emplean tres dedos para tomar el pulso ayurvédico, cada uno presionando levemente un sector diferente de la arteria radial.

En los hombres se utiliza el brazo derecho; en las mujeres, el izquierdo. La posición ilustrada a continuación es la de un hombre que se toma el pulso a sí mismo; por eso la mano izquierda interviene desde abajo.

Para hallar la arteria radial localice primero la cabeza del radio, el bulto localizado en la parte exterior del hueso de la muñeca, justo debajo del pulgar. Si mueve el dedo índice apenas por debajo de ese punto, hallará la arteria radial. Ahora apoye en línea índice, medio y anular y presione hasta sentir tres pulsos por separado. Su dedo índice estará sobre el pulso Vata; el medio, sobre el pulso Pitta; el anular, sobre Kapha. Puesto que la arteria radial se hunde más profundamente bajo la carne al alejarse de la muñeca, a algunas personas les resulta difícil detectar el pulso Kapha; esta puede ser una señal de que su prakriti no contiene mucho Kapha o que su cuerpo no está expresando mucho Kapha en ese momento. Sin embargo, habitualmente se puede detectar el pulso Kapha presionando un poco más con el tercer dedo.

Cómo se toma el pulso ayurvédico

Toda la técnica de interpretación del pulso depende de la sensibilidad con que podamos recibir los impulsos trasmitidos a través de la punta de los dedos, y eso depende de varios factores más: el adiestramiento, lo alertas que estemos y la práctica. Quien diagnostica según el pulso comienza por realizar decenas de lecturas diarias en sí mismo hasta familiarizarse íntimamente con las variaciones que experimenta su propio pulso durante el día antes de proseguir con la etapa siguiente: efectuar centenares de lecturas diarias en otras personas. Sin embargo, cuando se domina la técnica no hay límites a lo que se puede saber. Todo el mundo presenta un pulso profundo que se detecta presionando con firmeza y revela la composición dosha con la que el paciente nació. Existe también un pulso superficial, que parece flotar sobre el profundo; se detecta con un toque muy leve y trasmite el estado actual de los doshas.

Como sabemos, los doshas cambian sin cesar; por tanto, quien interprete el pulso debe ser sensible a muchos tipos de variaciones: la edad, la estación y la hora marcan diferencias en el pulso, junto con todas las posibles variaciones de nuestra salud. Una persona afectada de neumonía no tiene sólo el pulso débil: allí se cuenta toda la historia de la enfermedad desde el plano de los doshas.

Aprender a detectar la enfermedad desde el pulso es algo que corresponde al médico, pero cualquiera puede familiarizarse con su propio pulso y adquirir fascinantes conocimientos sobre cómo varían sus doshas con el tiempo. Por ejemplo, por la mañana el pulso es lento y estable; durante el día comienza a presentar picos de Vata, Pitta o Kapha. El pulso Pitta es más alto durante una comida e inmediatamente después de ella, pero da paso a Kapha mientras digerimos. Vata se presentará con fuerza en cuanto el estómago vuelva a vaciarse —todos los espacios vacíos del cuerpo están dominados por Vata—. Otras variaciones van apareciendo a medida que cambiamos de actividad, nos preparamos para dormir, experimentamos profundos pensamientos o sensaciones, etcétera.

Si se interrumpen estos esquemas normales, eso nos da la clave de que los doshas pueden estar desequilibrados. El pulso que presenta un exceso de serpiente, rana o cisne —o una carencia de cualquiera de ellos— puede estar indicándonos que tomemos medidas para equilibrar el cuerpo. Una falta de serenidad en el pulso al despertar por la mañana puede indicar tensiones acumuladas que el sueño no ha podido disipar. Entre nuestros pacientes, los que aprenden a interpretar el pulso reciben el consejo de llevar registros, efectuando de tres a doce lecturas diarias de sí mismos; esta base de datos les proporciona una verdadera intimidad con sus propios doshas por medio del contacto personal.

Por añadidura esto tiene un valor terapéutico. Cuando presionamos un dedo contra el pulso estamos cerrando un circuito, poniendo a la conciencia mental en contacto con la conciencia física. Mientras la mente percibe el mundo a través de la punta de los dedos —cada una de las cuales está equipada con mil trescientas terminales nerviosas que pueden ejecutar cambios instantáneos en la química del cerebro—, el pulso envía cientos de señales que esperan ser recogidas. Una de las principales razones por las cuales estas señales pueden estar fuera de línea es que no tenemos conciencia de que existen. Por eso, el simple acto de tomarnos el pulso trae información nueva a la conciencia e inicia el sutil acto de equilibrar el flujo interior de la inteligencia.

Cómo aprender a diagnosticar por el pulso

Cualquier paciente que va a la consulta de un médico del Ayurveda recibe por rutina un diagnóstico por el pulso; esta es una buena oportunidad para hacer preguntas sobre lo que expresa nuestro pulso. Recibir la interpretación del doctor Triguna y otros especialistas indios muy experimentados es una oportunidad incomparable, pero en los Estados Unidos se están preparando con mucha celeridad expertos en el diagnóstico por el pulso. Existe un curso de siete lecciones ideado por el más experto de los profesionales norteamericanos, el doctor John Douillard. Este curso ofrece una comprensión práctica y teórica del Nadi Vigyan, después de la cual se domina la técnica mediante la práctica.

TERAPIA MARMA: ESTIMULACION
DE LOS PUNTOS EN QUE SE ENCUENTRAN
MENTEY CUERPO

Como en toda célula hay inteligencia, la mente y el cuerpo se reúnen por doquier, no sólo en el cerebro; en realidad, una vez que le quitamos la máscara física, la célula es un punto de unión entre la materia y la conciencia, una estación en la que se cruzan el cuerpo mecánico cuántico y el mundo exterior. Sin embargo, ciertos puntos de unión son más vitales que otros. El Ayurveda utiliza algunos puntos sumamente sensibles localizados en la piel. Existen ciento siete de estos denominados marmas. Aunque invisibles a la vista, los marmas son accesibles mediante el sentido del tacto y se los considera críticos para mantener el equilibrio en todo el cuerpo. Son estimulados por medio de una técnica de masaje llamada terapia marma, que se imparte en nuestras clínicas y se puede aprender para aplicar en casa.

Los antiguos textos ayurvédicos de cirugía advierten al médico que nunca debe cortar a través de los marmas, exactamente determinados según el sitio y la función. Esto es similar, aunque no igual, a los meridianos trazados por la acupuntura china; la terapia marma es anterior al enfoque chino y, probablemente, su antecesora directa. Evitar el daño a los marmas es una precaución prudente. Aunque no suelen cruzarse con nervios o vasos sanguíneos importantes, los marmas son igualmente vitales, pues marcan el lugar en el que se mueve el flujo de la inteligencia indicando puntos de máxima sensibilidad y conciencia.

Para estimular los marmas

Al estimular los marmas se puede vitalizar la conexión entre la conciencia y la físiología. Existen diversos modos de activar un marma. Uno es mediante los suaves movimientos del yoga, indicados en la tercera parte como ejercicio. Al mover el cuerpo en una posición del yoga, estamos estirando suavemente puntos marma específicos. El goteo de aceite sobre la frente que se emplea en el panchakarma —llamado shirodhara— es profundamente sedante, porque el aceite caliente cae sobre uno de los grandes puntos marma. De modo similar, el diario masaje de aceite —abhyanga— que se enseña como rutina diaria llega a todos los marmas de la piel. Este contacto se registra inmediatamente en todo el sistema nervioso. Por tanto, los puntos marma nos permiten “hablar” directamente al dosha Vata y mantenerlo en equilibrio.

Puesto que los marmas no son superficiales sino que penetran profundamente en el organismo, se pueden estimular mentalmente. La MT vitaliza todos los marmas, pero especialmente los tres “grandes”—Maharma—, situados en la zona de la cabeza, el corazón y la parte baja del abdomen. Estos no están localizados en la superficie de la piel, por lo que deben ser estimulados yendo directamente al cuerpo mecánico cuántico; son también los que más conviene estimular, puesto que tienen una fuerte influencia sobre los marmas menores. Finalmente la técnica de bienaventuranza es un medio potente para vitalizar a todos los marmas; al realizar esta técnica, la gente suele experimentar un calor placentero y cosquilleante o una sensación de flujo sobre la piel.

TERAPIA MARMA CLINICA

En todas las clínicas del Ayurveda se aplica una terapia marma especial que incluye la instrucción para el tratamiento en el hogar. Mi colega, el doctor John Douillard, es personalmente responsable de que se haya restablecido el conocimiento de los marmas, por mucho tiempo perdido, en consulta con los principales vaidyas de la India. Su enfoque es único, pues se han localizado los puntos marma de cada uno de los quince subdoshas, combinándolos luego con los aceites medicados aptos para equilibrarlos.

Primero se diagnostican los desequilibrios específicos de cada paciente. Supongamos que un dolor de cabeza crónico ha sido asociado con el desequilibrio de Prana Vata, el subdosha de Vata localizado en la cabeza. Un técnico avezado masajea con suavidad, en orden exacto, los puntos marma que corresponden a Prana Vata, y aplica un aceite con hierbas indicado por el médico. Como ocurre con algunas otras técnicas ayurvédicas recientemente revividas, los resultados de la terapia marma aún son anecdóticos, pero sabemos que a los pacientes les resulta muy relajante; hay alivio de dolores y otros síntomas crónicos —con frecuencia de larga data— y, en general, el proceso de equilibrar a los doshas se efectúa con mayor facilidad y rapidez.

LOS MARMAS EN CASA

Puesto que los marmas deben ser localizados con ojo clínico, pues difieren un poco entre una persona y otra, no se puede enseñar la terapia clínica en un libro. Sin embargo, es posible obtener ventaja de los marmas de una manera más general. En la planta de los pies se localiza un grupo de los puntos más importantes. Para vitalizarlos se recomienda un suave masaje del pie con aceite de sésamo, que dure de tres a cinco minutos diariamente. La hora más conveniente para hacerlo es al acostarse, pues el efecto sedante del sistema nervioso —y sobre el dosha Vata en especial— convierte al masaje en un buen preludio para el sueño.

Tres importantes puntos marma para masajear en casa

Cuando efectúe su abhyanga (masaje) diario, preste especial atención a los tres importantes marmas que se indican en la ilustración.

Uno está localizado entre las cejas y se extiende hasta el centro de la frente. Masajear suavemente esta zona con los ojos cerrados es recomendable cuando hay preocupaciones, dolores de cabeza, tensión mental y otras dificultades del Vata superior. El vinculado con el corazón —su verdadera localización está justo debajo del esternón, allí donde termina la caja torácica— es bueno para aquietar las emociones alteradas. El que está en la parte baja del abdomen, unas cuatro pulgadas por debajo del ombligo, es eficaz para el estreñimiento, los gases y otros problemas del Vata inferior. Aplique un leve movimiento circular de varios minutos en cada sitio. El marma de la frente puede ser elegido por sí mismo como ayuda para conciliar el sueño por la noche, siempre que no se presione con fuerza ni se empleen movimientos apresurados; eso tendería a perturbar a Vata en vez de inducirlo a asentarse.

Cómo aprender la terapia marma

En nuestras clínicas la terapia marma se ofrece tanto a los pacientes internados como a los que no lo están, siempre con supervisión médica. A todos los pacientes que la reciben se les enseña la naturaleza exacta de sus desequilibrios y luego se les indica qué puntos marma deben estimular en su casa. También se les proporcionan los aceites medicados más convenientes, con lo cual, una vez dominada la técnica básica, son autosuficientes.

LA TECNICA DE LA BIENAVENTURANZA:
COMO EXPERIMENTAR “ALEGRIA PURA”

Cuando pensamos en una experiencia jubilosa —el nacimiento de un hijo, la visión de un magnífico crepúsculo o un lago alpino al amanecer— y luego llevamos nuestros sentimientos más allá de un momento fijo, llegamos a un nuevo estado llamado “alegría pura”. El Ayurveda nos enseña que la alegría pura es una cualidad fundamental de la vida. En sánscrito se denomina a esta cualidad ananda, que habitualmente se traduce como “felicidad” o “bienaventuranza”.

Con la popularidad de las enseñanzas orientales en Occidente, la gente ha pasado a utilizar la palabra “bienaventuranza” para expresar muchas clases de emociones positivas. Para ser exactos, la bienaventuranza es algo demasiado abstracto para ser experimentado por sí mismo. Por analogía, ¿como se experimenta el ser inteligente? Al igual que la inteligencia, la bienaventuranza es un producto final. Reside en el cuerpo mecánico cuántico de forma pura y burbujea hasta la superficie sólo en las condiciones adecuadas. No se puede ver ni tocar el millar de procesos del cuerpo y el cerebro que deben ser coordinados a fin de crear felicidad, pero hay una sensación definida, la alegría pura, que se puede sentir y por la cual se demuestra que la bienaventuranza existe.

Según los sabios ayurvédicos todas nuestras alegrías surgen de la alegría pura. Es la luz intensa que no vemos directamente, sino sólo reflejada en alegrías menores. Estas luces secundarias no podrían existir sin la más grande. Aun en la sociedad occidental, en la que el dinero, la belleza física y el éxito se equiparan a la felicidad, todo el mundo tiene momentos inesperados en que la vida parece absolutamente perfecta y llena de goce. Si pudiéramos vivir siempre en un estado de alegría pura tendríamos la esencia práctica de la perfecta salud.

La técnica de la bienaventuranza

Para tener acceso a la alegría pura enseñamos a los pacientes una técnica de la bienaventuranza, formalmente llamada técnica de Integración Psicofisiológica. Este término más bien desmesurado, integración psicofisiológica, significa “unir cuerpo y mente”. La técnica de la bienaventuranza utiliza un débil impulso mental, un sonido especial cuya finalidad es poner a la mente otra vez en contacto con las vibraciones de felicidad que sutilmente llenan todas las células del cuerpo. Difiere de la meditación en cuanto su meta es la sensación física de bienaventuranza que burbujea desde el cuerpo. En sí y por sí, esta sensación es muy agradable, pero también indica que se está produciendo la “curación cuántica”, que los canales interrumpidos de la inteligencia interior están siendo reparados. Cuando se cierran esos contactos la felicidad no puede fluir. Cuando están abiertos se restaura el contacto con el cuerpo mecánico cuántico.

Laura Simons es una joven que padece de avanzado cáncer de mama; marcha notablemente bien desde que comenzó a emplear la técnica de la bienaventuranza en combinación con la terapia convencional. Durante varios años, desde que descubrió que ese sospechoso bulto de su pecho izquierdo era maligno, Laura se negó a que la operaran. Afortunadamente el tumor se mantuvo localizado y continuó creciendo con mucha lentitud. Por fin ella tomó la dolorosa decisión de someterse a una operación quirúrgica —una extirpación limitada antes que una mastectomía— y, durante el período de quimioterapia comenzó a emplear la técnica de la bienaventuranza. Casi todos los pacientes reaccionan ante la cirugía de cáncer y la quimioterapia con inevitables períodos de depresión y miedo, acompañados de un debilitamiento físico que puede ser leve o devastador. En el mejor de los casos el tratamiento es una dura prueba.

Sin embargo, Laura pudo hallar complacencia en la experiencia. En cuanto aprendió las técnicas, informó que se sentía más serena y positiva. A veces experimentaba una sensación palpitante, calor y hasta dolor; pero en general el dolor del pecho afectado desaparecía cuando utilizaba la técnica. Subjetivamente el resultado más efectivo fue el descubrimiento de la bienaventuranza en medio de una enfermedad. “Las experiencias durante la técnica de la bienaventuranza no son tan profundas como cuando empecé, hace un año y medio”, escribe Laura, “pero en ese momento el miedo y la pena estaban tan arraigados, me sentía tan inerme y preocupada que el contraste fue muy grande cuando empecé a experimentar tanta felicidad y alegría.

“Por entonces había grandes huecos negros en mi conciencia. Ya no los veo más, y la sensación de felicidad constante es más estable. Incluso así hay días en que la bienaventuranza y la alegría son tan potentes que apenas puedo contenerlas. Rara vez experimento miedo; sólo alguna preocupación general que, habitualmente, puedo dominar con un poco de atención.” Sin que importe qué más involucra la experiencia, el agudo contraste entre este relato y los “agujeros negros” en los que cae la mayoría de los pacientes nos da una amplia evidencia de lo valioso de esta técnica. Hemos encontrado los mismos resultados al enseñarla a una gran variedad de pacientes que padecían todo tipo de enfermedades, no sólo el cáncer.

La naturaleza de la bienaventuranza

Cada dosha expresa un sabor diferente de alegría pura, y en estado de perfecto equilibrio uno podría experimentar todos:

Vata - estimulante, regocijante, alerta, animoso, optimista, flexible
Pitta - contento, jubiloso, caballeresco, grato, de mente despejada
Kapha - estable, fuerte, valiente, generoso, afectuoso, sereno, propenso a perdonar.

Como en casi todos los casos, Vata es el líder de los otros doshas. Trasmite la alegría por el sistema nervioso, provocando cambios en las células de todo el cuerpo. Pero sin equilibrio entre los tres doshas la fisiología no puede sostener la alegría pura por períodos prolongados. Una de las principales metas del Ayurveda es cambiar esto limpiando las ventanas de la percepción interior. La percepción normal de uno mismo en el estado de vigilia está habitualmente mal preparada para comprender el goce que existe en nuestro interior.

Como la psicología convencional se concentra tanto en los estados anormales, en las neurosis y las psicosis, poco puede decir sobre los efectos de la alegría; en cuanto a la medicina internista, no ha dicho nada. Los momentos de éxtasis han sido muy apreciados, desde luego, por poetas, personajes religiosos y personas comunes; pero la conexión entre esto y los estados más elevados de la salud sólo se efectuó cuando el psicólogo Abraham Maslow, en las décadas de 1950 y 1960, comenzó a estudiar a ciertos grupos de triunfadores a quienes llamó “autoactualizados”. Maslow descubrió muy pronto que estos individuos llevaban vidas muy diversas y altamente individuales. En la superficie no había similitud obvia entre el empresario de éxito, el novelista famoso y el gran director de orquesta. Sin embargo, por debajo de sus diferentes estilos de vida, Maslow descubrió que muchos de ellos habían experimentado lo que él denominó “experiencias límite”: momentos de intenso bienestar y alegría.

Durante los altos momentos, estas personas experimentaban una total transformación de su realidad personal. Los obstáculos que en la vida ordinaria parecían inmensos se tornaban risibles. Por ellos circulaba una sobrecogedora sensación de poder. Se sentían profundamente tranquilos y a tono con la vida.

Los atletas de más talento y los ejecutantes de todo tipo testimonian que existen momentos en que exceden sin esfuerzo su capacidad conocida. Patsy Neal, campeona del baloncesto, lo describe de esta manera: “Hay momentos de gloria que van más allá de la expectativa humana, más allá de la capacidad física y emotiva del individuo. Algo inexplicable se adueña e insufla vida en la vida conocida. La atleta va más allá de sí misma; trasciende lo natural: casi flota a través de su actuación, recurriendo a fuerzas de las que anteriormente no tenía conciencia”.

Según descubrió Maslow, una experiencia límite era muy terapéutica. Sus pacientes atribuían grandes cambios en su vida a alguna súbita comprensión alcanzada en momentos altos: nueva confianza en sí mismos, creatividad, soluciones inesperadas a disyuntivas desconcertantes y la seguridad de que ningún miedo podía alcanzarlos. En algunos casos, depresión y neurosis ansiosa de larga data desaparecieron súbitamente para no volver jamás.

Maslow quedó tremendamente impresionado; sus estudios de pionero extendieron vastamente el campo de experiencias positivas que se consideran normales para la psiquis humana. Sin embargo, no halló el modo de brindar a nadie una alta experiencia; tampoco descubrió su fuente. Sin una técnica para trascender, sólo podía esperar esos momentos ocasionales en los cuales el telón se abre y la psiquis ve más allá de su común estado de vigilia.

Superfluidez

En tiempos recientes, los psicólogos clínicos han descubierto un estado carente de esfuerzo en el que los creativos caen con frecuencia, popularmente llamado “el flujo”. En períodos de “flujo”, los proyectos de trabajo parecen progresar por cuenta propia y la concentración más profunda no requiere esfuerzo alguno. Mientras están en el flujo, los creativos de cualquier tipo experimentan una placentera sensación de ser llevados muy por encima de su capacidad normal. El inconveniente del flujo es que no puede enseñarse a otros ni desarrollarse más en uno mismo. Se dice que lo experimenta menos del diez por ciento de la gente común, y quienes lo hacen caen en ese estado sólo de manera intermitente. Aun así, esto representa un adelanto con respecto al minúsculo grupo de gente autoactualizada, que Maslow había calculado en menos de una décima del uno por ciento de la población en general.

La evasividad de estos fenómenos sólo quedó explicada por completo cuando la ciencia comenzó a investigar seriamente la meditación. Resulta que una experiencia límite o una sensación de estar en el flujo apunta a un estado más profundo y sostenido, que los investigadores de la MT han titulado “superfluidez”. La superfluidez es semejante al flujo en cuanto a que se requiere menos esfuerzo en actividad, pero el esfuerzo es reducido a un mínimo absoluto. En estado de superfluidez, la acción se torna completamente automática: el hacedor se funde con su tarea, el pensador con sus pensamientos, el artista con su arte.

He aquí una descripción de primera mano obtenida de un meditador a mediados de la década de 1970: “Tanto en la mente como en el cuerpo está presente casi siempre una suave pero potente sensación de bienaventuranza. En lo físico, se la experimenta como una vivacidad muy deliciosa perceptible en todo el cuerpo. Esta estabilidad es tan profunda e invariable que se mantiene durante una gran actividad: nos protege de interrupciones y convierte toda actividad en algo fácil y digno de disfrutar”.

La palabra superfluidez proviene de una especie de materiales peculiares, llamados superfluidos, que fueron descubiertos por la física hace más de cincuenta años. Por ejemplo, cuando se enfría el helio líquido hasta aproximarlo al cero absoluto (-273 C), adquiere la capacidad de correr hacia arriba por los lados de su envase, de atravesar agujeros casi infinitamente pequeños y, si se pone en movimiento, fluye para siempre. El motivo de este extraño cambio de conducta es el efecto del propio enfriamiento. A una temperatura lo suficientemente baja, los átomos de helio dejan de moverse al azar y se tornan casi completamente ordenados, como un ejército que se formara para el desfile después de deambular por el campo. Los átomos de helio superfluido son tan ordenados que llegan a un estado de superflujo sin fricción. Una propiedad similar de los materiales superenfriados es la superconductividad: la capacidad de conducir la electricidad sin fricción. La superconductividad también parece desafiar las leyes normales de la naturaleza, pero en realidad es una propiedad especial que surge con bastante naturalidad, siempre que se satisfagan ciertas condiciones especiales.

Del mismo modo, la superfluidez de la conciencia aparece cuando la meditación “enfría” el proceso de pensamiento. La mente descubre mayor orden en los niveles más silenciosos del proceso de pensamiento, hasta que se aproxima al orden total del silencio puro sin caer del todo en él. En ese punto exacto —el límite cuántico de la mente— aún es posible pensar y actuar, pero siguiendo reglas diferentes. Uno experimenta una expansión sin esfuerzo y una especie de creatividad “sin fricción”, que no puede ser descubierta en el estado de vigilia ordinaria.

Cómo aprender la técnica de la bienaventuranza

La técnica de la bienaventuranza se enseña a sanos y a enfermos. La instrucción está a cargo de un maestro calificado, que es también médico del Ayurveda. Se cumple en una hora poco más o menos; la enseñanza en sí está precedida de una evaluación médica completa. Se enseña a la persona a utilizar la técnica en diversas situaciones, según existan dolor físico, síntomas de ansiedad y depresión o síntomas declarados de enfermedad. En todo caso, la infusión de bienaventuranza marca un paso importante hacia el autoconocimiento, revelando de la manera más convincente que la alegría pura es una realidad en cada uno de nosotros.

TERAPIA DE LOS AROMAS:
EL EQUILIBRIO MEDIANTE EL
SENTIDO DEL OLFATO

Cada uno de los cinco sentidos está formado por una vibración diferente en el cuerpo mecánico cuántico. Las vibraciones de luz que caen en la retina causan una respuesta muy distinta de las vibraciones del tacto que reciben los dedos. Es así como la “sopa de energía” del universo es clasificada en imágenes, sonidos, olores, etcétera. También los tres doshas están exactamente entonados con la naturaleza. Cada uno prefiere responder a uno o más de los cinco sentidos:

Vata oído y tacto
Pitta vista
Kapha gusto y olfato

Estas preferencias se detectan con gran facilidad en las personas cuyos tipos físicos están dominados por un solo dosha. Los Vata puros son sumamente sensibles al ruido fuerte y su piel percibe el menor contacto. Los tipos Pitta, sobre todo si son de pelo rubio y piel clara, no soportan el sol fuerte siquiera por poco tiempo y son también muy receptivos ante la belleza visual. Los Kapha, el más terrenal de los tipos, aman la atmósfera del hogar; para ellos, los gustos y los aromas de la cocina son sumamente gratificantes.

Puesto que todos poseemos Vata, Pitta y Kapha, estas preferencias son relativas. Cualquier tipo físico puede responder a la terapia marma, por ejemplo, que opera a través del sentido del tacto; no está restringido sólo a los Vata. Los antiguos textos ayurvédicos nos proporcionan listas muy largas de estímulos sensorials que ayudan a equilibrar los doshas, desde contemplar la luna llena y caminar junto al agua —muy bueno para Pitta— hasta escuchar el viento entre los árboles —muy bueno para Vata—. A partir de estos conocimientos se ha desarrollado un tratamiento especial, llamado terapia de los aromas, que a nuestros pacientes les resulta absolutamente deliciosa.

El vocabulario de los aromas

Cada uno de los doshas puede ser equilibrado con aromas que se ajustan a él. El ajuste corre por cuenta de los rasas —sabores— que se encuentran en los alimentos. En la tercera parte, al ocuparme de las dietas, hablaré abundantemente sobre los rasas. Por el momento señalaré que en el Ayurveda hay seis sabores: los cuatro habituales de dulce, agrio, salado y amargo, más lo astringente —ese sabor seco, que contrae la boca, asociado con las judías, las granadas y la cúrcuma— y lo picante. Se dice que los alimentos dulces equilibran tanto a Vata como a Pitta, lo mismo que el dulce olor de la rosa. Los sabores agrios agravan a Pitta, y también los aromas acres, así como los olores desagradables en general. Los olores húmedos y terrestres aumentan a Kapha. Los amargos y astringentes agravan especialmente a Vata.

El lenguaje del sabor se limita a lo dulce, lo agrio, lo salado, lo amargo, lo astringente y lo picante. La nariz, por el contrario, comprende un vasto vocabulario de olores que suman unos diez mil diferentes para quien la tiene bien adaptada. Para que los olores sean detectados por la nariz deben disolverse primero en la humedad del tejido nasal; luego las células olfatorias especializadas los pasan directamente al hipotálamo, en el cerebro. Estas células olfatorias son, en realidad, nervios, los únicos de todo el cuerpo que están expuestos al aire, aunque protegidos por una delgada cubierta mucosa. También son los únicos nervios que se regeneran, reemplazándose una vez cada tres semanas.

El hecho de que el olor vaya directamente al hipotálamo es muy significativo, pues este órgano diminuto se encarga de regular decenas de funciones corporales, incluida la temperatura, la sed, el hambre, los niveles de azúcar en la sangre, el crecimiento, el dormir, el despertar, la excitación sexual y emociones tales como el enfado y la felicidad. Olfatear algo es enviar un mensaje inmediato al “cerebro del cerebro” y, desde él, al cuerpo entero.

Al mismo tiempo, el mensaje de un olor va al sistema límbico del cerebro, que procesa las emociones, y a una zona llamada hipocampo, parte del cerebro responsable de la memoria. Por ese motivo los olores traen con tanta vividez recuerdos pasados. Los olores de la cocina, las flores y los perfumes activan siempre una sensación de cosa ya vivida. Los jardines por los que alguna vez caminamos se han convertido en nosotros mismos, gracias a la impresión duradera de la fragancia en nuestro cerebro.

Cómo usar la terapia de los aromas

El Ayurveda utiliza los aromas para enviar señales específicas que equilibran a los tres doshas. En términos generales:

Vata se equilibra con una mezcla de aromas cálidos, dulces y agrios, como los de la albahaca, naranja, geranio de rosa, clavo y otras especias.

Terapia de los aromas a la hora de acostarse

Pitta se equilibra con una mezcla de aromas dulces y frescos, como los de sándalo, rosa, menta, canela y jazmín.

Kapha, similar a Vata, se equilibra con una mezcla de aromas cálidos, pero con dejos más aromáticos como los del enebro, eucalipto, alcanfor, clavo y mejorana.

Ponga unas diez gotas de aceite aromático en agua caliente y llene el cuarto con una leve fragancia durante media hora. Puede prolongarlo el tiempo que quiera. Se venden vasijas especiales, calentadas a vela, pero con la misma efectividad se pueden utilizar una taza de té y un calentador de café en miniatura. El momento de acostarse es muy conveniente para inhalar el aroma, pues las imágenes y los sonidos del día tienden a cubrir los olores y bloquear sus efectos. El aroma ayuda a muchas personas a conciliar el sueño y se puede dejar toda la noche en la habitación.

También hay un aspecto médico en la terapia de los aromas. Cuando a un paciente se le diagnostica un desequilibrio específico se le proporcionan aceites para el subdosha que esté desequilibrado. En realidad es posible curar un dolor con un aroma, si sabemos qué subdosha queremos equilibrar y qué aroma le conviene.

En lo peor del invierno, Betsy Allen contrajo un fuerte resfriado de pecho que la mantuvo en cama una semana y se resistió a abandonarla. Aun cuando estuvo levantada y en circulación, la fastidiaba una tos seca e insistente. Eso se prolongó un mes, luego dos, y, cuando llegó el tercer mes sin que se retirara sola, vino en busca de una evaluación ayurvédica.

Se la diagnosticó como tipo Vata-Pitta con un desequilibrio Vata localizado en el revestimiento de los pulmones. Esto se puede tratar de diversos modos. Su médico eligió una terapia de los aromas, indicando un aceite específicamente Vata que debía inhalar por la noche. Betsy volvió a su casa sin saber qué pensar.

“No esperé a la hora de acostarme,” recuerda, “porque la curiosidad me ganó. Herví una taza de agua, puse en ella unas pocas gotas de ese aceite perfumado y me incliné a olfatear. La reacción de mi cuerpo fue positiva y totalmente inesperada. Era como si todas mis células, desde la coronilla hasta la punta de los pies, saltaran súbitamente a la vida. Me quedé así, aspirando profundamente aquel aroma una y otra vez. ¡No me cansaba de él!

“Esa noche usé la fragancia como es debido, tendida en la cama, y volvió la misma energía vigorizante. Mi mente decía que era ridículo obtener semejante resultado de un simple olor, pero mi cuerpo estaba convencido.”

La tos de Betsy cesó muy pronto y pudo dormir con una facilidad de la que no gozaba hacía meses.

Sin el debido diagnóstico, la terapia de aromas es muy general; puede aplacar un síntoma o parecer sólo grata y relajante. A veces nos hemos llevado la sorpresa de que una migraña, dolores de espalda, sarpullidos e insomnios que habían resistido a otros tratamientos, muchas veces durante largos períodos, respondieran a los aromas. Esto atestigua lo veraz del principio ayurvédico de que todo se puede usar como remedio cuando se conoce bien al paciente.

Cómo aprender la terapia de los aromas

Esta técnica no requiere más indicaciones que la del aceite aromático a utilizar. Para quienes no pueden presentarse para una evaluación médica, sólo es posible seguir el dosha dominante: generalmente, el que se trata de apaciguar. En Norteamérica se puede pedir por correo aceites Vata, Pitta o Kapha, así como vasijas para aromas y difusores. Véase el Apéndice A para más información.

TERAPIA MUSICAL GANDHARVA:
MELODIAS PARA EQUILIBRAR LA NATURALEZA

En los últimos años, el Ayurveda nos ha proporcionado la primera terapia con utilización de la música. Los pacientes internados en nuestras clínicas dedican todos los días un tiempo a escuchar las melodías del Gandharva Veda —rama de la vasta literatura védica, cuya imprecisa traducción sería “conocimiento de los tonos musicales—. La música Gandharva se originó en la antigua India hace muchos siglos; en la actualidad sus reglas aún constituyen la base de las largas y bellas ragas improvisadas por los músicos indios.

El Gandharva Veda encarna algunas técnicas muy elaboradas para alterar la fisiología. La música es algo más que sedante o excitante. Para empezar, ¿por qué la escuchamos? Por placer, desde luego, pero todos los placeres cambian el cuerpo de un modo u otro. Habitualmente no nos medimos la hiper-tensión para saber cómo pueden afectarla Bach o Mozart, pero, si quisiéramos bajar nuestra presión sanguínea, se considera muy buen remedio escuchar música clásica suave y lenta.

La música como remedio

El hecho de que la música puede ser una terapia se me ocurrió en Nueva Delhi durante una conferencia para médicos sobre los usos clínicos de la música Gandharva. En cierto momento, una vaidhya se levantó para anunciar que, en vez de hablar sobre ello, nos haría una demostración de lo que era el Gandharva.

Nos pidió que escucháramos algunos minutos mientras cantaba algunas melodías específicas para equilibrar a Vata. Cerramos los ojos, en tanto su voz sonaba en un estribillo palpitante y exótico muy hechicero. La médica cantante nos pidió luego que tomáramos el pulso a la persona sentada a nuestro lado. Cuando lo hicimos, todos informaron que observaban un pronunciado descenso en el ritmo del pulso, con respecto a la norma de setenta a ochenta pulsaciones por minuto. Luego ella cantó una melodía más rápida, basada en una raga —secuencia de tonos— diferente. Escuchamos otra vez durante algunos minutos y cada uno tomó el pulso a su vecino. De modo uniforme, el ritmo del pulso había saltado por encima de lo normal. De hecho, el sonido manipulaba nuestros cuerpos en el sentido que nuestra doctora deseaba. Esta técnica básica, con decenas de variantes ajustadas a diferentes partes del cuerpo, constituye el conocimiento médico del Gandharva Veda. Lo que subyace en él es el concepto del sonido equilibrado, las vibraciones que aplacan a los doshas.

Como ocurre con los gustos, los colores y los aromas, un dosha se equilibra ante ciertos tonos y se perturba ante otros. Tocar a ritmo lento o rápido, afinar los instrumentos en sostenido o bemol e idear intrincados esquemas rítmicos son todas técnicas para cambiar la reacción de quien escucha. Los textos del Gandharva han especificado qué ragas son las apropiadas para la mañana, el mediodía, el atardecer y otras horas del día. Cuando Vata se ve llevado a un punto máximo por el ajetreo del trabajo, a las cuatro de la tarde, la música puede iniciar la transición hacia el funcionamiento más relajado del anochecer.

Debidamente tocadas, se dice que las melodías del Gandharva tienen efectos universales. Nuestros cuerpos responden con alteraciones que reflejan los diversos ritmos de la naturaleza. No es sólo nuestro pulso lo que se aplaca al atardecer, después de todo, porque todas las plantas y los animales reaccionan según sus propios ciclos nocturnos. La música Gandharva corporiza las vibraciones fundamentales que palpitan en la naturaleza a cada momento.

Cómo usar la música del Gandharva

La terapia Gandharva es una parte habitual del programa para quienes se internan en nuestras clínicas. Para uso doméstico se puede adquirir por correo un juego de casetes o discos compactos (Apéndice A), con la finalidad de tocar durante el día, en segmentos de tres horas. Cada segmento representa una división de tiempo llamada sandhya, y estos determinan en qué momento se debe escuchar cierta raga. Los sandhyas se distribuyen como los puntos de la brújula:



Los cuatro sandhyas principales, representados por el amanecer, el mediodía, el ocaso y la medianoche, son los grandes recodos del ciclo cotidiano; reflejan cambios en los ritmos de la naturaleza que ocurren en esos momentos. Existen otras cuatro transiciones a media mañana, media tarde, entrada la noche y en la madrugada. Estos segmentos de tres horas —denominados por el momento en que comienzan— se distribuirían así:

Amanecer: 7 a 10     Media mañana: 10 a 13
Mediodía: 13 a 16 Media tarde: 16 a 19
Ocaso: 19 a 22 Noche avanzada: 22 a 1
Medianoche: 1 a 4 Madrugada: 4 a 7

Estas horas son sólo aproximadas y deben ser alteradas para ajustarlas a las estaciones; la regla general es que el amanecer, cualquiera sea la hora, marca el primer sandhya.

Así como el cambio de una estación a otra hace a los doshas especialmente vulnerables al desequilibrio —provocando resfriados de primavera y alergias de verano—, el cuerpo es también sensible a los cambios del día. Las funciones corporales tienen momentos altos a ciertas horas y puntos bajos en otras. La música Gandharva los equilibra en una corriente continua de actividad en crecimiento o disminución, eliminando las variaciones extremadas y las transiciones bruscas. Si tratamos de dormir y no podemos porque la mente aún corre deprisa con los asuntos inconclusos de la jornada, estamos presenciando la falta de una transición suave. Esto es lo que el Gandharva puede corregir.

Diez minutos de música Gandharva son beneficiosos:

Para escucharla es necesario estar sentado y quieto con los ojos cerrados. Deje que su atención siga fácilmente la melodía. Si su mente se distrae, vuélvala suavemente a la música. Cuando esté listo para levantarse, apague la grabación y permanezca uno o dos minutos sentado en silencio.

Si desea bajar de peso, escuchar cinco minutos de Gandharva antes de las comidas asentará su conciencia y le hará más fácil saber hasta qué punto tiene hambre. También hace llevaderos esos momentos en los cuales uno se siente nervioso o preocupado por una alteración de Vata. Permitir que la atención siga fácil y cómodamente la música ayuda a apaciguar este dosha.

Tradicionalmente se dice que es beneficioso tocar música Gandharva continuamente aun cuando no se esté en la habitación. Aunque no tan potente como cuando estamos allí para escucharla, la influencia equilibrante de las ragas existe hasta sin público. Este efecto no tiene explicación en Occidente, aunque todo el mundo sabe lo que se siente cuando entra en una casa extraña y se sabe, de algún modo, que allí ha vivido gente alegre o gente triste. El Gandharva cambia la atmósfera con vibraciones felices de una manera parecida y sutil. Pruebe el lector a oír grabaciones de Gandharva en su casa durante varios días, continuamente, mientras esté en el trabajo; después verá si su casa parece más serena y armoniosa al abrir la puerta.

Puesto que las ragas no se basan en las escalas occidentales, las voces y los instrumentos de estas grabaciones nos suenan extraños. Algunas personas les encuentran belleza inmediatamente; otras van tomándoles gusto gradualmente. Pero el efecto que debe ser tomado en cuenta es el que causa en el cuerpo. Si nos sentimos gratamente descansados, livianos y alerta, la música está obteniendo resultado.

Cómo aprender la terapia Gandharva

Para utilizar la música Gandharva como terapia en casa sólo se requiere un magnetófono o un equipo para discos compactos. Las grabaciones pueden ser pedidas por correo a las fuentes citadas al final de este libro (página 391). También es posible aprender a ejecutar la música Gandharva. En los Estados Unidos, Europa y la India se han establecido escuelas de Gandharva-Veda, en las que enseñan algunos de los maestros reconocidos de la música clásica india. Los estudiantes son bienvenidos cualquiera sea su preparación anterior, incluidos los principiantes. Además del sitar y la tabla, un instrumento de cuerdas similar a la guitarra y los tambores que casi todos conocemos, también se puede aprender a tocar la flauta india y un instrumento de tres cuerdas llamado veena. Junto con la voz humana, estos dos antiquísimos instrumentos son los vehículos más puros para interpretar las melodías de Gandharva.